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Paz y Ciencia
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miércoles, 28 de diciembre de 2016

La enajenación de la sombra

Nosotros no podemos percibir directamente el dominio oculto de la natureza ya que ésta, por su misma naturaleza, resulta difícil de aprehender. La sombra es peligrosa e inquietante y parece huir de la luz de la conciencia como si ésta constituyera una amenaza para su vida.
El prolífico analista junguiano, James Hillman dice: "El inconsciente no puede ser consciente, la luna tiene a su lado oscuro, el sol también se pone y no puede brillar en todas partes al mismo tiempo y aún el mismo Dios tiene dos manos. La atención y la concentración exigen que ciertas cosas se mantengan fuera del campo de nuestra visión y permanezcan en la oscuridad. Es imposible estar en ambos lugares al mismo tiempo".
Así pues, sólo podemos ver a la sombra indirectamente a través de los rasgos y las acciones de los demás, sólo podemos darnos cuenta de ella con seguridad fuera de nosotros mismos.
Pretendemos expulsar la sombra proyectando y atribuyendo determinadas cualidades a los demás en un esfuerzo inconsciente por desterrarlas de nosotros mismos.
Marie-Louise Franz ha insistido en que el mecanismo de proyección se asemeja al hecho de disparar una flecha mágica. Si el receptor tiene un punto débil como para recibir la proyección la flecha da en el blanco. Así, por ejemplo, cuando proyectamos muestro enfado sobre una pareja insatisfecha, nuestra flecha da en el blanco y la proyección tiene lugar estableciéndose, a partir de entonces se produce un misterioso vínculo entre el emisor y el receptor, cosa que ocurre cuando nos enamoramos.
Nuestra sombra personal contiene todo tipo de capacidades potenciales sin manifestar, cualidades que no hemos desarrollado ni expresado. Nuestra sombra personal constituye una parte del inconsciente que complementa al ego y que presenta aquellas características que nuestra personalidad consciente no desea reconocer y, consecuentemente, repudia, olvida y destierra a las profundidades de su psiquismo sólo para reencontrarlas nuevamente más tarde en los enfrentamientos desagradables con los demás.
Aunque no podamos contemplarla directamente, la sombra aparece continuamente en nuestra vida cotidiana: chistes, lo divertido o el descubrimiento de un tabú corporal.
La psicoanalista inglesa Molly Tuby describe seis modalidades para descubrir la sombra en nuestra vida cotidiana:

- En los sentimientos exagerados respecto de los demás.
- En el feedback negativo de quienes nos sirven de espejo.
- En aquellas relaciones en las que provocamos de continuo el mismo efecto perturbador sobre diferentes personas.
- En las acciones impulsivas o inadvertidas.
- En aquellas situaciones en las que nos sentimos humillados.
- En los enfados desproporcionados por errores cometidos por los demás.

También podemos reconocer la inesperada irrupción de la sombra cuando nos sentimos abrumados por la vergüenza o la cólera o cuando descubrimos que nuestra conducta está fuera de lugar. Pero la sombra suele retroceder con la misma prontitud con la que aparece porque descubrirla puede constituir una amenaza terrible para nuestra propia imagen.

Laing describía poéticamente el reflejo de negación del siguiente modo:
"El rango de lo que pensamos y hacemos
está limitado por aquello de lo que no nos damos cuenta.
Y es precisamente el hecho de no darnos cuenta
lo que impide
que podamos hacer algo
por cambiarlo.
Hasta que nos demos cuenta
de que no nos damos cuenta
seguirá moldeando nuestro pensamiento y nuestra acción".

Si la negación persiste, como dice Laing, ni siquiera nos daremos cuenta de que no nos damos cuenta.
La depresión puede ser también la consecuencia de una confrontación paralizante con nuestro lado oscuro, un equivalente contemporáneo de la noche oscura del alma, como dicen los místicos.
Encontrar a la sombra nos obliga a ralentizar el paso de nuestra vida, escuchar las evidencias que nos proporciona el cuerpo y concedernos el tiempo necesario para poder estar solos y digerir los crípticos mensajes del mundo subterráneo.

El encuentro con la sombra
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y psicoterapeuta

