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Paz y Ciencia

lunes, 2 de septiembre de 2013

Victor Hugo

Y su dolor no remitía
Finalmente dio a luz a otro niño, y fue grande
la alegría del padre, que exclamaba: "¡Un varón!"
Aquel día sólo el sintió ese júbilo.
La madre, postrada y abatida, estaba pálida y exánime...
Lanzó de repente un grito de angustia,
pensando en el ausente, no en el recién nacido...
"¡Yace mi niño en la tumba y no estoy a su lado!"
Oye de nuevo la llamada del difunto
en boca del bebé que ahora tiene en sus brazos:
"Soy yo, ¡pero no lo digas!", susurra mirándola a los ojos.

Victor Hugo

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