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Paz y Ciencia
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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Carlos González; Sobre las guarderías

Carlos González: "En Alemania los niños no van a la guardería y de mayores son los mejor preparados"

Carlos González es doctor en pediatría y autor de varios libros sobre crianza, alimentación y salud infantil. Qué.es le ha entrevistado con motivo de su nueva publicación, 'Creciendo juntos'.




Carlos González (Zaragoza, 1960) es bien conocido por los padres de hoy en día. Autor de best sellers  sobre crianza natural como 'Bésame mucho' o'Un regalo para toda la vida', es firme defensor de la lactancia materna, del colecho y de no dejar llorar al niño más de lo necesario, algo que le proporciona, casi por igual, firmes defensores y detractores de sus ideas.
González acaba de publicar 'Creciendo juntos' (Temas de Hoy), en el que aborda temas de la infancia a la adolescencia... siempre desde el cariño y el respeto.
Los castigos y los premios, ¿sirven para algo en la educación?
Existen amplios estudios científicos que demuestran que tanto los castigos como los premios son inútiles en la educación de los niños. Sencillamente no sirven para que cambien su comportamiento. Pero si hay algún tipo de premio o castigo inútil, ése es el que premia con algo intrínsecamente malo, por ejemplo, un caramelo, que lo que va a conseguir es picar los dientes al niño, o castiga con algo bueno, o sea, el famoso 'sillón de pensar', donde a más de uno le gustaría pasarse el día entero tan a gusto.
Usted critica la actitud de muchos padres que consideran a sus hijos 'pequeños tiranos'...
Es que los niños no buscan ser pequeños tiranos, porque eso conllevaría una responsabilidad. ¡Sólo un español de entre 40 millones querría ser presidente del Gobierno! Los niños están deseando obedecer a sus padres. Quieren que sus papás les guíen, sentirse amados y admirados por ellos.
Sin embargo, hay padres que tienen ideas muy absurdas. Algunos de los que vienen a la consulta me dicen: "Es que le digo que no haga una cosa y la vuelve a hacer". Pero bueno, "y ¿cuántas veces le ha dicho a usted un médico que no fume y sigue fumando?". A veces, no hay que decirles las cosas una sola vez, sino que hay que incidir y repetírselas, y recordárselas... Y eso no es que el niño tenga un problema de conducta o que necesite un psicólogo, eso es que hay que explicarle más veces las cosas.
¿Y funciona la disciplina con los niños?
La disciplina es algo natural. Los padres tienen una autoridad automática y natural para sus hijos. Hay gente que me critica porque dice que yo digo que a los niños hay que darles de todo y yo lo único que digo es que a los niños hay que darles de todo lo que es razonable darles. Lo que me asombra es que haya padres que digan que los bebés necesitan disciplina porque si no, se vuelven malos.
En otros libros que ha publicado anteriormente, se muestra firme defensor de la lactancia materna, ¿qué diría a las madres que eligen la lactancia artificial y que consideran que usted les 'demoniza' por ello?
Yo no 'demonizo' a las madres que eligen dar el biberón a sus hijos. Yo he escrito libros para ayudar a las que quieren dar el pecho y no saben cómo hacerlo. Las que quieran dar biberón, que den biberón, yo sólo pretendo ayudar a las que optan por la lactancia materna.
También es defensor del colecho (que el niño duerma con la madre) en los primeros años de vida..
Es que el niño está más contento y la madre está más cómoda.
¿Y qué opina del método Estivill, que busca que los niños se acostumbren a dormir solos cuanto antes, aunque al principio lloren?
No puedo estar más en desacuerdo con él. Ahora bien, que yo esté en desacuerdo con él, no quiere decir que considere que su método para hacer dormir a los niños sea malo. Él no habla de pegarles o darles pastillas para que se duerman, así que mejor su método de dejarles llorar que no otro, ¿no?
¿Pero cree que a la larga podría causarles un trauma?
Para nada. De hecho, no creo que se puedan hacer estudios que demuestren que aplicar el método Estivill a un niño vaya a hacer que ese niño se traumatice.
Sin embargo, usted es de la opinión de coger al niño en brazos en cuanto llora...
Es que el sentido común me dice que si mi niño llora y le cojo, deja de llorar. Y que cuando yo lloro es porque me siento mal. Y supongo que si él lo hace es porque también se sentirá mal...
¿Es partidario de que los niños vayan a la guardería desde bebés?
A la guardería sólo deberían ir si a los padres no les quedara otra. Lo mejor es que el niño sea cuidado en su propia casa. En Alemania, por ejemplo, la mayoría de los niños no van a la guardería y no por no haber empezado antes están peor preparados. De hecho, los alemanes son de los mejores preparados del mundo y no han ido a guardería la mayoría de ellos.
¿Y cómo ve las guarderías en España?
En España, las guarderías tienen el doble de niños por cuidador que en el resto de países de la UE. Pero, vamos a ver. Si una madre no puede con un niño solo, ¿quién puede con siete niños a la vez? ¿Socializar? ¡Como mucho da tiempo a cambiarles el pañal una vez y se acabó! De verdad, conozco a madres que, estando en paro, hacen un gran esfuerzo económico para pagar una guardería porque creen que su hijo lo necesita... ¡y hasta hace cuarenta años los niños no iban a la guardería!
¿Y es mejor la opción cuidadora?
Depende. En España, es curioso. Se paga más dinero a una asistenta por una hora de limpieza, que a una canguro a la que confiamos a nuestro propio hijo. ¡Y en muchos casos se confía a adolescentes! Cuidar de un niño pequeño es más difícil y delicado que dar clases de Lengua. Como mínimo, debería estar capacitada, ¿no?
O sea que, a su juicio, lo ideal es que el niño esté en casita, a ser posible con un familiar, hasta los 3 años...
Si hubiera facilidades, sin duda. Hay padres que incluso no meten a los niños en el colegio hasta los 6 años y tampoco pasa nada. A mí me escolarizaron a los cinco años y aquí estoy.
¿Y qué diría a quienes abusan de los abuelos?
Pues que ya que tiran con tanta frecuencia de ellos, encima no les exijan obediencia absoluta. "Si comen en casa de los abuelos, que coman esto y lo otro...". Mira no, eso no. En casa de los abuelos, que coman lo que ellos les dan...
Y qué opina de las suegras, ¿siempre tienen razón?
Bueno, la suegra ha criado a un hijo que para ti es el mejor del mundo, porque te has casado con él, por tanto, algo tiene que saber del tema...
Criar a un niño y trabajar fuera de casa no es compatible...
Claro que no. A mí se me critica que yo hago sentir mal a muchas mujeres cuando digo que no pasan suficientemente tiempo con sus hijos. Pero es que es verdad. No puedes trabajar ocho horas en una empresa y además ser madre. No se pueden hacer dos cosas a la vez.
¿Es suficiente el permiso de maternidad en España?
El permiso de maternidad aquí es una vergüenza. Una madre en Suecia o en Alemania está tres meses de permiso cobrando el 100%, más otro año cobrando el 70%, más otro cobrando el 50%. En España, si eliges trabajar la mitad, cobras la mitad.
Si hemos conseguido tener un mes de vacaciones y la jubilación a los 65 años como en Suecia, ¿por qué su permiso de maternidad es también cinco veces más largo que el nuestro? ¿por qué no es un tema prioritario para los políticos? Hay que luchar por conseguir mejores permisos.
¿Qué consejo le daría a los padres primerizos?
El principal consejo que les doy es que no tengan miedo de demostrar al niño todo lo que le quieren. Que le den muchos besos y abrazos...

