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Paz y Ciencia
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miércoles, 23 de febrero de 2022

QUÉ Y POR QUÉ. ANSIEDAD

 




La ansiedad es uno de los grandes males de nuestra sociedad en lo que a salud mental se refiere. Se calcula que 57% de la población cree que ha padecido problemas de ansiedad en algún momento de su vida. 

Angustia, miedo, pánico, sudoración, temblores… estos son algunos de los síntomas a los que las personas que sufren esta patología, incluso sin ser conscientes de ello, se han enfrentado sin previo aviso para poner fin a situaciones complicadas. 

normal

La ansiedad es un sentimiento normal en el que el cuerpo experimenta una sensación de miedo, preocupación, inquietud, nerviosismo o temor frente a una situación que considera peligrosa, ya que se siente amenazado. Puede hacer que el estado físico de las personas presente sudoración, palpitaciones, temblores, entre otros. 

Es una reacción normal ante situaciones desafiantes y difíciles que producen estrés, como por ejemplo el trabajo o los exámenes. De manera general, es una respuesta que ayuda a enfrentar todas esas amenazas y problemas que invaden la mente. Por esta razón, es importante saber diferenciar el estrés de la ansiedad.

Puede ser que en algún momento te hayas preguntado si son lo mismo, y la respuesta es no. Aunque ambas emociones son parecidas en lo que a efectos negativos se refiere, la realidad es que el estrés es un problema que aparece en un momento concreto y la ansiedad se mantiene más en el tiempo. Además, cabe destacar que mientras el estrés es la reacción ante un acontecimiento problemático, la ansiedad es la reacción frente al propio estrés. 

El concepto de ansiedad hace referencia a un rasgo de personalidad, trastorno o síntoma que se caracteriza por su mecanismo adaptativo natural para estar en alerta ante acontecimientos comprometedores. Dependiendo de si es moderada o acentuada el sujeto se siente de una manera u otra y actúa. Es decir, el individuo puede ser capaz de concentrarse o puede quedarse paralizado. Sea como fuere, es una situación que puede incapacitar la vida diaria de las personas, lo que desemboca en un trastorno de ansiedad. 


Causas de la ansiedad

Hoy día no se conoce una causa específica a esta patología, pero sí se relaciona con factores como la genética, de hecho, es el más común, ya que existe una posibilidad del 45% de sufrir ansiedad si hay antecedentes en la familia. Además, a ello se suman los cambios hormonales, los sucesos traumáticos, la química y la biología del cerebro, el consumo de drogas o el estrés. Además, según investigadores es posible que pueda existir una combinación de estos. 


Por esta razón, y para prevenir la ansiedad, es fundamental llevar a cabo un estilo de vida saludable, practicar ejercicio físico con regularidad y aplicar técnicas de relajación.


¿Qué síntomas se pueden experimentar?


Según la OMS, cerca de 260 millones de personas de todo el mundo sufren de ansiedad en algún momento de su vida. La ansiedad es una respuesta bastante normal. No obstante, los síntomas pueden llegar a interferir en la rutina cotidiana, lo que supone una problemática, ya que puede debilitar la vida de las personas. 


Por esta razón, y para poder controlarlos, el primer paso fundamental es reconocerlos. Por tanto, a continuación, se exponen una serie de síntomas comunes tanto a nivel físico como emocional. 


Síntomas físicos: pulsaciones fuertes y elevadas, temblores, sudoración, dolores, molestias, mareos, fatiga, desmayos, tensión muscular, problemas digestivos, problemas de sueño…


Síntomas mentales: preocupación, pensamientos ansiosos incontrolables, inquietud, cambios en el comportamiento, pánico, angustia, procrastinación, miedo, estrés…




sábado, 12 de febrero de 2022

AMOR-PSICOANÁLISIS

 



Los  psicólogos , los sociólogos y psicoanálistas, han tratado de entender la conducta humana respecto al enamoramiento, el amor, el desamor, o la atracción.

