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Paz y Ciencia
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lunes, 7 de marzo de 2022

ARISTÓTELES

 


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Aristóteles nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad macedonia cercana al monte Athos llamada Estagira, de donde proviene su sobrenombre, el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Nicómaco pertenecía a la familia de los Asclepíades, que se reclamaba descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño en los secretos de la medicina y de ahí le vino su afición a la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.

 

En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que Aristóteles iba a iniciar su propio sistema filosófico fundándolo en una profunda critica al platónico. Ambos partían de Sócrates y de su concepto de eidos, pero las dificultades de Platón para insertar su mundo eidético, el de las ideas, en el mundo real obligaron a Aristóteles a ir perfilando términos como «sustancia», «esencia» y «forma» que le alejarían definitivamente de la Academia. En cambio es absolutamente falsa la leyenda según la cual Aristóteles se marchó de Atenas despechado porque Platón, a su muerte, designase a su sobrino Espeusipo para hacerse cargo de la Academia. En su condición de macedonio Aristóteles no era legalmente elegible para ese puesto.

 

Alejandro Magno en el horizonte

 

A la muerte de Platón, ocurrida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis años de edad, habla pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con el estudio y se encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio. Así que no debió de pensárselo mucho cuando supo que Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego (por más detalles, eunuco) que se habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor, estaba reuniendo en la ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran colaborar con él en la helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en compañía de Xenócrates de Calcedonia, un colega académico, y de Teofrasto, discípulo y futuro heredero del legado aristotélico.

 

El Estagirita pasaría allí tres años apacibles y fructíferos, dedicándose a la enseñanza, a la escritura (gran parte de su Política la redactó allí) y a la reproducción, ya que primero se casó con una sobrina de Hermias llamada Pitias, con la que tuvo una hija. Pitias debió de morir muy poco después y Aristóteles se unió a otra estagirita, de nombre Erpilis, que le dio un hijo, Nicómaco, al que dedicaría su Ética. Dado que el propio Aristóteles dejó escrito que el varón debe casarse a los treinta y siete años y la mujer a los dieciocho, resulta fácil deducir qué edades debían tener una y otra cuando se unió a ellas.

 

Tras el asesinato de Hermias, en el 345, Aristóteles se instaló en Mitilene (isla de Lesbos), dedicándose, en compañía de Teofrasto, al estudio de la biología. Dos años más tarde, en el 343, fue contratado por Filipo de Macedonia para que se hiciese cargo de la educación de su hijo Alejandro, a la sazón de trece años de edad. Tampoco se sabe mucho de la relación entre ambos, ya que las leyendas y las falsificaciones han borrado todo rastro de verdad. Pero de ser cierto el carácter que sus contemporáneos atribuyen a Alejandro (al que tachan unánimemente de arrogante, bebedor, cruel, vengativo e ignorante), no se advierte rasgo alguno de la influencia que Aristóteles pudo ejercer sobre él. Como tampoco se advierte la influencia de Alejandro sobre su maestro en el terreno político, pues Aristóteles seguía predicando la superioridad de las ciudades estado cuando su presunto discípulo estaba poniendo ya las bases de un imperio universal sin el que, al decir de los historiadores, la civilización helénica hubiera sucumbido mucho antes.

 

La vuelta a casa

 

Poco después de la muerte de Filipo, Alejandro hizo ejecutar a un sobrino de Aristóteles, Calístenes de Olinto, a quien acusaba de traidor. Conociendo el carácter vengativo de su discípulo, Aristóteles se refugió un año en sus propiedades de Estagira, trasladándose en el 334 a Atenas para fundar, siempre en compañía de Teofrasto, el Liceo, una institución pedagógica que durante años habría de competir con la Academia platónica, dirigida en ese momento por su viejo camarada Xenócrates de Calcedonia.