lunes, 5 de noviembre de 2012

Hojas susurrantes para mamás comprometidas con el Amor

Páginas 119-120 de Hojas susurrantes Prólogo En mi Carta a mamá Medusa, a la que me referiré simplemente como la Carta, hablé de unos acontecimientos terribles a mis dieciséis y diecisiete años. Después de la paliza emocional que me propinó mi padre a instancias de mi madre, en las primeras páginas veremos que junto con el siquiatra, uno de los más renombrados sicoanalistas en la Ciudad de México, a mis dieciocho años mi madre me propinó una brutal paliza física. En este libro demostraré que la profesión llamada siquiatría, la nueva arma con la que mi madre intentó sojuzgarme, es una falsa ciencia. Y mostraré que, desde sus orígenes, esta seudociencia se ha aliado con los padres controladores en conflicto con sus hijos cuerdos. Como conté en mi libro anterior, cuando osé huir con mi abuela por los golpes de mi padre, mi madre me difamó con la palabra “enfermo”: palabra que aprendió del siquiatra que fungió como abogado de mis padres. De esa manera, y aun de lejos, mi madre socavó aún más mi autoestima en su guerra de voluntades contra el adolescente que fui. En otras palabras, a pesar de que no tuve desvarío psicótico alguno fui calumniado ante la familia y los parientes de “enfermo”. Además del maltrato en casa, esta vejación fue resultado directo de la confabulación con el falso médico, el representante de una profesión que las naciones del mundo acreditan: la siquiatría.[1] A diferencia de la Carta, en este libro no me enfocaré ni en mi madre ni en mi padre. Me referiré a ellos ocasionalmente, así como a otros padres que traumatizan a sus hijos. Mas ante todo hablaré de los siquiatras. La conducta del médico sicoanalista que me atacó me hace desviar la atención del maltrato parental, el tema central de mis libros, a la siquiatría. Sin embargo, tal desviación es sólo aparente. Como veremos, la paidosiquiatría está íntimamente relacionada al maltrato de menores e hijos de familia. En las siguientes páginas hago pública otra carta: una que le escribí a mis padres más de un cuarto de siglo después de los fatídicos sucesos de mi adolescencia. En esta relativamente breve misiva si la comparamos con la anterior, muestro cómo el asalto siquiátrico a un menor es meramente una escalada del maltrato parental. ____________________ [1] En mis escritos le quito la “p” a las palabras psiquiatría y psicoanálisis. También se la quito a psicología, pero sólo cuando me refiero a la sicología académica, no a la psicología intuitiva que todos manejamos en la vida cotidiana. Published in: "Cómo asesinar el alma de tu hijo" (2º libro de Hojas Susurrantes) on febrero 2, 2012 at 7:58 pm Comentarios (2) Páginas 121-125 de Hojas susurrantes Papá y mamá: El 28 de abril de 1976 huí con abue Mecho después de que tú, papá, me abofetearas y me rompieras el corazón. Añadiendo insulto a la injuria, el doctor Giuseppe Amara, el siquiatra pagado por mamá, me calumnió a mí, al indefenso menor de edad, no al adulto que me pegó, de “esquizoide”, y en su consultorio me dijo que quería asaltar mi cerebro. Sus palabras exactas fueron: “¡A bombardear el cerebro con metabolitos franceses!” Me sentí molido. Sus palabras fueron un terrible golpe para un muchacho que acababa de sufrir la traición de su vida. No sólo mis padres me habían roto el corazón en casa: ahora un sujeto pagado por ellos quería atentar contra la sede de mi inteligencia. En esos días visité a tío Chepo. Siendo doctor quería preguntarle qué era “Majeptil”, la droga con la que Amara quería “bombardearme el cerebro” según sus propias palabras. Descubrí que era el nombre comercial de la droga que le dan a la gente muy perturbada (tiempo después supe que algunos médicos la llaman lobotomía química). Después de mi investigación decidí que jamás tomaría la temible droga de Amara: además de una ofensa mortal era un atentado a mis facultades. Pasó un cuarto de siglo… ♣ Mamá: En el primer año del nuevo siglo mi hermana Corina me confesó que me ponías esa droga, que yo había jurado jamás tomar, en los desayunos cuando regresé a casa. Según Corina, varias veces “te cachó” haciendo eso y tú le explicaste: “Ésas se las mandó el doctor Amara y no las quiere tomar”. Cori me dijo que le confesaste que a diario me ponías esa droga y que lo hiciste por meses; y papá estaba perfectamente enterado de lo que me hacías. Le pregunté entonces a Germán y me confesó que te vio poniéndole gotas de un medicamento a un jugo de naranja. Que lo que se le grabó fue tu reacción sospechosa cuando te descubrió. Se le quedó muy grabado que, de tus hijos, ponías las sospechosas gotas sólo a mi comida. Lloré con Germán como nunca lo hago porque de chico papá me vio todo chueco en mis músculos —resultado de la droga— y a pesar de que papá detestaba a la siquiatría, jamás me dijo nada sobre lo que me hacías. Haz de saber que, junto con la golpiza emocional que a lo largo de años me propinaste con mi padre, tu médico destruyó mi vida. La droga que me pusiste es la más peligrosa del mercado. Más peligrosa que la cocaína y la heroína. ¿Cuál fue el resultado de esa falta de respeto hacia tu hijo? En casa de abue Mecho padecí unos ataques de pánico que nunca había entendido con anterioridad a mi investigación de las drogas siquiátricas; y de enero a julio de 1977, cuando regresé a casa, padecí algo que se llama acatisia. Un doctor que ha hecho campañas en Estados Unidos para prohibir la misma droga que me ponías define la acatisia como “un tormento psicológico permanente”. Es similar al ansia física de aquellos heroinómanos a quienes, de golpe, se les retira la heroína. No obstante, cuando le retiran la droga a un drogadicto el tormento dura sólo unos cuantos días. Pero como yo sentí la acatisia de enero a julio de 1977, significa que fui torturado ¡a lo largo de siete meses! Cuando iba a ver a Amara ese año le decía que me sentía muy mal; que sentía una suerte de “ansia física”. En aquel entonces desconocía la palabra acatisia. Antes de la revelación de mis hermanos no lograba comprender por qué rayos me habían dado esas malditas “ansias físicas” que paraban en seco mi rendimiento cotidiano. Ahora sé que, como médico, Amara sabía perfectamente que eran los efectos de la espantosa droga: mi cerebro se rebelaba ante un agresivo bombardeo químico del que yo no sabía ni pío. Pero a tu médico le importó un bledo verme torturado por la droga, torturado con tu complicidad, mamá. Como te dije hace años en mi larga carta: “Todos esos meses me la pasé tumbado en cama, sólo dormir me sacaba de la atosigante sensación psíquica. Me quedaba en la cama en posición fetal para ‘protegerme’ de aquella constante sensación”. Incluso se ha visto en escaneos cerebrales y autopsias que a los chicos que se les administra esa droga por mucho tiempo se les encoge el cerebro. No me extraña que en el caló norteamericano les llamen shrinks a los siquiatras, “encogedores”. A pesar de su gentil aspecto cuando aparece en televisión, el doctor Amara es, en realidad, un monstruo. En la investigación que en tiempos recientes hice de la siquiatría me topé con el caso de un joven llamado Ricardo. Su madre le dio el mismo tipo de droga que me dabas y me confesó que Ricardo también padeció acatisia: una palabra que ella conocía muy bien. Fue tal la tortura de la acatisia que Ricardo se suicidó. Ya no aguantaba el tormento, las ansias de todos los días similares a quitarle de golpe la heroína a una persona. La madre de Ricardo me confesó que se arrepintió de haberle creído a los médicos que consultó; según ella, “los mejores siquiatras de México”. Yo no me suicidé, aunque bien me dieron ganas. Resistí heroicamente la tortura que tu médico-brujo y tú me infligieron por tanto tiempo. ¡Si me hubiera enterado de lo que me hacían habría huido del hogar! Ahora me llega el recuerdo de cierta ocasión que yacía tumbado en cama abatido en tal suplicio de acatisia que me dije a mí mismo: “Si tuviera una pistola en la mano no dudaría en dispararme”. Nadie me socorrió en esos momentos. Yo mismo no podía hacer nada: ignoraba lo que a instancias de tu médico-brujo me hacías. Esa droga que me pusiste furtivamente, lo digo una vez más, contribuyó a destruir mi vida. Me ponías esa maldita cosa a pesar que en tu mismo diario anotabas las crisis de acatisia que me daban a lo largo de ese tiempo. Ese diario tú misma me lo regalaste y lo iniciaste el día que huí con abue Mecho por el ultraje de las bofetadas de mi padre. En la primera página de tu diario, la noche en que mi padre me ultrajó, escribiste: César chico Salió el Martes 28 de abril de 1976 a las 9 de la noche. El diagnóstico empezó a principios de Marzo. El tratamiento empezó en el mes de Abril. Lunes 17 de Mayo: Nuevas medicinas: Majeptil 2 gotas: 8-11-2-5-8. Akineton grageas: 2-1-2. ¡Se me parte el alma al leer tu diario! Este fue el inicio de un ataque médico similar a la tortura de siquiatras a disidentes políticos (los números que citas se refieren a las horas del día; aunque semana y media después tu diario menciona un incremento a “3 gotas 5 veces al día”). Como resultado de tu “tratamiento”, tiempo después escribiste: César se puso muy malo, primero con dolor de cabeza y después se torció del cuello y del cuerpo. Fue algo horrible, no sé adonde va a llegar. A este torcerse se le llama “distonía”, otro resultado de la droga. Luego el médico-monstruo incrementó la dosis. Continúa tu diario: Se sigue quejando de sentirse mal, el jueves pasado el 12, y el 14 tuvo un bajón acentuado… el Doctor piensa que es un poco de teatro para conquistarme. No lo creo, él sufre horriblemente, se le nota en su semblante. ♣ Papá: Si el cuerpo es el templo del espíritu, el cerebro es el sanctum sanctuorum del cuerpo. Violar al cerebro sería entonces, como dijo Daniel sobre la profanación del templo, la “abominación de la desolación”. Ante esta abominación, este asalto a mis derechos más elementales, y, me siento violado al decirlo, al lugar más sagrado de mi ser, tú no hiciste nada. ¡Absolutamente nada! Jugaste un papel estúpidamente pasivo. Anulaste tu voluntad, como un niño pequeño, ante las locuras de mamá y del monstruo mercenario. A pesar de que la droga me enchuecó los músculos varias veces ese año —la distonía— y me produjo un molesto tic en el hombro derecho —disquinesia tardía en lenguaje médico—, no te tentaste el corazón, papá. Es sabido que la monstruosidad que me ponía mamá causa esos síntomas. Recuerda esa noche en casa en que, chueco cual Cuasimodo y grotescamente encorvado, fui al baño. Ya adulto, en mi lucha contra la falsa ciencia que contribuyó a destruir mi vida, traduje para internet el artículo de una joven norteamericana que quedó en silla de ruedas de por vida por haber tomado el mismo tipo de droga que, contra mi voluntad, mamá me ponía. Recuerdo bien que durante mi niñez decías con gran vehemencia: “El sicoanálisis es la plasta que vino a usurpar al confesionario”. Bien. Si hubiéramos ido todos con un buen sacerdote en lugar de llevarme a mí solo con un analista nos habríamos dado la oportunidad de comunicarnos y de resolver el problema en casa. ¡Un sacerdote jamás les habría sugerido: “No tengan piedad: bombardeen el cerebro de su primogénito con la droga más agresiva”, papá! Sólo ponte en mi lugar. Recuerda cómo de adolescente te rebelabas ante tu familia de ingenieros y sus consejos de que estudiaras arquitectura. También recuerda cómo tu hermano Alejandro y tu primo Guillermo te zaherían de modo muy hiriente. ¿Cómo te habrías sentido si, además de los malos tratos de tu padre, en lugar de buscarte una beca para que estudiaras música en España mi abuelo hubiera solicitado los “servicios” de un siquiatra? Imagínate que el siquiatra hubiera “descubierto” que eras un “esquizoide”. Tu enfermedad era “estar fuera de la realidad”: querer ser músico. Imagínate que, después de recetar “bombardear el cerebro” del musiquillo, un siquiatra pagado por tu padre te hubiera amenazado con hospitalizarte si, ante tal insulto, decidieras no volver a sus sesiones (¡como el loco monstruo de Amara hizo conmigo!). No conformes con eso, imagínate que a tus espaldas te hubieran puesto en los desayunos una droga considerada “lobotomía química” para “curarte” de la rebeldía artística. Eso habría destruido tu carrera de músico… Algo análogo a este escenario sucedió en mi vida, papá. No pude hacer mi carrera de director de cine después de lo que ustedes y su médico-brujo me hicieron. ¿Cómo fue que accediste a los deseos de mamá: llevarme con alguien cuya profesión perfectamente sabías que era fraudulenta? ¿Cómo fue que violaste tus más caros principios? ¿Por qué demonios te autolobotomizas ante la voluntad de tu esposa? ♣ Papá y mamá: Hace muchos años intenté comunicarles una tragedia que ocurrió en nuestra querida casa de Palenque, y lo que el siquiatra con quien me obligaban a ir de chico me hacía en la privacidad de su consulta. Traté de comunicar todo eso a través de una carta muy larga. Por años y más años albergué la esperanza que la leyeran. Esperé, esperé, esperé… Llegó el nuevo siglo pero no recibí respuesta. Ya no puedo esperar más. Tengo que publicar la Carta a mamá Medusa. Necesito catarsis. Necesito vindicación. Necesito que otros lean lo que ustedes me hicieron. César.