domingo, 4 de mayo de 2014

Poco tolerantes con la conducta normal de los niños



"Cada vez somos menos tolerantes con la conducta normal de los niños", asegura el pediatra Carlos González. "Ahora los pequeños sufren una gran presión y, ante esa situación, no resulta extraño que, incluso, padezcan enfermedades nuevas como la hiperactividad. Muchas familias se asustan o se confunden ante circunstancias que son habituales y que en muchas ocasiones se solucionan explicando sencillamente lo que sucede". 

El especialista no es partidario de dar consejos generales en esta materia. "No más allá de recomendaciones como no pegar o no dar alcohol", apunta irónicamente y explica la multiplicidad de problemas en torno al cuidado de los menores por el poco tiempo que se pasa en su compañía. "Algunos padres se sienten obligados a hacer cosas extraordinarias, como la estimulación precoz u otras, para compensar esa falta". El autor de 'Entre tu pediatra y tú', recientemente editado, analiza diversas cuestiones fundamentales relacionadas con la atención a los más pequeños.

Cambio de roles

La mayor implicación del padre en la educación infantil es cuestionada por González. "El imperativo biológico manda", alega y, si bien reconoce que ahora ellos cocinan y cambian pañales, subraya la creciente desvinculación del progenitor con los hijos mayores. El médico apunta a que antes jugaban con los niños, pero las ocupaciones y la televisión parecen impedirlo y, como consecuencia, las relaciones intrafamiliares se resienten en esa etapa del desarrollo.

También se refiere a las tensiones generadas por el nacimiento del bebé, convertido súbitamente en el protagonista de todas las atenciones. Según su experiencia, resulta frecuente que se produzcan celos paternos, pero sugiere que los compañeros maduros y equilibrados han de comprender los cambios y colaborar. "Aunque hay quien parece buscar en su esposa los cuidados que no tuvo de pequeño".

El sueño perdido

Los niños no duermen solos. El pediatra rechaza la teoría de que deben conciliar el sueño en habitaciones propias desde temprana edad, planteamiento defendido por el denominado método Estivill. "Entonces, lo que puede ser sencillo, es decir, estar con él y que se duerma solo, se convierte en interminables paseos por el pasillo a lo largo de la noche".

También critica el mensaje implícito de que no vale la pena llorar, que no le harán caso aunque se desgañite. Además, a su juicio, la práctica va contra nuestros instintos. "Cuando un niño gime, instintivamente intentamos consolarlo".

No cree que se puedan inculcar malos hábitos atendiendo sus requerimientos. "La idea de que los niños aprenden por costumbre es una falsa creencia muy extendida", indica. "Cambian con el tiempo, a los cuatro no piden ir en brazos, a los ocho no se dejan dar la mano y con doce evitan que los beses delante de sus amigos".

A la mesa

¿Cuatro comidas diarias? "Es otra tesis que se defiende y que, curiosamente, los adultos no llevamos a cabo", reprocha y reconoce que es absurdo intentar imponer algo que nosotros no realizamos. "No seguimos ese número ni lo mismo en cada toma, ni siquiera a las mismas horas dependiendo del día de la semana".
El periodo de lactancia también es objeto de controversia. "Cada cual ha de tomar sus propias decisiones al respecto", defiende González y sugiere que, si las madres están dispuestas, disfruten de esta relación con su hijo, "pero que no lo hagan porque se sientan obligadas".

Crece, niño, crece

El pediatra también recomienda la valoración individual en esta cuestión y achaca cierta culpabilidad médica en la generación de obsesiones. "Los médicos constantemente pesamos y medimos a los bebés", señala y lamenta que se llegue a asegurar que la mitad no crece como debería cuando "el 95% de los niños tiene un desarrollo normal". Frente a esa exageración, alega la importancia de la obesidad infantil, uno de los mayores problemas infantiles es la obesidad. "Se insiste tanto en que coman más, que al final, comen más".

Consumo infantil

Algunos padres consideran que las vacunas son contraproducentes, que constituyen una amenaza para la salud de sus hijos, otros consideran que se trata tan sólo de un pingüe negocio de la industria farmacéutica e, incluso, se aducen motivaciones éticas o religiosas. "Hablamos de un fenómeno creciente", advierte el doctor. "Hay demasiada manipulación al respecto. La gente debe saber que son necesarias y que se fabrican con unos baremos de calidad que nada tienen que ver con la presión del imperialismo americano".

La presión comercial es otro factor que cambia conductas en la educación y el cuidado de los niños. "Se vale de la enorme facilidad de las madres para sentirse culpables", arguye. "Ante cada nuevo producto, surge la pregunta de si lo debería comprar, estará calentito, más desarrollado, más feliz, cuando lo único que demanda es que estés con él. ¡Ya cumplirá doce años y pedirá de todo!".


Este artículo pertenece a la mini-colección de entrevistas a Carlos González. Las demás entrevistas pueden leerse en los siguientes vínculos:






Leer más: http://www.amormaternal.com/2010/03/carlos-gonzalez-ahora-los-ninos-sufren.html#ixzz30lNRzFf3
Under Creative Commons License: Attribution Non-Commercial No Derivatives

martes, 25 de marzo de 2014

La vuelta al trabajo: Lactancia



Lactancia a la vuelta del trabajo

Carlos González, un creativo y productivo pediatra, muy humano y defensor de los niños, nos muestra el camino para que nosotros podamos amoldarnos de a poquito a la lactancia después de la incorporación de la madre al trabajo. Es un desahogo el poder escuchar estas breves palabras del link de arriba porque es un problema muy frecuente.

De un tiempo a esta parte se ha extendido la lactancia materna. Ha sido así porque las matronas y las madres se han dado cuenta de los avances de la ciencia. La leche materna tiene unos nutrientes que fortalecen el sistema inmunológico y, más importante casi, hacen más estrecho el vínculo madre-hijo.

La tarea de ser padres no puede ser algo mecánico, esto es algo que trata de mostrar repetidamente Carlos González. También nos propone flexibilidad, espontaneidad. Eso nos resta ansiedad y facilita que el hecho de darle el bibe al bebé sea algo más divertido, sin problemas ni presiones.