 

Los once años que median entre su regreso a Atenas y la muerte de Alejandro, en el 323, fueron aprovechados por Aristóteles para llevar a cabo una profunda revisión de una obra que, al decir de Hegel, constituye el fundamento de todas las ciencias. Para decirlo de la forma más sucinta posible, Aristóteles fue un prodigioso sintetizador del saber, tan atento a las generalizaciones que constituyen la ciencia como a las diferencias que no sólo distinguen a los individuos entre sí, sino que impiden la reducción de los grandes géneros de fenómenos y las ciencias que los estudian. Como él mismo dice, los seres pueden ser móviles e inmóviles, y al mismo tiempo separados (de la materia) o no separados. La ciencia que estudia los seres móviles y no separados es la física; la de los seres inmóviles y no separados es la matemática, y la de los seres inmóviles y separados, la teología.

 

Platón y Aristóteles en La Escuela de Atenas, de Rafael

 

La amplitud y la profundidad de su pensamiento son tales que fue preciso esperar dos mil años para que surgiese alguien de talla parecida. Y durante ese período su autoridad llegó a quedar tan establecida e incuestionada como la que ejercía la Iglesia, y tanto en la ciencia como en la filosofía todo intento de avance intelectual ha tenido que empezar con un ataque a cualquiera de los principios filosóficos aristotélicos.

 

Sin embargo, el camino seguido por el pensamiento de Aristóteles hasta alcanzar su actual preeminencia es tan asombroso que, aun descontando lo que la leyenda haya podido añadir, parece un argumento de novela de aventuras.

 

 

La aventura de los manuscritos

 

Con la muerte de Alejandro, en el 323, se extendió en Atenas una oleada de nacionalismo (antimacedonio) desencadenado por Demóstenes, hecho que le supuso a Aristóteles enfrentarse a una acusación de impiedad. No estando en su ánimo repetir la aventura de Sócrates, Aristóteles se exilió a la isla de Chalcis, donde murió en el 322. Según la tradición, Aristóteles le cedió sus obras a Teofrasto, el cual se las cedió a su vez a Neleo, quien las envió a casa de sus padres en Esquepsis sólidamente embaladas en cajas y con la orden de que las escondiesen en una cueva para evitar que fuesen requisadas con destino a la biblioteca de Pérgamo.

 

Muchos años después, los herederos de Neleo se las vendieron a Apelicón de Teos, un filósofo que se las llevó consigo a Atenas. En el 86 a.C., en plena ocupación romana, Sila se enteró de la existencia de esas cajas y las requisó para enviarlas a Roma, donde fueron compradas por Tiranión el Gramático. De mano en mano, esas obras fueron sufriendo sucesivos deterioros hasta que, en el año 60 a.C., fueron adquiridas por Andrónico de Rodas, el último responsable del Liceo, quien procedió a su edición definitiva. A él se debe, por ejemplo, la invención del término «metafísica», título bajo el que se agrupan los libros VII, VIII y IX y que significa, sencillamente, que salen a continuación de la física.

 

Con la caída del Imperio romano, las obras de Aristóteles, como las del resto de la cultura grecorromana, desaparecieron hasta que, bien entrado el siglo XIII, fueron recuperadas por el árabe Averroes, quien las conoció a través de las versiones sirias, árabes y judías. Del total de 170 obras que los catálogos antiguos recogían, sólo se han salvado 30, que vienen a ocupar unas 2.000 páginas impresas. La mayoría de ellas proceden de los llamados escritos «acroamáticos», concebidos para ser utilizados como tratados en el Liceo y no para ser publicados. En cambio, todas las obras publicadas en vida del propio Aristóteles, escritas para el público general en forma de diálogos, se han perdido.

 

Aristóteles se ha significado como uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos y ha sido uno de los pilares del pensamiento occidental. Sus obras, escritas hace más de dos mil trescientos años, siguen ejerciendo una influencia notable sobre innumerables pensadores contemporáneos y continúan siendo objeto de estudio por parte de múltiples especialistas. La filosofía de Aristóteles constituye, junto a la de su maestro Platón, el legado más importante del pensamiento de la Grecia antigua.