martes, 23 de octubre de 2012

Foucault y la Antipsiquiatría



Análisis, contextualizacion y relaciones teóricas


RONALD LAING: Los esquizofrénicos son personas supersensibles y capaces de darse cuenta de la locura social. Al mismo tiempo no niega aspectos biológicos.

El análisis foucaultiano del poder esta centrado en su funcionamiento. Para Foucault en su forma moderna el poder se ejerce cada vez mas en un dominio que no es el de la ley, sino el de la norma, y, por otro lado, no simplemente reprime una individualidad o una naturaleza ya dada, sino que positivamente la constituye, la forma, Foucault distingue dos modalidades fundamentales de ejercicio del poder en las sociedades occidentales y modernas: disciplina y biopolitica. El concepto de normalización se refiere a este proceso de regulación de la vida de los individuos y de las poblaciones. En este sentido, nuestras sociedades son sociedades de normalización. La normalización describe el funcionamiento y la finalidad del poder.



Foucault establece 5 características de la norma:



-La norma refiere a los actos y las conductas de los individuos a un domino que es a la vez un campo de comparación, de diferenciación y de regla a seguir (la media de las conductas y delos comportamientos)

-La norma diferencia a los individuos respecto de este dominio considerado como un umbral, como una media.

-La norma se mide en términos cuantitativos y jerarquiza en términos de valor las capacidades de los individuos.

-A partir de la valoración de las conductas, la norma impone una conformidad que se debe alcanzar; busca homogeneizar

-Finalmente, la norma traza la frontera de lo que es exterior (la diferencia respecto de todas las diferencias): la anormalidad



La sociedad de normalización coincide con la formación de un ejercicio del poder que depende estrechamente del saber o mejor, con aquella forma en la que los mecanismos del poder y del saber se sostienen y refuerzan mutuamente. Foucault insiste sobre la función de normalización que desempeñan los saberes.



La sociedad de normalización entonces delinea el camino de lo correcto, es decir fija los limites de la normalidad en la anormalidad y le otorga el valor social que entra en la categoría de lo correcto, lo normal es lo que se debe hacer. Surge de inmediato el cuestionamiento y la problematizacion de lo normal por parte de otros autores, ¿donde y quien fija ese limite entre lo norma y lo anormal? Foucault hace el aproximamiento de la categoría de anormal desde lo que el poder de normalización catalogó como individuo peligroso, y fija el límite en el crecimiento dislocado, que traería conductas infantiles. La anormalidad vendría determinada por el instinto sexual. Dentro de la psiquiatría la normalidad es sinónimo de salud mental, y la Organización Mundial de la Salud OMS la define como:



"Estado sujeto a fluctuaciones provenientes de estados biológicos y sociales donde el individuo se encuentra en condiciones de conseguir una síntesis satisfactoria de sus tendencias instintivas, así como de formar y mantener relaciones armoniosas con los demás", asi vemos como desde la perspectiva del saber medico hay una relación efectiva entre normalidad y control de los instintos, normalidad y relación social, se encuentra presente también la noción de estado, se deriva que lo contrario a esta definición es patología y se asocia con anormalidad.

Sociología

La sociología a traspasado del saber biológico la problemática para emplazarla en el ámbito de lo social. El debate comienza con Comte quien hace analogías organicistas desde la metáfora del cuerpo social, su análisis supone leyes sociales análogas a las leyes que rigen el cuerpo individual. Y establece una distancia moral entre el concepto de normal y de patología, aunque no establece ningún tipo de criterio para entender que entiende por normal, solo reduce normal a "naturaleza" y "armonía" y anormal a "desvio" de la naturaleza.



Así para Durkheim, el par normal patológico se hará extensivo a los fenómenos poblacionales, prioritariamente, por acción estadística, única capaz de hablarnos de lo normal en términos de frecuencia. Esas regularidades matemáticas serán, sin embargo, un elemento indispensable para la sociología de Durkheim, para su comprensión de la normalidad y de la patología social. A partir de allí se podrán asociar los conceptos de frecuencia, normalidad y moralidad. Lo normal pasará a ser pensado, no como estado de equilibrio entre las partes de un todo, sino como un puente que permite unificar "tipo" y "valor". Durkheim aclara que la frecuencia de un hecho social le otorga su valor, es decir si es capaz de perpetuarse y mantenerse es una forma normal.



