domingo, 7 de abril de 2013
El cuerpo nunca miente
Voy a comjpartir con ustedes un pedacito de la obra de Alice Miller: "El cuerpo nunca miente". En un primer tramo, analiza la relación entre la obra de escritores como Kafka, Dostoyevsky y otros con su biografía.
La parte leída hasta el momento que más me ha conmovido es la relacionada con Kafka, tal vez por su célebre "Carta al Padre". Él fue sin duda una persona que sufrió lo indecible y que no hace falta ser un avezado analista para perctarse de la relación entre sus obras y su propia persona. En palabras de Carlos Castilla del Pino: "Todo acto de habla es predicado del hablante", también Jorge Luis Borges explicaba que la escritura era un pedacito del alma del autor. Por cierto, Borges, parece ser, dijo que lamentaba que fuera a morir sin haber sido feliz. ¿Por qué digo esto? Porque tal vez el refugio en la belleza sirve como un castillo en el aire donde poder vivir a pesar de todo.
Mi opinión sobre Alice Miller es un tanto controvertida. Me parece una erudita, también me parece que es, en muchas ocasiones, muy radical. Por otro lado, también defiendo su postura de denuncia hacia la importancia de la educación y el esencial papel de los padres. Me gustó especialmente "El drama del niño dotado", no pude terminar "Por tu propio bien", los comentarios sobre los nazis me parecieron excesivos y tengo mucho para leer como para seleccionar. Quién sabe si lo retomaré algún día.
En este texto, Alice Miller, vincula la vida del ser humano con su cuerpo, es un libro fácil de leer y verdaderamente interesante porque además de hablar de psicoanálisis, psiquiatría y sociología habla de literatura y otras artes. Como acostumbra a hacer, analiza al detalle la obra del autor en el contexto de lo quer ha sido su vida.
Ahora, Alice Miller.
Rodrigo Córdoba Sanz
[...] A mi entender, las magníficas obras de Nietzsche son un grito que llama a la liberarse de la mentira, la explotación, la hipocresía y el conformismo, pero nadie, y él menos que nadie, pudo ver cuánto sufrió ya desde niño. Sin embargo, su cuerpo sintió siempre esta carga. Desde muy pèqueño luchó contra el reuma, que, igual que sus fuertes dolores de cabeza, sin duda alguna habría que atribuir a la represión de las emociones intensas. Tuvo asimismo otros muchos problemas de salud; presuntamente, cayó enfermo hasta cien veces en un solo año escolar. Nadie se percató de que el sufrimiento provenía de la hipócrita moral que regía la vida de entonces, porque todos respiraban el mismo aire que él. Pero su cuerpo acusó las mentiras con más claridad que los demás. Si alguien hubiese ayudado a Nietzsche a aceptar lo que su cuerpo sabía, no habría tenido que "perder la razón" y seguir ciego hasta el fin de sus días para no ver así su propia verdad.
Alice Miller: "El cuerpo nunca miente"
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