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Paz y Ciencia
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jueves, 4 de julio de 2013

Bienestar y Psicología Positiva

BIENESTAR Y PSICOLOGÍA POSITIVA



www.psicologia-positiva.com

Si hacemos el ejercicio de preguntar a diferentes personas de todo tipo y condición por el objetivo de la psicología y el papel de aquellos que a ella se dedican, seguramente encontremos una respuesta predominante: tratar y curar los trastornos de la mente.
Ciertamente, durante muchos años la psicología se ha centrado exclusivamente en el estudio de la patología y la debilidad del ser humano, llegando a identificar y casi confundir psicología con psicopatología y psicoterapia. Este fenómeno ha dado lugar a un marco teórico de carácter patogénico que ha sesgado ampliamente el estudio de la mente humana. Así, la focalización exclusiva en lo negativo que ha dominado la psicología durante tanto tiempo, ha llevado a asumir un modelo de la existencia humana que ha olvidado e incluso negado las características positivas del ser humano (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000) y que ha contribuido a adoptar una visión pesimista de la naturaleza humana (Gilham y Seligman, 1999). De esta manera, características como la alegría, el optimismo, la creatividad, el humor, la ilusión… han sido ignoradas o explicadas superficialmente.
Las limitaciones de esta focalización en lo negativo comienza ha ser puesta en evidencia en los últimos años y en diferentes trastornos. Así por ejemplo, los trastornos depresivos parecen encontrarse deficientemente explicados desde un modelo basado exclusivamente en emociones negativas. La depresión no es sólo presencia de emociones negativas, sino ausencia de emociones positivas, algo fundamental, por ejemplo, a la hora de elaborar tratamientos. En este sentido, las técnicas y terapias elaboradas para luchar contra la depresión se han centrado tradicionalmente en la eliminación de emociones negativas como la apatía, la tristeza, la indefensión, etc. Sin embargo, investigaciones llevadas a cabo en los últimos años han comenzado a desarrollar estrategias de intervención basadas en la estimulación en el sujeto deprimido de emociones positivas como alegría, ilusión, esperanza, etc.
Gran parte de la investigación y el esfuerzo teórico realizado por los psicólogos en los últimos años ha estado centrada en buscar la manera de prevenir el desarrollo de trastornos en sujetos potencialmente vulnerables (sujetos de riesgo). Sin embargo, no puede obviarse, que aún hoy, la psicología se ha mostrado incapaz de dar solución a esta cuestión. El modelo patogénico adoptado durante tantos años se ha mostrado incapaz de acercarse a la prevención del trastorno mental. Quizá la clave de este fracaso se encuentre en que la prevención siempre ha sido entendida desde los aspectos negativos y se ha centrado en evitar o eliminar las emociones negativas.
De hecho, los mayores progresos en prevención han venido de perspectivas centradas en la construcción sistemática de competencias (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). En este sentido, se ha demostrado que existen fortalezas humanas que actúan como amortiguadoras contra el trastorno mental y parece existir suficiente evidencia empírica para afirmar que determinadas características positivas y fortalezas humanas, como el optimismo, la esperanza, la perseverancia o el valor, entre otras, actúan como barreras contra dichos trastornos.
La perspectiva reduccionista ha convertido a la Psicología en una "ciencia de la victimología" (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000). De forma histórica, la psicología ha concebido al ser humano como un sujeto pasivo, que reacciona ante los estímulos del ambiente. El foco de la psicología aplicada se ha centrado en curar el sufrimiento de los individuos y ha habido una explosión en la investigación de los trastornos mentales y los efectos negativos de estímulos estresores. Los profesionales tienen el cometido de tratar los trastornos mentales de los pacientes dentro de un marco patogénico en el que es crucial la reparación del daño. Sin embargo, la psicología no es sólo un brazo de la medicina centrado en la enfermedad-salud mental, es mucho más que eso. En los últimos años se han alzado voces que, retomando las ideas de la psicología humanista acerca de la necesidad del estudio de la "parte positiva" de la existencia humana han aportado un sólido soporte empírico y científico a esta parte descuidada de la psicología.
El término "psicología positiva" ha sido desarrollado por Martin Seligman, investigador que, habiendo dedicado gran parte de su carrera al trastorno mental y al desarrollo de conceptos como la indefensión aprendida, ha dado un giro radical en su orientación, elaborando y promoviendo una concepción más positiva de la especie humana.
