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Paz y Ciencia

miércoles, 31 de octubre de 2007

Quinto Fantasma: Del Oscurantismo Histérico al Confusionismo Esquizofrénico

Un trastorno de personalidad, puede entenderse como una forma de intentar un penoso truco con personas con las que no se puede vivir ni dejar de vivir. Kaplan, 1989

A continuación voy a relatar un hecho particular desde el punto de vista de lo relacional. Se trata de cómo excesos y fallas se convierten en elementos degeneradores. Partamos de la perversión más allá de la sexualidad, en concreto de esa ley autoproducida para la exaltación del Yo y el aniquilamiento del Otro (sic). Consiste en el persistente rechazo al cambio y la perseverante omisión del deseo del Otro para edificar en el aire con el trazado alzado de la fantasía una estructura hermética que rechaza su cuestionamiento y narcisísticamente ataca la posibilidad de duda para mantener un sistema de auto(de)generación.
Evoco el oscurantismo asociado a lo histérico a nivel de representaciones mentales (Jonson-Laird) y su “modus operandi”, el confusionismo, para inducir/compartir la locura en el otro y abrazar sádicamente a los participantes en esa dinámica, así se instaura el ejemplo que quiero esgrimir en este breve texto.
El oscurantismo supone una oposición sistemática a la difusión de la instrucción, las ideas y contenidos que desprenden la incoherencia formal y moral de una fe caníbal. Por tanto supone una negación y una anulación del deseo y del goce. Las redes de esta máquina demencial seducen a ingenuos, atrapan a incautos y persuaden a confiados convirtiéndose éstos en apósitos que engrandecen y justifican la decisión homicida. Son variables sutil e intuitivamente considerados por la fuente putrefacta que ensucia a sus súbditos y señala a los herejes.
La forma definitiva para que esta estructura siga invariable tiene una suerte de elecciones en cuanto a la relación de objeto y la comunicación, respondiendo más a una lógica natural que cultural, esto es pertenece a estratos inferiores del reino animal antes que a lo social.
Debe de ser algo con un fuerte componente biológico pero esto, en ningún caso, puede determinar la toma de decisiones y la selección de objetos, así como las tretas, argucias, extorsiones, manipulaciones y falacias vertidas para conseguir un fin que creo de manera benevolente que puede ser incluso adaptativo a nivel individual. Por tanto estamos ante una dificultad antropo(pato)lógica (Laín Entralgo), un error humano alimentado por una hueste con sed de odio, envidia y una intensa y compleja perturbación en la ética junto a la evidente dimensión patológica que se puede inferir por unos productos claramente altaneros, sirva como ejemplo Hanna Segal y sus despectivos comentarios en la Sociedad Británica de Psicoanálisis, así como la autocomplacencia de Melanie Klein (Ripesi).

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