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Paz y Ciencia

viernes, 19 de agosto de 2022

CÁNCER / SALUD MENTAL

 



Ante la enfermedad de un ser querido, es común que los padres y otros adultos del entorno cercano se planteen muchas dudas y preguntas sobre cómo comunicarse con los niños, qué tipo de información darles y de qué manera

No hay una respuesta única a estas cuestiones ni una pauta que sea útil para todos, pero sí se pueden tener en cuenta algunas orientaciones generales que pueden servir para acompañarlos de la mejor forma posible. Los más pequeños, aunque no se les cuente lo que sucede, perciben los cambios en casa y la preocupación de sus progenitores. Pueden notar que están más nerviosos, tristes e irritables. A veces, no se les habla de la enfermedad de un ser querido con la intención de protegerles de la situación y evitarles sufrimiento. Pero sucede lo contrario: la falta de comunicación genera más sentimientos de soledad y aislamiento, el niño, incluso, puede llegar a pensar que la situación es más grave de lo que realmente es.

Recomendaciones para una buena comunicación

  • Es importante establecer una comunicación abierta desde el principio y durante todo el proceso. Es mejor ir informando progresivamente ya que, explicar todo de golpe puede ser demasiado impactante. Así también se les da tiempo a comprender e integrar toda la información y los cambios que se vayan produciendo.
  • Las noticias importantes deben darlas los progenitores, siempre y cuando se sientan capaces de controlar su propia angustia. No pasa nada por llorar delante de los hijos, al contrario, es una manera de compartir las emociones y mostrarse como modelos de expresión emocional. Pero sí es aconsejable evitar mostrar excesiva angustia, desbordamiento o afectación, porque se podrían asustar. 
  • Informar con calma y tiempo, sin prisas y en un lugar tranquilo y familiar para el menor.
  • Tratar de contestar siempre a sus cuestiones. Cuando los más pequeños preguntan lo hacen por interés, para aprender. Responder a lo que necesitan saber es la mejor manera de saber hasta qué detalles de la situación es necesario contarles. 
  • Responder con sinceridad y, si no tenemos respuesta, explicar al menor que no lo sabemos.
  • Preguntar si tienen dudas y si quieren hablar del tema.
  • Hay que tener en cuenta que cada persona, por pocos años que tenga, es diferente y tiene inquietudes distintas. Por ello, la comunicación siempre se adaptará a sus necesidades y será adecuada a su edad, capacidad y nivel de comprensión. 
  • Mantener una escucha atenta para entender qué quieren saber, sin adelantar información en exceso ni forzarlos si no están preparados.
  • Ofrecer información clara, sencilla y concreta a niños de corta edad y más detallada a los de edad más avanzada y a adolescentes.
  • Encontrar nuestra manera de comunicarnos, con naturalidad y con nuestras palabras. 
  • No mentir nunca para establecer una relación de confianza. No es necesario dar detalles si el menor no los pide.  
  • Respetar el ritmo de cada niño, dar tiempo e ir hablando cuando estén preparados y receptivos.
  • Permitir que expresen cómo se sienten y aceptar sus reacciones, sean de tristeza, enfado o rabia, cada niño o adolescente actúa según sus propias capacidades y maneras de afrontar la adversidad. Los adultos debemos acompañarlos y comprenderlos.
  • Ayudarlos a poner palabras a lo que sienten. Sobre todo con los más pequeños, que todavía no tienen recursos para identificar y comprender qué les sucede.

Recomendaciones de apoyo

Para facilitar la adaptación, se les puede ofrecer la oportunidad de visitar al familiar si está ingresado o de acompañarle a casa o incluso al hospital de día para que vea dónde recibe los tratamientos. Pero nunca forzar ni obligar a visitar o acudir al hospital si el menor no quiere. Si no desea ir, se le puede dar la opción de hacerles un dibujo, una carta o un vídeo para entregárselo al familiar enfermo de su parte

Si el ser querido está en el domicilio, es positivo permitir que el menor participe en los cuidados y rutinas diarias. Por ejemplo, si la persona enferma necesita descansar, se puede recurrir a los hijos para que le acerquen algo que necesite o le hagan compañía. De esta manera hacemos que se sientan útiles y valorados

Mantener las normas y límites de casa. Los niños siguen necesitando unas pautas que les contengan.

Intentar mantener la normalidad dentro de lo posible, favoreciendo que siga sus rutinas y sus actividades diarias

Por último, siempre que se necesite orientación o apoyo se puede solicitar atención psicológica. Es importante buscar soporte profesional en caso de dificultades de adaptación, ya sea porque el menor esté excesivamente triste, ansioso, presente problemas para dormir o para mantener el rendimiento escolar o cualquier otro síntoma que nos parezca preocupante, bien por su intensidad o por su duración en el tiempo.


 . ..mpo. 

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