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Paz y Ciencia

domingo, 26 de diciembre de 2010

Oportunidad, por Daniel Ripesi

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Oportunidad.
Por Daniel Ripesi



Tomando en cuenta que Winnicott plantea que la madre suficientemente buena inaugura el mundo para el bebé “poniendo el pecho en el momento y lugar oportuno”, proponemos como primer término para nuestro glosario de conceptos íntimos.

(ideas asociadas: espera, destiempo, intempestivo. Contra-conceptos: cronograma, exactitud).

Si alguien pierde en un juego puede renovar el desafío y disponerse a enfrentar una revancha. Si en cambio alguien pierde su oportunidad se queda con el zumbido frío de un silencio abismal y el encuentro imprevisto de uno mismo en soledad. Reanimar una oportunidad impone una espera que carece de toda previsibilidad, en cambio, reabrir un desafío supone la organización de un cronograma, se trata, sin duda, de dos dimensiones de lo temporal de carácter muy distinto. En fin, a menudo las oportunidades llegan, las revanchas se planifican. Se habla del “sentido de la oportunidad”, al parecer lo que Winnicott llama “madre suficientemente buena”, posee este atributo. Se dice; la madre pone el pecho en el momento y en lugar indicado, es decir, en el momento oportuno ¿oportuno para qué? Para producir una experiencia. ¿Qué tipo de experiencia? Una experiencia tolerable del otro, la experiencia concreta de una presencia, una experiencia de sí mismo, una experiencia del mundo… Si la madre no tiene ese don, si no da la oportunidad, no hay otro, no hay mundo, ni hay encuentro, no hay experiencia.

El bebé también puede (es menos grave) tomar contacto con un otro y un mundo inoportunos. Lo inoportuno violenta la experiencia personal de lo que es “no-yo”, restringe su exploración e impone reservas prematuras. Lo inoportuno deja sin la experiencia necesaria (sobre todo para tomar contacto con uno mismo) de vivir una espera. Porque lo inoportuno puede ser en algunos casos lo oportuno (pero) a destiempo. Lo muy esperado, pero que cuando llega, exaspera, desanima.

Cuando el bebé tiene hambre, la madre –dice Winnicott- no debe anticiparse a que él mismo de las señales de su necesidad. Si la teta llega allí demasiado puntual, haciendo gala de una exagerada oportunidad, el bebé ya no desea conectarse con el otro, se vuelve anoréxico, rechaza. En rigor, no habría que confundir oportunidad con “exactitud”. Lo oportuno se da más bien en el marco de una pulsación del otro que poco a poco se hace previsible. La oportunidad se mide (por decirlo de un modo inexacto) en un ritmo, el ritmo de la presencia materna que se encarna en sus cuidados. Paradoja viva de la oportunidad: es el momento indicado, un poco antes o después, pero no mucho antes ni demasiado después, en el momento justo (justo no por lo exacto sino porque hace justicia a la necesidad del otro).

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