La peste emocional y la pandemia fascista
La reedición del ensayo de Wilhelm Reich sobre los movimientos totalitarios recupera la figura de un pensador maldito para los biempensantes
Reich consideraba que “la energía específicamente biológica es el orgón, unidad de medida de la energía cósmica vital”. En el libro explica que la represión sexual es la base de la familia patriarcal, mitificada por la Iglesia y las religiones en general, pero también por otras ideologías políticas que sustentan al Estado. En su opinión, “las inhibiciones y el debilitamiento de la sexualidad”, singularmente en el caso de niños y jóvenes, “constituyen los presupuestos más importantes para la existencia de la familia autoritaria”, núcleo esencial en el que se apoya el poder de los Estados. La angustia religiosa y el sentimiento de culpabilidad que se genera entre quienes traspasan los límites de la decencia convencional no hacen sino potenciar los sentimientos y las emociones del mundo familiar. Estas permean las masas, no solo en el caso de la pequeña burguesía, sino también en el de la clase obrera. La expansión de esa especie de peste emocional es utilizada por el caudillo de turno en busca del apoyo popular a su figura, deificada y admirada sin racionalidad alguna. En ese sentido, no es la superestructura política ni el poder dictatorial lo que adoctrina a las masas sobre las características del fascismo, sino que las masas mismas son responsables iniciales del movimiento que luego terminará por organizarse como partido político. La falta de libertad sexual es la causa y origen de la ausencia de libertad en general, asumida interiormente por los individuos debido al carácter estructural del autoritarismo que el Estado representa. Eso explica entre otras cosas que muchos integrantes de la clase obrera se sumaran a las filas del nacionalsocialismo. Menciona el ejemplo de “la sumisión de la mujer, aunque sea comunista, a la ropa decente de los domingos” que, junto con otras aparentes menudencias que se convierten en crónicas, tiene en ella una influencia reaccionaria mayor que la de los panfletos y proclamas de la revolución. Por todo ello la lucha contra la represión sexual debe ser “parte del combate total de los explotados contra los explotadores”,
Wilhelm Reich escribió más de una treintena de libros, algunos de gran éxito como La lucha sexual de los jóvenes o La función del orgasmo, del que publicó dos versiones complementarias con una diferencia de 20 años entre ambas. Fueron enormemente populares entre la juventud en los años sesenta del pasado siglo, cuando una auténtica revolución sexual se produjo en Occidente, animada además por el descubrimiento y distribución en masa de la píldora anticonceptiva, cuya reputación subió de tono gracias a las encíclicas papales que la condenaron. El libertarismo que Reich preconizaba reivindicó el derecho al placer y alimentó el movimiento feminista, que convirtió el sujetador en un símbolo de la opresión sexual. Como reclamo de una vida en armonía con la naturaleza, que alejara al hombre del animal sádico y mecanicista en que se había convertido desde su reprimida infancia, propuso también una democracia del trabajo que no se derivara de ideologías políticas o proposiciones demagógicas. “La democracia del trabajo natural”, escribe, “no es un programa político; es una función redescubierta biosociológica, natural y básica de la sociedad”. Son frecuentes también sus ataques a politicastros y demagogos, en expresiones que mucho recuerdan algunos de los comentarios de esta hora.
La edición actual se basa en la traducción del original al inglés y en la que hizo del alemán al castellano Roberto Bein en 1980, y ha sido validada por el Wilhelm Reich Infant Trust. En la portada luce el símbolo del orgón, que resume la unión del cuerpo (soma) y la psique. Hoy día se vende como abalorio y seña de identidad de la ciencia de la energía vital. En Internet he encontrado además anuncios de acumuladores de orgones que se comercializan por encima de los 5.000 dólares. Junto a institutos y fundaciones científicas que cuidan su legado, abundan chamarileros y mercaderes que lo rentabilizan. Él creía que el siglo XX podía marcar el comienzo de una era social libre de política. Los hechos demuestran cuán errado estaba y hasta qué punto la peste emocional origen de los fascismos emponzoña hoy día el ejercicio de la democracia.
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Psicoterapeuta. Teléfono: 653 379 269 Zaragoza. Gran Vía 32, 3° Izquierda. Instagram: @psicoletrazaragoza. Página Web: Psicoletra-Rodrigo Córdoba
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