Algunos especialistas han sugerido que el amor es un fenómeno cultural que surge en parte debido a presiones y expectativas sociales.

¿Cuál es la diferencia entre enamoramiento y amor? Es frecuente que muchas veces hablemos del amor y el enamoramiento, dos términos que pueden confundirse y parecer sinónimos pero que no lo son. En entrevista con la psicoanálista Adriana Loyola Meléndez nos explica cuáles las diferencias y el significado correcto de cada uno de estos conceptos.

El enamoramiento es un estado de felicidad instantánea, pasional, desbordante, incontenible e irracional que nos conecta con una sensación de profunda completitud. Freud decía que es un estado psicótico de la personalidad, y tenía razón: no hay nada más parecido a un loco que un enamorado. Esa persona no está
viendo la realidad, sino que idealiza.

No ve al otro en su totalidad, sino que el otro es una pantalla donde proyecta sus aspectos idealizados, comenta Loyola.

Ahora nos surge una duda: ¿Dónde queda el amor?, de antemano sabemos que el enamoramiento es insostenible en el tiempo. Que puede durar horas, días e, incluso, meses.

Y tal vez, al pasar esa etapa es cuando comenzamos a amar, cuando conocemos realmente lo que es el amor, cuando comenzamos a notar detalles que no nos gustan de nuestra pareja y nos encontramos con pequeñas desilusiones que dan paso a una aceptación o definitivamente a un adiós.

Amor es aceptar a la pareja con defectos y virtudes, y a partir de ese momento empezar a construir una relación y reemplazar el enamoramiento, aunque también se puede amar y volver a enamorarse de la misma persona.

¿Qué es amor y cuál es la diferencia con el enamoramiento?

El amor es el estado en el que elegimos a nuestra pareja sin querer cambiarla y buscamos a partir de ahí construir un camino juntos. Puede ser más placentero que el enamoramiento, pero en lo que no puede competir nunca es en el nivel de intensidad.

El enamoramiento siempre es más intenso. Cuando estamos enamorados nos atraen las coincidencias. En cambio, en el amor también aparecen las diferencias.

Por suerte, en las relaciones podemos ir del enamoramiento al amor y del amor al enamoramiento. Podemos amar pero también enamorarnos muchas veces de la misma persona.

Algunos diferencias que destaca Adriana Loyola son:

1. El amor es como una droga. El amor es como una droga, es totalmente cierto, el principal responsable de todo lo que nos pasa cuando estamos enamorados es la dopamina, un neurotransmisor que en este estado aumenta y produce síntomas
placenteros, excitantes y que tienen el poder de alejarnos de la realidad.

Pero ella no está sola, ya que también interviene la noradrenalina, que es la responsable de que focalicemos la atención en un objeto, más específicamente nuestro objeto de amor.

2. Diferentes formas de amar

Solemos utilizar amor y enamoramiento de manera indistinta. Si bien el amor y el enamoramiento no son iguales, tampoco todo es amor romántico. Existen, por ejemplo, el amor de madre y el amor propio. Es decir, hay distintas maneras de amar.

3. El paso del tiempo

El enamoramiento puede aparecer al poco tiempo de conocer a la persona, porque intervienen las expectativas, la atracción física, el misterio, etc. El amor en cambio, es una motivación que tarda en aparecer y tiene más que ver más con el afecto y la comunicación.

4. Imagen de perfección

Al ser más racional el amor, no crea esa imagen idílica de la otra persona.

En cambio, el enamoramiento nos hace sentir “drogados”, pensando constantemente en el otro u otra, el o la cual tenemos en un pedestal.

5. Egoísmo vs intenciones genuinas

Debido a la profundidad de los sentimientos, el amor también suele producir intenciones más genuinas y profundas. Solo hay pensar en el amor madre e hijo.

6. Enamoramiento como fase del amor

Es una etapa en la que predomina la lujuria, la ilusión y el fuerte deseo de estar con la otra persona. La euforia y el estado de ánimo positivo son característicos. También lo son la obsesión, los pensamientos fantasiosos y el miedo al rechazo.

