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viernes, 6 de marzo de 2015

Posición Depresiva


Depresiva (posición). Diccionario Roudinesco

Concepto creado por Melanie Klein desde sus primeros trabajos, «la posición depresiva infantil es la posición central del desarrollo. El desarrollo normal de un niño y su aptitud para amar parecen depender, en gran medida, de la elaboración de esta posición decisiva» (1935).

Durante los primeros meses, una parte esencial de la vida emocional del bebé está determinada por la lactancia. Sea cual fuere la calidad de los cuidados, ella se caracteriza por la sucesión y repetición de experiencias de pérdida y reencuentro. Así nace en el niño el sentimiento de que existe un objeto «bueno» (pecho, madre) que gratifica y es amado, y un objeto «malo », perseguidor, que frustra y es odiado. Paralelamente a estas experiencias que implican factores externos, los procesos intrapsíquicos (sobre todo la proyección y la introyección) contribuyen a reforzar el clivaje del objeto primitivo: «El bebé proyecta sus mociones amorosas y las atribuye al pecho gratificador ("bueno"), así como proyecta al exterior sus mociones destructivas y las atribuye al pecho frustrante ("malo"). Al mismo tiempo, por introyección, se constituyen en su interior un pecho "bueno" y un pecho "malo"» (1943). Este clivaje es un mecanismo de defensa característico de la posición esquizo-paranoide: consiste en mantener al objeto perseguidor y terrorífico separado del objeto amado y protector, posibilitando así al yo una relativa seguridad; en este sentido, es la « ... condición previa a la instauración de un objeto bueno» interno (1957), a la cual llegará el yo una vez elaborada la posición depresiva.

Si bien Klein modificó un poco la ubicación cronológica de esta posición, siempre tuvo la preocupación de hacerla comenzar más precozmente (en los primerísimos meses), y sostuvo al mismo tiempo que ella representa un proceso con respecto a la posición esquizo-paranoide. «Inmediatamente antes, durante y después del destete» (1940), « ... llevado a comprender que el objeto de amor es el mismo que el objeto de odio» (1934), el yo comienza a efectuar la síntesis entre esos sentimientos de amor y sus mociones destructivas. Entonces surge la angustia depresiva. Su aparición significa que el yo está accediendo a la posición depresiva, proceso que se inscribe en una duración ligada a la complejidad y a la diversidad de los mecanismos en juego: conciliación de los aspectos bueno y malo de un mismo objeto conciliación del amor y el odio, introyección progresiva de la madre como objeto total, etcétera.

La introyección de la madre como objeto total genera « ... inquietud y dolor ante la destrucción posible de ese objeto» (1940). En adelante, el pequeño experimenta el sentimiento de una «pérdida del objeto del amor», a la vez temor de perder el objeto amado y de no ser capaz de proteger su objeto bueno interno. Se alcanza la posición depresiva cuando la angustia por la posible pérdida del objeto amado toma el relevo (sin reemplazarla nunca totalmente) de la angustia de ser perseguido por el objeto terrorífico. Pero, mientras que la angustia de persecución de la posición esquizo-paranoide se relacionaba con los peligros que amenazaban aniquilar al yo, «la angustia depresiva se relaciona con los peligros que son experimentados como amenazando al objeto amado interno, y esto principalmente por la agresividad del sujeto» (1949). Temiendo que el objeto amado sea dañado o destruido por su odio, el niño experimenta «.. un sentimiento de culpa y la necesidad imperiosa de reparar» (1957). La «tendencia a la reparación» característica de la posición depresiva, es la consecuencia de ese sentimiento de culpa.

Para tratar de huir de los sentimientos ligados a las angustias específicas de la posición depresiva, el yo puede utilizar tanto defensas maníacas (idealización, negación) como obsesivas, o regresar a la posición esquizo-paranoide, reactivando los procesos de clivaje.

La posición depresiva se considera «elaborada» cuando el pequeño se ha identificado con su objeto de amor. Esta elaboración implica que « ... se atenúa el temor de haber destruido al objeto en el pasado y de que pueda ser destruido en el futuro» (1957). Implica también « ... una confianza más grande en el objeto bueno interno», la cual genera un sentimiento de seguridad interior. Por ello aparece como « ... una de las condiciones previas a la existencia de un yo estable e integrado y de buenas relaciones de objeto» (1955). No obstante, nunca es posible la integración completa y definitiva del yo; «ese duelo precoz es revivido cada vez que, más tarde, se experimenta una pena» (1940): entonces se reactiva la posición depresiva, pero si ella ha sido elaborada en el curso del desarrollo precoz, el sujeto puede hacer frente a esa resurgencia y reconstruir su mundo interior.

La comparación así planteada entre la elaboración de la posición depresiva y el trabajo del duelo tiene una implicación triple.

-Por una parte, la evolución de un duelo y su salida, normal o patológica, están determinadas en el adulto por la manera en que el recién nacido ha superado la pérdida de su primer objeto de amor, es decir, en que ha elaborado o no su posición depresiva: «el duelo incluye la repetición de la situación emocional que el bebé experimenta en el curso de la posición depresiva». Confrontado a un duelo, el adulto se vuelve a encontrar frente a una tarea semejante a la que enfrentó en el curso de su desarrollo precoz. Para cumplirla, utilizará mecanismos idénticos, por su naturaleza y eficacia, a los que puso en obra en aquel momento. Dicho de otro modo, el trabajo consecutivo a las pérdidas ulteriores se realizará, tanto en su éxito como en su fracaso, siguiendo el modelo de la primera elaboración.

-Por otro lado, y como consecuencia, «la posición depresiva comprende los puntos de fijación de los trastornos maníaco-depresivos» (1959). El fracaso en la elaboración de la posición depresiva, vinculado sobre todo al predominio de la defensa maníaca, es una causa determinante de la instauración de esos trastornos: el enfermo maníaco-depresivo nunca «ha superado verdaderamente la posición depresiva infantil» (1940).

-Finalmente, esta comparación pone en perspectiva las razones por las cuales para la comprensión de la problemática depresiva es indispensable tomar en cuenta el concepto de posición depresiva.

Esta triple implicación justifica por sí misma el lugar central otorgado por Klein a la posición depresiva en el desarrollo del funcionamiento psíquico. Ella aclara además la elección del término «posición», destinado a indicar que las angustias y las defensas que aparecen desde los primeros meses pueden reaparecer a lo largo de toda la vida, en función de las circunstancias ( 1943).

