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Paz y Ciencia

sábado, 18 de diciembre de 2010

Sobre una evolución propia de la experiencia

Con música melódica galesa me levanto pensando en el proyecto existencial y la importancia que esto tiene para apuntalar una vida con sentido. El proyecto existencial se ve trufado de creatividad, de darle sentido a la experiencia y de aliviar tensiones, angustias y recuerdos. El otro día hablaba con una paciente que consiguió que "su alma dejara de tener ese amargor, ese sufrimiento y que se sentía liberada", me enviaba por correo un décimo de lotería del trabajo y una felicitación navideña pintada a mano y adornada con un poco de material de Menorca, arena y conchas marinas, realmente maravilloso.
Un tratamiento libera lo mejor del ser humano, el potencial del sujeto es tal, que bien conducido, sin yatrogenias estúpidas que tengan que ver con artificios innecesarios o excesiva adherencia a la teoría se pueden lograr excelentes resultados. Esta mujer vino durante unos tres años aproximadamente, había perdido el contacto con la realidad, tenía una mirada esquizoide y ahora de vez en cuando aún tiene algún momento de inestabilidad "como todo el mundo" y momentos de disociación, pero está muy centrada y enfocando ya otro momento de su vida, atravesando un hito vital importante con la gracia, desparpajo de una niña pequeña de más de 59 años. Es una mujer muy cercana, cariñosa, que vino agazapada, refugiada, con miedo, con ganas de llorar, con una depresión grave y trastornos del pensamiento. El tratamiento le ayudó a recuperar el contacto con la realidad, desde la vertiente psicoanalítica y la intervención cognitiva, sabemos que ciertos aspectos de la psicosis hay que trabajarlos desde este ángulo. Ahora vuelve a ser una persona sana, fantástica y generosa como fue siempre, con una gran gratitud.
Con una importantísima gana de vivir, de hacer felices a los suyos y haciendo frente al estrés de la vida con ese desparpajo que citaba antes.
Las consultas eran cambiantes, a veces venía triste y su discurso era monocorde, como queriendo esconder algo, yo, por supuesto no la forzaba. Otras veces venía llena de alegría y un buen día supongo que por los contenidos del blog dijo que se identificaba con el trastorno límite a lo que me negué radicalmente.
Su problema era de otra índole, mucho más antiguo y fruto de una biografía y una educación que le había escindido en dos frentes, el de su madre y el de su padre, ella perdió dos hijos y estaba muy dañada y desconsolada con un marido casi perfecto con el que no podía hablar de aspectos emocionales por su estructura obsesiva. Él, de una calidad humana también envidiable, se sentía mal al no poder ayudar a su mujer, pero esto es algo común, todavía más en estas franjas de edad. Donde se piensa que el psicólogo es algo tabú, tengamos en cuenta que la psicología como profesión es joven y que la desconfianza de los "clásicos" es tremenda. Pero no hay tantos "peros" en esta descripción y en mi pensamiento, esta mujer salió por su fortaleza, por sus ganas de vivir, por el apoyo catalizador que se le ofreció y por la relación o vínculo emocional que desarrollamos, una relación muy especial, como trato de construir con cada paciente, y el resultado es el deseado por ella. Fuimos distanciando las sesiones y ahora como quería decir antes sólo algunas revisiones nos ponen en contacto para el regocijo de ambos. Una mujer de la que aprendí mucho y me trató de una forma muy especial, con respeto, amor y arduo trabajo, algo recíproco.
Empezamos los cauces del psicoanálisis formal y ortodoxo pero esto creaba una distancia que su humanidad no entendía, llamemos así a su inconsciente si quieren, y fui amoldándome a ella de tal manera que me convertí sin quererlo en un psicoanalista humanista, y desde luego que muchos pacientes dejan huella. Ella me dejó un legado como otro muchos que estoy atendiendo ahora, adolescentes, gentes de Huesca que son del Rayo y otros genios con una carencia narcisista que necesitan un apoyo emocional. Así descubrí a Winnicott, quien optaba por el sostén más que la interpretación, el señor que decía que interpretaba para explicar al paciente los límites de su entendimiento. Con humildad y experiencia hablaba Winnicott, que sabía muy bien lo que decía, él se convirtíó en un referente para mí, dejé a Freud a un lado y me centré en Winnicott y otros humanistas, ése ha sido mi lugar. Primero Freud, alternándolo con la psicoterapia estratégica, luego Winnicott y luego todo el humanismo y psicoanálisis existencial así como la psicología transpersonal. Disfruto mucho viendo otros puntos de vista y entendiendo que para ayudar no vale un modelo único, sino un abanico de posibilidades al servicio del paciente, un ser humano que sufre y que debe reconocer en nuestro rostro, como esta mujer me matizaba con perspicacia, su dolor. Así como Winnnicott dijera que "el niño se ve a través de los ojos de la madre", citado también en el libro de Bruno Bettelheim, "No hay padres perfectos". Un abrazo a todos los que me han enseñado y encima me están pagando por ello. Alterando la célebre frase de Winnicott, que en su libro póstumo, Realidad y Juego dijera "a mis pacientes que pagaron por enseñarme".
A esta paciente le dedico esta canción, banda sonora de la película Ben Hur, compuesta por Miklos Rozsa.   Y la bso de Sentido y Sensibilidad.




Película de gran éxito de 1995 dirigida por Ang Lee, y basada en la novela del mismo título de Jane Austen. Está protagonizada por Emma Thompson en el papel de Elinor Dashwood, Kate Winslet como Marianne Dashwood, con Hugh Grant en el papel de Edward Ferrars y Alan Rickman como coronel Brandon; junto a ellos, un plantel de destacados actores ingleses: James Fleet, Tom Wilkinson, Robert Hardy, Greg Wise, Imelda Staunton o Hugh Laurie. La actriz Emma Thompson logró un óscar por el guión. Música de Patrick Doyle.

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