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Paz y Ciencia

jueves, 4 de agosto de 2022

ᴍᴀʀx ʏ ꜰʀᴇᴜᴅ. ʀᴇꜰᴇʀᴇɴᴄɪᴀꜱ ʀᴇꜰɪɴᴀᴅᴀꜱ

 

@psicoletrazaragoza

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🌹ᴍᴀʀx ʏ ꜰʀᴇᴜᴅ. ʀᴇꜰᴇʀᴇɴᴄɪᴀꜱ ʀᴇꜰɪɴᴀᴅᴀꜱ🌹

“Si hay algo seguro, es que yo no soy marxista”. Me encanta que Karl Marx haya dicho eso. Me encanta que fuera autodidacta. Me encanta la poesía del Manifiesto Comunista. Me encanta que fuera un visionario, un profeta de lo que hoy llamamos globalización. Me encanta que entendiera que no existe esfera alguna en nuestra vida, sea pública o privada, que no esté afectada por el capital y que no haya en él transigencia alguna. Marx es el gran pensador de nuestro tiempo, pero en los últimos años he cambiado de opinión respecto de si es el más importante.

Si quiero leer la obra de alguien que realmente explique lo que está sucediendo ahora, alguien que sea inquietante y realmente radical, recurro a Sigmund Freud. En su obra encuentro explicaciones a cosas que preferiría no saber pero que reconozco a mi alrededor. No he abandonado a Karl, pero Sigmund me parece el hombre del momento, el pensador que ha dado en el clavo sobre cómo nos vemos a nosotros mismos. Uno no lee a Freud para encontrar consuelo, pero si lo que buscas es algo profundo e impactante, es el mejor.

Leer a Freud es comenzar a entender cómo se gestó la concepción de qué es ser una persona moderna. La modernidad, si es que significa algo, supone cierta comprensión del proceso por el que nos convertimos en las personas que somos: con la auto-reflexión. Para Marx, la reflexión lleva inevitablemente a relaciones de clase antagonistas. Pero para la izquierda, la clase trabajadora es una decepción continua por su incapacidad de reconocerse como clase, o por su incapacidad de hacer lo que se le pide. Últimamente se nos dice que esto es culpa de los medios de comunicación, la BBC y los políticos de centro, pero en realidad es un fenómeno global. Freud comprendía que el deseo de responder a una autoridad es parte del ser humano.

Él veía a la racionalidad como una fachada. Debajo de ella, somos una masa de impulsos y contradicciones. Somos inescrutables para nosotros mismos, incluso insumisos. Desde luego que Freud tiene sus defectos; un oportunista intentando mantener una familia numerosa en Viena a fin del siglo XIX, inventando una ciencia basada en conversaciones entre hombres sobre las vidas de las mujeres. Pero mirad lo que nos ha enseñado: narcisismo, represión, nostalgia. Cómo pasan desapercibidas las normas patriarcales [...]










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