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Paz y Ciencia

viernes, 30 de julio de 2021

Kierkegaard. Un Alma Investigadora

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta Humanista Existencialista. Teléfono: 653 379 269 Zaragoza Offline Y Online. Instagram: @psicoletrazaragoza.    Website: www.rcordobasanz.es

Para Kierkegaard, hemos de aceptar nuestra libertad, y también, el peso que esta conlleva: la responsabilidad. Es necesario dar el salto... aunque nadie dijo que fuera fácil.

Søren Kierkegaard fue el primero en observar una de las paradojas del ser humano al relacionar su libertad con una de sus principales dolencias: la angustia. Abriendo el camino para el existencialismo, el filósofo danés marcaría el curso que seguiría la filosofía en el siguiente siglo. Nos adentramos en su vida y su pensamiento.

Søren Aabye Kierkegaard, filósofo y teólogo danés (Copenhague 1813–1855). Recibió de su padre, quien influyó profundamente en él, una severa educación religiosa. Estudió Teología en Copenhague, donde se doctoró en 1840 con la tesis Sobre el concepto de la ironía, pero no consiguió la carrera de clérigo. En los años 1841 y 1842 estuvo en Berlín y fue alumno de Schelling. Posteriormente vivió en Copenhague y, gracias a un pequeño capital que le dejó su padre, pudo dedicarse a la creación de sus libros: publicó cerca de treinta obras, la mayor parte bajo seudónimo.

Su vida estuvo dominada, según sus propias manifestaciones, por angustias casi obsesivas, relacionadas con alguna circunstancia familiar desconocida, a la que alude repetidamente. Fue también objeto de su angustiada preocupación el rompimiento, a causa de algún impedimento por su parte, del compromiso matrimonial con Regina Olsen.

“La vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante”. Søren Kierkegaard

Contexto histórico

Cuando analizamos la vida de cualquier autor es fundamental conocer cuál fue el contexto histórico que le tocó vivir, ya que de ese contexto histórico y de su experiencia personal al vivir ese entorno resultará, y no es de extrañar que así suceda, toda su obra.

Kierkegaard vivió justo en el desarrollo final de la guerra napoleónica. Dinamarca apoyó a Francia, lo que supuso el bombardeo de los barcos británicos desde la costa, e igualmente, una fuerte batalla con las tropas españolas. Esto desembocaría en que Dinamarca perdiese el territorio de Noruega, que terminaría formando parte de Suecia, lo que sumiría a Dinamarca en una grave crisis, no solo económica, sino también política.

A partir de esta depresión se desarrolló una excepcional época literaria en la historia de Dinamarca, en donde se encuentra nuestro filósofo. En esta crisis es en donde Kierkegaard desarrolla su filosofía existencialista que nos habla de la angustia.

Kierkegaard dice que el hombre es inevitablemente libre. Vivimos en un mundo en el que no estamos determinados y esto es lo que nos lleva a la angustia

Kierkegaard le habla al hombre concreto que sufre. Él se da cuenta de que cada persona es un ser único, y que este individuo está sometido a las cosas que le ocurren en su vida cotidiana, con lo cual cada existencia es una existencia única. Es por eso que el filósofo se da cuenta de que, si quiere describir y analizar a una persona en particular, a la que tiene que recurrir, antes que nadie, es a su propia persona y a su propia vida.

En El concepto de la angustia (1844) considera la existencia humana como una paradoja, debido a que el hombre está suspendido entre su propia finitud y la infinitud que se le revela de alguna manera. De la imposibilidad de resolver esta paradoja deriva la angustia. Más adelante veremos que la angustia tiene que ver con otro concepto al que llega Kierkegaard, que si bien está relacionado con esta paradoja, es mucho más profundo y nos interpela a nivel personal sobre cuáles van a ser nuestras decisiones en la vida.

El pensamiento de Kierkegaard es uno de los principales precedentes del existencialismo, influyendo notablemente en otros filósofos como Heidegger, Jaspers, Sartre y Unamuno.

¿Qué es la angustia para Kierkegaard?

Kierkegaard habla de la angustia no desde un lugar de pasarlo mal, sino que analiza lo que significa la existencia, el “estar aquí”. No estamos determinados desde lo racional, ni desde lo biológico, sino que somos arrojados a este mundo con elementos y circunstancias que no podemos controlar, que son imponderables.

Esto es lo que nos supone un peso en nuestra vida, que inevitablemente nos lleva a la angustia.  En esta vida necesitamos tomar decisiones, y estas decisiones nos van a llevar a realizar ciertas actividades en detrimento de otras, pues no podemos abarcar todo al mismo tiempo. Tomar ciertas decisiones nos obliga a renunciar a otras actividades. Aquí nos encontramos con la angustia del devenir, con la angustia del qué será de nosotros y de nuestro futuro, en un mundo en el que nos encontramos vacíos y solos. Estas decisiones que debemos tomar son, por lo tanto, importantes, lo que hace que nos dé miedo equivocarnos. De allí la famosa frase de nuestro autor: «La angustia es el vértigo de la libertad».