El autor George Canguilhem se contrapone a ambas definiciones, por un lado critica a Comte ya que afirma que las sociedades son conjuntos mal unificados de medios de acción, entonces "podemos negarles el derecho de definir a la normalidad por la actitud de subordinación que valorizan por el nombre de adaptación" esto en cuanto Comte entiende anormalidad como desviación armónica, suponiendo la armoniocidad de la sociedad.



Con respecto a la categoría social normal de Durkheim, Canguilhem afirma en su libro "lo normal y lo patológico" que no es la media lo que determina lo normal sino que es preciso considerarla como la expresión de Normas colectivas de vida que son histórica y socialmente cambiantes. Y contradiciendo la hipótesis afirma que "cualquier objetividad se desvanece en la determinación de una normalidad global, ya que la delimitación en torno a la media parece arbitraria (…) pues, la estadística no ofrece ningún medio para decidir si el desvio es normal o no lo es". En conclusión la norma como principio estadístico presupone que lo más frecuente es lo normal y depende de un ambiente y época determinados, y como criterio ideal la norma seria un criterio subjetivo, arbitrario y selectivo.



Foucault diría entonces que un poder normalizador que opera sobre la formación de hábitos, principios racionalizadores y legitimaciones históricas conforma la norma. Y encuentra en la identificación de la norma con el promedio una coacción privilegiada para analizar las relaciones de saber y poder. También el saber enuncia lo que se hace o piensa "todo el mundo" cuando el poder nos invita a hacerlo. El supuesto objetivo de la norma consiste en darle una justificación racional y en dar a la racionalidad un valor absoluto.



Ahora bien, Foucault hace su critica de los dispositivos de normalizan y posibilitan que esta norma forme efectivamente un orden binario en la sociedad, y se establezca como umbral legitimo que nos haría ponernos de un lado o de otro, es decir permite la clasificación entre normal y anormal. Aborda el poder psiquiátrico y su conformación como disciplina portadora de un gran poder como defensora de la sociedad y como tecnología del individuo, que se apodera y entra en el campo judicial y familiar desde su conformación como saber medico. La psiquiatría podría ser cuestionada desde la relatividad de la norma que utiliza como medio cuantitativo y cualitativo de selección, ya que normalidad y anormalidad no pueden ser términos absolutos y tampoco tener un relativismo total. Desde este punto es posible hacer el paralelo con la antipsiquiatria, y identificar como este saber totalizador cataliza la posibilidad de enfermedad en su juicio y como ese juicio esta abalado por un poder que no considera los factores netamente sociales de la enfermedad.



La Antipsiquiatría es un movimiento nacido en los años 1960 y 1970, cuyos propulsores fueron los psiquiatras David Cooper, R. Laing, F.Basaglia, R. Laing y T.Szasz. Pone en cuestionamiento las disciplinas hegemónicas, plantea un análisis muy acorde con el de Foucault de las ciencias de la salud mental como aparatos de control social. Supone un saber totalizador que se plantea desde un interés creado en la dominación social. Expresa las contradicciones de la familia y de una sociedad racionalista en exceso aunque alienada en cuanto a la verdadera satisfacción de las necesidades humanas. Se critica la conformación de una lógica que crea una racionalización centralizadora que engloba el concepto de normal y establece el límite para que cualquier actuar que no responda a sus parámetros sea calificado de anormal. Es el pensamiento único y homogenizante, el saber absoluto que sojuzga al sujeto quien lo adopta entrando en el juego de la vigilancia de los cuerpos incluido el propio, es decir, el individuo sin darse cuenta puede ser también gestor de la psiquiatrización de una conducta quizás regular pero desfavorable para un sistema.

Declarar algo como no racional es lógicamente situarlo en lo irracional y eso en el ser humano, en occidente, en general se asocia a locura en tanto que enfermedad mental o a antisociabilidad. Podríamos decir pues que el sistema tiene una fuerte tendencia a situar como enfermedad mental y conducta antisocial aquello que no puede digerir.



La psiquiatría supondría un factor economicista y de poder el cual implicaría la creación de una lógica favorable al sistema capitalista. Un ejemplo de esto es que en el manual psiquiátrico universal DSM-IV, considera como uno de los síntomas a tomar en cuenta para diagnosticar lo que se llama una conducta antisocial lo siguiente: irresponsabilidad consistente indicada por fallos en mantener una conducta de trabajo consistente o en cumplir obligaciones financieras.



"antipsiquiatria es oposición a ver y tratar la salud mental desde la óptica de los valores del statu quo y a la violencia que eso implica contra la diferencia…

…digamos finalmente con respecto a la antipsiquiatría, que esta se sitúa en una visión que podemos caracterizar como socio- existencial de la llamada enfermedad mental siendo este ultimo concepto a distinguir del de enfermedad cerebral en el que se incluirían aquellas enfermedades con clara causa somática, ya sea de origen traumático genético o infeccioso y añadiendo que hasta estas últimas, como esta claramente establecido, los factores sociales y biográfico y de posibilidad o no de realización del deseo, influyen en mucho, en algunos casos en su surgir o no y en todos en como cursa la enfermedad (ver a este respecto los trabajos del neurólogo Oliver Sasks, por ejemplo). Es decir, la antipsiquiatria se sitúa en el mirar hacia la estructura social, en lo micro y en lo macro y hacia lo biográfico y el deseo de cada cual, para encontrar una visión comprensiva del sufrimiento emocional incluido lo que llamamos locura y en la búsqueda de un salida positiva a este, vale decir una salida terapéutica"

¿Somos normales?

La creación de mecanismo de defensa social, más bien de defensa de un statu quo que se considera aceptable y que requiere su mantenimiento y reproducción. Es a lo que los individuos auto vigilados nos sometemos, y preguntarnos si somos o no normales, esta es la pregunta que nos cabe dentro de un contexto donde creemos debemos ser funcionales y adaptarnos a la sociedad. Pienso que esta interiorización y familiarización con un concepto creado históricamente nos demuestra el ejercicio del panóptico, que al lograr una economía de poder de vigilancia efectiva, logra la necesidad de insertarnos en lo correcto, asociado a lo normal, ¿es este o tal comportamiento normal?, ¿somos normales?, la duda que ejerce en nosotros un poder de querer incluirnos en el lado de la sociedad que es "razón-able", que entra en los parámetros de lo humano o lo deseable según un orden o poder mayor que absorbe y distribuye el modo, la lógica, la personalidad, y las conductas que le son funcionales a sus objetivos.


La relación intima del sujeto con la sociedad y consigo mismo, la extrapolación de la dimensión del anormal, es un mecanismo, que define nuestro modo de pensar, por ende, nuestros referentes y nuestras acciones.



martes, 4 de septiembre de 2012

GRACIAS a los que llaman locos

 
 
 
PRINCESA INCA: LA MUJER-PRECIPICIO
 
Hay ojos que son ciegos viéndolo todo,
luego existen ojos que lo ven todo
y acaban cegándose.
 
 


MORIR DE MÍ O MUJER EN LLAMAS

I
Pero un dolor reconoce ya su propio nombre
y llora encogido en mi vagina,
pernocta y llora con un compás de lamento,
esperando nacer.
 