viernes, 22 de agosto de 2014

El Superyó de Melanie Klein


El superyó de Melanie Klein y su realidad clínica

Por Mario Waserman - Publicado en Octubre 2003
La ambigüedad de este título es por lo menos inquietante. Nos vamos a referir al superyo mismo de Melanie Klein? Nos vamos a internar en los vericuetos secretos de su mente para determinar la estructura secreta de la composición de su superyo? La tarea no se presenta como poco fascinante dada la posición que esta instancia ocupa en su obra. Pero no es esta la ocasión de emprender ese ensayo intrusivo.. Nuestro objetivo es rescatar los aportes, que la perspectiva del superyo de Melanie Klein trajo a la clínica de niños . Rescatar es una palabra adecuada que justifica este escrito ya que Melanie Klein ha quedado sepultada bajo los aportes innovadores para el psicoanálisis que provinieron mayoritariamente de la escuela francesa. Removiendo ese sepulcro se encuentran elementos valiosos por el toque de genio que aportan , y que usados en su justa medida, constituyen un elemento importante en el proceso de la cura.
Es sorprendente , si uno va a la obra de Melanie Klein que no hay artículo suyo en el cual no se menciona algo sobre el superyo . Es una de las conceptualizaciones freudianas que se hace central en sus propias postulaciones clínicas. Podríamos decir que ella tiene una relación “personal” con el superyo. Y esta relación se hace personal porque justamente es a través del proceso de personificación que ella propone tomar contacto con esta formación sólo indirectamente inasible. Al hacerlo personaje se establece una relación con él como “persona” Recordemos que para Freud la presencia del superyo se le había revelado en las voces incriminatorias de la paranoia. Cómo se revela en la clínica de niños el superyo para Melanie Klein? Se revela a través de experiencias aterradores como el pavor nocturno por ejemplo en el plano sintomático y de una manera personificada en el mundo de la producción lúdica en el espacio del juego. M. de 8 años se prepara en su juego para salir con su familia de vacaciones pero rápidamente se instala una barrera de obstáculos con un ejército que impide su salida, esta barrera personifica a la instancia superyoica que impide toda fuga del terreno de la responsabilidad y las tareas de cada uno. M sorteara la barrera haciendo volar el auto por encima de ella, lo que ejemplifica el modo evasivo con el cual se comporta cuando debe enfrentar una pelea. Su resultado será precario. Ahora bien, si la instancia es personificada en el mundo del juego su aparición es benigna y placentera, pero en el terreno del dormir ,cuando la realización del deseo intenta su consumación en el sueño, la instancia atraviesa la débil tela del disfraz simulador y persigue al yo deseante bajo la tenebrosa forma del monstruo de la pesadilla o se agazapa en los pliegues del inconciente para restablecer la tiranía paterna. L un adolescente decide decirle a su padre que no quiere que lo acompañe más a las sesiones vinculares donde el padre toma demasiado protagonismo, en las semanas siguientes tiene dos accidentes, cae de espaldas de un escenario y se golpea la cabeza y lo roza un coche en la calle. La instancia reclama su lugar.
No hay, para Melanie Klein, tanta diferencia entre esas voces y miradas incriminatorias que dominan el mundo paranoico y que expresan la instancia persecutoria instalada en la conciencia y los personajes monstruosos que persiguen al niño indefenso cuya inocencia parece impoluta .
Para nosotros es una diferencia que no se puede dejar pasar el que la instancia superyoica se imponga como voces incriminatorias que provengan del mundo exterior al hecho de que provengan del mundo onírico u oniroide . Aceptamos que allí hay una diferencia estructural que cliva la neurosis de la psicosis. Pero , al mismo tiempo podemos decir que muchas veces la instancia está en el borde bajo la forma de la voz y de la escena y que el niño permanece expectante a la espera que la sombra del padre justiciero o la madre bruja aparezcan suspendidos en el espacio exterior. Y allí hay un puente entre las dos estructuras
Que el superyo está cargado con la fuerza de las pulsiones es una afirmación freudiana que Melanie Klein hace suya en una clínica que más que otra se puede rotular como la clínica de las pulsiones y del superyo. Cuando se atemperan por la propia acción del continente psicoanalítico las arremetidas pulsionales ilimitadas se atempera asimismo la fuerza aplastante del superyo que en los juegos suele aparecer como un elefante que lo aplasta todo.
Si se tuviera que elegir un artículo kleiniano para que un no lector de su obra conociese su conceptualización me parece que sería bueno recomendar : “ Primeros Estadios del Conflicto de Edipo y la formación del Superyo” Edípico” del libro “El Psicoanálisis de niños”. Se trata de un artículo muy kleiniano, en el sentido de que es horripilante, es decir, basado en el horror y horripilante también en el sentido de cómo presenta la vida emocional del lactante. No es el niño de Winnicott en armonía como una madre suficientemente buena, es un sujeto puro placer, pura pulsión que quiere apoderarse del botin del barco materno vorazmente y desalojar al capitan legal de ese barco y a sus hermanos para luego liquidarlos en el momento en el cual hay que repartir el oro. Su lujuria es extrema ,vampírica, sadiana, canibalsitica, castratoria. Sus pulsiones pregenitales son cuanto más arcaicas más arrasadoras y por eso la vida mental del lactante estaría para Melanie Klein en la base del universo de los cuadros demenciales y criminales del hombre. Y es así ,de ese modo tan directo , con ese mismo material , que se teje la materia del Superyo infantil temprano. Un señor de temer que vive en el interior de la mente de un ser desamparado. Su fuerza, su terrorismo de estado es tan poco contemplativo que puede detener todo deseo, todo pensamiento, todo atisbo de placer prohibido. Así como el superyo Freudiano , heredero del complejo de Edipo estructura el aparato creando las prohibiciones actuales fundamentales y los accesos futuros bajo la amenaza latente de la castración aterradora, el superyo temprano de Melanie Klein introduce una represión arrasadora que puede acabar con los deseos edípicos antes de que estos brotes se desarrollen fuertemente y puedan soportar la helada de la latencia. Puede interrumpir asimismo el proceso de formación de símbolos, es decir, la escritura de las ideas en la mente, dejando un blanco en el pensamiento por el terror a este censor absoluto.
Cuando observo en la clínica a un niño sumamente paralizado en su desarrollo o a un adolescente inhibido de un forma poderosa me es útil pensar que en esa mente escondido, que en ese sujeto dividido , se aloja un señor poderoso que imposibilita todo discurso, todo placer, toda alegría. Por eso la dirección de la cura en esa clínica es mitigar la severidad del superyo, dejar que se vuelva a llenar esa mente de símbolos , palabras , pensamientos, dejar que el deseo se manifieste en acciones más espontaneas sin intervenir precozmente, lo cual para el sujeto puede ser un signo paranoide de que somos correos secretos de ese zar que reina en su interior. Aunque es también necesario limitar el goce pulsional ilimitado , introducir un orden en una mente tomada por un tornado devastador.
Hay que diferenciar estas creaciones imaginarias de las a veces también devastadoras y muy frecuentes acciones de los objetos reales cuya violencia secundaria ha puesto de manifiesto Piera Aulagnier. Esta diferenciación que hace también a sus interrelaciones debe ser cuidadosamente encarada en una época donde se privilegia de un modo intenso la estructura dónde el niño está ubicado la cual se remonta a sus vidas pasadas ,es decir su dimensión transgeneracional. No pocas veces comprobamos que la acción analítica que puede tener lugar en los pliegues del niño capturado por su inconciente atempera e incluso puede llegar a sortear la acción del objeto real, puede incluso enfrentarlo, cuestionarlo, reducirlo. Al mismo tiempo , no pocas veces observamos que el niño acusa a sus padres de acciones vejatorias, violatorias, culpabilizadoras que son sólo atribuibles a esa figura interna que lo atormenta. Estos juegos de espejo son materia constante del trabajo analítico sobre el superyo que lo van atemperando, humanizando, llevandolo a una dimensión menos terrorífica la cual a su vez es proyectada sobre los objetos externos portadores de esa instancia como padres y maestros.
En una viñeta clínica de supervisión, cedida gentilmente por la Lic. Martha Videla, se pueden observar estos movimientos. L, una niña de nueve años es traída a la consulta por sus padres porque observan el sufrimiento que le produce las demandas excesivas que se hace y las descalificaciones que se dirige a si misma. Se reprocha el nivel de sus notas, a pesar de que eran muy buenas, y de sus tareas aunque sus maestras no manifestaban ninguna queja. Insistía en que sus tareas no estaban bien hechas a pesar de que sus padres y maestras se esforzaban en aprobarla y estimularla por su buen rendimiento. Otro motivo de la consulta era que no tenía amigas ni dentro ni fuera del colegio. Este aislamiento era generado por su intensa agresión y descalificación hacia sus compañeras que por tal motivo la rechazaban y no la invitaban lo que aumentaba su odio hacia ellas. De un modo paradójico no era agresiva hacia adentro de la casa ni con sus padres ni hermanos pero no dejaba de hacerlos sufrir intensamente por las quejas que manifestaba hacia si misma y sus calificaciones. Su superyo se hacia así insoportable más allá de ella misma.
Estos síntomas se modifican por efecto del análisis y se organizan bajo la forma de una gran responsabilidad hacia sus tareas y pruebas pero ya sin autoreproches y sí con un sentimiento de orgullo. Es decir, que su superyo se había modificado en el sentido de aplaudir su esfuerzo y su rendimiento en lugar de mostrarlo como insuficiente. Esto hizo que mejorara su relación con el colegio al cual odiaba por los sufrimientos que ella creía que le traía. En realidad sus sufrimientos tenían otro origen , un superyo tiránico que la mortificaba. Al disminuir la exigencia hacia si misma se alivió su agresión hacia sus semejantes , semejantes que a las que antes continuamente acusaba de no satisfacerla así como ella no satisfacía a su superyo. Por otra parte era evidente que el trato que daba a sus semejantes era el que después recaía sobre su propia persona, a excepción de su propia familia a quienes creía víctima de la hostilidad del mundo. Todo el resto paranoide se ubico en la figura de la analista que terminó representando el superyo que nunca se satisfacía y quería continuar el tratamiento, ahora se sentía exigida por la analista de una forma desmesurada y por eso abandona el tratamiento en colusión con la madre que se unió a ella en la queja a la nueva figura superyoica. En fin, los recorridos del superyo en la clínica de niños!

jueves, 12 de junio de 2014

Melanie Klein con palabras llanas

MELANIE KLEIN


El texto que vamos a leer es un resumen brillante de la obra de Melanie Klein, disfruten, el lenguaje no es demasiado difícil pero hay que ajustarse a la terminología de Melanie Klein. Rodrigo Córdoba Sanz, Psicólogo y Psicoterapeuta.

