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Paz y Ciencia

domingo, 30 de agosto de 2009

Síndrome Postvacacional II


Dicho síndrome, una de esas cosas que se inventan por convenio con muy poco sentido común tiene que ver con la tristeza.
Triste según la RAE:
triste.
(Del lat. tristis).
1. adj. Afligido, apesadumbrado. Juan está, vino, se fue triste.
2. adj. De carácter o genio melancólico. Antonia es mujer muy triste.
3. adj. Que denota pesadumbre o melancolía. Cara triste.
4. adj. Que ocasiona pesadumbre o melancolía. Noticia triste.
5. adj. Pasado o hecho con pesadumbre o melancolía. Día, vida, plática, ceremonia triste.
6. adj. Funesto, deplorable. Todos le habíamos pronosticado su triste fin.
7. adj. Doloroso, enojoso, difícil de soportar. Es triste haber trabajado toda la vida y encontrarse a la vejez sin pan.
8. adj. Insignificante, insuficiente, ineficaz. Triste consuelo. Triste recurso.
9. m. Canción popular de la Argentina, el Perú y otros países suramericanos, por lo general amorosa y triste, que se acompaña con la guitarra.

La tristeza y la depresión son cuestiones distintas. La depresión es una enfermedad global que incide a nivel motor y psicológico al individuo. Cursa con pensamientos e ideas de tono apesadumbrado, al individuo le cuesta levantarse de la cama o por contra está muy agitado e inquieto. Deberíamos hablar de las depresiones, porque hay depresión mayor, distimia, depresión menor, depresión atípica y una casi infinita nomenclatura para capturar las distintas manifestaciones fenomenológicas de la depresión.
En lo ortodoxo la depresión tiene que ver con no querer levantarse de la cama, mejor dicho no poder. No querer salir, no disfrutar con las actividades, estar fatigado, triste, meditabundo, encerrado en sí mismo. Con pocas ganas de hacer nada y ver el presente, el pasado y el futuro con desesperanza. La depresión se vive como algo de donde no se puede salir un estado que agota al individuo y le devora la energía y los recursos psicológicos para afrontar retos. No se duerme bien, mucho o poco (hipersomnia o insomnio), no se tiene apetito y se baja de peso o lo contrario.
A menudo va asociado con síntomas de ansiedad, de allí la variedad de depresiones. Porque depresiones puras hay pocas.
La depresión es una enfermedad que dura más de dos semanas y que impide a la persona realizar sus actividades en el plano laboral, familiar, relaciones interpersonales, etc.

El síndrome postvacacional puede cursar también con llanto, por la pérdida del paraíso. Por el cúmulo de actividades programadas para el regreso, por volver a un estado no deseado, a vivir en un lugar, con una ocupación (o sin ella), a desenvolverse de otra manera y a tener menos disponibilidad de momentos de ocio y recreo. El síndrome postvacacional es una caída hacia lo anterior. Para ello hay que construir un futuro después de las vacaciones halagüeño, situación difícil ahora por la precariedad laboral, por la dura situación económica y por muchos otros factores socioculturales que llevan a competir duramente en la empresa teniendo unas relaciones laborales alienadas. La estabilidad en el trabajo, el gozo con el trabajo, el gustar el lugar donde se vive, el disfrutar con el estilo de vida que se encuentra en la casa de operaciones donde se vivirá durante el año son factores profilácticos de la depresión. Para ser feliz hay que llevar una vida rica en creatividad, en actividades, en amor y en amistades. Freud decía que se necesitan dos cosas: el amor y el trabajo, otros como Sullivan añaden las relaciones interpersonales, pero esto es cosa ya de Aristóteles ("El Filósofo"), quien no podía comprender el humano sin verlo dentro de una red social desde donde se sostiene y se identifica. Por tanto es mucho lo que la persona puede hacer para que las vacaciones no sean un paraíso que se pierde en septiembre. El disfrutar del lunes, gozar con una vida rica y plena, deporte, amigos, cultura, aficiones e ingredientes especiales que sirven especialmente para cada persona, el sujeto puede construir una realidad deseable donde proyectarse en el futuro y superar el bache de la nostalgia, la vuelta a las responsabilidades y la rutina, desaparece la actividad lúdica-regresiva del niño que hay dentro de nosotros. Por tanto se trata de construir una vida progresiva, hacia delante. La depresión es medicable el síndrome postvacacional no. Ambos son tratables desde el punto de vista psicoterápico y las dos pueden abrir el camino de una exploración psicoanalítica para valorar y reconstruir aquello de la vida presente que no proporciona bienestar a la persona.
Habría que diferenciar entre nostalgia, tristeza, depresión y otros puntos intermedios posibles.

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