Rodrigo Córdoba Sanz, Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza

viernes, 28 de febrero de 2014

domingo, 23 de febrero de 2014

Hablando sobre los niños: Carlos González

domingo, 9 de febrero de 2014

Las rabietas y los llantos en los niños


Las rabietas y el llanto de los niños

Un artículo del pediatra Carlos González
Vía Adivina cuánto te quiero
*** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** *** ***

Está muy extendida la teoría de que a los niños (2 o 3 años) hay que dejarlos solos cuando tienen una rabieta. Claro, en la versión progre” del tema se dice que al niño se le deja desahogarse, pero el resultado es el mismo (le dejas solo y llorando) que en la versión tradicional: “no es más que teatro, así que hay que quitarle el público”, o en la conductista: “aislado en tiempo de exclusión hasta que aprenda a comportarse como es debido”.

Quizás parte del éxito de algunas de las teorías de “dejar llorar” viene de una confusión semántica: “no dejar llorar” frente a “no dejar llorar”. Me explico. Cuando yo digo que no hay que dejar llorar a un niño lo que estoy diciendo es que los padres no tienen que hacer una actividad denominada “dejar llorar”, actividad que consiste en pasar de un niño que llora y no hacerle caso. Yo no estoy prohibiendo nada al niño, en todo caso estoy “prohibiendo” a los padres que le “dejen llorar”. En cambio algunas personas lo que dicen es algo muy distinto, que el niño no debe hacer una actividad denominada “llorar”, que los padres deben impedírselo, prohibírselo, incluso castigarlo por ello. Eso, claro, me parece una barbaridad.

Es una actitud mucho más extendida de lo que parece. Miles de veces, en vez de intentar consolar de forma adecuada a un niño (cogiéndolo en brazos, o dándole teta, o preguntándole qué le pasa, o diciendo “pobrecito, qué pupa más grande” o “sana sana culito de rana” o reconociendo el problema “sí, qué rabia, tenemos que irnos del parque porque es muy tarde, menos mal que mañana podremos volver…”), se le dicen con la mejor de las intenciones cosas como “no llores, que te pones muy feo”, o “qué vergüenza, un niño tan grande y llorando”, o “no llores, que los niños valientes no lloran”, o “no lores que pareces una nena” o “me duele la cabeza de oírte llorar”, o “este señor se va a enfadar si lloras”, o “cállate de una vez”, o “me tienes harto con tus llantos”.

Todos estos son ejemplos, unos más suaves y otros más bestias, de “no dejar llorar”. Claro, a todos se nos ha escapado alguna vez, y por una vez no tiene importancia; pero imagínense lo que es que cada vez que lloras, sea cual sea el motivo, te digan que te pones feo. ¿Qué va a sentir, cuando sea mayor, una persona educada así? ¿Qué comprensión, qué empatía, podrá sentir por el dolor ajeno, por el llanto de sus propios hijos? Le estamos diciendo que la belleza es el valor supremo, y que uno tiene incluso que reprimir sus propios sentimientos para poder ser “guapo” y por tanto aceptado socialmente.

Lo mismo que, cuando dejamos solo a un niño con una rabieta, cuando deliberadamente nos vamos de la habitación, o lo enviamos sólo a una habitación, le estamos enseñando que el dolor no es socialmente aceptable, que una persona bien educada no “se deja llevar” por sus sentimientos en público.

Otra cosa sería un niño mayor (o adolescente) que deliberadamente se va a llorar solo. También hay que demostrarle que tiene derecho a aislarse, si eso es lo que desea. No salgas corriendo detrás, no le digas que “es de mala educación” y que “no puede levantarse de la mesa”… pero puedes, al cabo de un tiempo prudencial, acercarte, decir algo, y seguir o retirarte según su respuesta. Cuando mis hijos tenían rabietas, lo probaba todo. Es cierto que en algunos casos parece que no quieran ser consolados: si les hablas o les preguntas, lloran aún más fuerte o te insultan, si intentas cogerles en brazos se resisten y patalean, si les tocas te pegan. En esas circunstancias, es muy humano sentir la tentación de decir:
 
 “¿Y encima me pegas? ¡Pues me voy y te j….! ¡Yo no tengo por qué aguantar esto!”  

Sentimiento que muchos intentarán racionalizar (pues la capacidad del ser humano para engañarse así mismo parece ser aún mayor que su capacidad para dejarse engañar por otros) con argumentos como “es mejor que se desahogue” o “no es un castigo, es aplicar las consecuencias lógicas, debe aprender que si insulta y pega nadie querrá estar con él”. Es muy humano reaccionar así, pero ¿no es un poco “infantil”? ¿No debería un adulto, que encima es padre, tener más herramientas que un niño de tres años para canalizar la ira y para mantener la compostura en situaciones difíciles?

Es un poco como si hubiera un individuo de pie en una cornisa, amenazando con tirarse de un octavo piso, diciendo a los bomberos: “si se acercan, me tiro”, y los bomberos dijeran, “bueno, hemos hecho lo que hemos podido; si se pone en plan imbécil no tenemos por qué aguantarle las impertinencias” y se fueran.

Supongo que cada niño es distinto, y que cada familia encontrará su propia estrategia. A nosotros nos iba muy bien, en las rabietas más terribles, alejarnos un poco y ponernos a hablar del niño en voz alta: “¿Sabes, Mamá, que ayer llevé a María a ver a Abuela? - ¿Ah, sí, fuisteis a ver a Abuela? - Si, y María estuvo ayudando a Abuela a preparar un pastel - ¿María ya sabe cocinar? - Sí, lo hizo muy bien, dijo Abuela que nunca había quedado la masa tan bien revuelta, sin ningún grumo de harina…” A medida que vamos hablando, notamos como María deja de llorar para poder oír mejor. “¿Y con qué hicieron la masa del pastel? - Pues con harina, leche, huevos, levadura, y… a ver si me acuerdo, había otra cosa…” Y de pronto María interviene: “-Y limón rallado, lo rallé yo”. 
A partir de ahí, la rabieta puede darse por concluida, siempre y cuando los padres sigan disimulando un rato y eviten la mezquina tentación de vengarse: “Ah, conque ahora hablas, creí que sólo sabías llorar”, o “No me interesa lo que digas, si tú no me querías oír a mí, yo tampoco te quiero oír a ti”, o “Ahora que has dejado de llorar, ¿me puedes explicar qué te pasaba?”…

Es asombroso la cantidad de padres que sienten (sentimos) la ridícula necesidad de decir la última palabra, de ajustar cuentas, de dejar bien claro quién se ha portado mal y quién se ha portado bien, la necesidad no sólo de vencer, sino de humillar al vencido. Que el mentiroso confiese, que el culpable pida perdón, que el desobediente obedezca… Supongo que son frustraciones sin resolver de nuestra propia infancia, que nos creemos con derecho a exigir de nuestros hijos absoluta sumisión porque sabemos que jamás la obtendremos ni de nuestros padres, ni de nuestro cónyuge, ni de nuestros amigos, ni de nuestros jefes, ni de nuestros subordinados, ni del gobierno…

sábado, 8 de febrero de 2014

En Alemania los nenes no van a la guardería y de mayores son los mejor preparados


Carlos González: "En Alemania los niños no van a la guardería y de mayores son los mejor preparados"

Carlos González es doctor en pediatría y autor de varios libros sobre crianza, alimentación y salud infantil. Qué.es le ha entrevistado con motivo de su nueva publicación, 'Creciendo juntos'.

