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domingo, 31 de enero de 2021

Trastornos con manifestaciones psicóticas

 


El término «psicosis» se emplea para referirse a aquellos trastornos de la mente caracterizados por una cierta pérdida de contacto con la realidad. Cuando una persona sufre este tipo de trastorno se dice que ha tenido un «episodio psicótico».

La psicosis afecta principalmente a los jóvenes adultos y es bastante común. Cerca de 3 de cada 100 jóvenes sufrirán un episodio psicótico, lo cual significa que entre este sector de la población la psicosis es más común que la diabetes. La mayor parte de los afectados consigue una plena recuperación del trastorno.

La psicosis puede afectar a cualquiera, y como toda enfermedad, es susceptible de tratamiento.

¿Cuáles son los síntomas?

La psicosis suele provocar cambios en el estado de ánimo y en la forma de pensar, dando lugar a ideas anormales, por lo que resulta difícil entender lo que está sintiendo la persona afectada.

Con objeto de comprender en qué consiste la experiencia psicótica, es útil clasificar por grupos algunos de los síntomas más característicos.

Pensamientos confusos

Los pensamientos más comunes se vuelven confusos o dejan de guardar una relación adecuada entre sí. La expresión oral se vuelve difícil de entender o no tiene sentido. En algunos casos le cuesta a la persona concentrarse, seguir el hilo de la conversación o recordar las cosas. Sus pensamientos parecen acelerarse o volverse más lentos.

Creencias falsas

Con frecuencia la persona afectada de un episodio psicótico tiene creencias falsas, conocidas como delirios. A tal grado está convencida de la verdad del delirio que ningún razonamiento, por más lógico que sea, es capaz de desengañarla. Por ejemplo, basándose en la manera en que los coches se encuentran estacionados fuera de su casa, llega a creer que la policía la está vigilando.

Alucinaciones

Por efecto de la psicosis, la persona ve, oye, siente, huele o percibe con el gusto cosas que en realidad no están presentes. Por ejemplo, oye voces que nadie más alcanza a oír, ve objetos inexistentes, o percibe el olor o el sabor de las cosas de tal manera que le parece que están echadas a perder o incluso envenenadas.

Cambios afectivos y de percepción

A veces la forma de sentir de la persona cambia de repente, sin causa aparente, provocando que se sienta rara y aislada del mundo y le parezca que las cosas se mueven con una gran lentitud. Son frecuentes los cambios bruscos en el estado de ánimo, y la persona se siente extrañamente excitada o deprimida. O bien, parece que sus emociones pierden intensidad, siente menos que antes, o manifiesta menos sus emociones a quienes le rodean.

Cambios de conducta

Las personas afectadas de psicosis presentan conductas distintas a las que acostumbran tener. En algunos casos, se vuelven extremadamente activas, o bien les sobreviene un gran letargo que les hace estar sin hacer nada durante todo el día. Se echan a reír en momentos inoportunos, o se enojan o se sienten contrariadas sin motivo aparente. Muchas veces, estos cambios de conducta se relacionan con los síntomas arriba señalados. Por ejemplo, si la persona cree que se encuentra en peligro, llama a la policía, o si se cree Jesucristo, se pasa el día predicando por las calles. En otros casos, deja de comer por temor a que la comida esté envenenada o le cuesta conciliar el sueño porque tiene miedo de algo.

Los síntomas varían de una persona a otra y en algunos casos cambian con el tiempo.

El primer episodio de psicosis

Cuando una persona sufre por primera vez síntomas psicóticos o un episodio de psicosis, es posible que no entienda lo que le sucede. Los síntomas pueden resultarle completamente desconocidos, provocándole una gran perturbación y dejándola en un estado de confusión y angustia. Por otra parte, esta angustia se ve aumentada por los mitos y estereotipos de signo negativo relativos a la enfermedad mental que todavía son comunes en la sociedad.

El episodio psicótico se desarrolla en tres fases cuya duración respectiva varía según la persona.

1ª fase: el pródromo:

      Los primeros síntomas son vagos y apenas perceptibles. En algunos casos cambia la manera en que la persona describe sus sentimientos, pensamientos y emociones.

