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Paz y Ciencia
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sábado, 5 de febrero de 2022

Budismo Y Cognitivismo

 

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta Zaragoza Gran Vía Y Online. Teléfono: 34 653 379 269.  Website: www.rcordobasanz.es


La "Noble Verdad" budista

2El abordaje budista de la cognición resulta, dentro del lenguaje y forma de operación mental humana, en una actitud denominada en los textos sagrados budistas de la "Noble Verdad". Es de gran importancia este tema, una vez que la doctrina del vacío, punto esencial de la visión budista, elemento central de la comprensión budista unánimemente aceptada en todas las líneas, encuentra en la "Noble Verdad" su punto de contacto con la realidad contingente de todos los seres, objetos, propósitos, hechos materiales, hechos abstractos, psicológicos, biológicos, físicos, astronómicos, etc. O sea, es bajo una expresión de "Noble Verdad" que vamos a encontrar una armonización de la visión budista del vacío con la "realidad que nos rodea".

Las palabras nunca tendrán un significado mayor que el de las experiencias que las generan

3La doctrina budista del "vacío", que, en cierto sentido, se confunde en muchos puntos con la "Noble Verdad", no es una doctrina de que nada existe, como incorrectamente podríamos ser llevados a pensar. La noción de "vacío" se refiere a que la realidad última de cada ser u objeto está desprovista de características propias individuales y definidas. Los objetos existen apenas en cuanto realidades convencionales, limitadas, espacio-temporales, condicionadas y contextuales; no existen separada e independientemente del observador.

4La "Noble Verdad", a su vez, podría ser resumida como una actitud que resulta de la comprensión de que todo lo que es visto, es visto por la mente, y que todo lo que es visto por la mente es, en verdad, la mente viéndose a sí misma, viendo las imágenes y objetos generados por ella misma. Es como está expresado en el Lankavatara Sutra, cuando se dice que "una pintura no está en la tela ni en los colores ni en las tintas", o "los ignorantes no comprenden que lo que ven es la mente viéndose a sí misma".

5Esto no quiere decir, por ejemplo, que el mundo externo no existe efectivamente, que las cosas no existen, sino se busca entender con claridad lo que significa decir que un cierto objeto existe o lo que significa la afirmación general de que el mundo externo existe. En este contexto, entender el significado de esas afirmaciones es conocer sus límites de validez.

La filosofía budista es apenas una forma pasajera de sistematizar conocimientos

6La forma de trabajar los elementos de convicción que vienen a explicar y permitir la transmisión del sentido correcto de la expresión "Noble Verdad" es siempre la forma experimental, o sea, se busca a través de experiencias vividas en procesos de imaginación, la vivencia directa de cada uno de los aspectos de la "Noble Verdad". Aquí mencionamos este método didáctico como una característica del proceso de transmisión de la "Noble Verdad", pero, de hecho, este es un método general de abordar todas las cuestiones en el budismo, y el sentido real de todas las conclusiones a que se viene a llegar es siempre remitido a la experiencia mental o concreta que lo generó, su comprensión no es mayor ni menor. Las palabras, así como toda y cualquier forma de comunicación, nunca tendrán un valor y un significado mayor que el del valor y significado de las experiencias que las generaron.

7La "Noble Verdad" es un elemento esencial en la doctrina budista porque permite una transición existencial individual de una búsqueda externa, de un caminar externo en el "mundo", hacia una búsqueda interna. Al comprenderse la esencia de la Noble Verdad, se comprende que lo que es visto externamente es siempre una proyección mental de un cúmulo de tendencias y experiencias previas, lo que, en el budismo, es genéricamente entendido como el "karma". Es justamente este conjunto de tendencias lo que irá a dar sentido a las experiencias e irá asimismo a conformar la realidad, que de modo enteramente automático, es vista de forma nítida, palpable, vívida.

La práctica budista apunta a la depuración de todo condicionamiento inconsciente

8La experiencia de vivenciar la "realidad externa", cuando es encarada de ese modo, se torna una manifestación de todo un "mundo interno inconsciente", que es, a su vez, reconocido como el resultado de experiencias mentales concretas o abstractas anteriores (en la visión budista no hay diferencias entre estas dos opciones pues toda experiencia concreta es siempre mediada por la mente, siendo en suma, una experiencia mental abstracta también). Este enfoque permite que se pase a develar un vasto campo de estudio y trabajo donde el surgimiento de cada discriminación en la mente es visto como un resultado de la operación mental inconsciente. En este contexto la palabra "inconsciente" no tiene ningún significado esencial, o sea, la palabra inconsciente no se refiere a algo que, se imagina exista de modo efectivo y permanente, pero, en este contexto, esta palabra significa solamente la actividad mental que no es vista en su proceso, más es reconocida exclusivamente por sus resultados.

9Examinándose la "realidad externa" de esa forma, no se encontrará diferencia ninguna, entre esta "realidad externa" y la "realidad interna"; ambas se funden, tornándose indistinguibles.

Aunque un libro sea un libro, para una polilla es un manjar

10Es justamente este vasto campo de estudio y trabajo el que ofrece la mejor oportunidad de contacto entre el pensamiento religioso budista y la filosofía y psicología de todos los colores, matices y orígenes. Es también ahí un punto de florecimiento de la filosofía budista, aunque la filosofía budista no pueda ser considerada una forma de búsqueda de la verdad de la esencia última de las cosas, sino tan sólo una forma relativa, condicionada y pasajera de sistematizar conocimientos del mundo y del proceso de cognición, de modo que, en la existencia de las actuales formas de operación mental condicionada, sea posible el reconocimiento de esos condicionamientos y sea entonces posible reconocer la naturaleza de la liberación. Reconocer la condición humana, la contaminación inherente a todo el proceso cognitivo e la naturaleza de la liberación, es todo lo que la filosofía budista pretende en cuanto filosofía. Es su límite. En este punto se inicia la práctica budista propiamente dicha, que intenta la depuración de todo el condicionamiento inconsciente, de forma que la operación mental pueda venir a manifestar la completa ausencia de juegos ciegos y de condicionamientos en cuanto tal.

Las Tres Contaminaciones Inherentes a la Noción de "Objeto"

11Vamos a utilizar aquí la expresión "contaminación" en el sentido de "perturbación involuntaria y automática del proceso de comprensión por el surgimiento de ideas e imágenes mentales provenientes de experiencias anteriores y que atribuyen sentidos cognitivos previamente condicionados a las experiencias sensoriales y abstractas de la mente humana".

Aunque un libro sea un libro, para una polilla es un manjar

10Es justamente este vasto campo de estudio y trabajo el que ofrece la mejor oportunidad de contacto entre el pensamiento religioso budista y la filosofía y psicología de todos los colores, matices y orígenes. Es también ahí un punto de florecimiento de la filosofía budista, aunque la filosofía budista no pueda ser considerada una forma de búsqueda de la verdad de la esencia última de las cosas, sino tan sólo una forma relativa, condicionada y pasajera de sistematizar conocimientos del mundo y del proceso de cognición, de modo que, en la existencia de las actuales formas de operación mental condicionada, sea posible el reconocimiento de esos condicionamientos y sea entonces posible reconocer la naturaleza de la liberación. Reconocer la condición humana, la contaminación inherente a todo el proceso cognitivo e la naturaleza de la liberación, es todo lo que la filosofía budista pretende en cuanto filosofía. Es su límite. En este punto se inicia la práctica budista propiamente dicha, que intenta la depuración de todo el condicionamiento inconsciente, de forma que la operación mental pueda venir a manifestar la completa ausencia de juegos ciegos y de condicionamientos en cuanto tal.