Carlos González (Zaragoza, 1960) es bien conocido por los padres de hoy en día. Autor de best sellers sobre crianza natural como 'Bésame mucho' o 'Un regalo para toda la vida', es firme defensor de la lactancia materna, del colecho y de no dejar llorar al niño más de lo necesario, algo que le proporciona, casi por igual, firmes defensores y detractores de sus ideas.
González acaba de publicar 'Creciendo juntos' (Temas de Hoy), en el que aborda temas de la infancia a la adolescencia... siempre desde el cariño y el respeto.
Los castigos y los premios, ¿sirven para algo en la educación?
Existen amplios estudios científicos que demuestran que tanto los castigos como los premios son inútiles en la educación de los niños. Sencillamente no sirven para que cambien su comportamiento. Pero si hay algún tipo de premio o castigo inútil, ése es el que premia con algo intrínsecamente malo, por ejemplo, un caramelo, que lo que va a conseguir es picar los dientes al niño, o castiga con algo bueno, o sea, el famoso 'sillón de pensar', donde a más de uno le gustaría pasarse el día entero tan a gusto.
Usted critica la actitud de muchos padres que consideran a sus hijos 'pequeños tiranos'...
Es que los niños no buscan ser pequeños tiranos, porque eso conllevaría una responsabilidad. ¡Sólo un español de entre 40 millones querría ser presidente del Gobierno! Los niños están deseando obedecer a sus padres. Quieren que sus papás les guíen, sentirse amados y admirados por ellos.
Sin embargo, hay padres que tienen ideas muy absurdas. Algunos de los que vienen a la consulta me dicen: "Es que le digo que no haga una cosa y la vuelve a hacer". Pero bueno, "y ¿cuántas veces le ha dicho a usted un médico que no fume y sigue fumando?". A veces, no hay que decirles las cosas una sola vez, sino que hay que incidir y repetírselas, y recordárselas... Y eso no es que el niño tenga un problema de conducta o que necesite un psicólogo, eso es que hay que explicarle más veces las cosas.
¿Y funciona la disciplina con los niños?
La disciplina es algo natural. Los padres tienen una autoridad automática y natural para sus hijos. Hay gente que me critica porque dice que yo digo que a los niños hay que darles de todo y yo lo único que digo es que a los niños hay que darles de todo lo que es razonable darles. Lo que me asombra es que haya padres que digan que los bebés necesitan disciplina porque si no, se vuelven malos.
En otros libros que ha publicado anteriormente, se muestra firme defensor de la lactancia materna, ¿qué diría a las madres que eligen la lactancia artificial y que consideran que usted les 'demoniza' por ello?
Yo no 'demonizo' a las madres que eligen dar el biberón a sus hijos. Yo he escrito libros para ayudar a las que quieren dar el pecho y no saben cómo hacerlo. Las que quieran dar biberón, que den biberón, yo sólo pretendo ayudar a las que optan por la lactancia materna.
También es defensor del colecho (que el niño duerma con la madre) en los primeros años de vida..
Es que el niño está más contento y la madre está más cómoda.
¿Y qué opina del método Estivill, que busca que los niños se acostumbren a dormir solos cuanto antes, aunque al principio lloren?
No puedo estar más en desacuerdo con él. Ahora bien, que yo esté en desacuerdo con él, no quiere decir que considere que su método para hacer dormir a los niños sea malo. Él no habla de pegarles o darles pastillas para que se duerman, así que mejor su método de dejarles llorar que no otro, ¿no?
¿Pero cree que a la larga podría causarles un trauma?
Para nada. De hecho, no creo que se puedan hacer estudios que demuestren que aplicar el método Estivill a un niño vaya a hacer que ese niño se traumatice.
Sin embargo, usted es de la opinión de coger al niño en brazos en cuanto llora...
Es que el sentido común me dice que si mi niño llora y le cojo, deja de llorar. Y que cuando yo lloro es porque me siento mal. Y supongo que si él lo hace es porque también se sentirá mal...
¿Es partidario de que los niños vayan a la guardería desde bebés?
A la guardería sólo deberían ir si a los padres no les quedara otra. Lo mejor es que el niño sea cuidado en su propia casa. En Alemania, por ejemplo, la mayoría de los niños no van a la guardería y no por no haber empezado antes están peor preparados. De hecho, los alemanes son de los mejores preparados del mundo y no han ido a guardería la mayoría de ellos.
¿Y cómo ve las guarderías en España?
En España, las guarderías tienen el doble de niños por cuidador que en el resto de países de la UE. Pero, vamos a ver. Si una madre no puede con un niño solo, ¿quién puede con siete niños a la vez? ¿Socializar? ¡Como mucho da tiempo a cambiarles el pañal una vez y se acabó! De verdad, conozco a madres que, estando en paro, hacen un gran esfuerzo económico para pagar una guardería porque creen que su hijo lo necesita... ¡y hasta hace cuarenta años los niños no iban a la guardería!
¿Y es mejor la opción cuidadora?
Depende. En España, es curioso. Se paga más dinero a una asistenta por una hora de limpieza, que a una canguro a la que confiamos a nuestro propio hijo. ¡Y en muchos casos se confía a adolescentes! Cuidar de un niño pequeño es más difícil y delicado que dar clases de Lengua. Como mínimo, debería estar capacitada, ¿no?
O sea que, a su juicio, lo ideal es que el niño esté en casita, a ser posible con un familiar, hasta los 3 años...
Si hubiera facilidades, sin duda. Hay padres que incluso no meten a los niños en el colegio hasta los 6 años y tampoco pasa nada. A mí me escolarizaron a los cinco años y aquí estoy.
¿Y qué diría a quienes abusan de los abuelos?
Pues que ya que tiran con tanta frecuencia de ellos, encima no les exijan obediencia absoluta. "Si comen en casa de los abuelos, que coman esto y lo otro...". Mira no, eso no. En casa de los abuelos, que coman lo que ellos les dan...
Y qué opina de las suegras, ¿siempre tienen razón?
Bueno, la suegra ha criado a un hijo que para ti es el mejor del mundo, porque te has casado con él, por tanto, algo tiene que saber del tema...
Criar a un niño y trabajar fuera de casa no es compatible...
Claro que no. A mí se me critica que yo hago sentir mal a muchas mujeres cuando digo que no pasan suficientemente tiempo con sus hijos. Pero es que es verdad. No puedes trabajar ocho horas en una empresa y además ser madre. No se pueden hacer dos cosas a la vez.
¿Es suficiente el permiso de maternidad en España?
El permiso de maternidad aquí es una vergüenza. Una madre en Suecia o en Alemania está tres meses de permiso cobrando el 100%, más otro año cobrando el 70%, más otro cobrando el 50%. En España, si eliges trabajar la mitad, cobras la mitad.
Si hemos conseguido tener un mes de vacaciones y la jubilación a los 65 años como en Suecia, ¿por qué su permiso de maternidad es también cinco veces más largo que el nuestro? ¿por qué no es un tema prioritario para los políticos? Hay que luchar por conseguir mejores permisos.
¿Qué consejo le daría a los padres primerizos?
El principal consejo que les doy es que no tengan miedo de demostrar al niño todo lo que le quieren. Que le den muchos besos y abrazos...