2ª fase: aguda:

      Se presentan síntomas claros de psicosis, tales como alucinaciones, delirios o ideas confusas.

3ª fase: la recuperación:

    La psicosis tiene tratamiento y en la mayoría de los casos el paciente se recupera. Las características específicas de la recuperación varían según el caso.

Las personas se recuperan de un primer episodio de psicosis, y en muchos casos nunca vuelven a sufrir otro. 

¿Cuáles son los diferentes tipos de psicosis?

La psicosis afecta a cada persona de diferente manera y durante las etapas iniciales no siempre es útil poner un nombre o una etiqueta a la enfermedad. No obstante, cuando una persona padece psicosis, se le suele diagnosticar una enfermedad psicótica específica. «Diagnosticar» significa determinar la naturaleza de una enfermedad sobre la base de los síntomas que presenta el paciente, y el diagnóstico dependerá tanto de los factores que hayan provocado la enfermedad como del tiempo que duren los síntomas. En el caso de un primer episodio de psicosis, resulta particularmente difícil determinar con exactitud el tipo de psicosis de que se trata, porque aún se desconoce en gran medida cuáles han sido los factores que la provocaron. No obstante, conviene estar familiarizado con algunos de los términos que se suelen emplear al diagnosticar diferentes tipos de psicosis.

Psicosis inducida por las drogas

El consumo de drogas o de alcohol, así como la abstinencia tras un consumo prolongado, pueden provocar síntomas psicóticos. En algunos casos los síntomas se resuelven rápidamente al irse pasando los efectos de la sustancia, en tanto que en otros la enfermedad, aunque comenzó como una psicosis inducida por drogas, se hace más prolongada.

Psicosis orgánica

A veces los síntomas psicóticos aparecen a consecuencia de lesiones de la cabeza o enfermedades orgánicas que afecten el funcionamiento del cerebro, tales como la encefalitis, el SIDA, o un tumor. En estos casos, suelen presentarse junto con la psicosis otros síntomas, tales como amnesia o confusión.

Psicosis reactiva breve

En ocasiones los síntomas psicóticos surgen de repente como respuesta a una situación de mucha tensión en la vida de la persona, tales como un cambio importante en sus circunstancias personales, o la muerte de un familiar. Aunque los síntomas pueden ser agudos, la persona se recupera en pocos días.

Trastorno delirante

En el trastorno delirante, el síntoma principal es la firme creencia en cosas que no son ciertas.

Esquizofrenia

El término esquizofrenia se emplea para referirse a aquellas enfermedades psicóticas en que los cambios de conducta o los síntomas persisten durante un período no inferior a los seis meses. Tanto los síntomas como la duración de la enfermedad varían según el caso, y al contrario de lo que se suele creer, muchas personas afectadas de esquizofrenia llevan una vida plena y feliz, logrando muchas de ellas una total recuperación.

Trastorno esquizofreniforme

No se distingue de la esquizofrenia, salvo en que los síntomas han persistido durante menos de seis meses.

Trastorno bipolar (maníaco depresivo)

En el trastorno bipolar, la psicosis se presenta como parte de una alteración afectiva más generalizada, caracterizada por alternancias violentas entre la gran excitación (manía) y la melancolía (depresión). En caso de presentarse síntomas psicóticos, suelen corresponder al estado anímico de la persona: por ejemplo, si está deprimida oye voces que le dicen que debe suicidarse, en tanto que si experimenta una excitación o euforia anormales, se cree un ser excepcional capaz de realizar grandes hazañas.

Trastorno esquizoafectivo

Este diagnóstico corresponde a la presencia simultánea o consecutiva tanto de síntomas de trastorno afectivo (tales como la depresión o la manía) como de psicosis. Es decir, el cuadro clínico no es típico ni del trastorno afectivo ni de la esquizofrenia.

Depresión psicótica

Consiste en una depresión aguda combinada con síntomas psicóticos, sin que en ningún momento de la enfermedad se lleguen a producir períodos de manía o excitación, por lo que se distingue del trastorno bipolar.

¿Cuáles son las causas de la psicosis?