 

Pese a ser discípulo de Platón, Aristóteles se distanció de las posiciones idealistas, para elaborar un pensamiento de carácter naturalista y realista. Frente a la separación radical entre el mundo sensible y el mundo inteligible planteada por las doctrinas platónicas, defendió la posibilidad de aprehender la realidad a partir de la experiencia. Así pues, en contra de las tesis de su maestro, consideró que las ideas o conceptos universales no deben separarse de las cosas, sino que estaban inmersos ellas, como forma específica a la materia. Por estos motivos, otorgó gran importancia a los estudios científicos y a la observación de la naturaleza. Sin embargo, las preocupaciones de Aristóteles no se dirigieron únicamente al estudio especulativo de las cosas y sus causas, sino que también se centraron en cuestiones de lógica formal, moral, política y estética. De acuerdo con las fuentes antiguas, el filósofo griego escribió 170 obras, aunque sólo 30 se han conservado hasta nuestros días.

 

La metafísica

 

La preocupación metafísica de Aristóteles es a la vez crítica, con respecto a la de su maestro Platón, y constructiva, puesto que se propone una nueva sistematización. Lo que pretende con la metafísica es llegar a saber "de los principios y de las causas primeras". Aborda los temas de la metafísica en lo que él llama "filosofía primera", ciencia que considera el ser en cuanto ser. Por ocuparse de las primeras y verdaderas causas, puede ser considerada igualmente ciencia de lo divino, ciencia teológica (Theoldgiké épistéme).

 

La vida de Aristóteles contada en una miniatura medieval

 

Aristóteles rechaza la teoría platónica de las Ideas separadas de los entes de este mundo. Lo verdaderamente existente no son los "reflejos" de las Ideas, sino los entes individuales, captados por la inteligencia y en los que reside el aspecto universal. En todo ser se da la sustancia (ousìa, esencia de cada ente individual subsistente en sí mismo) y el accidente (cualidad que no existe en sí misma sino en la sustancia). Las sustancias sensibles se hallan constituidas por dos principios: materia, que dice de qué está hecha una cosa, y forma, disposición o estructura de la misma.

 

Para explicar el cambio se vale de las nociones de acto y potencia, determinaciones primeras del ser. Ahora bien, con estas dos nociones sabemos cómo suceden los cambios o movimientos, pero no sabemos por qué. Esto lo conocemos mediante las razones o causas del cambio, que Aristóteles concretiza en cuatro: causa material, causa formal, causa eficiente y causa final (o teleológica). Esta última es de gran importancia para el Estagirita, ya que está convencido de que todo existe para cumplir un fin, pues todo, por su propia inmanencia, busca su intrínseca perfección.

 

 


La ciencia metafísica de Aristóteles culmina en la teología, la cual se ocupa del ser que existe per se, o sea, el ente en su sentido más pleno, la forma pura sin materia. Para probar la existencia de ese ser, apela a varios argumentos: "Entre las cosas que existen una es mejor que la otra; de allí que exista una cosa óptima, que debe ser la divina". Su argumento más conocido es el denominado de predicamento cosmológico: las cosas de este mundo son perecederas, y por lo tanto sufren cambio; este cambio acaece en el tiempo. Cambio y tiempo son, pues, imperecederos; mas para que se produzca el cambio o movimiento eterno ha de existir una sustancia eterna capaz de producir ese movimiento. Pero no podemos retrotraernos al infinito para buscar las causas de las causas, por lo que debemos llegar a unPrimer Motor inmóvil. Este motor es Dios, concebido por Aristóteles como fuerza inmaterial inalterable. Ese Ser, sin embargo, no aparece en Aristóteles como creador del mundo, porque éste es eterno.