Las diferencias entre amor y enamoramiento explicadas por la psicoanálista Adriana Loyola quizás correspondan con lo normativo y como siempre los matices de la realidad son mucho más ricos.

Hay personas que dicen estar enamoradas de un amigo, hay otras que empiezan queriendo a sus parejas para luego enamorarse o no hacerlo nunca. También hay parejas que confiesan estar enamoradas toda la vida.

Más allá de las diferencias entre amor y enamoramiento, entre estar en uno u otro lado (si realmente son lados diferentes), lo importante es que cualquier relación que compartamos sea una ventura positiva para nosotros.



Mtra. Adriana Loyola Melendez:

martes, 23 de noviembre de 2021

Vínculos Padres Hijos

 



Ya nos enseña Confucio que sólo puede ser siempre feliz el que sepa ser feliz con todo. En esta línea, huyendo de los conformismos pasivos y de falsa resignación, descubrimos que la contraseña que abre las puertas de la realización personal se compone de una simple sílaba: SÍ.

SÍ a la vida, tal como es.
SÍ a nosotros, tal como somos.
SÍ a los demás, tal como son.
SÍ a nuestros padres, tal como son y tal como fueron,
vehículos providenciales de nuestra existencia y mucho más.

Este es el mensaje que Joan Garriga Bacardí desvela en este libro, tan poético como inductor a la reflexión y al cambio, sobre un asunto esencial que nos concierne a todos: el proceso de asumir nuestro origen, nuestro legado familiar y de encontrar a través de ello nuestro lugar en el mundo.

El texto celebra la vida sin restarle su realismo y su crudeza, alejándose de una psicología positiva artificial. ¿Dónde están las monedas? ofrece nuevas perspectivas para el alma, tanto a los que sufren al pensar en sus padres como a los que lo hacen con gratitud. Habla el lenguaje de la reconciliación y de la paz. Muestra el poder del amor y el camino para integrar y superar las heridas que obstaculizan la plenitud de la propia vida.

AMOR


Que el amor es un problema se trata de una afirmación que puede entenderse en varios sentidos, pero quizá el más adecuado de todos los posibles sea mirarlo como un asunto que implica dificultad y que requiere de nuestra atención y nuestros recursos para resolverlo.

Un problema que, además, ocurre en al menos dos grandes esferas, la social y la subjetiva, la cultural y la psíquica: por un lado, la idea del amor está moldeada por cientos y cientos de años de civilización y cultura, por los afluentes disímiles de la sexualidad, la moral, la religión, el derecho, la familia, el arte y otras muchas instituciones sociales que dan marco a la idea de "amor" y de esa manera ofrecen al sujeto, paradójicamente, la dificultad de amar. Del otro lado, subjetiva y psíquicamente el individuo recibe esto y en algún momento de su existencia, en el mejor de los casos, encuentra y construye su posibilidad de amar con lo que le es dado y le fue posible tomar. Esta tensión entre subjetividad y cultura es indisociable del amor y, en buena medida, está en el origen de la consideración y la experiencia del amor como un problema.

Entre estos trabajos y pensadores se encuentra uno que aunque destacó magistralmente en la investigación de los asuntos de la psique, según sus comentadores dedicó poco al problema del amor. Esto, al menos, explícitamente. Hablamos de Carl Gustav Jung, probablemente el discípulo más adelantado de Sigmund Freud y, ya fuera de la égida del maestro, uno de los más brillantes exploradores de la mente humana.

Acotábamos ese “explícitamente” porque, en términos generales, del psicoanálisis podría decirse lo mismo que Borges dijo del ajedrez y de su jardín de senderos que se bifurcan: por momentos puede parecer que en psicoanálisis no se habla nunca de amor porque en realidad todo el tiempo se está hablando de amor, el amor es el gran tema del psicoanálisis. Lo más obvio a veces es lo que más nos pasa por alto. La singularidad de este discurso, esta forma de hablar del amor, quizá podría ser que la perspectiva de esta disciplina sobre el amor es amplia, casi a la manera dantesca del amor como una suerte de élan vital que se encuentra en todo lo que hacemos, desde el amor que damos a una persona hasta el amor que ponemos en nuestro trabajo o en esas actividades que por cotidianas parecerían que están exentas de amor, pero no es así: regar una planta, ver a un amigo, cocinar, incluso limpiar nuestra casa o bromear con un compañero de trabajo.