Principal representante de la escuela inglesa. M. Klein abrió un nuevo rumbo para la teoría pues fue ella quien traslado el énfasis a las relaciones objetales.
El principal interés de esta teórica es el mundo interno, como espacio mental donde interactúan los objetos. Para ella se nace con el yo, relación objetal.
Planteó dos posiciones básicas:
1. Posición Esquizo-paranoide
Klein sostiene que la ansiedad se origina en la acción interna del instinto de muerte. La alteración del equilibrio pulsional es inaugurada por el nacimiento y se repite cada vez que privaciones de origen interno o externo intensifican las pulsiones agresivas.
Klein considera que el niño está en un conflicto pulsional entre la libido y la agresividad desde los inicios, conflicto que encara a través de la deflexión (desviación) del instinto de muerte y la constitución de un objeto escindido.
Supone la existencia de un yo temprano, débil y no integrado pero no obstante capaz de instrumentar, bajo la acción de las pulsiones de vida, los primeros mecanismos de defensa: escisión, proyección, introyección. Estos mecanismos son de defensa ante la ansiedad de aniquilamiento. Ese yo incipiente registra la angustia, se relaciona con un primer objeto y opera mecanismos de defensa primitivos y, por lo tanto, extremos. Dicho de otro modo, opera con fantasías relacionadas con un objeto. En relación a las características de ese yo, Klein manifiesta su acuerdo con Winnicott en cuanto a considerarlo carente de cohesión y con una tendencia a integrarse que alterna con una tendencia a desintegrarse.
A partir de las primeras experiencias el lactante se relaciona con un objeto parcial bueno, resultante de la proyección de la pulsión de vida (pecho bueno) y con un objeto parcial malo, resultante de la proyección de la pulsión de muerte (pecho malo). Cuando la disociación se realiza bajo predominio de la pulsión de muerte encontramos que las características del objeto viran de bueno a idealizado y de malo a persecutorio, terrorífico. Las características de tales objetos están, por lo tanto, íntimamente relacionadas con las características de los impulsos que sobre ellos se proyectan. El pecho como primer objeto, y los objetos que se internalizan posteriormente, adquieren en los momentos en que el bebé atraviesa estados de frustración y odio las características oral-sádico, sádico-uretrales y sádico-anales de las pulsiones del lactante.
Se trata de objetos parciales tanto por constituirse a partir de una parcialidad del objeto causada por el dominio de la pulsión oral como por tener sólo una cualidad: bueno o malo. Puede decirse que el objeto parcial es totalmente bueno o totalmente malo.
Las privaciones, al intensificar las pulsiones agresivas, generan la voracidad con el consiguiente aumento de la frustración y, por lo tanto, de la ansiedad persecutoria. La voracidad es una emoción básicamente oral, muy vinculada con la envidia.
Considera que la fórmula instintual está constitucionalmente determinada, aunque toma en cuenta las características reales del vínculo en cuanto a su capacidad de acrecentar o atemperar la ansiedad persecutoria.
El pecho gratificador que ha sido internalizado bajo el dominio de la libido de succión es sentido como completo y actúa como núcleo del yo, contrarrestando los procesos de escisión y dispersión y favoreciendo la integración. O sea que la introyección estable del objeto bueno es una precondición para el desarrollo normal.
El clivaje o escisión del objeto se realiza principalmente por el clivaje de los impulsos y su proyección, secundariamente por las características de gratificación o frustración de la relación con el objeto. En la medida que el interjuego de introyección y proyección está en el origen del yo, la escisión del objeto implica la escisión del yo.
Durante la posición esquizo-paranoide hay momentos de integración del objeto y del yo, que implican un comienzo de la ambivalencia (carga afectiva o valor con que se carga un objeto, en términos de amor u odio), aunque en relación a objetos parciales
El progreso en los procesos de síntesis atenúa la escisión objeto bueno-objeto malo y lleva a que el niño se relacione con su madre como una totalidad. Esto inaugura la posición depresiva e inicia el Complejo de Edipo temprano.
En 1946, introduce un concepto en la elaboración de la posición esquizo-paranoide, aunque el uso de este mecanismo no es privativo de dicha posición. Este mecanismo es:
La Identificación proyectiva: Y lo considera como;
...una forma especial de identificación que establece el prototipo de una agresiva relación de objeto(...) Los ataques contra el pecho de la madre evolucionan también hacia ataques de naturaleza similar contra su cuerpo, el que pasa a ser sentido, por así decirlo, como una continuación del pecho, aún antes de que la madre pueda ser concebida como una persona total.
La identificación proyectiva descansa sobre fantasías, de tipo oral y anal, de expulsar afuera del self sustancias peligrosas o aspectos rechazados u odiados de la propia persona, y ubicarlos dentro del objeto con el propósito de dañarlo o de tomar posesión de él y controlarlo. El resultado es un empobrecimiento de la persona y un incremento del odio hacia el objeto. Sin embargo, también puede implicar aspectos positivos del yo que son colocados dentro de la madre. Esto también ocasiona empobrecimiento del yo, en tanto lleva a considerar como perdidas partes importantes del yo, incremento de la ansiedad persecutoria e idealización del objeto. De una u otra forma se colocan en el objeto partes del self, lo que implica que se trata de una identificación narcisista.
La consideración de la identificación proyectiva, con su complementaria, la identificación introyectiva, implica un concepto de espacio presente en las primeras relaciones de objeto.
Klein va complejizando los alcances del concepto considerándolo, en sus formas más evolucionadas, base de la capacidad de empatía. La introducción del estudio de los fenómenos confusionales, a partir de 1952, constituye una profundización de la teoría kleiniana, de indudable valor clínico. M.Klein llegó inclusive a considerar los estados confusionales como estados que se presentan normalmente en el pasaje entre las dos posiciones básicas, y que pueden dar lugar a la formación de núcleos confusionales que se encuentran en múltiples manifestaciones patológicas. Este concepto fue muy importante en el tratamiento de pacientes psicóticos y fronterizos y fue retomado y desarrollado por Bion, Rosenfeld y Otto Kernberg.
El exceso de escisión y proyección de partes del yo y de los objetos internos explica el perturbado juicio de realidad de las psicosis. La realidad, tanto interna como externa, resulta alterada, modificada por la adjudicación omnipotente de partes escindidas del yo al objeto. Esto se relaciona con la vivencia de fin del mundo del esquizofrénico. El uso excesivo de la escisión provoca el sentimiento de que el yo está hecho pedazos, pudiendo llegar a sentimientos de desintegración.
...el amor y la comprensión de la madre pueden ser considerados como el mejor aliado que tiene el niño para superar estados de desintegración y angustias de naturaleza psicótica.
Ciertas formas de deficiencia mental se relacionan con los efectos de un exceso de ansiedad persecutoria y mecanismos esquizoides en la temprana infancia. Klein considera que la identificación proyectiva es la base de muchas situaciones de ansiedad y se relaciona centralmente con la esquizofrenia y la paranoia; no sólo sustenta los sentimientos de fragmentación sino también los de confusión. Esto dificulta sobremanera discriminar entre las partes buenas y malas del self, entre el objeto bueno y malo y entre la realidad externa e interna.
Otro concepto acuñado por Klein es:
Envidia primaria :
Este desarrollo conceptual alejó a su discípula Paula Heimann y a otro pensador, Winnicott.
El concepto de envidia deriva de los trabajos acerca de la identificación proyectiva en su relación con el instinto de muerte y acerca de los estados confusionales. Klein supone que la envidia y el instinto de muerte tienen en común algo esencial: ambos atacan la vida y las fuentes de la vida. La envidia primaria corresponde a las formas arcaicas y masivas de la identificación proyectiva, destinadas a ubicar en el objeto la destructividad propia que está amenazando al yo. Implica no sólo la introyección destructiva propia de la voracidad sino también una modalidad destructiva de la identificación proyectiva. Supone el ataque sádico-anal y sádico-uretral al pecho bueno y a la capacidad creadora de la madre y se relaciona con lo que podríamos llamar ira narcisista ante la percepción de que el objeto tiene algo valioso.
Se diferencia de los celos por cuanto surge en una relación dual con un objeto parcial.
La envidia es el sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de algo deseable, siendo el impulso envidioso el de quitárselo o dañarlo. Además la envidia implica la relación del sujeto con una sola persona y se remonta a la relación más temprana y exclusiva con la madre. Los celos están basados sobre la envidia, pero comprenden una relación de por lo menos dos personas y conciernen principalmente al amor que el sujeto siente que le es debido y le ha sido quitado o está en peligro de serlo por su rival.
Klein reconstruye el concepto a partir de la transferencia, especialmente la reacción terapéutica negativa, en la que considera que tiene gran importancia la envidia y las defensas contra la misma. Considera que su intensidad depende en gran medida de factores constitucionales (intensidad del instinto de muerte en relación al de vida). Es un sentimiento que daña la capacidad de gozar pues no permite la seguridad en el establecimiento del objeto interno bueno. La envidia al pecho nutricio estaría en la base de otras modalidades, como ser la envidia al pene. Tiene suma importancia en la patología de las posiciones, aportando a la génesis de los estados confusionales: al atacar al objeto bueno lo convierte en malo mediante la fragmentación y la proyección.
Su contrapartida es el sentimiento de gratitud, derivado de la capacidad de amar y de la elaboración de la ansiedad depresiva.
2. Posición depresiva
El cambio de la relación de objeto de parcial a total marca la entrada en la posición depresiva, modificando las ansiedades y, por lo tanto, las defensas.
De los tres a los seis meses se observa un mayor desarrollo de las funciones yoicas y de la organización fantasmática del bebé, la instauración del pecho bueno disminuye los procesos de escisión y los estados de integración son cada vez más frecuentes.
La ambivalencia es ahora hacia un objeto total, los procesos de integración y síntesis hacen que el conflicto entre el amor y el odio surja muy claramente, en el marco de un mayor reconocimiento de la realidad psíquica.
La ansiedad se modifica cualitativamente, el bebé está expuesto a la vivencia de pérdida pues las pulsiones agresivas ponen en peligro al objeto amado. Al ser percibida la madre como objeto total, como persona, se modifica la identificación del bebé con la misma. Es sentida como un refugio ante los temores persecutorios pero también se la considera expuesta al ataque de los perseguidores internos e, incluso, al propio odio y sadismo del bebé.
La pérdida en la realidad psíquica del objeto total confronta al niño a una nueva gama de sentimientos, al dolor y la tristeza se agrega la culpa, por cuanto la omnipotencia lo lleva a considerar que el peligro que corre el objeto es consecuencia de sus propios impulsos y fantasías.
Su objetivo es centralmente negar la realidad psíquica en cuanto es fuente de dolor y temores depresivos, esto implica cierta negación de la realidad exterior. La negación de la realidad psíquica puede implicar la negación del amor. La tríada maníaca está constituida por: control-triunfo-desprecio.
El control omnipotente, al estar aplicado ahora a la ansiedad depresiva, es utilizado para evitar la frustración y la consiguiente agresión, la que constituiría un peligro para el objeto.
La modificación del uso de la escisión consiste en que su aplicación deriva en un objeto indemne y un objeto muerto o moribundo, siendo el temor a que los objetos internos estén muertos o moribundos el núcleo de la aflicción en los estados depresivos. Los sentimientos de culpa ante la creencia de haber dañado al objeto amado ponen en marcha la tendencia a la reparación, originada en las pulsiones de vida. Klein considera unidas la culpa y la reparación. El niño vivencia la reparación de sus objetos en íntima relación con los logros de su propio desarrollo, de esta manera las ansiedades paranoides y depresivas van modificándose a lo largo de la primera infancia.
Son sumamente importantes en la reparación del objeto las defensas obsesivas, las que pueden también estar en relación a la ansiedad paranoide. El equilibrio entre las defensas obsesivas y las maníacas será determinante en la relación con el objeto que se teme dañado.
Al igual que en relación a la posición esquizo-paranoide Klein considera que un uso adecuado de las defensas disminuye la ansiedad y promueve la integración, pero un uso excesivo de las mismas dificulta y puede impedir la elaboración de las problemáticas específicas de cada posición, persistiendo constelaciones fantasmáticas que constituyen puntos de fijación.
Encontramos en la posición esquizo-paranoide los puntos de fijación de la esquizofrenia y la paranoia; en los inicios de la posición depresiva los puntos de fijación de la manía y la melancolía.
Conjuntamente con la posición depresiva se inicia el Complejo de Edipo temprano, ya que los procesos de integración llevan a la necesidad de preservar al pecho y a la madre como objeto total, estimulando el pasaje al pene paterno y al padre; y al reconocimiento del tercero. El bebé necesita proteger al objeto y al yo de la intensificación y modificación de la agresión provocada por las frustraciones orales (destete) y la dentición.
La elaboración de la posición depresiva es crucial en la capacidad posterior de elaborar duelos. Su superación supone la introyección estable del objeto amado y el establecimiento de la capacidad de reparar y simbolizar. Aunque los aspectos fundamentales se dan en la segunda mitad del primer año de vida, se va elaborando a lo largo de la primera infancia a través de la neurosis infantil...una combinación de procesos mediante los cuales las ansiedades de naturaleza psicótica son ligadas, elaboradas y modificadas. La neurosis infantil termina al comienzo de la latencia, con la modificación de las ansiedades tempranas y el dominio de las pulsiones genitales. Es en el desarrollo de la neurosis infantil donde vemos claramente el accionar de las defensas obsesivas y, a partir del segundo año, de la represión, mecanismo que, a diferencia de la escisión, no implica el riesgo de la desintegración del yo. Todos los aspectos del desarrollo contribuyen a la modificación de la ansiedad, la cual a su vez influye sobre dichos procesos.
En el segundo año, con el progreso en el desarrollo del yo, el niño utiliza su creciente adaptación a la realidad externa y su creciente control de las funciones corporales para poner a prueba los peligros internos por medio de la realidad externa.
Klein considera que el juicio de realidad es decisivo en el trabajo de duelo, y que en cada situación en que la persona se ve confrontada con el penar por la pérdida de objetos amados se consideran en peligro los objetos internos y la conexión con la realidad tiene como fin reestablecer el mundo interno destruido.
Cuando el niño pasa a través de la posición depresiva, lucha en su inconsciente con la tarea de establecer e integrar el mundo interno, del mismo modo que el sujeto en duelo sufre con el reestablecimiento y la reintegración de este mundo.
Según klein hay un Edipo y un súper yo temprano:
Complejo de Edipo Temprano
Este en su teoría queda desvinculado el Complejo de Edipo de la fase fálica tal como la describe Freud. Sus orígenes pasan a ser ubicados en las fases pre-genitales y la fase fálica tiene para Klein las características de fase genital completa. En los desarrollos teóricos previos a la formulación de la posición depresiva considera que las frustraciones orales (destete) constituyen el factor principal en la liberación de las tendencias edípicas. La ansiedad persecutoria junto a la búsqueda de reencontrar las gratificaciones que se obtuvieron con el pecho impulsan tanto a la niña como al varón hacia el pene, con el que se revive la doble relación conflictiva.
El pasaje a la relación triádica, o sea, del pecho al pene, se sostiene tanto en la fantasía oral de incorporación para calmar la frustración en relación al pecho como en la necesidad de buscar un nuevo objeto que amortigüe las fantasías retaliativas que sufre en relación a los ataques fantaseados al cuerpo materno.
Los análisis tempranos muestran que el conflicto de Edipo se hace presente en la segunda mitad del primer año de vida, y que al mismo tiempo el niño comienza a modificarlo y a construir su Superyo.
Esta definición de Klein implica una redefinición de la etapa fálica clásica. La amenaza de castración tiene como contenido primario y fundamental el temor al vaciamiento y destrucción del cuerpo del bebé. Pasa a poseer especificidad en ambos sexos en relación a los genitales masculinos y femeninos y la capacidad de procreación, la cual está ligada básicamente a las ansiedades de la posición depresiva y a la posibilidad de reparar los objetos amados.
El dolor y la preocupación por la pérdida temida de los objetos buenos, es decir, la posición depresiva, es, según su experiencia, la fuente más profunda de los conflictos dolorosos en la situación edípica, así como en las relaciones del niño con su medio ambiente general.
Las teorías sexuales infantiles son principalmente expresión del polimorfismo temprano y no de la desmentida de la castración en una lógica fálico-castrado. Dicha lógica aparece defensivamente, es decir, secundariamente.
Superyó temprano
En 1948 afirma que el desarrollo del Superyó es previo e independiente de Edipo, se origina en la escisión y proyección del instinto de muerte y condiciona el desarrollo del Complejo de Edipo.
La evolución del concepto de Superyó está íntimamente relacionada a la del concepto de posiciones. El Superyó tiene un doble origen, con aspectos buenos y malos. La introyección del primer objeto, el pecho materno, constituye el núcleo del Superyó en ambos sexos. En la relación con objetos parciales, a la internalización del pecho se suma la internalización del pene y ambos, en sus aspectos buenos y malos, se constituyen en los primeros objetos internos protectores y auxiliadores, por un lado, y atacantes y agresivos, por el otro. A esto se van sumando las internalizaciones de los padres como objetos totales y como figuras combinadas.
La evolución del yo y del Superyó sucede en forma paralela, formándose ambos a través de una larga serie de introyección, proyección y reintroyecciones, en una compleja relación dialéctica entre el mundo interno y el mundo externo. A lo largo de todo el proceso, se mantiene una estrecha relación entre el desarrollo del Yo, el Superyó y el Complejo de Edipo.Este modo de conceptualizar el origen del Superyó implica que el carácter del mismo corresponde más a una función que puede ser asumida por diferentes objetos internos, correspondientes a distintos momentos introyectivos-proyectivos, que a una estructura definitiva.
La última fase en el pensamiento kleiniano acerca del Superyó corresponde a 1958, cuando atribuye la formación del mismo, además de a procesos introyectivos, a un clivaje dentro del yo por el cual una parte se enfrenta a otra parte.
Técnica psicoanalítica del juego :
Klein reconoce el juego como una estrategia metódica para la terapia, ya que para ella es el predominio del inconsciente en el niño lo que determina el modo de representación simbólica.

