Cómo ven los niños a sus madres.
Stael F. Pedrosa Metzger
La figura de la madre es importante en todas las líneas de pensamiento psicoanalítico. Es, sin duda, la figura crucial del proceso de humanización del niño. Para Lacan, es «el Otro primordial«. Y es indiscutible que el niño crea su mundo, basándose en su relación con su madre, siendo el resultado tanto de proyecciones, como de identificaciones. (Glaucy Abdón).
Los niños, por naturaleza, tienen una cálida relación con su madre. Los hijos siempre son cariñosos y quieren estar cerca de ella y protegerla. Es un comportamiento natural. ¡Para ellos, somos las mujeres más bellas, más perfectas y más correctas del mundo! Nuestros defectos son prácticamente invisibles. ¡Nos protegen con todas las fuerzas, siempre que lo necesitamos! Y no solo eso: ellos creen en todo lo que decimos.
La relación entre una madre y su hijo
El padre es el lado aventurero, juguetón, viril, con la posibilidad de bromas de mayor riesgo y mayor impacto físico. La figura del padre es la eliminación de mundo de mamá; del confort y la seguridad que les da el pecho. Por ello, la figura paterna da al niño el equilibrio y la autonomía para crecer y madurar mientras que, por otra parte, la madre representa para su hijo, el bien, la providencia y la ley. En una palabra, como dijo Henry Fredéric Amiel, una madre es la imagen de la Divinidad en una forma accesible para los niños.
El equilibrio en la relación entre madre e hijo es fundamental para el crecimiento y desarrollo normal de la personalidad del niño. El niño necesita sentir que es aceptado y amado incondicionalmente, que puede acercarse y buscar protección en cualquier momento, y que será bienvenido. Negar esa cercanía, es alejar de sí a tu propio hijo de manera irremediablemente. La herida adquirida en la infancia moldea el carácter. Por ello, el abuso físico y/o psicológico que viene de la persona a la que el niño más ama y en que ha puesto toda su confianza, genera en el niño frustración. Psicológicamente lo castra y te hace sentir que el mundo es hostil y que debe responder de la misma manera: con violencia y autodefensa.
¿Qué es lo que los niños esperan de sus madres?
1. Amor
Dile a tu hijo lo mucho que lo amas. Haz que él tenga certeza de ese amor. Demuéstraselo con gestos de acogida y aceptación incondicional. Eso hará que ese amor se refleje hacia ti y los demás.
2. Enseñanza
Él quiere y necesita que le enseñen. Enséñale la diferencia entre el bien y el mal, y luego enséñale a hacer el bien, a amar lo bueno, a ser autosuficiente e independiente.
3. Que se respete su albedrío
No decidas por él. Muéstrale las opciones, y déjale decidir. Instrúyelo, darle buenos ejemplos y deja que lo intente él mismo y aprenda a su manera.
4. Corrección amorosa
Dale espacio para cometer errores y, si es preciso, corrige sus errores con firmeza pero con amabilidad. Él está aprendiendo y, por lo mismo, es el momento de cometer errores. Ten presente que la corrección irritante o humillante, suele producir el efecto contrario a lo que quieres.
5. Límites
Si tu hijo no tiene límites, nunca se va a disciplinar. Eso hará que no sienta ninguna confianza en sí mismo. En consecuencia, tendrá dificultades para tener y retener empleos. Por otro lado, si tu hijo siente que tú no puedes controlar su comportamiento inapropiado, él puede sentir que es más fuerte que tú y entonces continuamente encontrará la manera de manipularte.
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6. Contacto con la realidad
Sé directa y realista con tu hijo. No le crees ilusiones que vas a destruir más tarde. Sé honesta. Tampoco se trata de ser infalible. Sé tú misma y darle el mismo espacio para ser quien es. No le des todo lo que quiere. No cubras sus errores. Que aprenda que hay consecuencias.
7. El contacto físico
Abraza y besa a tu hijo. Míralo a los ojos, sonríele, juega con él. Busca su mano cuando él necesita apoyo. Dale una mirada de aprobación cuando se sienta inseguro. Que tus brazos estén siempre allí cuando él está feliz, o tiene necesidad de llorar.
Toda mujer que se convierte en madre, ya sea de sus propios hijos, o niños engendrados por otro, descubre que el hijo que depende de su amor y la seguridad que ella le transmite, es el mejor regalo que Dios le ha dado.
_Traducido del portugués por Oscar Pech, del artículo Como os meninos enxergam suas mães, de Stael F. Pedrosa Metzger.
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