Existen diversas teorías sobre las causas de la psicosis, pero aún queda mucha investigación por hacer.
Hay ciertos indicios de que se debe a una combinación, aún no bien comprendida, de factores biológicos que durante la adolescencia o los primeros años de la vida adulta crean susceptibilidad a los síntomas psicóticos, los cuales suelen desencadenarse en la persona susceptible como respuesta al estrés, al abuso de drogas o a los cambios sociales. La importancia de algunos factores será mayor o menor según el caso.

En el caso del primer episodio de psicosis, las causas resultan especialmente difíciles de determinar, por lo que la persona debe someterse a un minucioso examen médico con objeto de detectar posibles causas orgánicas y realizar un diagnóstico que sea lo más preciso posible. Por lo general, este examen supone la realización de diversos análisis así como una entrevista pormenorizada con un especialista en el área de la salud mental, ya que existen muchos tipos de psicosis. La evolución y el pronóstico de la enfermedad varían según la persona.

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Tfno.: +34 653 379 269.          Instagram: @psicoletrazaragoza rcordobasanz@gmail.com                                Página Web: Psicólogo Zaragoza.                  

domingo, 20 de agosto de 2017

Automatismo Mental Clérambault

Minkowski explica el concepto de automatismo mental. Hay que decir que antes y, sobre todo después, aparecieron teóricos y clínicos que solapaban el criterio riguroso del genial Clérambault:

"es una noción puramente psiquiátrica; alude a los fenómenos que la conciencia mórbida, contrariamente a lo que pasa habitualmente, no logra referir a sí misma y que, en consecuencia, le parecen como si se desarrollasen independientemente de ella y, en este sentido, de "forma automática"; a fin de cuentas tiende a atribuirlas a causas exteriores. Se llega así a los fenómenos patológicos del tipo del eco del pensamiento o del rapto de la mente, de la enunciación de los actos, de los diálogos interiores, de las alucinaciones motrices, del sentimiento del influjo, etc"

Minkowski, E.: El tiempo vivido: estudios fenomenológicos y psicológicos.

miércoles, 9 de agosto de 2017

Ventrílocuo

La metáfora promovida por Jules Baillarger de la marioneta en manos del "ventrílocuo", esto es, del sujeto alucinado hablado por el lenguaje, resulta tan palmaria como escalofriante. El propio Baillarger, el primer gran estudioso de la materia, observa que las alucinaciones del oído son las más frecuentes en los alienados y ofrece de ellas algunas características fenomenológicas que nos ayudan a distinguirlas de otras experiencias que se les asemejan sólo de lejos. Cuando describe las voces que hablan a los alucinados en segunda persona, advierte: "[estas voces] les amenazan, les injurian. Lejos de tomarse entonces esas amenazas y esas injurias como un producto de su inteligencia, tienen por el contrario la convicción de que todo eso proviene de sus enemigos"; al referirse a las que hablan en tercera persona, precisa: " [el alucinado asiste, por así decir, como un simple espectador a una conversación de la que es el objeto". Rubricando estos aspectos fenomenológicos, ese loco de genio que fue Schreber aporta su propia experiencia y afirma con rigor y autoridad: "[Las voces] son un puro absurdo, acompañado de una nada desdeñable acumulación de injurias".