domingo, 8 de junio de 2014

Melanie Klein: Presentación de su Obra


MELANIE KLEIN: Presentación de su obra

Klein, Melanie. Psicoanalista británica de origen austríaco (Viena 1882 - Londres 1960).

No deseada, nace en una familia judía, los Reizes. Su madre, brillante, mantiene para las necesidades familiares un negocio de plantas y reptiles; su padre es médico odontólogo. Muere cuando M. Klein es una adolescente. En 1903, desposa a A. Klein. Bajo este nombre escribirá toda su obra, a pesar de haberse divorciado en 1926. Entretanto han nacido una hija, y luego dos varones. Uno de ellos, de niño, es analizado por su madre, que extrae de este análisis, entre 1919 y 1926, varias conferencias y artículos [dándole el nombre de Fritz] que le dan renombre.

Instalada en Budapest desde 1910, comienza en 1914 -año del nacimiento de uno de sus hijos y de la muerte de su madre- un análisis con Sandor Ferenczi. En razón de la guerra, este análisis es suspendido; es retomado en 1924, pero en Berlín, con Karl Abraham, que muere al año siguiente; concluye en Londres con S. Payne. M. Klein se instala allí en 1927 a instancias de E. Jones, creador y organizador de la Sociedad Británica de Psicoanálisis. Allí enseña su teoría y funda una escuela, lo que le trae, a partir de 1938, conflictos muy violentos con Anna Freud. En la teoría, esta le reprocha sus concepciones del objeto, del superyó, del Edipo y de los fantasmas originarios; para ella, la envidia, la gratitud, las posiciones depresiva y esquizoparanoide no son psicoanalíticas. En la clínica, la acusa de sostener que en la cura de un niño es posible una transferencia, que vuelve inútil todo trabajo con los padres. M. Klein refuta estas críticas y reprocha a su rival no ser freudiana. En 1946 se crean dos grupos diferentes de formación de los psicoanalistas y en 1955 se funda el Melanie Klein Trust. La teoría kleiniana, que profundiza notablemente en la formación de los juicios de atribución y de existencia cuyos principios Freud había establecido en su artículo La negación (Die Verneinung, 1925), se estructura sobre dos conceptos: la posición esquizoparanoide, que combate ilusoria pero violentamente toda pérdida, y la posición depresiva, que toma verdadera nota de esta. Ambas posiciones van referidas a la pérdida, al trabajo del duelo y a la reparación consecutivos de dos objetos psíquicos parciales y primordiales, de los que todos los demás sólo son sustitutos metonímicos: el seno y el pene.