II
Ha despertado ya l amano del que romperá tu tez
o intentará hacerla de vidrio que espera.
Rajarse la piel es la vida, gota a gota,
mover los miembros en círculo para semejar el infinito.
 
III
Acordarse de la vida es la vida...
Y esta palabra que han gastado tanto me toca gastarla a mí,
acumularla en mi flujo,
tragarla y enloquecer...

IV
... porque las que tuvieron prisa ya murieron
y las que vamos detrás somos las siguientes...
Pero la vencedora de vidas he de ser,
pues no se dispuso ni la materia ni el tiempo,
ni se crearon las arrugas precisas, todavía, en las palmas de las
manos
en señal de haber tocado muchas cosas.

Princesa Inca (Cristina Martín Martín): "La Mujer-Precipicio". Libros del Silencio. 2011
www.laprincesainca.blogspot.com

 
“Debo ser el único de mi especie que ha dominado y transformado en potencia creadora, gloria y júbilo una enfermedad mental tan grave"
"La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco" ´Salvador Dalí
 
MARY BARNES
 
Mary Barnes / José Berke, un viaje a través de la locura, los puntos de las humanidades
Mary Barnes fue una enfermera cuando, a los 42 años, comenzó a experimentar los primeros síntomas de la llamada "esquizofrenia". Ella fue a Kingsley Hall, la unidad experimental creado por antipsiquiatras Inglés bajo la dirección de Ronald Laing, donde aprendieron a dejar que una regresión a etapas muy primitivas de la vida emocional. Ella fue capaz, a través de esta muerte simbólica, para revivir en sí, liberada de los conflictos en la relación nodo que había sido encarcelado anteriormente. Desde entonces, Mary Barnes es "curado", y su caso es el éxito de los métodos más ejemplar abogó por la anti-psiquiatría, a diferencia de las técnicas médicas de productos químicos psiquiatría tradicional. Escrito alternativamente por Mary Barnes y Joseph Berke (el psiquiatra que lo acompañan en este "viaje" de cinco años), este libro es un documento único de uno de los movimientos del pensamiento de los más controvertidos de la época, pero reconocemos la importancia hoy en día. Mary Barnes murió en junio de 2001 en un pueblo de la Sierra (Escocia)
 
 
COLORES LOCOS (13 min, 1986), película de Abraham SEGAL
Cine-encuentro entre Delphine Seyrig y Mary Barnes (el artista y co-autor de Mary Barnes, un viaje a través de la locura) los vínculos entre la experiencia de la locura y la expresión pictórica.

Aqui esta el link de su pagina con fotos de sus dibujos que son muy interesantes y sus pinturas:
http://www.marybarnesart.com/pa_gallery/paintings.html
 


“Nikosia es la última ciudad dividida. Por murallas, ideas, religiones y un supuesto abismo cultural. Creemos que de una u otra manera todos llevamos Nikosia dentro de la geografía del cuerpo y la mente. Alguien separó en dos a Nikosia, pero nosotros viajamos constantemente a un lado y otro de la frontera. Y es desde este dualismo, desde este vaivén, que vamos aquí a contar nuestra historia, que es tan real y legítima como cualquier otra”


Conocida a nivel nacional gracias a sus participaciones semanales en el programa La Ventana, de la Cadena SER, Radio Nikosia nació en febrero de 2003 en Barcelona con la participación de un equipo de profesionales de Antropología, Psicología y Ciencias de la Comunicación y seis pacientes.
17 personas posando en grupo en el campo.[ El equipo de Radio Nikosa ]
Hoy ya lleva más de 200 programas emitidos y cuenta con entre 15 y 25 redactores y un amplio público en expansión. Ha realizado participaciones y colaboraciones con más de 20 medios de comunicación nacionales e internacionales (Radio 3, Cataluña Radio, Cadena Ser, La Vanguardia, El País, El Mundo, Psicologies, etc). Radio Nikosia funciona gracias a la Asociación Joia, una institución que trabaja hace más de 20 años en el ámbito de la Salud Mental, y emite desde la sede de Radio Contrabanda.
Radio Nikosia transmite, en sus propias palabras, “desde la llamada locura. Se trata de un grupo de personas que sobrellevamos el diagnóstico de distintas problemáticas mentales, y buscamos comunicar y comunicarnos a través de las ondas radiales como una estrategia en pos de de-construir las bases del propio sufrimiento”. El proyecto nació en el intento de encontrar espacios de integración real para las personas que han sido diagnosticadas con algún tipo de problemática mental. Una integración que implique a su vez el desarrollo de un rol social activo, un quehacer que se transforme en algo que ser y que ayude en la constitución de una nueva identidad fuera de la noción de enfermo”.
Conoce la campaña Las etiquetas sólo son para la ropa.
Más información en www.radionikosia.org.
http://ayudanikosia.blogspot.com.es/
http://revisandolalocura.blogspot.com.es/2011/10/radio-nikosia-en-directo.html
http://blogsaludmentaltenerife.blogspot.com.es/2012/07/el-reves-del-tapiz-de-la.html
http://ludwigban.blogspot.com.es
http://youtu.be/qYq85kcIlVc BSO PIRATAS DEL CARIBE.

Gracias a los llamados locos, porque de ellos se aprende que el mundo es mucho más profundo, intenso, bizarro, bello, feo, agradable, desagradable, porque ellos cambian el mundo. Ofrecen nuevas perspectivas y dan de comer a los psiquiatras, como dice Marguerite Yourcenar. Así que, mi punto de vista, claro para quienes me conozcan es el siguiente.
Los psiquiatras y ciertos psicólogos, basándose en pre-textos y ciertos pacientes "refractarios" hacen generalizaciones vacías y esto se proyecta en el paciente, tratándole como algo menos de lo que es capaz. Vygotsky y Winnicott tienen conceptos que se pueden vincular: Zona de Desarrollo Próximo y Espacio Potencial. Pueden encontrar el artículo en Aperturas Psicoanalíticas. Muy interesante. Si tratas a una persona con fe, esperanza, ilusión, conocimientos y sensibilidad, puedes ayudarle a que alcance unos límites que CASI SIEMPRE son mucho más extensos que los de su propia mente. Esto último sucede a todo hijo de vecino, es una locura normal. Para muestra la excepcionalidad de la autora más brillante, transgresora y radicalmente creativa, así como intensa y original que sembró la semilla para defender los derechos humanos, sociales, literarios, artísticos en general de las mujeres en una época donde eso sonaba a completa locura. Ahora hay un día de la mujer y mujeres feministas por todos los lados. A todos los mencionados y mencionadas, GRACIAS. Eso me hace seguir vivo, el arte y mi trabajo, el arte de las personas que acuden a mi consulta, trabajen en una fábrica o sean pintores, les doy las gracias. Rodrigo Córdoba Sanz.


miércoles, 20 de junio de 2012

La Experiencia Trascendental: Ronald D. Laing

“–Si yo lo inquieto tanto mejor. Desde el punto de vista del público, lo que yo considero como más deseable, es lanzar un grito de alarma y que tenga, en el terreno científico, una significación muy precisa: que sea un llamado, una exigencia primera concerniente a la formación del analista.” J. Lacan.

Coinherencia “ ... como lo que sentimos que somos en la medida que reconocemos en nuestro interior una presencia común a todos nuestros hermanos y hermanas en Cristo, en el partido o en la familia”.