viernes, 3 de julio de 2015

Recomendación para romper moldes: "Alucinaciones" de Oliver Sacks



No vemos con los ojos, sino con el cerebro; de ahí que muchas veces veamos cosas que no están delante de nosotros, cosas que a veces llamamos apariciones, fantasmas o visiones, conceptos, todos ellos, que obedecen al término genérico de alucinaciones». Pero las alucinaciones no son sólo visuales. Como nos explica Oliver Sacks en su nuevo y fascinante libro, las alucinaciones también pueden ser olfativas o auditivas. Cuántas veces hemos «oído» que alguien nos llamaba y al volvernos no había nadie; o hemos experimentado un olor cuya presencia es físicamente imposible; o hemos creído que alguien nos seguía; o hemos «visto» algo que la razón nos dice que no pertenece a nuestro mundo.
Asociadas en la mentalidad popular con la locura, las alucinaciones obedecen muchas veces a un simple problema neurológico con nombre y apellido, y tienen más que ver con la privación sensorial, la ebriedad, la enfermedad o algún tipo de lesión. Quienes padecen migrañas pueden ver arcos de luz o figuras liliputienses. La gente que pierde la vista puede compensar su carencia con un rico mundo visual alucinatorio, e incluso el simple hecho de dormirnos o despertarnos puede causar que el mundo onírico y el real se fusionen en una imaginería imposible. Gran parte de nuestra fantasía popular y nuestro folklore se basa en las alucinaciones, sin las cuales no podemos comprender figuras como los ángeles, las brujas y los alienígenas, ni tampoco algunas obras de autores tan conocidos como Dostoievski, Evelyn Waugh, August Strindberg o Amy Tan, víctimas todos ellos de alucinaciones en algún momento de su vida.
Pero las alucinaciones no son fenómenos negativos sino positivos, y constituyen, de hecho, una de las mejores ventanas que poseemos para asomarnos a la complejidad de los circuitos cerebrales y a la forma en que éstos nos muestran la realidad o, a veces, crean la suya propia.
Oliver Sacks vuelve a hacer gala de su singular talento como narrador, su sentido del humor y su inmensa cultura para plantear cuestiones que ponen en entredicho nuestra percepción del mundo y, muchas veces, nuestra propia identidad. Desde las visiones religiosas y su explicación fisiológica hasta el uso de drogas psicodélicas como puerta a una percepción interior que los sentidos nos niegan, los relatos del doctor Sacks van más allá del mero historial médico y constituyen una auténtica historia cultural de la percepción, un estudio antropológico de una supuesta anormalidad que no es, en el fondo, más que el reverso de lo que normalmente conocemos como realidad.
«Oliver Sacks es mi héroe, y para mí todos sus libros son el libro del año» (Hilary Mantel, Wall Street Journal).
«Fascinante. La comprensión del doctor Sacks hacia sus pacientes y su perspectiva filosófica transforman simples casos clínicos en relatos que iluminan las complejidades del cerebro humano y los misterios de la mente humana» (Michiko Kakutani, New York Times).
«Otra joya de libro. Sacks integra hábilmente la literatura, el arte y la historia médica en sus fascinantes relatos» (Library Journal).

jueves, 29 de enero de 2015

Alucinaciones Auditivas


Tradicionalmente, las alucinaciones auditivas no han sido objeto de investigación empírica, pues se consideraba que eran únicamente un síntoma de la psicosis. Desde este punto de vista, no tenía sentido su estudio independiente, pues se daba por supuesto que comprendiendo las causas de la psicosis se podrían comprender, también, las causas de las alucinaciones. Sin embargo, a lo largo de la década de los ochenta del siglo pasado, psicólogos clínicos y psiquiatras, empezaron a cuestionar las clasificaciones diagnósticas tradicionales y entendieron que las alucinaciones eran un fenómeno psicológico de interés por sí mismo, independientemente de dichas nosologías psiquiátricas.
Estos planteamientos llevaron a cuestionar el mismo concepto de alucinación. Las definiciones tradicionales destacaron su conceptuación como un trastorno perceptivo, sin embargo, las investigaciones empíricas actuales, apuntan a considerarlas como eventos privados del sujeto (habla subvocal, pensamientos, imágenes, etc.) que son erróneamente atribuidos a otras personas. Esta hipótesis ha sido confirmada en numerosas investigaciones en las que se han utilizado diferentes estrategias experimentales, como, por ejemplo, las basadas en la monitorización de la fuente, tareas de asociación de palabras, teoría de detección de señales, etc.
 