Las Tres Contaminaciones Inherentes a la Noción de "Objeto"

11Vamos a utilizar aquí la expresión "contaminación" en el sentido de "perturbación involuntaria y automática del proceso de comprensión por el surgimiento de ideas e imágenes mentales provenientes de experiencias anteriores y que atribuyen sentidos cognitivos previamente condicionados a las experiencias sensoriales y abstractas de la mente humana".

La primera contaminación

12Aseguremos un libro en nuestra mano. Un libro es inequívocamente un libro. Podemos palparlo, abrir sus hojas, examinar el texto. Verificamos fácilmente que existe una posición correcta para que él pueda ser leído. Podemos identificar en que lengua fue escrito. Podemos sentir claramente la completa concretitud del libro. Es inequívoco. ¿Qué más sería un libro que no propiamente un libro?

13Esta es la primera contaminación mental de la visión, lo que surge en la relación con los objetos "concretos ", la que da una realidad única e inequívoca a los objetos "concretos" conque lidiamos.

¿Por qué sería eso una contaminación mental? ¿En qué sentido hay algún equívoco en esta comprensión tan evidente y clara?

14Hay un célebre diálogo entre dos grandes hombres, dos grandes pensadores, Albert Einstein y Rabindranath Tagore, que ilustra bien esta cuestión. Este diálogo ocurrió en Berlín, cuando Einstein, ya un Premio Nobel de Física, recibió en su casa al poeta y filósofo Tagore, Premio Nobel de Literatura. Conversaban los dos sobre la cuestión de la realidad del mundo concreto que vemos, y Tagore utilizó el ejemplo de un libro para mostrar que, aunque el libro sea efectivamente un libro, para una polilla, es, de modo igualmente concreto, un manjar.

15¿Estaría equivocada la polilla? ¿Habría algún error de evaluación o de percepción en el comportamiento de la polilla? ¿Sería entonces una situación de una insensibilidad brutal de la polilla frente a la sutileza de la mente humana que es capaz de apreciar los libros y extraer de ellos deleite, conocimiento y emociones?

16Evidentemente no. Una polilla se comporta de una manera absolutamente correcta cuando se alimenta de un libro, y de la misma forma nosotros, cuando vemos y utilizamos un libro, también no estamos cometiendo ningún error. Las interpretaciones no se contraponen, se complementan. Un libro es alimento de polilla y alimento mental para los hombres que consiguen leerlo.

La visión convencional atribuye realidad concreta única a lo que surge en la mente por los sentidos

17En este punto podemos entender mejor lo que significa esta primera forma de contaminación mental, la que ocurre cuando interpretamos de forma automática y condicionada los estímulos sensoriales que nos alcanzan. Esta primera forma de contaminación es admitir que los objetos concretos que nos surgen ante los sentidos y de ahí a la mente, sean un tipo de realidad concreta preexistente con la cual entonces nos estamos relacionando.

Este primer nivel tiene también dos subdivisiones:

18En primer lugar podemos admitir que la visión que tenemos se refiere a un mundo que existe en forma concreta e inequívoca, y por lo tanto todas las otras visiones son incorrectas.

19La segunda posibilidad es admitir que estamos lidiando con la manera correcta de ver las cosas, pero existen otras posibilidades más limitadas e imperfectas, y otros seres y personas pueden, por operar de una forma limitada e imperfecta, llegar a otras conclusiones y asimismo usar, con éxito, estas interpretaciones en sus propósitos limitados. Estas conclusiones y formas de interpretar hasta pueden revelarse útiles e interesantes, pero son de una calidad inferior pues la realidad es preexistente y tiene solamente una cara.

20Resumiendo, entonces, la primera forma de contaminación mental que surge en el proceso de la visión convencional es atribuir una realidad concreta única a lo que nos surge ante la mente a partir de los estímulos sensoriales. Este proceso es automático e inconsciente, y las conclusiones son enteramente convincentes, no permitiéndonos cualquier distanciamiento o "defensa" mental posible, pues se presentan de forma enteramente clara, sin ninguna sombra y sin que sea necesario ningún esfuerzo.

La segunda contaminación

21Los alumnos entran a la sala y ven en la pizarra un dibujo hecho por el profesor, un cubo. Observan todos un cubo dibujado, sus doce aristas y ocho vértices, y lo ven como un cubo. Esta es la segunda forma de contaminación de la visión: aquella que atribuye una realidad inmediata, automática y concreta a los objetos abstractos.

22¿Quién no concordaría que se trata efectivamente de un cubo? ¿Quién no concordaría con su realidad, con la existencia de sus seis lados, doce aristas y ocho vértices? Cualquier persona que viese un número diferente de lados, aristas y vértices estaría ciertamente equivocada.

La imagen de un cubo penetra nuestra mente sin dejar señales, parece enteramente natural, absolutamente correcta, estamos completamente indefensos frente a eso.

23El cubo, no en tanto, como evidenciado por L. Wittgestein en el "Tractatus", permite que se evidencie con claridad aún mayor este proceso de contaminación. Cuándo observamos vértices diferentes (experimente observar un vértice "a" del cubo, y después observe un vértice "b"), vemos (!) clara y nítidamente cubos diferentes! ¿Cómo es eso posible si el cubo diseñado no fue alterado, y es el mismo que siempre fue? ¿Cómo es posible que una misma realidad concreta (el dibujo) sea capaz de ofrecer diferentes visiones al mismo observador, bastando apenas con este cambio de lugar del punto focal de su visión de una posición para otra en el mismo dibujo?

24Si la imagen del cubo que surge en nuestra mente es perfectamente normal y natural, ¿por qué, del mismo modo natural y normal, surge una otra imagen con la misma apariencia de realidad para el mismo objeto? La concretitud con que estos objetos aparecen es la segunda forma de contaminación de la visión: aquella que atribuye una realidad inmediata, automática y concreta a los objetos abstractos.

25En este punto podemos entender el significado de "contaminación" en la experiencia con objetos abstractos, o sea, podemos comprender el sentido de la expresión "perturbación involuntaria y automática del proceso de comprensión por el surgimiento de ideas e imágenes mentales en experiencias cognitivas con objetos abstractos".

La tercera contaminación

26Hasta el momento examinamos las dos primeras contaminaciones que ocurren en el proceso cognitivo: las que surgen en el contacto con objetos "concretos" y las que surgen en el contacto con objetos "abstractos". Vamos a ver ahora la tercera contaminación, la más sutil, la más delicada de todas, la más insinuante, la contaminación que está siempre presente en el proceso cognitivo y en el lenguaje cotidiano. Tocamos en un objeto con la mente a través de las teorías y no tenemos defensa frente a eso. Esta es la tercera forma de contaminación mental, la más sutil de ellas.

Un objeto despojado de características es lo que llamamos un objeto inexistente

27En la tradición Zen, existe un "koan", que es una pregunta que no tiene respuesta lógica posible, y sirve para quebrar la rigidez de la comprensión del discípulo; la respuesta no importa, lo relevante es trabajarse con la pregunta misma. En este punto es interesante recordar el Koan de las manos que se baten. Un maestro golpea una mano estirada contra la otra, bate las palmas, y pregunta al monje-discípulo: ¿cuál es el sonido que proviene solamente de una de las manos? No hay respuesta posible. ¿Cómo comprender esta pregunta es lo que ella puede trazar como comprensión? Este koan ejemplifica la noción de objeto y sus limitaciones. La noción de objeto presupone una separación entre sujeto y objeto y la idea de que las propiedades pertenecen únicamente a uno y no al otro.