 



La experiencia trascendental, R.D. Laing
Debemos recordar que vivimos en una época en la que la tierra está cambiando y los cimientos se conmocionan. No puedo decir nada acerca de otros tiempos y lugares. Tal vez siempre fue así. Sabemos que es verdad hoy.

En estas circunstancias, tenemos buenos motivos para sentirnos inseguros.

Cuando las bases primordiales de nuestro mundo son cuestionadas, corremos hacia diferentes agujeros en el terreno; nos apresuramos a meternos en roles, status, identidades, relaciones interpersonales. Intentamos vivir en castillos que solo pueden estar en el aire, porque no hay terreno firme en el cosmos social en el que son construidos.
Clérigos y científicos somos ambos concientes de este estado de cosas.

Cada uno, a veces, ve el mismo fragmento de la situación de diferente forma; muchas veces nuestra preocupación proviene de un aspecto diferente respecto de la catástrofe original.

Me gustaría aquí relacionar las experiencias trascendentales que suelen hacer acto de presencia en las psicosis, con aquellas experiencias de lo divino que que son la Fuente Viva de toda religión.

En alguna otra parte subrayé el modo en que algunos psiquiatras están empezando a disolver sus categorías clínico-médicas en cuanto a la comprensión de la locura. Creo que si podemos comenzar a entender la salud y la locura en términos socio-existenciales, nosotros, como clérigos y médicos estaremos en condiciones de ver más claramente el alcance de los comunes problemas a los que nos confrontamos y compartir dilemas que nos son comunes.

Los principales términos clínicos para la locura, donde las lesiones orgánicas no fueron hasta ahora nunca halladas, son la esquizofrenia, la psicosis maníaco-depresiva y la depresión crónica. Desde un punto de vista social, se caracterizan por diferentes formas de conducta, vistas en nuestra sociedad como desviadas. Las personas se conducen de esa forma porque su experiencia de sí mismos es diferente. Es en este sentido existencial que deseo centrarme.

Una experiencia es loca cuando traspasa el horizonte de lo que para nosotros es común, esto es, nuestro sentido común.

¿A qué áreas de la experiencia conduce esto? Implica una pérdida de los usuales fundamentos del sentido del mundo que compartimos. Los anteriores objetivos no parecen ya viables. Viejos significados dejan de tenerlo: la diferencia entre imaginación, sueño, percepciones externas, muchas veces parecen no poder ser explicadas en los viejos términos. Los sucesos externos pueden aparecer mágicamente conjurados en su contra. Los sueños parecen comunicaciones directas de otros: lo imaginario puede aparecer como la realidad objetiva.

Pero más radicalmente, los fundamentos ontológicos están conmocionados. La existencia del fenómeno cambia, y el fenómeno de la existencia ya no aparece ante nosotros como antes. La persona se ve sumergida en un vacío de no-existencia en el que fracasa. No hay soportes, nada de qué colgarse, excepto quizás algunos fragmentos del naufragio, algunos recuerdos, nombres, sonidos, un objeto o dos, que conservan un enlace con el mundo perdido. Este vacío puede no estar vacío. Puede estar poblado de visiones y voces, fantasmas, extrañas formas y apariciones. Nadie que no haya experimentado cuan insustancial el desfile de la realidad puede llegar a ser, cómo desaparece, puede verdaderamente darse cuenta de la presencia sublime y grotesca que puede reemplazarla, o darse paralelamente.

Cuando una persona se vuelve loca, tiene lugar una profunda transposición de su posición en todos los dominios de su existencia. El centro de su experiencia se mueve del ego al Self. El tiempo mundano deviene mera anécdota, solo lo Eterno importa. El loco, está de todas formas, confuso. Confunde ego con self, lo interno con lo externo, lo natural con lo sobrenatural. A pesar de ello, muchas veces puede ser para nosotros, incluso a través de su profunda miseria y desintegración, el hierofante de lo sagrado. Un exilio de la escena de la existencia como la conocemos, es un alien, un extraño. Este vacío puede ser poblado por presencias que nosotros ni siquiera soñamos. Solían llamarlos demonios y espíritus, que eran conocidos y nombrados. El sujeto ha perdido el sentido del self, sus sentimientos, su lugar en el mundo como lo conocemos. Nos dice que está muerto. Pero nosotros nos distraemos de nuestra acogedora seguridad por estos locos fantasmas que hacen acto de presencia con sus visiones y voces que parecen tan carentes de sentido y que nos impelen a que se deshaga de ellos, a limpiarlo, a curarlo.

La locura no es toda ella crisis. Es también un paso adelante. Es potencialmente una liberación y una renovación, así como esclavitud y muerte existencial.

Hay hoy en día, un número creciente de personas que han atravesado la experiencia de la locura. (1) Quiero citar con cierta extensión uno de los primeros relatos contemporáneos, registrado por Karl Jaspers en su Psicpatología General:

"Yo creo que me he causado a mí mismo la enfermedad. En mi intento de penetrar el otro mundo me encontré con sus naturales guardianes, la encarnación de mis propias debilidades y faltas. Al comienzo pensé que estos demonios eran subterráneos habitantes del otro mundo que podían jugar conmigo como si fuera una pelota, porque fui a estas regiones sin preparación y me perdí en el camino. Más tarde pensé que eran partes escindidas de mi propia mente (pasiones) que existían cerca de mí en el espacio libre y medraban mis sentimientos. Creí que todo el mundo las tenía pero que no las percibían, gracias al engaño protector y exitoso del sentimiento de existencia personal. Finalmente pensé que era un artefacto de la memoria, complejos de pensamientos, etc., un juguete lo suficientemente bonito para ser visto desde fuera pero que dentro del que no había nada real.

"En mi caso, mi self creció poroso a causa de mi conciencia debilitada. A través de ella yo quería acercarme a las más altas fuentes de la vida. Yo debí haberme preparado para esto durante un largo periodo evocando en mí un self más elevado, impersonal, ya que el "néctar" no es para labios mortales. Actuó destructivamente en el self animal-persona, lo escindió en sus partes. Éstas se desintegraron gradualmente, el juguete realmente se quebró y el cuerpo quedó dañado. Yo forcé anticipadamente el acceso a las "fuentes de la vida", la maldición de los dioses descendieron sobre mí. Me di cuenta demasiado tarde de que elementos tenebrosos habían tomado parte. Tuve que conocerlos una vez que ya habían adquirido demasiado poder. No había vuelta atrás. Ahora poseo el mundo de espíritus que había deseado ver. Los demonios vinieron desde los abismos, como Cerberi el guardián, denegando el permiso a los no autorizados. Decidí emprender la lucha entre la vida y la muerte. Al final esto significó para mí la decisión de morir, desde el momento en que tuve que poner a un lado todo aquello que mantenía al enemigo pero que era igualmente lo que mantenía la vida. Quería morir sin volverme loco y me planté delante de la Esfinge: ¡los dos al abismo o solo yo!

"Luego vino la iluminación. Me apresuré y penetré en la verdadera naturaleza de mis seductores señuelos. Eran alcahuetes mentirosos de mi querido self que parecía algo tan despreciable como ellos.