Las rabietas y el llanto de los niños


Las rabietas y el llanto de los niños

Un artículo del pediatra Carlos González
Vía Adivina cuánto te quiero
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Está muy extendida la teoría de que a los niños (2 o 3 años) hay que dejarlos solos cuando tienen una rabieta. Claro, en la versión progre” del tema se dice que al niño se le deja desahogarse, pero el resultado es el mismo (le dejas solo y llorando) que en la versión tradicional: “no es más que teatro, así que hay que quitarle el público”, o en la conductista: “aislado en tiempo de exclusión hasta que aprenda a comportarse como es debido”.

Quizás parte del éxito de algunas de las teorías de “dejar llorar” viene de una confusión semántica: “no dejar llorar” frente a “no dejar llorar”. Me explico. Cuando yo digo que no hay que dejar llorar a un niño lo que estoy diciendo es que los padres no tienen que hacer una actividad denominada “dejar llorar”, actividad que consiste en pasar de un niño que llora y no hacerle caso. Yo no estoy prohibiendo nada al niño, en todo caso estoy “prohibiendo” a los padres que le “dejen llorar”. En cambio algunas personas lo que dicen es algo muy distinto, que el niño no debe hacer una actividad denominada “llorar”, que los padres deben impedírselo, prohibírselo, incluso castigarlo por ello. Eso, claro, me parece una barbaridad.

Es una actitud mucho más extendida de lo que parece. Miles de veces, en vez de intentar consolar de forma adecuada a un niño (cogiéndolo en brazos, o dándole teta, o preguntándole qué le pasa, o diciendo “pobrecito, qué pupa más grande” o “sana sana culito de rana” o reconociendo el problema “sí, qué rabia, tenemos que irnos del parque porque es muy tarde, menos mal que mañana podremos volver…”), se le dicen con la mejor de las intenciones cosas como “no llores, que te pones muy feo”, o “qué vergüenza, un niño tan grande y llorando”, o “no llores, que los niños valientes no lloran”, o “no lores que pareces una nena” o “me duele la cabeza de oírte llorar”, o “este señor se va a enfadar si lloras”, o “cállate de una vez”, o “me tienes harto con tus llantos”.

Todos estos son ejemplos, unos más suaves y otros más bestias, de “no dejar llorar”. Claro, a todos se nos ha escapado alguna vez, y por una vez no tiene importancia; pero imagínense lo que es que cada vez que lloras, sea cual sea el motivo, te digan que te pones feo. ¿Qué va a sentir, cuando sea mayor, una persona educada así? ¿Qué comprensión, qué empatía, podrá sentir por el dolor ajeno, por el llanto de sus propios hijos? Le estamos diciendo que la belleza es el valor supremo, y que uno tiene incluso que reprimir sus propios sentimientos para poder ser “guapo” y por tanto aceptado socialmente.

Lo mismo que, cuando dejamos solo a un niño con una rabieta, cuando deliberadamente nos vamos de la habitación, o lo enviamos sólo a una habitación, le estamos enseñando que el dolor no es socialmente aceptable, que una persona bien educada no “se deja llevar” por sus sentimientos en público.

Otra cosa sería un niño mayor (o adolescente) que deliberadamente se va a llorar solo. También hay que demostrarle que tiene derecho a aislarse, si eso es lo que desea. No salgas corriendo detrás, no le digas que “es de mala educación” y que “no puede levantarse de la mesa”… pero puedes, al cabo de un tiempo prudencial, acercarte, decir algo, y seguir o retirarte según su respuesta. Cuando mis hijos tenían rabietas, lo probaba todo. Es cierto que en algunos casos parece que no quieran ser consolados: si les hablas o les preguntas, lloran aún más fuerte o te insultan, si intentas cogerles en brazos se resisten y patalean, si les tocas te pegan. En esas circunstancias, es muy humano sentir la tentación de decir:
 
 “¿Y encima me pegas? ¡Pues me voy y te j….! ¡Yo no tengo por qué aguantar esto!”  

Sentimiento que muchos intentarán racionalizar (pues la capacidad del ser humano para engañarse así mismo parece ser aún mayor que su capacidad para dejarse engañar por otros) con argumentos como “es mejor que se desahogue” o “no es un castigo, es aplicar las consecuencias lógicas, debe aprender que si insulta y pega nadie querrá estar con él”. Es muy humano reaccionar así, pero ¿no es un poco “infantil”? ¿No debería un adulto, que encima es padre, tener más herramientas que un niño de tres años para canalizar la ira y para mantener la compostura en situaciones difíciles?

Es un poco como si hubiera un individuo de pie en una cornisa, amenazando con tirarse de un octavo piso, diciendo a los bomberos: “si se acercan, me tiro”, y los bomberos dijeran, “bueno, hemos hecho lo que hemos podido; si se pone en plan imbécil no tenemos por qué aguantarle las impertinencias” y se fueran.

Supongo que cada niño es distinto, y que cada familia encontrará su propia estrategia. A nosotros nos iba muy bien, en las rabietas más terribles, alejarnos un poco y ponernos a hablar del niño en voz alta: “¿Sabes, Mamá, que ayer llevé a María a ver a Abuela? - ¿Ah, sí, fuisteis a ver a Abuela? - Si, y María estuvo ayudando a Abuela a preparar un pastel - ¿María ya sabe cocinar? - Sí, lo hizo muy bien, dijo Abuela que nunca había quedado la masa tan bien revuelta, sin ningún grumo de harina…” A medida que vamos hablando, notamos como María deja de llorar para poder oír mejor. “¿Y con qué hicieron la masa del pastel? - Pues con harina, leche, huevos, levadura, y… a ver si me acuerdo, había otra cosa…” Y de pronto María interviene: “-Y limón rallado, lo rallé yo”. 
A partir de ahí, la rabieta puede darse por concluida, siempre y cuando los padres sigan disimulando un rato y eviten la mezquina tentación de vengarse: “Ah, conque ahora hablas, creí que sólo sabías llorar”, o “No me interesa lo que digas, si tú no me querías oír a mí, yo tampoco te quiero oír a ti”, o “Ahora que has dejado de llorar, ¿me puedes explicar qué te pasaba?”…