28Examinemos los objetos que nos rodean y examinemos la forma por la cual ellos nos surgen como objetos con realidad permanente y separada. Cuándo vemos un objeto, abstracto o concreto, ¿cómo tomamos conciencia de su existencia? ¿Cómo surge su existencia ante nuestros ojos?

29Su existencia se da a partir de sus características. Un objeto despojado de características es justamente lo que llamamos un objeto "inexistente. Esta acepción aquí atribuida al término "inexistente" no se aplica solamente a los objetos concretos, sino también a los objetos abstractos, y las características no precisan ser objetivables y universalmente aceptadas, sino meramente existentes, lo mismo vale también para una persona.

30En cualquiera de esos casos, se considera que características existen: concretas, abstractas o aún hasta delirantes. Siendo así, está presente esta tercera forma de contaminación del proceso cognitivo.

31Cuando se habla de "características", se asume implícitamente que el objeto bajo análisis es el poseedor de esas "características"; este punto es muy importante y por eso vamos a examinarlas en mayor detalle.

Batimos una mano contra la otra. ¿Siendo las manos iguales, a cual de ellas pertenece el sonido?

¿Qué es lo que significan las "características" de un objeto?

32Para intentar responder a esta pregunta, vamos a examinar un pequeño ejemplo donde atribuimoscaracterísticas a objetos concretos: vamos a examinar varios objetos en cuanto a su sonido.

33Vamos a batir con una mano estirada sobre una mesa que esté próxima, después sobre un libro, después en una pared, y en una cadera, etc. Uno después de otro, los objetos producen sonidos que los caracterizan. Podemos repetir este proceso algunas veces, si es necesario, hasta que, aún con los ojos cerrados, al escuchar el sonido podamos identificar perfectamente el objeto que lo produce. Los mismos niños pueden hacer eso con facilidad, hasta los mismos perros y gatos pueden ser entrenados así, enseñándoles se les deja aptos, al punto de no errar las identificaciones.

34Cuando interpretamos eso, reconocemos los varios sonidos como, de forma inequívoca, efectivamente pertenecientes a los varios objetos; y esa interpretación es automática, fácil, natural, no deja dudas.

35Vamos ahora a repetir. Batimos en la mesa, en el libro, en la pared, en la cadera, etc., cada objeto muestra nuevamente su sonido, y así vamos cambiando de objeto y obteniendo las varias respuestas, hasta que batimos una mano estirada contra la otra. En este momento surge entonces la pregunta, siendo las manos iguales: ¿a cual de ellas pertenece el sonido?

36Esta pregunta es reveladora. Es una pregunta que no puede ser respondida. En verdad, es una invitación a un examen más detallado de los presupuestos que atribuyen sentido y tangibilidad a las características de los objetos.

37¿Siendo las manos iguales, a cual de ellas pertenece el sonido cuando batimos palmas? Cuando batíamos sobre la mesa, el sonido era de la mesa, lo mismo con la pared, con la cadera, con el libro, cada uno revelando su sonido. Cuando batimos una mano contra la otra, percibimos que en cada caso el sonido fue siempre producido tanto por la mano como por el objeto tocado. Es imposible separar. Pero nuestra interpretación fue siempre la de que el sonido pertenecía al objeto tocado, era una característica suya.

La Teoría Cuántica es hoy un tema central de estudios para los físicos y filósofos

38Esta es la forma más sutil de contaminación mental del proceso cognitivo, la que, implícitamente, atribuye realidad separada a los objetos y al observador. Todas las características que pueden ser encontradas en objetos, nominadas, clasificadas, etc., todas son el resultado de este tipo de simplificación, la que admite que el objeto puede, por último, revelar características propias, y en ningún momento considera que cualquier característica es solamente una especie de interpretación automática del fenómeno ocurrido en un proceso de relación.

39Esta forma de contaminación mental está presente siempre en nuestro raciocinio y en nuestras verbalizaciones. El propio lenguaje está estructurado en función de las características de objetos separados, y todo es descrito así.

40En el área de la física, Niels Bohr, especialmente, fue quien consiguió introducir correcciones a esta forma de pensar y de expresarse, y consiguió no solamente distanciarse de esta forma de "ideología automática" sino que llegó a formular un sistema filosófico que escapaba de estos problemas sin quedarse limitado al inmovilismo. Su éxito fue tan grande que la Teoría Cuántica es hoy un tema central de estudio tanto para físicos como para filósofos, siendo la base para una importante evolución científica y tecnológica ocurrida a mediados de este siglo.

41Su visión filosófica, la "complementariedad", puede ser vista como una forma avanzada de estructurar el conocimiento convencional, sin dejarse limitar por los presupuestos y paradojas que se desprenden de los equívocos de las interpretaciones condicionadas.

42En la forma de estructurar el conocimiento, como fue desarrollado por Bohr, la palabra "objeto" incluye además no sólo lo que convencionalmente es entendido como "objeto" experimental, sino que también el equipamiento experimental del laboratorio usado en las medidas y las teorías que generan las preguntas.

¿Sería inocuo preciosismo filosófico afirmar que los objetos son inseparables del observador?

43Podemos entonces resumir lo que fue hasta aquí examinado, recordando que los puntos principales expuestos hasta ahora fueron la existencia de condicionamientos automáticos en nuestra operación mental. Estos condicionamientos son responsables por el surgimiento, en nuestra mente, de ideas, interpretaciones y lo mismo visiones claras, que se revelan útiles en muchos sentidos, además equivocadas en otros, y pasibles de generar paradojas insuperables dentro de su forma de operación y atribución de significado. Por razones didácticas, ellas fueron presentadas en tres niveles diferentes: los condicionamientos provenientes de la experimentación con los sentidos físicos, los provenientes de la experiencia abstracta, y, finalmente, los automáticamente existentes en razón de la utilización ingenua del proceso cognitivo y lenguaje condicionados, tomados en sentido absoluto.

44El examen de este último punto se completa con el examen de las "tres formas condicionadas de tocar en un objeto en el proceso de determinación de sus características". Evidentemente, esta expresión, sólo tiene sentido condicionado, y ella misma será, a continuación, cuidadosamente examinada en cuanto a su consistencia y amplitud.

Las cuatro formas de relación con un objeto

45El objetivo de esta parte es examinar los límites de validez del concepto de "objeto" en las propias experiencias en que estos objetos se afirman como tal, o sea, en los procesos de relación. Es también objetivo de esta parte explicitar el hecho de que los objetos pueden ser "perturbados" y "tocados" de forma más amplia de lo que estas palabras aparentemente significan.

46Cuando aquí se habla de objeto, estamos usando esta palabra en el sentido de "objeto concreto" como convencionalmente este objeto es pensado, o sea, existente por sí mismo y situado en el espacio y en el tiempo.

La primera forma condicionada de relación con un objeto es tocarlo, sentirlo por el tacto en forma palpable y concreta.