Estos dos objetos parciales entran en juego en una escena imaginaria inconciente, denominada «escena materna» por M. Klein.
En este teatro del «yo naciente», en esa otra escena donde se juegan su existencia y su atribución, estos objetos van a aparecer o a volver tras las bambalinas y su almacén de accesorios. Sus representaciones psíquicas encuentran allí los indicios de realidad, los rasgos reales y las figuraciones aptos para darles una identidad familiar y ubicable por su correspondencia con esos otros objetos reales que son los sujetos parentales. M. Klein da un bello ejemplo literario, con una obra de M. Ravel sobre un texto de Colette (1925): El niño y sus sortilegios, de estos travestimientos identificatorios elaborados por la psiquis del infans -este imaginario conoce efectivamente su momento esencial entre los tres y los diez meses-gracias a los cuales el niño se encuentra con lo extraño de los otros. La realidad exterior es por consiguiente en su teoría sólo una Weltanschauung [cosmovisión] de la realidad psíquica misma.

Pero le permite sin embargo al niño muy pequeño asegurarse cierta identidad de percepción y de pensamiento entre sus objetos imaginarios y otros más reales, adquirir luego progresivamente juicios de atribución y de existencia a su respecto, y, por último, lograr realmente un dominio de las angustias con las que lo confrontan las pulsiones de vida y de muerte, puesto que estas pulsiones exigen de él objetos reales o sustitutos imaginarios para su satisfacción. Sobre este punto, la teoría kleiniana desarrolla una elaboración interesante. ¿Puede el infans librar sin discriminación [o discernimiento] a la exigencia pulsional esos objetos que son para él el seno y el pene, así como sus duplicaciones reales parciales o totales (padres, hermano, hermana, media hermana, etc.), cuando representan para él una fundamental postura atributiva, existencial e identificatoria, y cuando, por identificación con ellos, podría quedar él mismo librado a las pulsiones? No puede hacerlo, por supuesto, pero, ¿en qué consistirá la discriminación? En dos operadores defensivos, a los que sucede, cuando operan, una serie de procesos de tipo sublimatorio. Los dos operadores son, de un lado, de orden cuantitativo; del otro, de orden cualitativo. Cuantitativamente, el objeto es fragmentado, parcializado, despedazado y multiplicado, en cierto modo, por escisión (véase escisión del objeto). Cualitativamente, una especie de mínimo común divisor reparte todo lo así escindido en dos categorías: la de lo bueno y la de lo malo. Estos dos operadores defensivos que son entonces la multiplicación por escisión y la división por clasificación abren paso después a procesos de tipo sublimatorio: la introyección en sí mismo, la proyección fuera de sí mismo y la identificación con lo que es introyectado o proyectado, pudiendo combinarse estos procesos para producir especialmente identificaciones proyectivas e introyectivas. Estos procesos son sublimatorios porque mediatizan las relaciones del sujeto con la pulsión, cuya satisfacción debe hacer desvíos suspensivos, justamente los que estos procesos le imponen. Una vez establecidos estos circuitos pulsionales complejos, producidas estas sublimaciones, los objetos, las pulsiones, las angustias y otros afectos pueden ser conservados, rechazados, retomados, destruidos, idealizados, reparados, en suma, elaborados, en tanto son así mediatizados por el niño. Esto le permite abrirse a juicios de atribución y de existencia, y también a posibilidades identificatorias, a través de las cuales el objeto sólo toma valor por su pérdida real. Esta pérdida es además la que deja caer definitivamente algo en el inconciente, lo que se expresa en el concepto de represión primaria.

Sublimaciones, defensas, posturas atributivas, existenciales o identificatorias, dominio de las pulsiones y de las angustias, represión, son funciones tradicionalmente atribuidas al yo en psicoanálisis. En efecto, la instancia del yo, inmediatamente operante a través de estas funciones vitales, se ve confrontada de entrada en la teoría kleiniana con un Edipo al que sus objetos imaginarios, duplicando los de la realidad para fundar su identidad, ponen precozmente en escena. Con este Edipo se presenta simultáneamente un superyó feroz y terrorífico, que atormenta. al sujeto, y pone en él su sentimiento inconciente de culpa. Con todo, y aunque M. Klein no lo teorice exactamente en estos términos, su concepción del yo supone un sujeto que le sea diferente y con el cual no puede confundirse. En la medida en que en efecto las relaciones objetales se relevan mutuamente desde los objetos imaginarios hasta los objetos de la realidad exterior, ¿puede acaso el yo, que ordena los hitos de las sublimaciones que labra, devenir otra cosa que uno de esos objetos, trabajado como ellos por procesos de tipo sublimatorio, como ellos partido por idénticas escisiones, como ellos reducido a las mismas clasificaciones y, finalmente, conducido como ellos a sirmlares destinos en relación con el ello? A partir de sus elaboraciones sobre la identificación, M. Klein lo trata efectivamente como tal. ¿Qué puede ser, en consecuencia, su sublimación, sino la de devenir un sujeto otro que él, un sujeto que se divida, para poder subvertirse mejor y no tener que sostenerse más que del deseo?

¿Cómo toma su valor el yo, en la teoría kleiniana, de su pérdida real, de su represión radical, para que advenga el sujeto? Por medio del superyó. Para M. Klein, este concepto está lejos de ser solamente la instancia coercitiva y moral que se cuenta entre las tres instancias creadas por Freud en la segunda tópica. En 194 1, con el fin de denunciar a Jones las malversaciones teóricas de A. Freud, le escribe que el superyó es «el punto máximo» de la teoría freudiana: «Según mi opinión, el psicoanálisis ha recorrido un camino más o menos rectilíneo hasta llegar a este descubrimiento decisivo que luego no fue nunca igualado». Este punto máximo es literalmente el falo de la teoría kleiniana. A partir de J. Lacan, el falo es el significante del deseo; toda teoría posee el propio y recibe consistencia de él; en la teoría freudiana, por ejemplo, es la castración. Despejarlo permite saber, a partir del significante del deseo que conceptualiza, qué ley simboliza su lógica. La lógica del deseo y su ley en M. Klein toman entonces sentido a partir del superyó.

La angustia primaria no es referida en nada a la castración, sino a un deseo de destrucción primordial que es deseo de muerte del otro real. Este deseo pone en escena un fantasma, en el que el sujeto destruye el cuerpo materno a fin de apropiarse de sus órganos y, en particular, del pene paterno, prototipo de todos los objetos que ese cuerpo contiene. Por lo tanto, no es sólo el órgano lo que quiere así introyectar el niño pequeño, sino también un objeto totémico, u objeto ancestral y protector; pero, como todo tótem, está prohibido gozar de él o extraer un goce de lo que se subordina a su ley. Su introyección trae consigo por lo tanto algo malo: la interdicción del incesto, la angustia correlativa que corresponde al deseo de trasgredirla, la culpa que la inscribe en una dimensión moral (o cultural) y la necesidad de castigo que constituye su proceso reparador. En la teoría kleiniana, este tótem tiene dos caras, este falo lleva un nombre simbólico: superyó, instancia arcaica en el sentido etimológico de lo que es originario y fundante, de lo que comanda y dirige, conduce y sanciona, atribuye y vuelve a tomar: «Cosa que muerde, que devora y que corta».

En consecuencia, el Edipo es pregenital, su vivencia traumática no puede ser simbolizada por el infans a no ser por el discurso del otro; la represión le es secundaria y se sostiene sólo en la parte persecutoria de este superyó, y la relación del pequeño sujeto con esta instancia puede prefigurar las ulteriores identificaciones con un agresor: de ella dependen entonces los mecanismos identificatorios. Para despojar a la madre del pene paterno que detenta en su seno, el niño debe atravesar una primera fase de desarrollo, que es una fase de femineidad «de una importancia vital e insuficientemente reconocida hasta el presente», porque el niño descubre allí el deseo de poseer un órgano particular: el pene del padre. Privar de él a la madre significa para el muy joven sujeto impedirle producir dos equivalentes simbólicos mayores: el hijo y las heces; equivalentes que están en el origen del deseo de tener, la envidia [en francés, como en el alemán Neid, el término envie implica tanto las ganas como la envidia. Véase envidia del pene], y del deseo de perder, el odio. «En este período precoz del desarrollo, la madre, que se lleva las heces del niño, es también una madre que lo desmembra y lo castra (...) En términos de realidad psíquica, ya es, también ella, el castrador».
«También ella»: el superyó debe entonces su propiedad de ser castrador a las ¡magos materna y paterna. Para M. Klein, por otra parte, el niño unifica al principio a sus dos padres y sólo los disocia para asegurar sus alianzas imaginarias cuando entra en conflictos con ellos. Conflictos que son relativos al complejo edípico precoz. La salida apacible sólo es posible por la identificación únicamente con el padre. «Por fuerte que sea la influencia del aspecto materno en la formación del superyó, es sin embargo el superyó paterno el que desde el principio posee un poder decisivo». Este retorno al padre se sitúa en el momento en que lo visible entra en escena, cuando el pene real deviene objeto de la mirada. Esta fase más bien narcisista es reparadora, porque el pene pasa allí del adentro de la escena materna al afuera del cuerpo de otro. Real que le da así sus límites a lo imaginario. Que la madre pague las consecuencias de ello le permite a su hijo reencontrarse; aprende entonces que sólo puede recibir de ella lo que le falta. Gracias a esta falta, el superyó, librado de su lastre, retorna significancia totémica y vuelve a ser ley del deseo antes que un perseguidor identificador. No podemos sino lamentar la ausencia completa de una reflexión acerca del goce en M. Klein. De las obras de M. Klein citaremos especialmente Psicoanálisis de niños (1932), Ensayos de psicoanálisis (1947), Desarrollos en psicoanálisis (1952), Envidia y gratitud (1957). 