“La angustia es el vértigo de la libertad”. Søren Kierkegaard

Esta libertad, dice Kierkegaard, hay que aceptarla. Y también que la misma conlleva un peso, en el sentido de la responsabilidad por esa misma libertad. Para disfrutar de esta libertad hay que animarse a dar un salto, pero bien sabe Kierkegaard que el vértigo que implica ese salto no es nada fácil. Debemos tomar decisiones y tener fe en el camino que hemos elegido y afrontar esta angustia de la libertad, aceptarla, llevándola con nosotros.

Kierkegard está buscando que vivamos una vida auténtica, aunque seguramente incluirá angustia. Pero bien vale la pena llevar esa carga, antes de llevar una vida inauténtica alejada de nuestro verdadero ser.

En El concepto de la angustia (1844) considera la existencia humana como una paradoja, debido a que el hombre está suspendido entre su propia finitud y la infinitud que se le revela de alguna manera. De la imposibilidad de resolver esta paradoja deriva la angustia. Más adelante veremos que la angustia tiene que ver con otro concepto al que llega Kierkegaard, que si bien está relacionado con esta paradoja, es mucho más profundo y nos interpela a nivel personal sobre cuáles van a ser nuestras decisiones en la vida.

El pensamiento de Kierkegaard es uno de los principales precedentes del existencialismo, influyendo notablemente en otros filósofos como Heidegger, Jaspers, Sartre y Unamuno.

¿Qué es la angustia para Kierkegaard?

Kierkegaard habla de la angustia no desde un lugar de pasarlo mal, sino que analiza lo que significa la existencia, el “estar aquí”. No estamos determinados desde lo racional, ni desde lo biológico, sino que somos arrojados a este mundo con elementos y circunstancias que no podemos controlar, que son imponderables.

Esto es lo que nos supone un peso en nuestra vida, que inevitablemente nos lleva a la angustia.  En esta vida necesitamos tomar decisiones, y estas decisiones nos van a llevar a realizar ciertas actividades en detrimento de otras, pues no podemos abarcar todo al mismo tiempo. Tomar ciertas decisiones nos obliga a renunciar a otras actividades. Aquí nos encontramos con la angustia del devenir, con la angustia del qué será de nosotros y de nuestro futuro, en un mundo en el que nos encontramos vacíos y solos. Estas decisiones que debemos tomar son, por lo tanto, importantes, lo que hace que nos dé miedo equivocarnos. De allí la famosa frase de nuestro autor: «La angustia es el vértigo de la libertad».

“La angustia es el vértigo de la libertad”. Søren Kierkegaard

Esta libertad, dice Kierkegaard, hay que aceptarla. Y también que la misma conlleva un peso, en el sentido de la responsabilidad por esa misma libertad. Para disfrutar de esta libertad hay que animarse a dar un salto, pero bien sabe Kierkegaard que el vértigo que implica ese salto no es nada fácil. Debemos tomar decisiones y tener fe en el camino que hemos elegido y afrontar esta angustia de la libertad, aceptarla, llevándola con nosotros.

Kierkegard está buscando que vivamos una vida auténtica, aunque seguramente incluirá angustia. Pero bien vale la pena llevar esa carga, antes de llevar una vida inauténtica alejada de nuestro verdadero ser.

1. Un compromiso roto afectó su escritura.

A los 27 años, Søren Kierkegaard estaba comprometido con Regine Olsen, pero casi inmediatamente después escribió en su diario que era un error y, un año después, canceló su compromiso. Algunos supusieron que no quería compartir su desesperación y personalidad melancólica con nadie. También es posible que decidiera evitar el matrimonio porque le impedía encarar con intensidad del proyecto filosófico que quería emprender. No está claro exactamente por qué cortó la relación, pero fue un gran impacto para él y procuró por diversos medios que ella entendiera las razones del fin de la relación. La desconexión también fue el punto de inicio de un período de tres años en el que publicó siete libros.

2. Le dejó sus pertenencias a su exprometida.

Kierkegaard pensaba que una propuesta de matrimonio era contractualmente lo mismo que un matrimonio, así que cuando murió, legó sus libros a Olsen a pesar de que ella se había casado con otra persona años atrás. Ella no lo aceptó.