47Cuando tocamos un objeto de esa forma, sentimos su presencia de un modo objetivo e inequívoco. El objeto tiene toda la concretitud y realidad que puede tener. Podemos aún olerlo, golpearlo en contra de otros objetos, golpearlo de modo de extraer sonido de él, así como experimentarlo en cuanto al sentido gustativo. Examinándolo de esta forma completa, llegamos a una visión abarcativa de ese objeto. ¿Qué límites pueden existir para su realidad? Un objeto es obviamente existente, y aunque no se pueda tomar conocimiento de él, en alguna parte estará. En caso que sea dejado en algún lugar, ahí estará aunque no esté siendo visto, y en cualquier momento se puede llegar a él y volver a verlo. ¿Cuál es entonces el sentido de afirmar que este objeto, así como los objetos en general, es dependiente del observador, que es inseparable del observador, que constituye un "todo" con el observador? ¿No será esto un inocuo e irritante preciosismo filosófico?

48Con paciencia toma el alfarero una bola de barro. Mezcla un poco más de agua y la amasa. Pone la bola en la mesa rotatoria y la alisa mientras gira. La bola sigue girando, y el alfarero, con la mano, comienza a moldearla. ¿En que momento la bola deja de ser bola y pasa a ser un vaso? ¿Qué es necesario para que eso ocurra?

49Este es un punto importante que precisa ser bien comprendido. ¿Cuál es la esencia de transformación bola-vaso? ¿Cuál es la esencia del surgimiento del vaso? ¿Qué es lo que significa decir que un vaso entonces surgió, que el vaso pasó a existir?

50El vaso está sobre la mano. Podemos palparlo, olerlo, sentir su gusto, escuchar su sonido, podemos captar su forma y dibujarla sobre una hoja de papel. Mostrando este dibujo a otros, estos reconocerán que se trata de un vaso. Cualquier persona reconocerá en el vaso, un vaso.

51¿Pero y la bola? ¿Dónde está? ¿Sería correcto llamar al vaso, bola? ¡No! El buen sentido nos diría que obviamente la bola ya no existe más, la bola de barro es la base que originó el vaso. En el momento mismo en que el vaso pasó a existir, la bola desapareció.

52Retornemos, por lo tanto, a la cuestión. ¿Existe alguna diferencia estructural, existe algún componente en el vaso que no existiese anteriormente en la bola? Si vamos a examinar bajo el punto de vista de la base material constituyente, la respuesta es no. ¿Dónde está entonces la diferencia?

Sin una proyección mental no existe la discriminación de objetos

53¿Consigue Ud. comprender que el vaso es en todo semejante al cubo diseñado en la pizarra de la sala de clases? ¿Y este cubo como es que surgió? ¿Está en la pizarra de la pared? ¿Si está en la pizarra, cómo puede tener tres dimensiones si la pizarra sólo tiene dos? ¿Si no está en la pizarra, cómo, al borrar la pizarra, desaparece también el cubo?

54¿Estaría la esencia del vaso en el barro? ¿Si está en el barro, por qué la propia bola no mostraba ya el vaso? ¿Si no está en el barro, por qué no surge ningún vaso en ausencia del barro?

55Todas estas indagaciones y ejemplos son para que se pueda vivenciar la comprensión de que la mente participa del acto de creación de los objetos vistos. Sin la proyección mental no existe una discriminación de los objetos.

56¿Cuál es la diferencia entre el cubo dibujado en la pizarra y un cubo construido en alambre? Ciertamente existen diferencias objetivas, pero desde el punto de vista de la discriminación ambos ocupan una misma clasificación, ambos utilizan la misma forma mental preexistente, el mismo "arquetipo", el cubo. No existiendo el cubo de alambre ni el cubo de la pizarra, no existiría cubo a ser discriminado y así no existirían cubos, pero existiendo estos cubos y no existiendo una proyección mental, no existiría ningún cubo del mismo modo.

57Comprendiéndose esto, se puede comprender el sentido de la afirmación de que, desapareciendo la humanidad, el universo entero desaparece, o la afirmación aún más extraordinaria de que el universo surge y desaparece a cada instante, a cada pensamiento, o todavía más la afirmación de que hasta el mismo pasado y el futuro pasan por cambios incesantes (una vez que es en el presente que toman forma, a través de la mente de los que piensan).

58¿Cuál es la diferencia entre una piedra y una flor? Sin duda, podríamos encontrar muchas, pero, contemplando desde el contexto más sutil, podríamos decir que son también lo mismo, pues la esencia de ambas es la misma, ambas son discriminaciones, proyecciones mentales.

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domingo, 2 de enero de 2022

Budismo y Paz Mental

 





El budismo tiene una forma muy particular de abordar el dolor. Esta filosofía promueve la idea de que es posible acabar con el sufrimiento, pese a que este sea una parte ineludible de la vida. Porque aunque la vida traiga por sí misma dolor, no estamos condenados a padecerlo pasivamente.

Según los budistas, para acabar con el sufrimiento lo primero que se debe hacer es aceptar que existe. La vida de todos los seres humanos, más tarde o más temprano es tocada por el dolor. Resistirse a ello solo lo incrementa.


Ahora bien, aceptar el dolor no significa resignarse a sentirlo. El budismo plantea que este nace del deseo y que, por lo mismo, aprender a renunciar al deseo es la vía expedita para acabar con el sufrimiento. A su vez, esta filosofía señala que hay ocho caminos que deben ser practicados libremente para que la paz y la armonía predominen en nuestras vidas.


domingo, 5 de septiembre de 2021

La Gaya Ciencia: Nietzsche

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta. Zaragoza. Gran Vía Y Online Teléfono: 653 379 26 Website: www.rcordobasanz.es.              Instagram: @psicoletrazaragoza


La gaya ciencia (fragmentos)

Nietzsche escribió en 1882 una de sus obras más importantes, y sin duda la primera que recomendaría a alguien que quiera adentrarse en su pensamiento: La gaya ciencia (también traducible com el alegre saber). Os dejo algunos fragmentos que me han resultado especialmente interesantes, entre ellos, aquel famoso aforismo en el cual habla de la muerte de Dios. Los números remiten al aforismo en cuestión. En la obra hay un total de 383.


13. Para la doctrina del sentimiento de poder. Cuando hacemos bien o mal a otros, ejercemos sobre ellos nuestro poder, sin desear otra cosa. Haciéndoles mal, lo ejercemos sobre aquellos a quienes necesitamos antes que nada hacérselo experimentar; para este fin; el dolor es un medio mucho más sensible que el placer, pues el dolor pregunta siempre las razones, mientras que el placer se inclina a no considerarse más que a sí mismo sin mirar más allá. Haciendo y queriendo bien, ejercemos nuestro poder sobre quienes ya dependen de nosotros de alguna forma (porque tienen la costumbre de pensar en nosotros como en sus razones); de este modo, queremos aumentar su propio poder porque así aumentamos el nuestro, o bien queremos mostrarles las ventajas que obtienen dependiendo de nosotros. (...) ¡Cuántas posesiones no abandona quien quiere salvaguardar el sentimiento de "estar en posesión de la verdad"! ¡Cuántas cosas no arroja por la borda para mantenerse en "las alturas", es decir, por encima de quienes no tienen la verdad!

21. A los doctrinarios del desinterés. Se califica como buenas las virtudes de un hombre teniendo en cuenta no los efectos que en él ejercen, sino los que creemos que ejercerán sin sorpresas en nosotros y en la sociedad. Desde siempre se ha sido en esto muy poco "desinteresado", muy poco "altruista". Es que de otro modo se hubiese debido ver que las virtudes (el cuidado, la obediencia, la castidad, la piedad, la justicia) son la mayoría de las veces perjudiciales para quienes las detentan, en cuanto impulsos que rigen con violencia y un ansia excesivos, que no permiten de ninguna manera que la razón los equilibre respecto a los demás impulsos. Si tienes una virtud entera y verdadera (no sólo un veleidoso impulso hacia una virtud), ¡entonces eres víctima suya! ¡Precisamente por eso alaba tu vecino tu virtud!