Melanie Klein-El Ortiba

La posición depresiva


La posición depresiva 


Para Klein la posición depresiva constituye un "progreso" en relación a la posición esquizoparanoide, si bien ambas posiciones pueden alternarse y aún coexistir en algunas circunstancias.
1) la ansiedad aquí es depresiva
2)El objeto es total y se siente ambivalencia por él
3)El yo termina de constituirse
4)las defensas son las mismas pero en tanto defienden al yo de la angustia depresiva devienen defensas maniacas
1)El temor en este caso es haber dañado al objeto y la ansiedad depresiva va acompañada de culpa por ese daño imaginario al objeto.
2)El sujeto percibe sus impulsos destructivos dirigidos al objeto, el objeto se integra y es amado y odiado al mismo tiempo. Su consecuencia, como indiqué anteriormente, es la ambivalencia; es el amor y el odio no ya hacia objetos distintos (pecho bueno o pecho malo), sino hacia el mismo objeto.
Esta integración de objeto permite una mayor integración del yo. El objeto unificado es vivido como dañado. Sigue habiendo disociación entre un objeto total vivo y otro total dañado y moribundo.

La culpa devendrá duelo y la culpa llevará al concepto de reparación. Esta reparación permitiría creer en la posibilidad de la cura por el amor, pero se ve en los casos clínicos que Klein nos presenta, como esa reparación es siempre fallida.
La reparación forma parte de la posibilidad de sublimar y será lo que mantenga a raya la depresión. El duelo podría ser una forma de teorizar en Klein el tema del objeto perdido freudiano, que se transformará en un objeto que es necesario perder. Este duelo permitirá la identificación renovando la posibilidad de renovar los lazos con el mundo externo.

Así como para Freud en la melancolía la sombra del objeto cayó sobre el yo, constituyéndose en algo inasimilable que permite explicar el suicidio melancólico, en tanto no se trata de matarse sino de destruir a esto inasimilablemente otro que hay en el yo, en Klein esta "sombra" siempre esta en el yo. Así Klein dirá: "solo si el objeto ha sido amado como un todo, su perdida puede ser sentida como total." La perdida del objeto conlleva la perdida del yo y de ahí el carácter abrumador que tiene esta perdida.

En su artículo El duelo en su relación con los estados maníaco depresivosdirá Klein: "mi experiencia me ha llevado a la conclusión de que, si bien es cierto que el rasgo normal del duelo es el establecimiento por parte del individuo del objeto amado y perdido dentro de sí, no está haciéndolo por primera vez, sino que a través del trabajo de duelo está reinstalando ese objeto así como todos sus objetos internos amados que siente haber perdido". Cada duelo reactiva las antiguas ansiedades por los objetos dañados o destruidos. El duelo es una repetición de lo vivido en la posición depresiva.

Si esta posición depresiva fue bien elaborada en su momento, los duelos posteriores serán exitosos. El complejo de Edipo permite que los objetos parciales desempeñen su papel mientras se establece la relación con los objetos totales. Por eso puede haber, como se señalará después, envidia hacia los objetos parciales, coexistiendo con la elaboración de la posición depresiva, que es la de constituir los objetos como totales.

Es alejar el interés del pecho materno más que alejarse de la madre, lo que incrementará la posibilidad de simbolizar y sublimar.
La represión que sucederá a la escisión no conlleva el peligro de desintegración que si tiene la escisión.
Dirá Klein en Algunas conclusiones sobre la vida emocional del lactante: "En la medida en que durante los tres o cuatro primeros meses de vida fue capaz de incorporar y establecer dentro de sí el objeto bueno que forma el núcleo del yo. Si este proceso fue exitoso- lo que implica que la ansiedad persecutoria y los procesos de escisión no son excesivos y que cierto grado de integración ha sido logrado- el yo puede introyectar y establecer el objeto total y atravesar la posición depresiva."
En Envidia y gratitud (1957) escribirá: "Si el objeto bueno se halla profundamente arraigado, la disociación es distinta y se produce la integración del yo y la síntesis de los objetos. Se mitigara así el odio por el amor y se establecerá la identificación con el objeto bueno total "

Al hablar de envidia primaria, en tanto se envidia al objeto bueno, hay algo que la envidia hace fracasar como se constata en los momentos de mejoría del paciente cuando surge un reagravamiento que Klein adjudicará a la reacción terapéutica negativa, intento de infinitizar la cura, uno de los obstáculos a la cura que Freud ya describió en 1923 en El yo y el elloEsto se debe a que las buenas interpretaciones del analista son equiparadas a un buen alimento, proveniente del pecho bueno. Se envidiará dirá Klein la capacidad del analista de interpretar y esto producirá detenciones en la cura. La crítica destructiva, ligada a la transferencia negativa será particularmente evidente en pacientes paranoides. Es evidente que como lo afirma Klein el pecho no es un objeto físico sino que confluyen en él la totalidad de los deseos y fantasías inconscientes que le infunden cualidades que van mucho más allá del alimento, y aún metafóricamente de la interpretación que proporciona.

Vemos entonces surgir resistencias equivalente a las que Freud describe en relación a las resistencias del Ello y del Superyo, en la Addenda de Inhibición, síntoma y angustia.

Esta envidia que se dirige al pecho bueno, convirtiéndolo entonces, en persecutorio, hará poner en cuestión las posiciones kleinianas a partir de 1957. No desarrollaré este tema. Simplemente la nombró por que es una de las formas de tematizar el fracaso con el "buen encuentro" y "la cura por el amor" en la obra Kleiniana.

La envidia, la voracidad, los celos son distintas maneras de nombrar la dificultad de este buen encuentro y como dije están absolutamente referidas a la pulsión de muerte. La envidia esta en relación al pecho bueno, busca robar los contenidos maternos y colocar especialmente en su pecho excrementos y partes malas del yo a fin de dañarla y destruirla mediante la identificación proyectiva. La voracidad es un deseo vehemente, impetuoso e insaciable que excede lo que el sujeto necesita y lo que el objeto es capaz y esta dispuesto a dar. Se trata del deseo de vaciar es decir predomina la introyección destructiva. Los celos a diferencia de lo que plantea Freud incluyen tres personas, mientras que la envidia es en relación a un objeto, cuyo estatuto llevo a Eric Laurent a hablar de lapsus del acto, justamente por la dificultad de su instrumentación en la práctica kleiniana.