 


Alma y conocimiento


 


Todos los seres vivos se presentan a Aristóteles como poseedores de alma (psyché), con lo cual se distinguen de los seres inanimados o inorgánicos. Distingue tres clases de alma: vegetativa (propia de las plantas, pero presente también en los animales y en el hombre), sensitiva (propia de los animales y del hombre), racional (exclusiva del hombre). Ésta tiene tres características: es causa del movimiento del cuerpo, conoce y es incorpórea.


 


Con respecto al conocimiento, Aristóteles no admite las doctrinas de Platón, ni tampoco el innatismo. La mente al nacer es "tamquam tabula rasa", en la que nada hay escrito. El conocimiento comienza en los sentidos, como nos demuestra la experiencia. Las captaciones de los sentidos son aprehendidas por el intelecto, generándose así el concepto. De esta forma llegamos al conocimiento suprasensible.


 


Ética


 


La ética de Aristóteles tiene un fin que se resume en la búsqueda de la felicidad. Para algunos, la felicidad consiste en los placeres; para otros, en las riquezas; pero el hombre sabio la busca en el ejercicio de la actividad que le es propia al hombre, es decir, en la vida intelectiva. Ello no excluye el goce moderado de los placeres sensibles y de los demás bienes, con tal de que no impida la contemplación de la verdad. Sobre esta base desarrolla Aristóteles el concepto de virtud. La virtud consiste en el justo medio. Lo que quiere dar a entender es que el actuar del hombre debe estar regido por la prudencia o regla recta. Hay dos modalidades de virtud: las dianoéticas (que se refieren al ejercicio de la inteligencia) y las éticas (que se refieren a la sensibilidad y los afectos). Todas las virtudes son hábitos que se adquieren por medio de la repetición. La virtud por excelencia es la justicia, la cual consiste en el acatamiento de las leyes y en el respeto a los demás ciudadanos.


 


Política


 


Para Aristóteles el hombre es un "animal político" por naturaleza. Sólo los animales y los dioses pueden vivir aislados. La fuerza natural hacia la reproducción y la conservación inclina a los hombres a vivir unidos, primero en la familia, luego en la aldea (unión de varias familias) y finalmente en la ciudad-estado (ni muy pocos, ni demasiados habitantes). El buen funcionamiento de una ciudad-estado no se asegura solamente por aunar voluntades hacia un mismo fin; se requiere también de leyes sensatas y apropiadas que respeten las diferencias y eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad (Aristóteles, en su mentalidad clasista griega, no concibe el derecho de ciudadanía ni para las mujeres ni para los esclavos).


 



Aristóteles estudiando la naturaleza


 


Existen tres formas de legítimo gobierno: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno de los mejores) y república (gobierno de muchos). A esas formas rectas de gobierno se oponen la tiranía, la oligarquía y la democracia (Aristóteles entiende por "democracia" el gobierno de los pobres). No se puede decir cuál de las tres es mejor, pues la teoría concreta para un pueblo hay que deducirla de una indagación objetiva de las varias formas históricas de gobierno, y definir según las circunstancias cuál es más conveniente para un determinado estado (Aristóteles recogió y estudió las constituciones de 158 estados). En principio, toda forma de gobierno es buena si quien gobierna busca el bien de los gobernados.


 


Su influencia


 


Durante mucho tiempo, el pensamiento aristotélico se vio eclipsado por el prestigio de las doctrinas de Platón. En época de la Roma cristianizada, el naturalismo y el realismo de Aristóteles eran despreciados y se privilegiaban las lecturas neoplatónicas de Plotino y Beocio. Debido al espiritualismo que caracterizó al pensamiento medieval, las doctrinas de Platón gozaron de preeminencia hasta el siglo XII.


 


Los filósofos árabes -y, particularmente, Avicena y Averroes- contribuyeron a que el pensamiento aristotélico fuese de nuevo objeto de atención en Occidente. El creciente interés por la naturaleza mostrado por el pensamiento cristiano en la Baja Edad Media hizo posible que la obra de Aristóteles fuese estudiada. Roger Bacon y Alberto Magno reivindicaron el pensamiento de este filósofo, y Santo Tomás de Aquino lo transformó en la base de la teología cristiana.