29. Mentiras retrospectivas. Cuando en Francia se empezaron a combatir las tres unidades de Aristóteles, y por consiguiente también a defenderlas, se pudo volver a ver algo a menudo verificable, aunque con malestar; se inventaron razones a partir de las cuales se debían mantener dichas leyes, para no reconocer sencillamente que se estaba habituado a su imposición y que ya no se quería cambiarlas. Lo mismo sucede desde siempre en el seno de toda moral y de toda religión imperantes; las razones y las intenciones que estarían detrás de un hábito no son atribuidas sino por una mentira retrospectiva, desde el momento en que algunos empiezan a criticar un hábito y a interrogarse sobre sus intenciones y sus razones. En esto consiste la enorme falta de probidad de los conservadores de todos los tiempos; son mentirosos retrospectivos.

57. A los realistas. Ustedes, sobrios, que se sienten inmunes a la pasión y al delirio y que harían gustosos de su propio vacío un motivo de orgullo y de gala, se denominan realistas y pretenden que el mundo sea como se les ocurra, pues consideran que sólo a ustedes se les revela la realidad, y que tal vez son lo mejor de ella; ¡oh, amadas imágenes de Sais! Pero, en la desnuda condición en la que se hallan, ¿no son ustedes, en cualquier caso, naturalezas sumamente apasionadas comparados con los peces, e incluso parecidos a un artista enamorado? y, además, ¿qué es la "realidad" para un artista enamorado? ¡No dejan de llevar dentro de ustedes una forma de apreciar las cosas que tiene su origen   en   pasiones   y   amores   de   pasados   siglos!   ¡Esa   propia   sobriedad   sigue impregnada aún de una embriaguez secreta e inextinguible! El amor que profesan a la "realidad", por ejemplo, no es sino un "amor" antiguo, ¡tan antiguo! En toda sensación, en toda impresión sensible reside una parte de ese antiguo amor, ya que han sido elaboradas, entremezclándose con ellas, por una cierta dosis de fantasía, de prejuicios, de irracionalidad y de no sé cuántas cosas más. ¡Miren esa montaña! ¡Observen esa nube! ¿Qué hay de "real" en ellas? ¡Hagan abstracción, hombres sobrios, de la visión quimérica y de toda aportación humana! ¡Si pudieran al menos olvidar su propio origen, su propio pasado, su formación anterior, toda la humanidad y la animalidad! Para nosotros no hay "realidad" —ni tampoco para ustedes, sobrios—. Estamos lejos de ser tan extraños los unos a los otros como procuran, y hasta quizás nuestra buena voluntad de salir de la embriaguez sea tan respetable como la creencia suya de que ni siquiera son capaces de emborracharse. 

84. Sobre el origen de la poesía. Los amantes de lo fantástico en el hombre, que son los mismos que defienden la doctrina de la moral instintiva, razonan de la siguiente forma: "Si admitimos que en toda época se ha honrado lo útil como divinidad suprema, ¿de dónde ha surgido entonces la poesía, ese ritmo de la palabra, que dificulta en lugar de facilitar la comunicación y que se ha extendido y aún extiende por todos los rincones de la tierra, como desafío a toda utilidad? Pues esa bella y agreste sinrazón de la poesía los refuta, utilitaristas. Lo que precisamente ha elevado al hombre ha sido tratar de liberarse de lo útil, y lo que le ha sido inspirado por la moral y el arte". Sin embargo, será necesario, en alguna medida, darle la razón a los utilitaristas –¡ y es que tan pocas veces la tienen que inspiran lástima!–.

(...) ¿Hay algo más divertido que ver a los filósofos más serios, comúnmente tan rigurosos en materia de certeza, referirse siempre a las sentencias de los poetas, para dar fuerza y credibilidad a sus pensamientos? Y, sin embargo, ¿no es más comprometedor para una verdad que le dé su asentimiento un poeta, en lugar de contradecirla? Pues como dijo Homero: "Los poetas mienten mucho".

109. Puesta en guardia. Dejemos de pensar que el mundo es un ser viviente. ¿Hacia dónde iba a extenderse? ¿De qué se iba a alimentar? ¿Cómo iba a crecer y a multiplicarse? Por otra parte, sabemos qué es lo orgánico; ¿cómo íbamos a interpretar en términos esenciales, universales y eternos, al igual que los que llaman organismo al todo, aquello que percibimos de infinitamente derivado, tardío, raro, fortuito en la corteza terrestre? Esto me repugna. Dejemos por lo pronto de creer que el todo es una máquina. Desde luego no ha sido construido con vistas a un fin, y le hacemos demasiado honor llamándolo "máquina". Dejemos de presuponer que algo tan perfecto como los movimientos cíclicos de los astros cercanos a nosotros se da de una forma absoluta y en todo lugar imaginable; sólo una mirada a la Vía Láctea nos hace dudar de ello, sugiriéndonos movimientos mucho más bruscos y contradictorios, así como astros que se precipitan en una caída eternamente rectilínea y otras cosas así. El orden astral en el que vivimos es una excepción; este orden y la duración relativa que determina han hecho de nuevo posible la excepción de las excepciones, la formación de lo orgánico.

112. Causa y efecto. Hablamos de "explicación"; pero el hecho que nos distingue respecto a los grados antiguos del conocimiento y de la ciencia es una "descripción". Describimos mejor, pero explicamos tan poco como nuestros predecesores. Donde el buscador ingenuo de las civilizaciones antiguas no veía sino dos cosas, la "causa" y el "efecto", como se decía, nosotros hemos descubierto una sucesión múltiple; hemos perfeccionado la imagen del devenir, pero apenas hemos ido más allá de esa imagen ni la hemos dejado atrás. En todo caso, la serie de "causas" resulta más completa a nuestros ojos, y concluimos que tal cosa debe producirse primero para que continúe tal otra. En cualquier proceso químico, la cualidad sigue pareciendo, al igual que antes, un "milagro", tal como todo movimiento continuo; nadie ha "explicado" el golpe. Por otra parte, ¿cómo íbamos a explicarlo? Operamos mediante cantidades de cosas inexistentes, líneas, superficies, cuerpos, átomos, tiempos, espacios divisibles. ¿Cómo podríamos explicar, si hacemos de todo una representación, nuestra representación?

116. El instinto gregario. Donde exista una moral encontraremos una valoración y una jerarquía de los impulsos y de los actos humanos. Tales valoraciones y jerarquías son siempre la expresión de las necesidades de una comunidad, de una masa gregaria; lo que le es provechoso en primer lugar –y en segundo, y en tercero­ constituye también el criterio supremo para valorar a cada individuo. Por la moral se ve arrastrado a ser función del rebaño y a no atribuirse valor más que a título de función. Como las condiciones de conservación de una comunidad eran muy diferentes de las de otra, hubo morales muy distintas; y considerando las refundiciones esenciales que sufrirán en el futuro las masas gregarias y las comunidades, los Estados y las sociedades, cabe profetizar el advenimiento de morales muy divergentes. La moral no es más que el instinto gregario que se da en el individuo.