viernes, 9 de mayo de 2014

Posición Esquizo-Paranoide: Melanie Klein



Posición Esquizo-paranoide

La conceptualización de la posición esquizo-paranoide es el corolario de la evolución de la temprana teorización kleiniana acerca de la existencia de temores persecutorios fantasmáticos en los niños pequeños y la capacidad de los mismos de disociar el objeto. El paso intermedio en la evolución de la teoría consistió en considerar un estado paranoide rudimentario como una etapa precoz del desarrollo situado en la fase anal primaria . Posteriormente, al describir la posición paranoide, Klein la considera el primer tipo de relación de objeto de la fase oral, con aspectos ideales y aspectos persecutorios.
Mantiene la diferenciación de Abraham entre objetos parciales y objetos totales, otorgándoles características nuevas. Postula que las relaciones de objeto parcial, la escisión y la ansiedad persecutoria se presentan juntas y preceden a la integración.
En 1942 toma de Fairbairn el término esquizo y denomina a la primera posición esquizo-paranoide a fin de destacar la coexistencia de la escisión y la ansiedad persecutoria.
Desde una época temprana de su teorización Klein sostiene que la ansiedad se origina en la acción interna del instinto de muerte. La alteración del equilibrio pulsional es inaugurada por el nacimiento y se repite cada vez que privaciones de origen interno o externo intensifican las pulsiones agresivas.
Klein considera que el niño está en un conflicto pulsional entre la libido y la agresividad desde los inicios, conflicto que encara a través de la deflexión del instinto de muerte y la constitución de un objeto escindido.
Supone la existencia de un yo temprano, débil y no integrado pero no obstante capaz de instrumentar, bajo la acción de las pulsiones de vida, los primeros mecanismos de defensa: escisión, proyección, introyección. Estos mecanismos son de defensa ante la ansiedad de aniquilamiento. Ese yo incipiente registra la angustia, se relaciona con un primer objeto y opera mecanismos de defensa primitivos y, por lo tanto, extremos. Dicho de otro modo, opera con fantasías relacionadas con un objeto. En relación a las características de ese yo, Klein manifiesta su acuerdo con Winnicott en cuanto a considerarlo carente de cohesión y con una tendencia a integrarse que alterna con una tendencia a desintegrarse.
Un yo que posee ciertos rudimentos de integración y cohesión y progresa constantemente en esa dirección. También realiza desde el comienzo de la vida postnatal algunas funciones fundamentales; por ejemplo usa los procesos de escisión y la inhibición de deseos instintivos como algunas de sus defensas contra la ansiedad persecutoria, vivenciada por el yo a partir del nacimiento.
A partir de las primeras experiencias el lactante se relaciona con un objeto parcial bueno, resultante de la proyección de la pulsión de vida (pecho bueno) y con un objeto parcial malo, resultante de la proyección de la pulsión de muerte (pecho malo). Cuando la disociación se realiza bajo predominio de la pulsión de muerte encontramos que las características del objeto viran de bueno a idealizado y de malo a persecutorio,terrorífico. Las características de tales objetos están, por lo tanto, íntimamente relacionadas con las características de los impulsos que sobre ellos se proyectan. El pecho como primer objeto, y los objetos que se internalizan posteriormente, adquieren en los momentos en que el bebé atraviesa estados de frustración y odio las características oral-sádico, sádico-uretrales y sádico-anales de las pulsiones del lactante.
La introyección del pecho bueno constituye el núcleo del yo. El interjuego de proyección-introyección lleva en un segundo momento a la internalización del pene paterno.
Se trata de objetos parciales tanto por constituirse a partir de una parcialidad del objeto causada por el dominio de la pulsión oral como por tener sólo una cualidad: bueno o malo. Puede decirse que el objeto parcial es totalmente bueno o totalmente malo.
Las privaciones, al intensificar las pulsiones agresivas, generan la voracidad con el consiguiente aumento de la frustración y, por lo tanto, de la ansiedad persecutoria. La voracidad es una emoción básicamente oral, muy vinculada con la envidia.
Los detalles de sus fantasías sádicas determinan el contenido de su temor a los perseguidores internos y externos y, en primer lugar, el pecho retaliativo(malo).Como los ataques fantaseados dirigidos contra el objeto son fundamentalmente influidos por la voracidad, el temor a la voracidad del objeto , debido a la proyección, constituye un elemento esencial de la ansiedad persecutoria: el pecho malo devorará al bebé con la misma voracidad con que él desea devorarlo. Sin embargo, aún durante el estadio primitivo, la ansiedad persecutoria es en cierta medida contrarrestada por la relación del lactante con el pecho bueno.
Considera que la fórmula instintual está constitucionalmente determinada, aunque toma en cuenta las características reales del vínculo en cuanto a su capacidad de acrecentar o atemperar la ansiedad persecutoria.
El hecho de que una buena relación con la madre y con el mundo ayuda al bebé a superar sus primeras ansiedades paranoides, arroja nueva luz sobre la importancia de las primeras experiencias(...) sólo desde que sabemos más sobre la naturaleza y contenido de sus primeras ansiedades y el interjuego constante entre sus experiencias reales y su vida de fantasía, podemos comprender plenamente porqué el factor externo es tan importante.
El pecho gratificador que ha sido internalizado bajo el dominio de la libido de succión es sentido como completo y actúa como núcleo del yo, contrarrestando los procesos de escisión y dispersión y favoreciendo la integración. O sea que la introyección estable del objeto bueno es una precondición para el desarrollo normal.
En relación a los mecanismos de defensa encontramos que el mecanismo de la escisión es central en la obra kleiniana. Cuando Klein toma el término esquizoide remarca la tendencia del yo a escindir el objeto y a sí mismo. La escisión como movimiento fundante va intrínsecamente acompañada de la deflexión (desviación) del instinto de muerte, inaugurando la dialéctica proyección-introyección.
La escisión o clivaje es la defensa más primitiva contra la angustia generada por la operancia del instinto de muerte; el objeto de las pulsiones eróticas y destructivas es escindido en un objeto bueno y en un objeto malo, los que tienen una autonomía relativa entre sí.
El clivaje del objeto se realiza principalmente por el clivaje de los impulsos y su proyección, secundariamente por las características de gratificación o frustración de la relación con el objeto. En la medida que el interjuego de introyección y proyección está en el origen del yo, la escisión del objeto implica la escisión del yo.
Klein va acentuando su carácter funcional, discriminador y fundante de las diferenciaciones psique-soma. Es el principal mecanismo que, junto a la proyección e introyección, va organizando un mundo interno diferenciado a partir de la indiscriminación inicial. Su modalidad va cambiando acorde a la complejidad del mundo interno y al predominio del instinto de muerte o no en su aplicación.
...existen grandes variaciones en la fuerza, frecuencia y duración de los procesos de escisión (no solamente en individuos distintos sino en un mismo niño en distintos momentos). La rápida alternancia, o incluso, según parece, simultaneidad, de una multitud de procesos, es parte de la complejidad de la vida emocional temprana. Por ejemplo, podemos ver que juntamente con la escisión del pecho en dos aspectos, amado y odiado(bueno y malo) existe una escisión de distinta naturaleza que origina la sensación de que el yo, así como su objeto, está despedazado; estos procesos subyacen a los estados de desintegración. Estos estados(...)alternan con otros en los que va en aumento el grado de integración del yo y la síntesis del objeto.
Esto significa que la fragmentación puede o no dominar en los primitivos procesos de escisión.
Con la posterior profundización de los conceptos de identificación proyectiva y envidia , Klein va precisando las modificaciones cualitativas de la escisión en la construcción del mundo interno.
Retomando mi concepto acerca de los conceptos primarios de disociación, he adelantado recientemente la hipótesis de que para el desarrollo normal es esencial que en la más temprana infancia tenga lugar la división entre el objeto bueno y el malo, entre el amor y el odio. Cuando tal división no es demasiado severa, pero lo suficiente como para diferenciar entre bueno y malo, forma según mi punto de vista uno de los elementos básicos para la estabilidad y salud mental. Esto significa que el yo es suficientemente fuerte como para no ser abrumado por la ansiedad y que junto con la disociación se está llevando a cabo cierta integración (aunque en forma rudimentaria) que sólo es posible si en la fusión el instinto de vida predomina sobre el de muerte.
Las modalidades de la escisión inciden en forma directa en las modalidades que toman posteriormente las defensas obsesivas y la represión. Klein considera la represión un procedimiento más exitoso para detener y modificar las ansiedades. Aparecería en el segundo año de vida sobre las bases de diferenciación e integración logradas a través de mecanismos más tempranos.
En relación a la idealización se relaciona, por un lado, con la gratificación alucinatoria de deseos que sustentaría la creencia en un pecho gratificador en forma ilimitada y, por otro, en la necesidad de defenderse del pecho perseguidor. En este mecanismo intervienen, además, la negación y el control omnipotente.
Dentro de los desarrollos teóricos de la posición esquizo-paranoide es de central importancia el concepto de identificación proyectiva, sumamente relacionado a las problemáticas y destinos de la escisión. A causa de dicha importancia será tratado en forma separada.
Durante la posición esquizo-paranoide hay momentos de integración del objeto y del yo, que implican un comienzo de la ambivalencia, aunque en relación a objetos parciales.
El progreso en los procesos de síntesis atenúa la escisión objeto bueno-objeto malo y lleva a que el niño se relacione con su madre como una totalidad. Esto inaugura la posición depresiva e inicia el Complejo de Edipo temprano.

jueves, 10 de octubre de 2013

Posiciones esquizoparanoide y depresiva

Posiciones Esquizoparanoide y Depresiva. El legado de Melanie Klein



Posiciones esquizo-paranoide y depresiva, Depresivo Posición, Además pensamiento con respecto a las posiciones