 


Los estudios de la escuela de Florencia, Francis Bacon y Galileo quebrantaron la autoridad aristotélica. Sin embargo, los escritos del filósofo griego continuaron ejerciendo influencia sobre diversas corrientes de pensamiento modernas, como el idealismo, el neoescolasticismo, el conductismo y el dinamismo de Bergson, entre otras.

lunes, 26 de abril de 2021

Platon

 


Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo Y Psicoterapeuta. Zaragoza -Gran Vía- Y Online Teléfono: 653 379 269 IG:@psicoletrazaragoza Página Web: Conóceme 


Platón fue discípulo de Sócrates, y fue un gran filósofo griego y posiblemente de todos los tiempos. Nace en el 427 a.C. y muere, a la edad de ochenta años, en el 347 a.C. Es ateniense y de muy buena familia; su padre se llamaba Aristón (hacía remontar su ascendencia hasta Codro, último rey de Atenas) y su madre Perictione (Περικτιόνη) hermana de Cármides y sobrina de Critias, dos personajes que figuraron entre los oligarcas en 404-402, estaba emparentada con Solón. Es sabido que originariamente se llamaba Aristocles, y que sólo después se le dio el nombre de Platón, aludiendo a su robusta espalda.

Sus dos hermanos, Adimanto y Glaucón, aparecen en la República; Platón tenía también una hermana llamada Potone, madre de Espeusipo. Era un hombre muy inteligente y con unas condiciones muy idóneas; cualquier persona con su alcurnia se habría dedicado a la política pero él prefirió dedicarse a la filosofía. Platón no se casó nunca, y no se le conoce ningún tipo de inclinación por una mujer; es muy posible que fuese homosexual. La relación entre hombre y mujer estaba destinado a la procreación. La relación entre hombres estaba tolerada (aunque las leyes lo prohibían), y la relación entre un hombre mayor y uno joven también, ya que entendían que la persona mayor enseñaba a ser buen ciudadano al joven y por ello estaba bien visto. En la Grecia de esta época, sabemos que separaban en lo que se debe a Eros (atracción sexual y fertilidad: en la tradición mitológica se dice que se ocupaba del enamoramiento entre varones) y lo que se debe a Afrodita (enamoramiento entre hombres y mujeres).

Varios autores han señalado que la animosidad de Platón contra la democracia no es fácil que se debiera únicamente a su educación, sino que en ello hubo de influirle Sócrates y, más todavía el trato que éste recibió de la democracia. En su negativa a participar en política, dice el mismo Platón que el momento en el que podía haber ejercido en este ámbito fue cuando Atenas perdió la Guerra del Peloponeso, y quedó impresionado por los crímenes que se habían dado en la Guerra, por lo que se abstuvo de ello. La decisión de Platón de desentenderse definitivamente de la política de Atenas se produjo, sin duda, tras el injusto proceso y la condena de su Maestro; tras lo cual dice que la sociedad de su época esta extremadamente desordenada.

De todos modos, no tenemos razón alguna para suponer que Platón se hiciese «discípulo» de Sócrates en el sentido de que se dedicara de lleno y declaradamente a la filosofía, puesto que él mismo nos dice que un principio trató de embarcarse en la carrera política, como era natural tratándose de un joven de su linaje. Los parientes que tenía entre los oligarcas que gobernaban en 404-403 le tentaron para que se introdujera en la vida política bajo su protección; pero, cuando la oligarquía empezó a practicar, como ya hemos dicho, prácticas de violencias y trató de implicar a Sócrates en sus crímenes, tras lo cual, Platón se disgustó con sus parientes. Mas los demócratas no eran mejores, y ellos fueron quienes condenaron a muerte a Sócrates, por lo que Platón abandonó el propósito de dedicarse a seguir la carrera política.