119. ¡Nada de altruismo! Compruebo en muchas personas un excedente de fuerza y de placer que las inclina a convertirse en función; tienen un fino olfato para todos los puestos en que éstas pueden cumplir tina función y se apresuran a ocuparlos. En esta categoría figuran las mujeres que se convierten en la función de un hombre en quien esta función está débilmente desarrollada; de esta manera, aquellas llegan a ser el bolsillo, la política o la sociabilidad de dicho hombre. Tales seres se conservan mejor integrándose en un organismo extraño; si no pueden conseguirlo, se amargan, se irritan y se devoran a sí mismos.

124. En el horizonte de lo infinito. Hemos dejado tierra, ¡nos hemos embarcado! Hemos cortado los puentes, o más aún, ¡hemos dejado la tierra atrás! Desde ahora, ¡ten cuidado, barcaza! A tu lado se extiende el océano; por supuesto, no siempre brama y a veces se despliega como seda y oro y como un ensueño de la bondad. Pero llegan horas en que reconocerás que no tiene límite y que no hay nada más espantoso que el infinito. ¡Pobre pájaro que te sentiste libre y que ahora chocas con los barrotes de semejante jaula! ¡Desgraciado de ti si te asalta la nostalgia de la tierra, como si en ella hubiese habido más libertad, ahora que ya no hay "tierras!

125. El loco. ¿No han oído hablar de aquel loco que, con una linterna encendida en pleno día, corría por la plaza y exclamaba continuamente: "¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!"? 

Como justamente se habían juntado allí muchos que no creían en Dios, provocó gran diversión. ¿Se te ha perdido?, dijo uno. ¿Se ha extraviado como un niño?, dijo otro. ¿No será que se ha escondido en algún sitio? ¿Nos tiene miedo? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado? Así gritaban y se reían al mismo tiempo. El loco se lanzó en medio de ellos y los fulminó con la mirada. —¿Dónde está Dios?—, exclamó, ¡se los voy a decir! ¡Nosotros lo hemos matado, ustedes y yo! ¡Todos somos unos asesinos! Pero, ¿cómo lo hemos hecho? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Quién nos ha dado la esponja para borrar completamente el horizonte? ¿Qué hemos hecho para desencadenar a esta tierra de su sol? ¿Hacia dónde rueda ésta ahora? ¿Hacia qué nos lleva su movimiento? ¿Lejos de todo sol? ¿No nos precipitamos en una constante caída, hacia atrás, de costado, hacia delante, en todas direcciones? ¿Sigue habiendo un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No sentimos el aliento del vacío? ¿No hace ya frío? ¿No anochece continuamente y se hace cada vez más oscuro? ¿No hay que encender las linternas desde la mañana? ¿No seguimos oyendo el ruido de los sepultureros que han enterrado a Dios? ¿No seguimos oliendo la putrefacción divina? ¡Los dioses también se corrompen!

¡Dios ha muerto! ¡Dios está muerto! ¡Y lo hemos matado nosotros! ¿Cómo vamos a consolamos los asesinos de los asesinos? Lo que en el mundo había hasta ahora de más sagrado y más poderoso ha perdido su sangre bajo nuestros cuchillos, y ¿quién nos quitará esta sangre de las manos? ¿Qué agua podrá purificamos? ¿Qué solemnes expiaciones, qué juegos sagrados habremos de inventar? ¿No es demasiado grande para nosotros la magnitud de este hecho? ¿No tendríamos que convertimos en dioses para resultar dignos de semejante acción? Nunca hubo un hecho mayor, ¡y todo el que nazca después de nosotros pertenecerá, en virtud de esta acción, a una historia superior a todo lo que la historia ha sido hasta ahora! Al llegar aquí, el loco se calló y observó de nuevo a sus oyentes, quienes también se habían callado y lo miraban perplejos. Por último, tiró la linterna al suelo, que se rompió y se apagó. "Llego demasiado pronto, dijo luego, mi tiempo no ha llegado aún. Este formidable acontecimiento está todavía en camino, avanza, pero aún no ha llegado a los oídos de los hombres. Para ser vistos y oídos, los actos necesitan tiempo después de su realización, como lo necesitan el relámpago y el trueno, y la luz de los astros. Esa acción es para ellos más lejana que los astros más distantes, ¡aunque son ellos quienes la han realizado!" Cuentan también que ese mismo día el loco entró en varias iglesias en las que entonó su Requiem aeternam Deo. Cuando lo echaban de ellas y le pedían que aclarara sus dichos, no dejaba de repetir: "¿Qué son estas iglesias sino las tumbas y los monumentos funerarios de Dios?"

127. El efecto ulterior de la religiosidad más antigua. (...) Al aceptar Schopenhauer que todo lo existente está dotado de voluntad, introduce una de las mitologías más arcaicas, porque parece que nunca intentó analizar la voluntad, como todos, sino que creía en la simplicidad y en la inmediatez de todo querer. Y el querer no es sino un mecanismo tan bien montado que casi escapa a la mirada del observador. Yo opongo a Schopenhauer las siguientes tesis: primera, para que surja la voluntad se necesita una representación del placer y del dolor; segunda, que una excitación violenta pueda ser sentida como placer o dolor depende de una interpretación del intelecto que, indudablemente, en la mayoría de los casos, actúa aquí de forma inconsciente. La misma excitación puede ser interpretada como placer o como dolor. Tercera tesis, sólo se produce el placer, el dolor y la voluntad en los seres inteligentes; la inmensa mayoría de los organismos no tiene nada de eso.

129. Las condiciones de Dios. "Ni el propio Dios podría subsistir sin hombres sensatos", dijo acertadamente Lutero. Pero lo que no dijo el bueno de Lutero es que menos podría subsistir sin los insensatos. ¡Eso no lo dijo el bueno de Lutero!

143. Sobre la mayor utilidad del politeísmo. (...) Sólo había en aquellos tiempos una norma: "el hombre", y cada pueblo creía poseer la forma única y definitiva de éste. Pero estaba permitido imaginar una pluralidad de normas por encima de uno mismo, en el exterior, en un lejano más allá; ¡un dios no negaba a otro dios ni blasfemaba contra él! De este modo se atrevió la imaginación, por primera vez, a considerar la existencia de individuos y a respetar los derechos de éstos. La invención de dioses, de héroes, de toda clase de seres sobrehumanos, al margen o por debajo de lo humano, de enanos, hadas, centauros, sátiros, demonios y diablos constituyó el preludio inestimable de la justificación de las aspiraciones del yo y de la soberanía del individuo; la libertad que se reconocía a un dios determinado frente a otros dioses acabó concediéndosela el individuo a sí mismo frente a las leyes, las costumbres y su prójimo. Por el contrario, el monoteísmo, esa consecuencia rígida de la doctrina de un hombre normal único –la creencia, en realidad, en un dios normal fuera del cual sólo existen divinidades falsas y engañosas­­ ha sido tal vez el mayor peligro de la humanidad hasta hoy, pues en este punto se veía amenazada por esa fijación prematura que, por lo que podemos ver, ha afectado a otras especies animales desde hace mucho tiempo; en cuanto tales, todas creen, efectivamente, en un animal normal único y en un ideal de su especie y han asimilado definitivamente en su carne y en su sangre la moral de las costumbres. El politeísmo había prefigurado el libertinaje y la pluralidad del pensamiento humano, la fuerza de crearse unos ojos nuevos y personales, cada vez más nuevos y más personales; de manera que, de entre todos los animales, sólo el hombre escapa a la fijación de perspectivas y de horizontes eternos. 