En la teoría de las relaciones de objeto, la posición esquizo-paranoide es un estado de la mente de los niños, desde el nacimiento hasta cuatro o seis meses de edad.
Melanie Klein ha descrito las etapas más tempranas de la vida psíquica infantil en términos de un ciclo de desarrollo a través de ciertas posiciones. Una posición, para Klein, es un conjunto de funciones psíquicas que corresponden a una fase determinada de desarrollo, siempre que aparece durante el primer año de vida, pero que están presentes en todo momento a partir de entonces y puede reactivarse en cualquier momento. Hay dos posiciones principales: la posición esquizo-paranoide y la posición depresiva posterior. La posición anterior más primitiva es la posición esquizo-paranoide y si el entorno de un individuo y que lo crearon son satisfactorios, él o ella pasará por la posición depresiva.
La posición esquizo-paranoide se considera el estado de ánimo de los niños desde el nacimiento hasta cuatro o seis meses de edad. A pesar de esta posición se convierte en la siguiente posición, es normal que se mueva hacia atrás y hacia adelante entre las dos posiciones, aunque algunas personas operan en la posición esquizo paranoide durante gran parte del tiempo. Como uno de los creadores de la teoría de las relaciones de objeto, Klein ve emociones como siempre relacionado con otras personas u objetos de las emociones. Las relaciones durante estos primeros meses no son objetos completos, sino sólo a los objetos de la parte, como el pecho, las manos de la madre, su cara, etc
Paranoid refiere a la ansiedad paranoide central, el miedo a la maldad invasora. Esto es experimentado como viniendo desde el exterior, pero en última instancia se deriva de la proyección de la pulsión de muerte. Ansiedad paranoide puede ser entendida en términos de ansiedad acerca de la aniquilación inminente, y se deriva de un sentido de la pulsión de destrucción o la muerte del niño. En esta posición antes de la internalización seguro de un buen fin de proteger el ego, las ofertas ego inmaduro con su ansiedad por la división de los malos sentimientos y proyectar a cabo. Sin embargo, esto hace que la paranoia. Esquizoide se refiere al mecanismo de defensa central: la división, la separación vigilantes del bien objeto del objeto malo.
Klein postuló que un desarrollo sano implica que el niño tiene que dividir su mundo externo, sus objetos y sí en dos categorías: buenos y malos. Esta división permite introyectar e identificarse con el bien. En otras palabras: la división en esta etapa es muy útil, ya que protege el bien de ser destruido por el mal. Más tarde, cuando el ego se ha desarrollado lo suficiente, lo malo puede ser integrado, y la ambivalencia y el conflicto se puede tolerar.
Más tarde, con mayor madurez y la resolución de la posición depresiva, el ego es capaz de reunir el objeto bueno y malo lo que conduce a relaciones de objeto entero. Lograr esto implica el duelo por la pérdida del objeto idealizado y ansiedades depresivas asociadas.
Klein describe el desarrollo como de proceder a través de dos fases: la posición esquizo-paranoide y la posición depresiva. En la posición esquizo-paranoide, la inquietud principal es la paranoia y la hipocondría, y el miedo es el mismo.
Cuando las cosas van bien, la madre se experimenta como una figura toda benigno. Sin embargo, inevitablemente, cuando las necesidades o deseos de los jóvenes bebe no se cumplen de inmediato por la madre, porque ella no está allí para cumplir con ellas, la ausencia del bien objeto se experimenta como la presencia del objeto malo.
El objeto malo es entonces odiaba y phantasie es atacado. El objeto frustrante odiado rápidamente se convierte en persecución, ya que se imaginaba para vengarse de una manera similar a la forma en que está siendo tratado. Por ello, el bebé se siente perseguido, por lo tanto, la "paranoia" en esquizoide paranoico.
Además de las partes malas del yo que se derivan de la pulsión de muerte que se proyecta sobre el objeto, también se prevé que la bondad sobre el objeto. Es fácil ver por qué se prevé que la maldad fuera del auto en lugar de lo que se sentía al estar dentro. Es más difícil entender por qué la bondad también puede proyectarse hacia fuera. La razón es que la persona no se siente que ellos pueden sostener bien y es más seguro para que pueda ser puesto en el objeto. Esta es la base para la idealización, y puede ser útil en ciertas situaciones, por ejemplo, idealizar un cirujano que está operando.
La proyección de la maldad en el objeto es la base del racismo, la homofobia o cualquier otro odio irracional de otro grupo visto como diferente de sí mismo, por ejemplo, agentes inmobiliarios, los liberales, los ciclistas, madres solteras, los norteños, los sureños, guardias de tráfico, etc
Con el tiempo, el bebé se vuelve más capaz de tolerar la frustración y retener el objeto bueno por períodos cada vez, lo que permite al bebé a tolerar sus propios malos impulsos sin temor a que estos se destruyen. Esto permite una visión más realista de sí mismo y el objeto de poseer atributos buenos y malos, lo que lleva a una mayor integración y madurez de la posición depresiva.
Klein insiste en que las partes buenas y malas del yo se proyecta sobre o en el objeto. Esto representa el funcionamiento de la vida y la pulsión de muerte, de amor y odio.

Depresivo Posición

Klein vio la posición depresiva como un importante hito en el desarrollo que sigue madurando durante toda la vida. La división y parte las relaciones de objeto que caracterizan la fase anterior se logró mediante la capacidad de percibir que el otro que frustra es también el que gratifica. Defensas esquizoides están todavía en pruebas, pero los sentimientos de culpa, el dolor y el deseo de reparar el dominio ganancia en el desarrollo de la mente.
En la posición depresiva, el niño es capaz de experimentar a los demás como conjunto, lo que altera radicalmente las relaciones de objeto de la primera etapa:. 3 "Antes de la posición depresiva, un buen objeto no es en modo alguno lo mismo que un objeto malo es. Es sólo en la posición depresiva que las cualidades polares pueden ser vistos como diferentes aspectos de un mismo objeto ": 37. Aumentar la cercanía del bien y del mal trae una integración correspondiente del ego.
En un desarrollo que Grotstein denomina la "división primitiva", 39 el niño se da cuenta de la separación de la madre. Esta conciencia permite culpa surgen en respuesta a los infantes fantasías agresivas anteriores cuando el mal se dividió de la buena. Las madres ausencias temporales permiten la restauración continua de su "como una imagen de la representación" en la mente infantil: Se ha obtenido 39 pensamiento simbólico ahora puede surgir, y sólo puede surgir una vez que el acceso a la posición depresiva.. Con la conciencia de la escisión primordial, se crea un espacio en el que el símbolo, la simboliza, y el sujeto que experimenta coexisten. La historia, la subjetividad, la interioridad y la empatía todas son posibles.
Las ansiedades propias de la posición depresiva cambio de un miedo de ser destruido a un temor a destruir otros. De hecho, ni la fantasía, ahora se da cuenta de la capacidad de dañar o ahuyentar a una persona que se ama ambivalente. Las defensas características de la posición depresiva incluyen las defensas maníacas, la represión y la reparación. Las defensas maníacas son las mismas defensas evidenciadas en la posición esquizo-paranoide, pero ahora se movilizaron para proteger la mente de la ansiedad depresiva. A medida que la posición depresiva trae consigo una creciente integración en el ego, las defensas anteriores cambian en carácter, cada vez menos intenso y permitirá aumentar el conocimiento de la realidad psíquica: 73.
Al trabajar a través de la ansiedad depresiva, las proyecciones se retiran, permitiendo que el otro más autonomía, la realidad y una existencia separada. El niño, cuyo fantasías destructivas se dirigieron hacia la mala madre que frustra, ahora empieza a darse cuenta de que el mal y el bien, frustrante y saciante, que siempre es la misma madre. Culpabilidad inconsciente de fantasías destructivas surge en respuesta a la constante amor y la atención proporcionada por los cuidadores.
 temor de perder al ser amado se activan, un paso muy importante que se hace en el desarrollo. Estos sentimientos de culpa y angustia ahora entran como un nuevo elemento en la emoción del amor. Se convierten en una parte inherente de amor, y que influyen profundamente tanto en calidad como en cantidad: 65.
A partir de este hito del desarrollo venga la capacidad de solidaridad, responsabilidad y preocupación por los demás, y la capacidad de identificarse con la experiencia subjetiva de la gente se preocupa. :65-66 Con la retirada de las proyecciones destructivas, la represión de los impulsos agresivos toma lugar. :72-73. El niño permite que los cuidadores una vida más independiente, lo que facilita el aumento de la diferenciación de la realidad interna y externa. Omnipotencia se reduce, lo que corresponde a una disminución de la culpabilidad y el miedo a la pérdida: 16.
Cuando todo va bien, el desarrollo del niño es capaz de comprender que otros externos son personas autónomas con sus propias necesidades y la subjetividad.
Anteriormente, ausencias prolongadas del objeto se experimentan como persecutoria, y, de acuerdo con la teoría de la fantasía inconsciente, el niño perseguido phantisizes destrucción del objeto malo. El objeto bueno que luego llega no es el objeto que no llegó. Del mismo modo, el niño que destruyó el objeto malo no es el niño que ama el bien objeto.
En la fantasía, la buena madre interna puede ser físicamente destruidos por los impulsos agresivos. Es crucial que las figuras parentales reales están para demostrar la continuidad de su amor. De esta manera, el niño percibe que lo que ocurre con los objetos buenos en la fantasía no le suceda a ellos en la realidad. La realidad psíquica se le permite evolucionar como un lugar separado de la literalidad del mundo físico.
A través de la experiencia repetida con la buena crianza de los hijos es suficiente, la imagen interna que el niño tiene de los otros externos, es objeto interno del niño, se modifica por la experiencia y la imagen se transforma, la fusión de experiencias de buenas y malas que se haga más semejante al objeto real. En términos freudianos, el principio del placer es modificado por el principio de realidad.
Melanie Klein vio esta superficie de la posición depresiva como un prerrequisito para la vida social. Por otra parte, se considera la creación de un interior y un mundo exterior como el inicio de las relaciones interpersonales.
Klein sostiene que las personas que nunca tienen éxito en el trabajo a través de la posición depresiva en su infancia se, por lo tanto, seguir luchando con este problema en la vida adulta. Por ejemplo: la causa de que una persona puede mantener que sufre de intensos sentimientos de culpa por la muerte de un ser querido, puede encontrarse en la posición en bruto a través depresivo. La culpa no es debido a una falta de diferenciación entre la fantasía y la realidad. También funciona como un mecanismo de defensa para defender el auto contra los sentimientos insoportables de tristeza y dolor, y el objeto interno de la persona amada en contra de la rabia insoportable del ser, que, se teme, podría destruir el objeto interno siempre.

Además pensamiento con respecto a las posiciones

Wilfred Bion articula la naturaleza dinámica de las posiciones, un punto enfatizado por Thomas Ogden, y ampliado por John Steiner en términos de "" El equilibrio entre las posiciones esquizo-paranoide depresivos y "'. Ogden y James Grotstein han continuado explorando estados infantiles tempranas de la mente, y la incorporación de la obra de Donald Meltzer, Ester Bick y otros, postulan una posición anterior a la esquizo-paranoide. Grotstein, siguiente Bion, también plantea la hipótesis de una posición trascendente que surge tras la incorporación de la posición depresiva. Este aspecto de ambos Ogden y el trabajo de Grotstein sigue siendo controversial para muchos dentro de la teoría clásica de las relaciones de objeto.