El problema que se ha planteado a partir de estas investigaciones ha sido explicar por qué la persona confunde su mundo interno con el externo. Se han planteado distintas hipótesis que, de forma tentativa, tratan de explicarlo, bien sea desde el punto de vista de un déficit cognitivo o de un sesgo cognitivo. Un ejemplo de la primera línea de explicación es la hipótesis de Frith, en la que se argumenta que existe un trastorno neuropsicológico subyacente en el que un hipotético mecanismo comparador entre las intenciones y el feedback de las propias acciones está alterado, lo cual no permite el reconocimiento de los eventos privados.
Desde los trabajos realizados sobre el sesgo cognitivo, investigadores como R. P. Bentall y A. P. Morrison sostienen que las creencias y expectativas que las personas mantienen sobre lo que es real o no es real, pueden ser responsables de ese sesgo atribucional externo. Más concretamente, Morrison especifica que esas creencias son de tipo metacognitivo y, además, afirma que la Disonancia Cognitiva es el mecanismo responsable de dicha atribución externa. En los últimos años se han realizado trabajos experimentales que apoyan las hipótesis basadas en el sesgo cognitivo, no obstante, todavía es necesaria la realización de más trabajos experimentales que permitan decidir cuál es el factor crucial que explica la aparición de las alucinaciones.
El problema que presentan las hipótesis mencionadas es que si bien proponen un modelo etiológico sobre la formación de las alucinaciones, no ofrecen una explicación (excepto Morrison) de cómo se mantienen en el tiempo. En este sentido, y siguiendo la propuesta de Morrison, se pueden destacar cuatro factores básicos que pueden estar relacionados con el mantenimiento de lasvoces. Estos son las creencias sobre el contenido de las voces y sobre la experiencia misma de tener alucinaciones (creencias metacognitivas sobre las voces), la relación con las voces, las conductas de seguridad y las respuestas emocionales. Aunque aún hace falta llevar a cabo mas investigaciones, tenemos información que nos permite proponer estas cuatro variables como factores relevantes dentro de un modelo psicológico sobre las alucinaciones auditivas.
Respecto a las aplicaciones clínicas, los estudios empíricos están aportando elementos técnicos importantes que están siendo utilizados en los nuevos desarrollos cognitivos y conductuales sobre el abordaje de los síntomas psicóticos positivos. De hecho, en los últimos quince años se han producido grandes avances en el tratamiento de los síntomas positivos de la esquizofrenia. Concretamente, se han hecho adaptaciones de la terapia cognitivo-conductual para el abordaje de las alucinaciones y, en gran medida, estas adaptaciones tienen que ver con los avances realizados en el conocimiento de este fenómeno. Entre esos avances podemos destacar el haber enfocado la intervención sobre las creencias que tiene la persona sobre sus voces y no sobre las alucinaciones en si mismas (incluyendo a las creencias metacognitivas). Esto quiere decir que el objetivo de la intervención no es eliminarlas, sino cambiar el significado que las voces tienen para la persona y disminuir el malestar emocional en relación con este problema. Por otro lado, un factor que se ha visto muy relevante es el tipo de relación que la persona mantiene con sus voces. Por lo general, están basadas en la subordinación del sujeto a ellas, constatándose que este tipo de relación es el reflejo de esquemas previos de relación social en su entorno. Este hallazgo nos proporciona también una nueva modalidad de abordaje, pues lo mismo que la persona puede aprender formas diferentes de relacionarse con su entorno, también puede aprenderlas respecto a sus voces. Así mismo, el estudio de las conductas de afrontamiento nos está enseñando que las estrategias basadas en la aceptación y no en la confrontación con las voces, puede ser un recurso útil y eficaz.
 
Por último, Bentall y sus colaboradores diseñaron, hace unos años, un tipo de terapia que denominaron de focalización, cuyo objetivo era modificar directamente la atribución externa y hacer que los sujetos con alucinaciones fueran capaces de atribuir sus pensamientos a sí mismos y no a otras personas. Los resultados obtenidos con este tipo de terapia fueron muy limitados. No obstante, aunque la terapia de focalización no demostró ser superior al tratamiento de control en la reducción de la frecuencia de voces, sí lo fue en la mejora de la autoestima y en la reatribución interna de las voces. Este último dato abre vías para futuras investigaciones en las que se puedan estudiar, específicamente, los efectos de la reatribución de las voces en su mantenimiento o eliminación.

El artículo original puede encontrarse en la revista Apuntes de Psicología: Perona, S. (2006). Estado actual de la investigación psicológica en las alucinaciones auditivas. Apuntes de Psicología, 24 (1-3), 83-110. También accesible en:http://www.cop.es/delegaci/andocci/VOL.%2024_1_2006_5.pdf