Por tanto, no actuó en política activa, pero si secundariamente (como en Siracusa). También fundó la Academia con la que quería incidir en la sociedad de su tiempo mediante la educación (política indirecta); mediante la paideia (παιδεια).

Muerto Sócrates, Platón se retiró a Megara, donde fue acogido por el filósofo Euclides, pero según todas las probabilidades volvió enseguida a Atenas. Dicen los biógrafos de Platón que viajó por Cirene, por Italia y por Egipto, pero esto no se sabe con certeza, ya que, por ejemplo, Platón no nos da cuenta en sus escritos de un viaje a Egipto. Lo que si es cierto es que Platón estuvo en Italia a la edad de cuarenta años. Posiblemente quería visitar a algunos miembros de la escuela pitagórica y conversar con ellos: sea como fuere, trabó amistad con Arquitas, el sabio pitagórico. Fue Platón invitado a vivir en la corte Dionisio I, tirano de Siracusa, donde se hizo amigo de Dión, el cuñado del tirano. De Dión, que contaba entonces con veinte años de edad, se sintió Platón fuertemente atraído. Dión absorbió con entusiasmo la doctrina socrática de la superioridad de la virtud sobre el placer y el lujo, y renunció a los relajados hábitos que se estilaban en Italia y Sicilia.

Parece ser que hizo hasta tres viajes a Siracusa en su vida; estos viajes fueron por tema político y filosófico. La idea de Platón en estos viajes era llevar a cabo su idea de que los filósofos deben ser los gobernantes; quería hacer a Dionisio un filósofo, pero parece ser que el propósito de Platón no resultó como él esperaba. La descripción más viva de estos viajes de Platón a Siracusa la vemos en la Carta VII del mismo Platón; donde vemos que el interés de Dionisio por la filosofía era superficial.

Platón en la Academia, no aceptaba a cualquiera, pero si aceptaba a mujeres. Hacía un examen de acceso; impartía una clase muy difícil y muy densa al que pretendía entrar como alumno en la Academia. Si después de esto el discípulo seguía teniendo su propósito, y si no se había perdido a lo largo de la clase, lo aceptaba como alumno. Platón dio esta clase a Dionisio, y en la Carta VII nos da cuenta de que Dionisio, a raíz de ello, no quiso saber más del tema. Diógenes Laercio nos cuenta que Dionisio acabó por venderlo como esclavo; y un amigo suyo de Cirene, un tal Anniceris, pagó, lo rescató y lo envió libre de nuevo a Atenas.

De regreso de su primer viaje a Siracusa, Platón fundó a Academia, la cual rivalizaba con las diferentes escuelas de retórica de su tiempo, como la de Isócrates (gran orador, pero con un grave problema y es que tenía voz de pito). No sabemos muy bien como estaba organizada la academia platónica; pero si tenemos constancia de que que era propiedad de Platón y que estaba consagrada a un dios local, Academo (Ἀκάδημος).

Se sabe que se impartían clases, y podemos saber el tipo de éstas por medio de los textos de Aristóteles, quien fue profesor de la Academia. Se hacían también indagaciones de tipo filosófico; ya que los estudios que en ella se seguían no se limitaban a los filosóficos propiamente dichos, sino que abarcaban gran cantidad de ciencias auxiliares, tales como las matemáticas, la astronomía y las ciencias físicas; los miembros de la escuela se reunían en el culto común a las Musas.

Platón estaba convencido de que el mejor entrenamiento para la vida pública no consiste en las prácticas puramente sofísticas, sino más bien en la prosecución de la ciencia por sí misma. Las matemáticas, aparte de su importancia para la filosofía de las Ideas platónicas, ofrecían un campo abierto al estudio desinteresado, y habían alcanzado ya un alto nivel de desarrollo entre los griegos. Entendía Platón que el político así formado no será un oportunista a merced de las ocasiones, sino que actuará firmemente y sin miedos, de acuerdo con convicciones fundadas en verdades eternas e inmutables. A la Academia no solo iban jóvenes de Atenas, sino también de otras ciudades. Vivían en ésta los más grandes matemáticos de la época; los Elementos de Euclides nos cuentan las grandes investigaciones que se hicieron al respecto. Teodoro de Cirene, Teeteto y Eudoxó, teniendo sus propias escuelas, se fueron a vivir con Platón a la Academia; Platón no exigía una ortodoxia dogmática, sino que era totalmente tolerante respecto a las diferentes ideas de sus discípulos y profesores de la Academia.