147. Pregunta y respuesta. ¿Qué es lo primero que toman de los europeos los pueblos salvajes? La respuesta no es otra que el alcohol y el cristianismo, estupefacientes propios de los pueblos europeos. ¿Y con qué perecen más rápidamente? Pues con los estupefacientes europeos.

173. Ser profundo y parecerlo. Quien sabe que es profundo se esfuerza por ser transparente; quien quiere parecer profundo a los ojos de la multitud se esfuerza en ser oscuro. Pues la multitud estima que es profundo todo aquello cuyo fondo no logra ver; ¡tiene tanto miedo a ahogarse! 

205. Necesidad. Se considera que la necesidad es la causa de lo que se forma, cuando verdaderamente a menudo no es más que el efecto de lo que se ha formado. 

255. Imitadores. A: —¿Qué dices? ¿No quieres que te imiten? B: —No quiero servir de ejemplo para imitar. Quiero que cada uno se proponga algo, de la misma manera que hago yo. A:—¿Entonces...?

285. ¡Excelsior! "Ya no rezarás jamás, ya no adorarás jamás, ya no descansarás jamás en una confianza ilimitada. Ahora te prohíbes detenerte ante una sabiduría última, una bondad última, un poder último, y a dar rienda suelta a tus pensamientos. No tienes un amigo ni un guardián permanente para tus siete soledades. Vives sin gozar de la vista en una cordillera que tiene nieve en la cumbre e incandescencia en el corazón. Para ti no hay ya quien te vengue ni quien te mejore a último momento. Ya no tiene razón de ser lo que sucede, ni habrá amor en lo que te acontecerá. Ya no hay ningún lugar de descanso abierto para tu corazón, donde sólo haya que encontrar sin buscar. Rechazas toda paz definitiva, deseas el eterno retorno de la guerra y de la paz. Hombre de la renuncia, ¿quieres renunciar a todo eso? ¿Quién te dará fuerzas para ello? ¡Nadie ha tenido fuerzas hasta hoy!". Hay un lago que un día se negó a derramarse y que levantó un dique por donde antes se derramaba; desde entonces no deja de subir el nivel de ese lago. Tal vez, esta forma de renuncia nos dé la fuerza que permita soportar la renuncia misma; tal vez el hombre no dejará de elevarse siempre cada vez más desde el momento mismo en que deje de derramarse en un dios.

289. ¡Levemos anclas! Cuando se considera cómo actúa en todo individuo una justificación filosófica integral de su forma de vivir y de pensar, del mismo modo que un sol que calienta, bendice y fecunda, que no brilla más que para él, que lo absuelve de alabanza y de censura, que le permite bastarse a sí mismo, que lo hace rico y generoso en felicidad y en benevolencia, que tiene la virtud de convertir constantemente el mal en bien, que consigue que florezcan y maduren todas las fuerzas, y que extirpa la cizaña grande y pequeña del pesar y del despecho, cuando se considera todo esto, digo, no podemos sino exclamar con nostalgia: ¡qué pena que no puedan crearse muchos nuevos soles así! ¡El malo, el desgraciado y el hombre excepcional deben tener también su filosofía, su derecho propio, su rayo de sol! ¡Lo que necesitan no es que se los compadezca! Debemos desechar este impulso del orgullo, pese a todo lo que la humanidad ha hecho hasta hoy para ejercitarse en ello durante tan largo tiempo. ¡No son confesores, ni exorcistas, ni repartidores de bendiciones lo que tendríamos que instituir para ellos! ¡Lo que falta es una nueva justicia, una nueva consigna, nuevos filósofos! ¡También la tierra moral es redonda! ¡También la tierra moral tiene antípodas! ¡También quienes allí se encuentran tienen derecho a existir! Hay todavía un mundo por descubrir ¡y más de uno! Ha llegado la hora, filósofos, ¡levemos anclas!

294. Contra quienes calumnian a la naturaleza. Muy desagradables me resultan aquellos para quienes toda inclinación natural se convierte inmediatamente en algo enfermo, deformante e incluso vergonzoso. Ellos son quienes nos han inducido a pensar que las tendencias y los impulsos humanos son perversos; ellos son los responsables de la gran injusticia que hemos cometido con nuestra naturaleza, ¡con toda naturaleza! Hay bastantes hombres que tienen derecho a dejarse llevar por sus impulsos con gracia y despreocupación, pero no lo hacen por miedo a ese supuesto carácter "perverso" de la naturaleza. De ahí que hallemos tan poca nobleza en los hombres, nobleza cuya característica será siempre no tenerse miedo a sí mismo, no­ esperar nada vergonzoso de sí mismo y volar sin escrúpulos hacia donde nos lleve nuestro impulso, ¡pues somos pájaros que hemos nacido libres! Dondequiera que nos lleve nuestro vuelo, ¡siempre estaremos en un espacio libre y soleado!

301. Delirio de los contemplativos. Los hombres superiores se distinguen de los inferiores en que ven y oyen infinitamente más, y sólo ven y oyen reflexionando. Esto diferencia al hombre del animal, y a los animales superiores de los inferiores. A los ojos de quien se desarrolla elevándose cada vez más hacia las alturas de lo humano, el mundo se va enriqueciendo cada vez más; se le ofrecen en número mayor los incentivos del interés; aumenta constantemente la cantidad de sus excitaciones y sus formas diferentes de placer y de dolor; el hombre superior se vuelve al mismo tiempo más feliz y más infeliz.

329. Ocio e inactividad. Hay una barbarie propia de los "pieles rojas" en la sed de oro de los americanos. Sus esfuerzos por trabajar sin descanso —vicio característico del nuevo mundo— constituyen una barbarie que ha empezado a contagiar a la vieja Europa y a extender por ella una falta de ingenio realmente singular. Ahora avergüenza descansar; al que se entrega a un largo reposo casi le remuerde la conciencia. Sólo se piensa con el reloj en la mano y se come con la mirada puesta en la información bursátil. Se vive como si en cualquier momento "fuera a perderse" algo. El principio de que "es preferible hacer cualquier cosa a no hacer nada" representa una cuerda que estrangula toda cultura y todo gusto superiores. Y del mismo modo que con este afán de trabajar de la gente se esfuman visiblemente las formas, desaparecen también la sensibilidad en sí hacia las formas, así como el oído y la vista para la melodía de los movimientos. Prueba de ello es esa vulgar precisión que hoy se exige siempre en todas las situaciones en que el hombre quiere ser leal con los demás, en la relaciones con los amigos, las mujeres, los parientes, los niños, los maestros, los alumnos, los jefes y los príncipes. 

Ya no se dispone de tiempo ni de fuerzas para las formas ceremoniosas, ni para la cortesía con rodeos, ni para las conversaciones ingeniosas, ni para el ocio en general. Pues una vida dedicada a la caza de ganancias obliga continuamente a la inteligencia a consumirse hasta el agotamiento, mientras que se está siempre preocupado de disimular, de actuar con astucia o de aventajar a los demás; hoy, la virtud esencial consiste en hacer algo en menos tiempo que otro. Con ello quedan raros momentos en que se permite ser leal, y en ellos la gente está tan cansada que no sólo desea "dejarse llevar", sino también tumbarse perezosamente. De acuerdo con esta tendencia se redactan hoy las cartas, cartas cuyo estilo y espíritu serán siempre "el signo de la época" propiamente revelador. Si se sigue encontrando placer en la vida social y en las artes, es en el sentido de los esclavos embrutecidos por sus pesadas faenas. ¡Qué pena da ver lo fáciles de conformar que son en sus "alegrías" los hombres cultos e incultos de hoy, lo recelosos que se muestran cada vez más hacia cualquier forma de goce! El trabajo monopoliza crecientemente la tranquilidad de conciencia. A la inclinación por la felicidad se la llama ya "necesidad de descanso" y empieza a verse como motivo de vergüenza. "Hay que pensar en la salud", se justifica quien es sorprendido en flagrante delito de salir al campo. Sí, puede llegar un día en que no se entregue uno a la vida contemplativa (es decir, a salir a pasear con los pensamientos y con los amigos) sin tener mala conciencia y sentir desprecio de uno mismo. 