"Emergió un self más amplio y comprehensivo y pude abandonar mi antigua personalidad con su completo séquito. Vi que mi anterior personalidad nunca hubiera podido penetrar en esferas trascendentales. Como resultado, sentí un miedo terrible, un golpe devastador, pero fui rescatado, los demonios se marchitaron, se desvanecieron y murieron. Una nueva vida comenzó para mí, y desde entonces me siento diferente a las demás personas. Un self consistente en mentiras convencionales, engaños, autodecepciones, imágenes de la memoria, un self como el de los demás, surgió en mí nuevamente, pero detrás y por encima había uno más grandioso, y más comprehensivo que me impresionó con algo de lo que es eterno, inmodificable, inmortal e inviolable, y que desde entonces viene siendo mi protección y mi refugio. Creo que sería bueno para muchos, familiarizarse con un self elevado como éste, y que hay gente que lo logró en verdad por medios más gentiles.

Jaspers comenta:

"Este tipo de interpretaciones están obviamente hechas bajo la influencia de la desilusión así como tendencias y profundas fuerzas psíquicas. Se originan en profundas experiencias y la riqueza de este tipo de experiencias esquizofrénicas invoca en el observador lo mismo que en el irreflexivo paciente a no tomar todo esto meramente como un caótico embrollo de contenidos. Mente y espíritu están presentes en la vida psíquica mórbida lo mismo que en la sana. Pero interpretaciones de este tipo deben ser desinvestidas de toda importancia causal. Lo más que pueden hacer es echar alguna luz sobre sobre el contenido y contextualizarlos de algún modo". Yo diría que este paciente describe con una lucidez que yo no podría superar, una Cuestión, con sus trampas y peligros, que él parece haber trascendido. Incluso Jaspers aun habla de esta experiencia como mórbida, y no toma en cuenta la construcción del paciente que la experimenta. Tanto la experiencia como la construcción a mí me parecen válidas.

Debo dejar claro que estoy hablando de ciertas experiencias trascendentales que para mí es la fuente original de todas las religiones. Algunos psicóticos tienen experiencias trascendentales. A menudo (tal es su recuerdo) nunca habían tenido antes este tipo de experiencias y frecuentemente nunca volverán a tenerlas; no estoy diciendo, en cualquier caso, que la experiencia psicótica contiene necesariamente este elemento más manifiestamente que la experiencia normal. La persona que es transportada a estos dominios suele actuar de forma curiosa. En otra parte he descrito con cierto detalle las circunstancias que dan lugar a este "viaje", al menos en ciertas instancias, y la burda mistificación que el lenguaje y el pensamiento de la clínica médica perpetra cuando se presenta, lo mismo que con el fenómeno de la locura, tanto como hecho social como como experiencia existencial.

El esquizofrénico seguramente está loco. Está loco. No está enfermo. Personas que pasaron por la experiencia de la locura me dijeron cómo lo que les fue revelado había sido indiscutiblemente maná del Cielo. La vida al completo de la persona había cambiado, pero es difícil no dudar acerca de la validez de semejante visión. Además, no todos vuelven a nosotros otra vez.

¿Son estas experiencias simplemente la resplandor de un proceso patológico, o una particular alienación? No creo que lo sean.

Una vez que todo ha sido dicho acerca de de las escuelas de psico-inmortal análisis y psicología profunda, uno de sus grandes méritos es que reconocen explícitamente la relevancia crucial de la experiencia de cada persona para su conducta manifiesta, especialmente el tan mentado "inconciente".

Hay un punto de vista, aun vigente, según el cual hay una correlación entre estar sano y la inconciencia, o al menos con el no estar demasiado conciente de lo inconciente, y de que ciertas formas de psicosis son la conducta disruptiva causada por estar sobreexpuesto al inconciente.

Lo que tanto Freud y Jung denominan "lo inconciente" es simplemente lo que nosotros, en nuestro distanciamiento condicionado históricamente, somos impensadamente concientes. No es necesariamente ni esencialmente inconciente.

No estoy meramente hilando paradojas sin sentido cuando digo, que los normales, estamos "out of our minds". La mente es aquello de lo que el ego no es conciente. No somos concientes de nuestras mentes. Nuestras mentes no son inconcientes. Son concientes de nosotros. Pregúntate quién y qué es eso que sueña nuestros sueños. ¿Nuetras mentes no concientes? El Soñador que sueña nuestros sueños sabe bastante más acerca de nosotros de lo que nosotros sabemos. Es solo desde una posición notable de alienación que la fuente de la vida es experimentada tal y como es. La mente de la cual no estamos concientes, está conciente de nosotros.
Somos nosotros los que estamos "out of our minds". Debemos no estar concientes de nuestro mundo interno.

No nos damos cuenta de su existencia la mayor parte del tiempo.

Pero mucha gente ingresa en él- desafortunadamente sin ninguna guía, confundiendo la realidad interna con la externa- y generalmente pierde su capacidad para funcionar competentemente en las relaciones ordinarias.

Esto no necesariamente debe ser así. El proceso de ingresar en el otro mundo, para luego volver a éste, es tan "natural" como la muerte y el nacimiento o alumbramiento. Pero en nuestro mundo actual, a la vez aterrorizado e inconciente respecto del otro mundo, no sorprende que cuando la "realidad", la estructura de este mundo, explota, y la persona entra en el otro mundo, esté completamente perdido y aterrorizado, y halle solo incomprensión en los demás.

En ciertos casos, un hombre ciego de nacimiento puede ser operado para recuperar la vista. Resultado: frecuentemente, miseria, confusión, desorientación. La luz que ilumina al demente es una luz extramundana, pero yo no creo que sea una proyección, una emanación de su ego mundano. Es irradiado por una luz que es más que él mismo. Puede quemarlo.

Este "otro" mundo no es esencialmente un campo de combate entre fuerzas psicológicas, derivadas, desviadas, desplazadas o sublimadas de sus originales catexias objetales, que se enzarzan en una lucha ilusoria -aunque estas fuerzas puedan oscurecer dichas realidades, al igual que pueden oscurecer las así llamadas realidades externas. Cuando Ivan, en Los hermanos Karamazov, dice "Si Dios no existe, todo está permitido", no está diciendo: "Si mi superego, proyectado, puede ser abolido, puedo hacer cualquier cosa sin cargo de conciencia." Dice: "Si solo existe mi conciencia, entonces no hay tope a la validez de mi voluntad."

El papel del médico (psicoterapeuta, analista) debería ser, en circunstancias selectas, sacar a la persona de su mundo e inducirlo al otro. Guiarlo para que entre en este otro mundo y hacerle regresar.

Uno entra en el otro mundo quebrando una concha: o a través de una puerta: o por medio de una escisión: las cortinas se abren o se levantan: un velo se levanta. No es lo mismo que un sueño. Es "real" en un sentido diferente a como lo es un sueño, la imaginación, la percepción, o la fantasía. Siete velos: siete paraísos.

El "ego" es el instrumento para vivir en este mundo. Si "el ego" quiebra o es destruido (debido a las contradicciones insuperables de ciertas situaciones, por tóxicos, cambios químicos, etc.), entonces la persona puede quedar expuesta a este otro mundo.

El mundo al que uno ingresa, la propia capacidad para experimentarlo, parece estar parcialmente condicionada por el estado del propio "ego".

Nuestro tiempo ha sido caracterizado, más que por ninguna otra cosa, por un dominio, un control, del mundo externo, y por un casi total olvido del mundo interior. Si uno considera la evolución del hombre desde un punto de vista del conocimiento del mundo exterior, entonces nosotros nos hallamos en muchos aspectos, progresando.