Es asombroso la cantidad de padres que sienten (sentimos) la ridícula necesidad de decir la última palabra, de ajustar cuentas, de dejar bien claro quién se ha portado mal y quién se ha portado bien, la necesidad no sólo de vencer, sino de humillar al vencido. Que el mentiroso confiese, que el culpable pida perdón, que el desobediente obedezca… Supongo que son frustraciones sin resolver de nuestra propia infancia, que nos creemos con derecho a exigir de nuestros hijos absoluta sumisión porque sabemos que jamás la obtendremos ni de nuestros padres, ni de nuestro cónyuge, ni de nuestros amigos, ni de nuestros jefes, ni de nuestros subordinados, ni del gobierno…



domingo, 2 de febrero de 2014

“Estamos perdiendo la paciencia con los niños, no somos capaces de tolerar su conducta normal”



”Los niños crecen, y nosotros crecemos con ellos. La infancia es fugaz. Que nuestra obsesión por corregirla no nos impida disfrutarla”, advierte Carlos González. En su último libro, el asesor de Ser Padres ya no habla sobre lactancia, llanto, sueño del bebé y colecho o vacunas.
Los niños en los que se fija el autor de Bésame muchoUn regalo para toda la vida o En defensa de las vacunas han crecido y en Creciendo juntos. De la infancia a la adolescencia con cariño y respetoescribe acerca de estilos parentales, premios y castigos, divorcio con hijos, el paso a la adolescencia o la hiperactividad (TDHA).

Ser Padres.- Todos los libros que habías publicado hasta ahora estaban centrados en los primeros años de la vida de los niños, y especialmente en los bebés. ¿Por qué has dado el salto a hablar de la crianza de niños mayores?
Carlos González.- Por un lado, ya no se me ocurría mucho que decir sobre bebés. Y por otro, mis hijos ya han superado ampliamente la adolescencia. Hace tiempo que algunos padres me pedían un libro sobre adolescentes, pero no quería meterme en el tema sin haberlo vivido primero.

SP:- ¿En qué somos diferentes los padres y los hijos de ahora de los de las generaciones anteriores?
Carlos González.- En muchísimas cosas. Algunas son (o deberían ser) muy positivas: los padres tienen ahora más cultura, más medios económicos para atender a sus hijos, emplean menos la violencia... Pero, por otra parte, los niños de ahora pasan más tiempo separados de sus padres durante los primeros años que nunca antes en la historia de la humanidad, empiezan más pronto la escuela, tienen menos tiempo de juego libre y de ejercicio físico...

SP.- En tu libro avisas de los efectos devastadores del divorcio en los hijos. ¿De verdad es mejor estar juntos, aunque sea mal avenidos? Habrá quien se te eche encima por ese planteamiento.
Carlos González.- Pues espero que se me echen encima con pruebas en la mano. Porque no he visto jamás un estudio que demuestre aquella tan repetida afirmación de que un matrimonio con conflictos es peor para los hijos que el divorcio. Vale, pelearse continuamente a navajazos es malo para los niños. Pero muchos padres podrían, si se lo propusieran, mantener una convivencia lo suficientemente civilizada durante el tiempo suficiente para permitir a sus hijos una infancia estable. Como se ha hecho durante siglos.

SP.- Dedicas un espacio importante a hablar sobre los diferentes estilos parentales (autoritario, autorizativo, permisivo) y a los estudios que se han hecho sobre la repercusión de estas formas de educar o de relacionarse con los hijos. Parece que no hay mucha unanimidad en los resultados (ni en la metodología). ¿Qué conclusión tranquilizadora tienes sobre este asunto?
Carlos González.- Hay gente, que, simplificando excesivamente datos científicos leídos superficialmente y mal comprendidos (o retorciendo a su gusto los datos científicos para adaptarlos a sus ideas preconcebidas) asustan a los padres, poco menos que si coges a tu hijo en brazos será delincuente juvenil. Pero, por una parte, varios estudios serios en España muestran que en nuestra sociedad (como en muchas otras) los padres indulgentes obtienen mejores resultados que los autorizativos. Y, sobre todo, en los estudios originales norteamericanos en los que ser permisivo daba peores resultados, las diferencias en todo caso eran pequeñas, y el ser “permisivo” nada tenía que ver con coger a los niños en brazos o dejarlos llorar.
SP.- Desmontas la utilidad de los premios y los castigos en la educación de los niños. ¿Cuál es el plan B?
Carlos González.- No hace falta plan B. No necesitamos un plan de incentivos o un código penal doméstico para controlar a nuestros hijos, lo mismo que no necesitamos premiar o castigar a nuestro marido o nuestra esposa. Las cosas, simplemente, se dicen.

SP.- Muchos educadores sustituyen la palabra “castigo” por la de “consecuencia”: no se trata tanto de castigar al niño como de que vea que sus actos tienen consecuencias. ¿Cómo lo ves?
Carlos González.- En muchas ocasiones, esas “consecuencias” no son más que un castigo con el nombre cambiado. “Como has sacado malas notas, castigado sin salir” o “como has sacado malas notas, tendrás que quedarte a estudiar y no podrás salir”.
Las verdaderas consecuencias serían dejar que juegue con el cuchillo y ya verá cómo se corta, o dejar que no estudie en todo el año y ya verá como repite curso. Pero eso es demasiado peligroso, no vamos a permitir que nuestro hijo sufra esas consecuencias, ¿verdad? Lo que queremos es prevenirlas, intervenir antes para que no se produzcan.
En otras ocasiones, son los padres los que deberían comprobar las consecuencias de sus actos. En vez de ponerle el abrigo a la fuerza aunque llore, en vez de reñirle mil veces para que se siente derecho, para que no se toque la nariz, para que no pise los charcos, para que no toque las paredes... deja que lo haga y que experimente las consecuencias de sus actos. ¡Oh, sorpresa, no hay ninguna consecuencia! ¿Pues a qué venía tanto escándalo?

SP.- ¿Qué está pasando con el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad)?
Carlos González.- El número de niños diagnosticado de TDAH ha aumentado espectacularmente en Estados Unidos, y también en España. Una de dos, o de verdad los niños son más hiperactivos que antes, o bien son iguales.
Sospecho que hay una mezcla de ambos problemas. Por una parte, el exceso de estímulos en la primera infancia, la escolarización precoz, la exposición precoz de pantallas, la falta de juego libre y de contacto con los padres probablemente están alterando a los niños. Pero sobre todo estamos perdiendo la paciencia con ellos, no somos capaces de tolerar la conducta normal de los niños. Conductas que hace medio siglo hubieran despertado un simple comentario, “¡cosas de niños!” o “¡parece que ha comido rabos de lagartija!”, ahora se consideran motivo para consultar al médico y para tratar al niño con anfeteminas durante años.

SP.- Imaginemos que leen tu libro padres de niños de 4, 6, 8 años y llegan a la conclusión de que han estado metiendo la pata en algunas cosas con sus hijos. ¿Ya es tarde para rectificar? ¿Cómo se hace? Porque muchas veces reproducimos comportamientos aprendidos de nuestros padres, que tenemos grabados muy dentro desde pequeños.
Carlos González.- La mayoría de los padres han hecho muchísimas cosas bien con sus hijos. Casi todo lo que han hecho, lo han hecho bien (por supuesto, hay algunos padres que lo han hecho casi todo mal... pero dudo que los padres maltratadores lean libros sobre crianza de los hijos). Y todos los padres hemos hecho también alguna cosa mal, sin darnos cuenta y con nuestra mejor intención.
El que cree que lo hace bien, lógicamente seguirá haciéndolo igual. El que descubre que hizo algo mal, pues sólo tiene que hacerlo mejor a partir de ahora. El pasado no se puede cambiar, y de nada sirve llorar por la leche derramada. Pero lo que vamos a hacer a partir de ahora solo depende de nosotros.

