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Paz y Ciencia

jueves, 20 de agosto de 2015

Respuestas prefijadas


Amo a la gente que dice “No sé” cuando no sabe. La respeto. Aprendo con ella.

Le hará falta ser paciente con la propia ignorancia. Ser modesto. Y, si estamos buscando ayuda, ser muy, muy prudentes. Porque una de las cosas difíciles de decir es “No sé”. Y cuando no se puede decirlo, tomamos la etiquetadora de remarcar los precios en el supermercado, pero la usamos para generar confusión pegando etiquetas explicativas. “Tu cáncer de estómago es por algo que no quisiste digerir”. “Esta fobia se debe a que hay una energía densa que estás absorbiendo de tu pareja y de su hijo”. “Típico del complejo de castración: no habrá pareja que se quede a tu lado”. “El enojo que se aloja en tu plexo solar es resultado de tu vida anterior, en el que fuiste herida en medio de la batalla cuando tenías a tu niño en brazos”. “Esta técnica es para alinear tu ego con el eje de la galaxia”. “Voy a decodificar de tus células el karma de tu familia y el de los hijos que tengan tus descendientes”. “Me lo han dicho los Maestros Guías”. “Lo sé por las plantas sagradas”. “Me ha bajado esta información”. 
No piensen que estoy inventando todo esto: ¡no me alcanzaría la creatividad! Son cosas que escuché, junto con muchísimas más, ante pacientes atribulados por el gran “hallazgo” del sanador en cuestión.

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