Si una la considera desde el punto de vista del mundo interior, y conjuntamente, de lo interior y lo exterior, entonces deberemos juzgarlo de un modo diferente.

Fenomenológicamente los términos "interno" y "externo" tienen escasa validez. Pero en esta esfera uno se reduce a los meros recursos verbales –las palabras son simplemente el dedo que apunta a la luna. Una de las dificultades de hablar hoy en día de estos temas es que la existencia de realidades internas es cuestionada.

Por "interior" entiendo todas aquellas realidades que normalmente carecen de presencia "externa", "objetiva" -las realidades de la imaginación, sueños, fantasías, trances, las de los estados contemplativos y de la meditación: realidades de las que el hombre moderno, en su mayor parte, no tiene la más mínima conciencia directa. En ningún lado en la Biblia por ejemplo, hay argumentos acerca de la existencia de dioses, demonios, ángeles. La gente no "cree" primero en Dios: experimentan Su presencia, lo que es igualmente cierto para otros agentes espirituales. La cuestión no era si Dios existía o no, sino si este particular Dios era el más grande de todos, o el único; y cuál era la relación entre estos agentes espirituales. Hoy hay un debate público, no acerca de la creencia sobre la validez de Dios, el lugar en particular en la jerarquía espiritual de los diferentes espíritus, etc., sino si Dios o esos espíritus siquiera existen, o existieron.

La salud actualmente parece residir casi por entero en la capacidad para adaptarse al mundo exterior -al mundo interpersonal, y el contexto de las colectividades humanas.

Dado que este mundo humano externo está casi completa y totalmente extricado del interno, cualquiera que posea conciencia directa de su mundo interno ya corre graves riesgos.

Mas, desde que la sociedad, sin saberlo, está sedienta del interno, las demandas que recaen sobre las personas de demanarlo de un modo "seguro", de un modo que no debe ser tomado seriamente, etc., es tremenda -mientras que la ambivalencia es igualmente intensa. No sorprende que la lista de artistas en, digamos, los últimos 150 años, que han naufragado en estos riscos es bien larga –Hölderlin, John Clare, Rimbaud, Van Gogh, Nietzsche, Antonin Artaud, Strindberg, Munch, Bartok, Schumann, Büchner, Ezra Pound...

Aquéllos que sobrevivieron tenían cualidades excepcionales -una capacidad para el secreto, el ingenio, la astucia -una completa apreciación realista del riesgo que corrían, no solo de los dominios espirituales que frecuentaban, sino del odio de sus congéneres respecto de cualquiera que se embarcara en esa búsqueda.

Curémosles. El poeta que confunde una mujer real con su Musa y actúa de acuerdo con ello... El joven que parte en un yate, en busca de Dios...

Lo externo divorciado de cualquier iluminación de lo interior está en un estado de oscuridad. Estamos en una época de oscuridad. La situación de oscuridad exterior es un estado de pecado -i.e., alienación o extrañamiento respecto de la luz interior. Ciertas acciones llevan a mayores extrañamientos; algunas otras ayudan a no estar tan alejado. Las primeras son malas; las últimas son buenas.

Los caminos para perder el propio camino son legión. La locura no es, ciertamente, ambigua. La contra-locura de la psiquiatría kraepeliniana es la exacta contrapartida de la psicosis "oficial". Literalmente, y con absoluta seriedad, es demencial, si por demencia entendemos cualquier extrañamiento radical de la verdad subjetiva u objetiva. Recordad la locura objetiva de Kierkegaard.

Tal y como experimentamos el mundo, así actuamos. Nos dejamos llevar por la luz de nuestra visión acerca de la situación y acerca de lo que no es la situación. Esto es, cada persona es más o menos un ontologista naif. Cada persona tiene una visión de lo que es, y de lo que no.

No hay duda, me parece a mí, acerca de que hubo profundos cambios en la experiencia del hombre en los últimos cientos de años, de un modo que se hace más evidente que los cambios en los patrones de su conducta. Todo sugiere que el hombre experimentó a Dios. La fe nunca fue un asunto de creencia en cuanto a su existencia, pero sí de certeza en cuanto a la Presencia experimentada y tenida por existente como un dato autovalidado. Da la impresión de que más y más gente en nuestros tiempos ni experimentan la Presencia de Dios, ni la Presencia de su Ausencia, pero sí la ausencia de su Presencia.

Necesitamos una historia del fenómeno -no simplemente más fenómeno de lo histórico.

Tal es así, que el psicoterapeuta secular muchas veces ocupa el rol del ciego que conduce al medio ciego.

La fuente aun no se ha agotado, la Llama aun resplandece, el Río aun fluye, la Primavera aun burbujea, la Luz no se ha apagado. Pero entre nosotros y eso, hay un velo que es como un muro de cincuenta pies de cemento sólido. Deus absconditus. O que nosotros hemos nos hemos ocultado.

En nuestro tiempo todo está dirigido a categorizar y segregar esta realidad de los hechos objetivos. Eso es precisamente la pared de cemento. Intelectualmente, emocionalmente, interpersonalmente, organizativamente, intuitivamente, teóricamente, tenemos que arremeter a través de la pared sólida, aun a riesgo de caer en el caos, la locura y la muerte. Desde este lado del muro, ése es el riesgo. No hay seguros, no hay garantías.

Mucha gente está preparada para tener fe en el sentido de una creencia científicamente indefendible de una hipótesis no testada. Algunos tienen la certeza suficiente como para testarla. Mucha gente hace como que cree lo que experimenta. Unos pocos están hechos para creer por su propia experiencia. Pablo de Tarso fue cogido por el pescuezo, arrojado al suelo y enceguecido por tres días. Esta experiencia fue auto-validante.

Vivimos en un mundo secular. Para adaptarse a este mundo, los niños abdican de su éxtasis. (L'enfant abdique son extase.–Mallarmé.) Habiendo perdido nuestra experiencia del Espíritu, se espera de nosotros que tengamos fe. Pero esta fe viene a ser una creencia en una realidad que no es evidente. Hay una profecía en Amos que dice que habrá un tiempo en el que habrá hambre en la Tierra, "no hambre de pan, no sed de agua, sino de escuchar las palabras de Dios". Ese tiempo ha venido a tener lugar ahora. Es el presente.

Desde el punto de partida de nuestra pseudo-salubridad, todo es equívoco. Nuestra salud no es "verdadera" salud. Su "locura" no es verdadera locura. La locura de nuestros pacientes es un artefacto de la destrucción perpetrada por nosotros, y a través de ellos, sobre nosotros mismos. Que nadie suponga que nos topamos con más "verídica" locura que lo que nosotros estamos verdaderamente sanos. La locura que hallamos en los "pacientes" es un burdo travestismo, una farsa, una grotesca caricatura de lo que podría ser la cura natural de esa escindida integración que llamamos salud. De un modo u otro, la verdadera salud conlleva la disolución del ego normal, ese falso self competentemente ajustado a nuestra realidad social alienada: el surgimiento de los arquetipos mediadores del poder divino "interiores", y a través de la muerte, un renacimiento, y el eventual reestablecimiento de un nuevo tipo de ego-funcionamiento, el ego siendo ahora siervo de lo Divino, y ya no más lo que lo traiciona.

La experiencia trascendental en relación a la Religión y la Psicosis


Transcendental Experience
In Relation to Religion and Psychosis 1


by
R.D. Laing*