Jung, aun siendo un ángel rebelde del psicoanálisis, comparte parcialmente dicha aproximación al amor. Los fragmentos aquí reunidos provienen de un tomo editado por Trotta en febrero de 2011 que, como decíamos, no es propiamente un trabajo que Jung dedicó al amor, sino más bien una colección de párrafos tomados de distintos escritos y que lo tienen como un eje común en torno al cual orbitan, como astros en apariencia distantes pero unidos invisiblemente por la misma fuerza de atracción. 

El amor es siempre un problema, con independencia de la edad de la persona de quien se trate. En la etapa de la infancia el problema es el amor de los padres; para el anciano el problema es lo que ha hecho con su amor.

El problema del amor se me aparece como una montaña monstruosamente grande que con toda mi experiencia no ha hecho más que elevarse, precisamente cuando creía casi haberla escalado.

El problema del amor pertenece a los grandes padecimientos de la humanidad, y nadie debería avergonzarse del hecho de tener que pagar su tributo.

El amor verdadero establece siempre vínculos duraderos, responsables. Necesita libertad sólo para la elección, no para la realización. Todo amor verdadero, profundo, es un sacrificio. Se sacrifican las propias posibilidades o, mejor dicho, la ilusión de las propias posibilidades. Si no requiere este sacrificio, nuestras ilusiones evitarán que se establezca el sentimiento profundo y responsable, con lo que se nos privará también de la posibilidad de la experiencia del verdadero amor.

El amor tiene más de una cosa en común con la convicción religiosa. Mal caballero de la dama de su corazón es quien se echa atrás ante la dificultad del amor. El amor se comporta como lo hace Dios: ambos se entregan sólo a su servidor más valiente.

Es la incapacidad de amar la que roba al hombre sus posibilidades. Este mundo solamente es vacío para aquel que no sabe dirigir su libido a las cosas y personas para hacérselas vivas y bellas. Lo que, por tanto, nos obliga a crear un sustituto a partir de nosotros mismos no es la carencia exterior de objetos, sino nuestra incapacidad de abrazar amorosamente algo que está fuera de nosotros.

La implicación del amor en todas las formas de vida, en la medida en que es general, es decir, colectiva, constituye la menor dificultad en comparación con el hecho de que el amor es también, eminentemente, un problema individual. Esto quiere decir que pierden su validez cualquier criterio y regla general.

Seguramente nos agobien las dificultades de la vida y las contrariedades de la lucha por la existencia, pero tampoco las situaciones externas muy difíciles pueden obstaculizar el amor, por el contrario, pueden estimularnos a realizar los esfuerzos más grandes. Las dificultades reales no podrán nunca reprimir la libido de forma tan duradera como para que surja una neurosis.

El amor libre sólo sería posible si todos los seres humanos fueran capaces de los máximos esfuerzos morales. Pero la idea del amor libre no se ha inventado con esa finalidad, sino para hacer parecer fácil algo difícil. Propias del amor son la profundidad y la sinceridad del sentimiento, sin las que el amor no es amor sino mero capricho.

Es muy difícil para un hombre racional admitir qué pasa realmente con su Eros. Una mujer no tiene mayor dificultad en reconocer que el principio de su Eros es el estar vinculada, pero a un hombre, cuyo principio es el Logos, se le hace muy difícil.


Aquí se trata de lo más grande y de lo más pequeño, de lo más lejano y de lo más cercano, de lo más alto y de lo más hondo, y nunca puede decirse una cosa sin la otra. Ninguna lengua se encuentra a la altura de esta paradoja. Sea lo que sea que pueda decirse, ninguna palabra expresa la totalidad.