Platón, por ejemplo, no tuvo ningún inconveniente en dejar a Eudoxó al mando de la academia cuando fue a sus viajes a Sicilia aunque no sostenía la teoría de las ideas platónica. Cuando Platón muere, de hecho, deja a Espeusipo al mando de ésta; quien sostenía que existían los números (pitagórico), pero no las ideas. En la Academia, sabemos, había un plan de estudios; parece que impartían las ideas que Platón expone en el libro VII de la República (que es lo que tiene que saber los que se han de dedicar a la filosofía así como los  gobernantes).

La Academia se puede entender como la primera universidad europea ya que se trataba de cultivar la sabiduría, y entendían esto como algo digno (por esta razón no se cobraba en la Academia, ya que veían indigno obtener riquezas mediante la enseñanza de la sabiduría). El ciudadano griego entendía que hay que distinguir entre el ocio (es el tiempo que tiene uno para dedicarlo a las propias aficiones, al cultivo y al estudio) y el negocio (lo que uno tiene que hacer para ganarse la vida); por ello les parecía una  barbaridad que los sofistas cobrasen por sus enseñanzas, cuando es algo que pertenece al ámbito del ocio.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La virtud: el justo medio

"En las adversidades sale a la luz la virtud."
"Enseñar no es una función vital, porque no tienen el fin en sí misma; la función vital es aprender."
Aristóteles.






Ayudar a una persona que no es ni más ni menos lo que una asistencia clínica tiene como finalidad, una ayuda para que se cure una persona o ,en función de la psicopatología, se alivien sus síntomas y pueda disfrutar de la vida es sólo la parte del trabajo de la psicoterapia. Esto suele ser el trabajo de la psiquiatría que aborda el dolor psíquico y lo aplaca con psicofármacos. Hay que decir que muchas patologías requieren de estos principios químicos, en otros muchos casos se puede prescindir de la medicación con una psicoterapia.
Lo que hay que matizar es que la psicoterapia no se debe quedar en los puntos ciegos o escotomas del paciente, hay que ayudarle a pensar, a reflexionar sobre qué le pasa, a asistirle de manera que pueda descubrir la interpretación y se pueda dar cuenta de lo que le está pasando, de lo que le ha pasado y no se repita aquello que Freud llamaba la compulsión a la repetición, lo que los expertos en terapia breve explican como dificultad para el cambio. "Cambio" es una obra de la Escuela de Palo Alto que versa sobre este tipo de asuntos.
Lo que quiero enfatizar es que si una persona se siente subjetiva o de manera objetiva mirada sólo a través del prisma de la psicopatología se le está ofreciendo una cara de ella que no ayuda a fortalecer sus puntos fuertes, sus facetas de salud. Con lo cual, tenemos que trabajar con los potenciales de salud y reforzar, si se me permite la expresión, el lado sano del paciente. Todas las personas tienen una alta capacidad de reorganización y búsqueda de la homeostasis, incluso pacientes con patologías graves como las psicóticas.
Tal vez estos pacientes requieran de una mayor dedicación psicoterápica pero todas las patologías, abordadas desde esta doble vertiente que explico arriba pueden mejorar notablemente. Es una cuestión de actitud del terapeuta el aproximarse a la persona desde ambos ángulos, la psicopatología, porque en definitiva la persona sufre y la capacidad creativa, que es la virtud de la inteligencia, ya los clásicos decían esto, por ejemplo Aristóteles en su "Ética a Nicómaco".