Por: Belén Juan

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Carlos González:preguntas y respuestas fundamentales

Carlos González, pediatra: “Criar a un hijo exige más cariño y menos instrucciones”

Los niños no nacen con instrucciones ni falta que hace. Así lo defiende Carlos González, uno de los pediatras que más consultas recibe sobre el cuidado de los hijos, 5.000 nada menos. Su secreto reside en aplicar el sentido común y su estrategia no es otra que amar al niño por encima del agotamiento, del estrés y de la desesperación. Como padre de tres hijos sabe lo que es no dormir por la noche durante meses y lo incompatible que resulta en este país conciliar la vida laboral y la familiar. Recalca que los niños no lloran por molestar sino porque lo pasan mal y lo que quieren es estar con sus padres, sobre todo con la madre. Defensor de la la lactancia materna, no comulga con la idea de que los niños pasen muchas horas en la guardería, salvo cuando sea estrictamente necesario e invita a reflexionar sobre seguir el modelo de muchos países nórdicos de un cuidador por cada tres o cuatro niños.

¿Qué se necesita para criar a un bebé de “forma natural”?
La crianza natural engloba acciones como responder al llanto del niño, hacerle caso, procurar estar con él sin miedo a que se malcríe, etc. Y, por otra parte, aunque normalmente incluye la lactancia materna, una madre que no da el pecho también puede criar a su hijo de forma natural.


¿La crianza natural es tan importante como la lactancia natural?
Es más importante porque a lo largo del siglo XX y finales del XIX se nos ha hecho muy difícil criar a nuestros hijos. Se han difundido toda una serie de normas acerca de que no hay que cogerlo en brazos porque se malcría, como que llorar es bueno para los pulmones, como que no hay que meterlo en la cama contigo porque no saldrá en la vida… hasta el punto de que criar a los niños es casi algo molesto. Pero si no tienes a tu hijo para cogerle en brazos y contarle cuentos, para qué lo tienes.


Esa es la teoría del “malcriamiento” que critica en sus libros
Sí, las personas deben comprender que malcriar es criar mal. Malcriar no es cogerle mucho en brazos, estar mucho con él o cantarle muchas canciones. Malcriar es no hacerle caso, abandonarle….
“En Alemania sólo el 6% de los niños acuden a la guardería antes de los tres años y en Finlandia el porcentaje es menor todavía”


¿Pero usted cree que ahora se malcría a los niños, de acuerdo a la definición que acaba de exponer?
Hay de todo. Depende de la teorías que hayan seguido los padres y de las circunstancias socio económicas. Me refiero a aquello de que si no haces lo que piensas, acabarás pensando lo que haces; los padres que se ven más o menos obligados a dejar al niño muchas horas porque tienen que ir a trabajar para pagar la hipoteca acabarán pensando que eso es lo mejor para el niño porque en la guardería les estimulan mucho y les tratan muy bien. Si pensasen que en la guardería hay muchos niños y no hay tiempo material para estimularles, se sentirían mucho peor.


¿Las propias condiciones de vida en las que nos movemos en la sociedad actual invitan a la malcrianza?
Sí, el problema es que se puede formar con facilidad un círculo vicioso, es decir si sabes que lo está ocurriendo está mal, aunque no quede más remedio que hacerlo, intentarás cambiarlo. Pero si llegas a creerte que está bien, ya te quedas así. En Alemania sólo el 6% de los niños acuden a la guardería antes de los tres años y en Finlandia el porcentaje es menor todavía, y son países con un mejor rendimiento académico que el nuestro.


Pero para disfrutar de estos estándares que predominan en otros países hace falta pagar más impuestos, y que las empresas cambien de actitud.
Bueno, en esos países también han tenido que tomar decisiones, a mí me han dicho que ya tenemos brotes verdes. Habría que empezar a pensar en qué nos gastamos el dinero.


Una pareja joven trabajadora y sin familia cerca del hogar no tiene otra opción que dejar a su hijo en la guardería. ¿Está malcriando a su hijo?
No hay una sola manera de criar bien a un hijo ni hay una sola manera de criarlo mal. A mí lo que me molesta es que haya gente por un lado que tiene buenas ideas a la que engañan y le hacen creer otra cosa: “yo lo cogería en brazos, pero no lo hago porque dicen que se malcría” o “yo lo metería en la cama con nosotros cuando llora pero no lo hago porque me han dicho que tendrá problemas de sueño toda su vida”. Personas que se están sacrificando haciendo cosas que en el fondo les molestan y no son naturales, que no les gustan pero lo hacen por seguir las normas que fijan otras personas. Y, por otra parte, hay quienes toman decisiones que es posible que a lo largo de un tiempo se arrepientan porque no tienen todos los datos en la ecuación para poderse decidir. Si te dicen: “trabajar los dos es imprescindible” y por otro lado, “el niño en la guardería está de maravilla”. Aquí no hay problema. Pero si te explicasen que en la mayoría de los países occidentales el máximo de los bebés por cuidador en una guardería es de cuatro legalmente, en otros de tres y en España es de ocho… igual la conclusión a la que llegarían los padres sería diferente. Se trata de reflexionar sobre cuánto dinero te puedes gastar en coche, cuánto en unas vacaciones, cuánto en comprar un apartamento en la playa y cuánto en criar a tu hijo.


Es una cuestión de prioridades, entonces.
Exacto. Los padres tienen que tomar la decisión con libertad y yo lo que hago es darles toda la información necesaria para ayudarles a que la tomen. Estoy convencido de que no hacen falta libros para criar a un hijo y no quiero que los hijos tengan manual de instrucciones. Es necesario más cariño y menos instrucciones para criar a un niño. Para aprender es mejor hablar y estar con un grupo de madres con sus hijos que leerse un libro en casa.


El instinto también es importante, ¿hay que dejarse llevar por él?
Es importante y en algunas cosas sí hay que dejarse llevar y en otras no. Nuestro instinto nos dice que cuidemos a nuestros hijos y es positivo, pero también nos dice que cuando alguien nos molesta hay que pegarle un bofetón y no lo hacemos.


Y en el caso de los niños, ¿el instinto hay que seguirlo o no?
La mayoría de las veces sí porque el instinto ha ayudado durante millones de años a los padres a cuidar a sus hijos, de lo contrario no estaríamos aquí.


Entonces, guarderías ¿sí o no?
Debería ser sólo cuando no hubiera más remedio. Sería conveniente cambiar nuestro sistema socio-económico para que en la mayoría de los casos no fuera imprescindible llevar al niño a la guardería, y para aquellos casos en los que sí fuera imprescindible habría que hacer mejores guarderías.