¡Pues bien!, antiguamente era todo lo contrario; era el trabajo el que soportaba el peso de la mala conciencia. Cuando una persona de origen noble se veía obligada a trabajar lo ocultaba. El esclavo trabajaba obsesionado por la idea de que hacía algo despreciable. El prejuicio antiguo proclamaba: "Lo único noble y honroso es el ocio y la guerra".

341. La carga más pesada [o el eterno retorno]. ¿Qué dirías si un día o una noche se introdujera furtivamente un demonio en tu más honda soledad y te dijera: "Esta vida, tal como la vives ahora y como la has vivido, deberás vivirla una e innumerables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que habrán de volver a ti cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada gemido, todo lo que hay en la vida de inefablemente pequeño y de grande, todo en el mismo orden e idéntica sucesión, aun esa araña, y ese claro de luna entre los árboles, y ese instante y yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se lo da vuelta una y otra vez y a ti con él, ¡grano de polvo del polvo!"? ¿No te tirarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablara? ¿O vivirías un formidable instante en el que serías capaz de responder: "Tú eres un dios; nunca había oído cosas más divinas"? Si te dominara este pensamiento, te transformaría, convirtiéndote en otro diferente al que eres, hasta quizás torturándote. ¡La pregunta hecha en relación con todo y con cada cosa: "¿quieres que se repita esto una e innumerables veces más?" pesaría sobre tu obrar como la carga más pesada! ¿De cuánta benevolencia hacia ti y hacia la vida habrías de dar muestra para no desear nada más que confirmar y sancionar esto de una forma definitiva y eterna?

344. En qué sentido seguimos siendo también piadosos. (...) ¿no significa que la convicción no es admisible en la ciencia sino cuando deja de ser convicción? ¿No se inicia la disciplina del espíritu científico con el hecho de prohibirse de ahora en más toda convicción?... Es posible. Queda por saber si, para que pueda instaurarse esta disciplina, no hace falta ya una convicción tan imperativa y absoluta que sacrifique a ella todas las demás convicciones. Se ve que también la ciencia se funda en una creencia y que no existe ciencia "sin supuestos". La pregunta de si es necesaria la verdad no sólo tiene que haber sido respondida antes afirmativamente, sino que la respuesta debe ser afirmada de forma que exprese el principio, la creencia, la convicción de que "nada es tan necesario como la verdad y que en relación con ella, lo demás sólo tiene una importancia secundaria". (...)

347. Los creyentes y su necesidad de creer. El grado de fuerza de un individuo (o de debilidad, por decirlo más claramente) se manifiesta en la necesidad que tiene de creer para prosperar, de contar con un elemento "estable" lo más sólido posible para apoyarse en él. Me parece que en Europa el cristianismo sigue siendo hoy necesario para la mayoría, porque en él se encuentran todavía creencias. Así es el hombre; si necesita un artículo de fe, aunque se lo desmientan de mil maneras, no dejará de considerarlo "verdadero", de acuerdo con aquella célebre "prueba de fuerza" de la que habla la Biblia. Algunos siguen necesitando la metafísica; pero está también ese impetuoso deseo de certeza que hoy estalla en las masas, bajo 'la forma científico positivista, ese deseo de querer poseer algo absolutamente estable (mientras que con el calor de ese deseo preocupa muy poco contar con argumentos propios para fundar la certeza). Todo esto manifiesta igualmente la necesidad de apoyo, de sostén, de ese instinto de debilidad que, en definitiva, no da origen a las religiones, a las metafísicas, a las convicciones de todas clases, pero las conserva. 

(...) La creencia es siempre anhelada con más urgencia cuando falta la voluntad, pues la voluntad como pasión de mando representa el signo distintivo de la soberanía y de la fuerza. Es así cuando menos se sabe mandar y más se experimenta con urgencia el deseo de una realidad, de un ser o de una autoridad que ordene con energía, ya sea un dios, un príncipe, un estado social, un médico, un confesor, un dogma o una conciencia de partido. De este modo, es lícito concluir que las dos religiones universales, el budismo y el cristianismo, podrían deber su nacimiento y su rápida propagación a un extraordinario agotamiento de la voluntad.

(...) En cuanto un hombre llega al convencimiento extremo de que ha de recibir una orden, se convierte en creyente. Por el contrario, se podría concebir una autodeterminación alegre y fuerte, una libertad en el querer, ante la cual un espíritu desecharía toda creencia y todo deseo de certeza, por haberse ejercitado manteniendo el equilibrio sobre el ligero alambre de la posibilidad, incluso bailando al borde del abismo. Un espíritu así sería el espíritu libre por excelencia. 

373. La "ciencia" como prejuicio. (...) Lo mismo sucede con esa creencia que tanto satisface hoy a los científicos materialistas, la creencia en un mundo que se supone que tiene su equivalente y su medida en el pensamiento humano, en los conceptos valorativos humanos, la creencia en un "mundo verdadero" que se podría captar de forma definitiva mediante nuestra estrecha y reducida razón humana. ¿Qué podemos decir a esto? ¿Aceptaríamos en serio que se degradara la existencia a un ejercicio servil de cálculo, a una vida sedentaria de matemático? 

 No intentemos quitarle a la existencia su carácter ambiguo, pues lo exige el buen gusto, señores, sobre todo el gusto por el respeto, algo que supera el horizonte que ustedes vislumbran. Eso de que sólo sea legítima una interpretación del mundo, en la que ustedes subsisten genuinamente, donde sólo se puede explorar y continuar trabajando de acuerdo con el sentido que impongan (¿quieren decir, en realidad, de una manera mecánica?), y que sólo admite contar, calcular, pesar, ver y tomar no es más que necedad e ingenuidad, por no decir alienación y cretinismo. ¿No sería, en cambio, muy verosímil que lo que la existencia tiene de más superficial y de más externo –de más aparente, su epidermis, lo que la hace palpable– fuese la primera cosa que se pudiera captar de ella?, ¿tal vez la única? 

Una interpretación "científica" del mundo, de acuerdo con la visión del mundo que les pertenece, sería, una de las más estúpidas; es decir, una de las más pobres de significados de todas las interpretaciones imaginables; esto es lo que hay que decir al oído y llevar a la conciencia de esos señores mecanicistas que hoy acuden a mezclarse gustosamente con los filósofos y creen que la mecánica es la doctrina de las leyes primeras y últimas sobre las que debe edificarse toda existencia, como sobre unas piedras fundamentales. ¡Pero si un mundo esencialmente mecánico sería un mundo esencialmente absurdo! Supongamos que sólo se estimara el valor de una obra musical en función de la cantidad de elementos susceptibles de contarse, calcularse y convertirse en fórmulas, ¡qué absurda sería semejante estimación "científica" de esa obra musical! ¿Qué habríamos retenido, comprendido y reconocido de ella? ¡Nada, absolutamente nada de lo que constituye esencialmente la "música"!