3. Escribió bajo seudónimos para estar en desacuerdo consigo mismo.

Un sello distintivo del estilo de interrogación intelectual de Kierkegaard fue escribir bajo diferentes nombres para examinar a fondo, y a veces contradecir, sus afirmaciones. La práctica era habitual a fines del siglo XVIII y XIX, siendo The Federalist Papers un excelente ejemplo. Kierkegaard usó su propio nombre en tratados religiosos que no ganaron tanta atención como su trabajo filosófico, pero dichas publicaciones con seudónimos ayudaron a consolidar su objetivo de mostrar la verdad como algo subjetivo. Todo esto, según Kierkegaard, estaba al servicio de formular la pregunta principal: ¿cómo se convierte uno en cristiano?

4. Vivió a costa de una herencia.

El padre de Kierkegaard, Michael, se retiró a la edad de 40 años después de ser un exitoso comerciante de lana. No solo le regaló al joven Søren una educación rodeada de grandes pensadores y figuras culturales, sino que le dejó 30,000 rixdalers (moneda de plata danesa), que fue suficiente para que Kierkegaard viviera y se auto-publicara.

5. Pidió que un periódico satírico danés se burlara de él.

En 1845, Peter Ludvig Møller, escritor y editor del periódico satírico The Corsair, publicó un artículo —Stages on Life’s Way— en el que criticaba el estilo de vida de Kierkegaard. La respuesta de Kierkegaard iniciaría una disputa que tuvo un profundo impacto en el filósofo. En The Activity of a Traveling Esthetician y Dialetical Result of a Literary Police Action, el teólogo se burló del artículo y les desafió a burlarse de él. Así lo hicieron. Durante meses ridiculizaron su forma de vestir, hablar y actuar, el aluvión de insultos públicos humilló a Kierkegaard, pero más tarde escribiría que le dejó aislado de la una forma que le llevó a descubrir verdaderamente el cristianismo.

6. Le daba mucha importancia a la individualidad.

G.W.F. Hegel era una voz filosófica dominante del siglo XIX, que defendía que la realidad consistía únicamente en lo racional. El programa filosófico completo de Kierkegaard estaba dirigido a contrarrestar el pensamiento hegeliano, iniciando su obra maestra O lo uno o lo otro preguntando: “¿Son las pasiones, pues, los paganos del alma? ¿Razón sola bautizada?

Kierkegaard también escribió en contra de la iglesia (específicamente la Iglesia danesa) como una construcción grupal que consideraba que promovía una mentalidad de rebaño que evitaba que las personas se convirtiesen en verdaderos cristianos. Como si el título no fuera suficiente: en The Crowd is Untruth, escribió que la formación de una multitud consiste en colocar otra capa de abstracción entre el individuo y su verdad personal. La cúspide de todos sus escritos ensalzando la virtud de la individualidad es probablemente el Caballero de la Fe, como se ve en Temor y temblor, quien tiene tanta fe en sí mismo y en Dios, puede actuar separado del mundo.

7. Creía que la fe en Dios requería duda.

Donde Hegel buscó poner todo en el universo bajo el paraguas de la razón, Kierkegaard se acercó a la fe religiosa como un acto paradójico de creer algo fuera de los límites de la razón. En Postscriptum definitivo y no científico a las migajas filosóficas, escrito bajo el seudónimo de Johannes Climacus, Kierkegaard describió un “salto cualitativo” realizado por la fe que reconoce que no puede haber suficiente evidencia de la existencia de Dios que pueda justificar el tipo de compromiso total que exige la religión. Además, llegó a la conclusión de que la fe no tenía sustancia sin duda, escribiendo en su diario: “La duda es conquistada por la fe, así como es la fe la que ha traído la duda al mundo”.

8. Fue el padre del Existencialismo.

La preocupación central de la filosofía existencialista es la naturaleza del hombre. Al abrazar su angustia emocional, reconocer a la humanidad como un animal apasionado y celebrar la libertad y el individuo, Kierkegaard dio a luz a un movimiento que buscaba autenticidad en el pensamiento al reconciliar la razón abstracta con la experiencia personal. La verdad subjetiva se encuentra en el corazón del existencialismo, y el trabajo de Kierkegaard continuó influyendo en Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, Jean-Paul Sartre y otros.

9. Viajó muy poco.

Kierkegaard solo salió de Copenhague cinco veces: cuatro para ir a Berlín y una para ir a Suecia. Pasaba su tiempo libre asistiendo al teatro o hablando con extraños en la calle durante los paseos. Incluso durante la debacle de The Corsair, cuando se convirtió en el blanco de los chistes de Copenhague, se negó a salir de la ciudad, visitar cafés o pasear como de costumbre.

10. Murió joven después de un problema de columna vertebral.

Es bueno que Kierkegaard fuera tan prolífico, porque murió en 1855, a la edad de 42 años. Desarrolló una enfermedad en la columna (tal vez resultado de una caída en la infancia) y se desmayó en la calle. Murió aproximadamente un mes después en el Hospital Frederiks, dejando atrás una impresionante gama de ideas filosóficas que no impactarían realmente en la sociedad hasta su traducción hasta principios del siglo XX.

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