El consuelo es que en la guardería se socializan, ¿no?
"Malcriar a un niño no es cogerle mucho en brazos, estar mucho con él o cantarle muchas canciones. Malcriar es no hacerle caso, abandonarle?"
La socialización no necesita para nada guarderías porque de entrada los niños pequeños no se socializan. Es a partir de los tres años aproximadamente cuando empiezan a jugar unos con otros. Y eso lo pueden hacer en otros sitios. Muchas veces pensamos que los niños cambian porque les educamos y en algunos aspectos es así, sin duda, pero la mayoría de los cambios que experimentan los niños se deben a que crecen. A los dos años dicen unas cosas, a los cinco otras y a los doce otras.
Abuelos. ¿sí o no?
Los abuelos son lo mejor que hay después de los padres. Es muy positivo que los abuelos participen mucho en la vida del niño. Puestos a separarse durante siete horas de la madre, seguro que para un niño de dos años es mejor estar con los abuelos que estar hasta siete horas en la guardería. Ahora, tampoco recomiendo que estén siete horas con los abuelos porque lo que el niño realmente necesita es estar con sus padres, sobre todo con la madre. Los padres enseguida aprendemos que esa pregunta de a quién quieres más a tu mamá o tu papá sobra.


Entonces, ¿dónde queda en la crianza del niño la figura del padre?
Todos los niños necesitan tener un vínculo afectivo con una persona concreta, según la teoría se le llama “figura primaria”, y en la práctica se le llama mamá. Puede no ser la madre y un niño puede establecer su vínculo primario con la abuela, el padre… . Lo que es seguro es que hay solo uno primario, el resto son secundarios. El padre, si se esfuerza un poco, puede disfrutar de los primeros puestos entre los secundarios, pero se tiene que esforzar. No puedes pretender que tu hijo te quiera mucho porque es su papel de hijo. Si el padre quiere tener un papel activo tendrá que dedicarle tiempo al niño. Pero como todo en esta vida, cuantas más horas le dediques, mejor saldrá. Son necesarias las dos cosas, pasar con el niño mucho tiempo y que ese tiempo sea de calidad. Luego ya, con el tiempo, los niños van necesitando más del padre.


Se habla mucho del tiempo de calidad, “poco tiempo con los niños pero de calidad”
Los niños están enamorados de sus madres y hay que saber que una separación con la madre durante tantas horas tiene como consecuencias que el niño se enfade, que pegue un manotazo…
¿Entonces con los bebés hay que tener tolerancia total?
No, tolerancia en todas las cosas que se pueden tolerar.


¿Cuáles no se pueden tolerar?
Cada cual tiene que tomar sus decisiones, seguro que si ves a tu hijo tirando macetas por el balcón o abriendo la llave del gas se lo vas a impedir. Pero si el bebé llora y reclama atención las 24 horas del día, no es que haya que tolerarlo, es que eso es tener un bebé normal.


Y qué hay de la necesidad de tener tiempo para los padres.
No es excluyente, por qué no estar con tu hijo. Cuando te casas todos están de acuerdo en que tu vida de soltero se acabó, no sé por qué nadie te dice cuando tienes un hijo que hay que hacer una despedida de pareja en el último mes de embarazo.


¿Estas opiniones que defiende están extendidas en la comunidad científica es un poco outsider?
Me da la impresión de que empecé como outsider, pero cada vez lo soy menos.
El sueño es uno de los quebraderos de cabeza de los padres con los bebés. ¿Algún consejo?
Creo que antes los padres lo daban por sentado, ya sabían que tener un hijo significaba pasar la noche en vela y a nadie se le ocurría que ese era un problema médico que había que consultarle al pediatra. En todo caso igual le pedían al médico de adultos vitaminas para soportar esas noches. Pero, claro, se han creado unas expectativas… a los padres les han dicho por una parte que los niños tienen que dormir solos y por la noche del tirón. Mis padres, por ejemplo, no sabían eso. Yo he dormido con mis padres hasta los seis años, por tanto ellos no sabían que había que dormir solos y como no había otra habitación en la casa… Por otra parte, se ha creado un temor, se les dice a los padres que “si el niño no hace esto de esta manera va a tener problemas cuando sea mayor, no va a salir nunca de la cama de los padres…” y todos se preocupan. Pero no es cierto que los bebés tengan que dormir solos -porque se ve clarísimo que les gusta dormir en compañía- . Cómo se puede hacer más caso a lo que lees en un libro que lo que ves cada día con tus propios ojos. Es el instinto reforzado por la observación. Me escriben madres que me dicen “cuando le dejo al niño en la cuna llora y sólo se calma cuando le cojo en brazos”. Ya ha encontrado la solución. Nadie se quejaría ni se sorprendería si le recomendara unas pastillas homeopáticas para que se calmara o le hiciera un masaje… entonces ¿por qué causa tanto problema aceptar que el bebé se calma con el pecho y cuando se le coge?. Siempre da la impresión de que es una desgracia, nadie dice: qué maravilla, cada vez que mi hijo se despierta me lo meto en la cama y se vuelve a dormir enseguida. Es una solución fácil, barata.


Pero requiere esfuerzo
No, no. Lo que precisa esfuerzo es lo otro. Si yo recomendara que cada vez que el niño se despierte es necesario que los padres se levanten y le den un masaje … eso sí es esfuerzo.
¿Cuál es el sueño normal de un bebé?
No hay pautas. Si un bebé se despierta muchas veces por la noche el problema lo tienes tú que te tienes que levantar a la mañana para ir a trabajar porque luego el bebé sigue durmiendo. Todos los bebés acaban durmiendo las horas que necesitan y si no lo hacen por la noche lo harán durante el día.


¿Sus hijos le han dejado dormir bien?
Bueno, han hecho lo que han podido. Cuando tienes hijos no duermes igual, aunque eso no signifique que duermas peor. Recuerdo una época en la que me despertaba para estar de noche con mis hijos pero no lo recuerdo como un momento de desesperación. Eso es como cuando te vas de marcha por la noche, la pregunta es: ¿qué bien o qué mal lo he pasado?


El problema es que si estás una semana seguida de marcha y hay que trabajar se puede llegar a la conclusión de no querer salir de marcha.
O no querer trabajar. Está claro que no se duerme con la misma intensidad, pero tener hijos es esto, dedicarles tiempo, estar con ellos, consolarles cuando lloran, contestar a sus interminables preguntas…….


Son muchos los que dicen que los niños se guían por rutinas, ¿es así?
No creo que las rutinas sean necesarias y convenientes para el desarrollo de un niño y habría que ver si tu vida es más fácil con rutinas. Estoy convencido de que no son necesarias las rutinas porque los niños se adaptan a muchas cosas distintas, igual que los adultos. Por eso creo que si en algo tenemos que ayudar a nuestros hijos en su educación es a no tener rutinas. Yo quiero tener un hijo adaptable no un hijo que tenga rutinas.