La psicología positiva tiene como objetivo mejorar la calidad de vida y prevenir la aparición de trastornos mentales y patologías. La concepción actual focalizada en lo patológico se centra en corregir defectos y reparar aquello que ya se ha roto. Por el contrario, la psicología positiva insiste en la construcción de competencias y en la prevención.
Para Seligman, el concepto de psicología positiva no es nuevo en la psicología, ya que antes de la Segunda Guerra Mundial los objetivos principales de la psicología eran tres: curar los trastornos mentales, hacer las vidas de las personas más productivas y plenas e identificar y desarrollar el talento y la inteligencia de las personas. Sin embargo, tras la guerra, diferentes eventos y circunstancias llevaron a la psicología a olvidar dos de esos objetivos y a centrarse exclusivamente en el trastorno mental y el sufrimiento humano (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000).
De la misma manera, podemos encontrar claras tendencias positivistas en la corriente humanista de la psicología, floreciente en los años 60 y representada por autores tan reconocidos como Carl Rogers, Abraham Maslow o Erich Fromm. Desgraciadamente, la psicología humanista no se ha visto acompañada de una base empírica sólida y ha dado lugar a una inmensa cantidad de movimientos de autoayuda dudosos y poco fiables (Seligman y Csikszentmihalyi, 2000).
En esta búsqueda de lo mejor del ser humano, de las cosas buenas que hacen que florezca su potencial, la psicología positiva no confía en sueños dorados, utopías, espejismos, fe, ni auto-engaño, sino que adopta el método de la psicología científica, ampliando el campo tradicional de actuación y distanciándose de dudosos métodos de autoayuda o filosofías espirituales que tanto proliferan en nuestros días.
En palabras de Martin Seligman, la psicología positiva surge como un intento de superar la resistente barrera del 65% de éxito que todas las psicoterapias han sido incapaces de sobrepasar hasta hoy. Las técnicas que surgen de la investigación en psicología positiva vienen a apoyar y complementar las ya existentes. Gracias a la investigación teórica en torno a este área, el abanico de la intervención se verá ampliamente enriquecido. En este sentido, la relación de variables como el optimismo, el humor o las emociones positivas en los estados físicos de salud se alza como uno de los puntos clave de la investigación en psicología positiva. A lo largo de los próximos años es de esperar una gran cantidad de resultados empíricos que vayan dando forma a una nueva teoría de la psicología.
La psicología positiva no es… un movimiento filosófico ni espiritual, no pretende promover el crecimiento espiritual ni humano a través de métodos dudosamente establecidos. No es un ejercicio de autoayuda ni un método mágico para alcanzar la felicidad. No pretende ser un abrigo bajo el que arropar creencias y dogmas de fe, ni siquiera un camino a seguir por nadie. La psicología positiva no debe ser confundida en ningún caso con una corriente dogmática que pretende atraer adeptos ni seguidores, y en ningún caso debe ser entendida fuera de un riguroso contexto profesional.
La psicología positiva es… una rama de la psicología que busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano, durante tanto tiempo ignoradas por la psicología.
El objeto de este interés no es otro que aportar nuevos conocimientos acerca de la psique humana no sólo para ayudar a resolver los problemas de salud mental que adolecen a los individuos, sino también para alcanzar mejor calidad de vida y bienestar, todo ello sin apartarse nunca de la más rigurosa metodología científica propia de toda ciencia de la salud.
La psicología positiva representa un nuevo punto de vista desde el que entender la psicología y la salud mental que viene a complementar y apoyar al ya existente.
 

jueves, 19 de julio de 2012

Línea de Investigación: Mentes Excepionales


Líneas de Investigación

Una ciencia de la expecionalidad se basa en dos cimientos. Uno es el estudio cuidadoso de las personas extraordinarias, al principio estudiando caso por caso. No podemos comenzar a entender la expecionalidad a menos que sepamos mucho sobre la vida y la mente de aquellas personas que todo el mundo reconoce que son especiales. Esta ciencia debe considerar a los individuos dentro de determinados campos; por ejemplo, científicos como Charles Darwin, Albert Einstein y Marie Curie, para ver si surgen ciertos patrones; debe comparar estos individuos con ejemplos de diferentes campos -por ejemplo, escritores como Virginia Woolf, James Joyce y León Tolstoi-, para comprobar si pueden mantenerse patrones similares en ámbitos tan diferentes. Por último, el "científico de la excepcionalidad" tiene como objetivo identificar en qué modo los individuos extraordinarios son similares (digamos, por ejemplo, en la cantidad de energía que emplean en su obra); la forma en que determinadas personas extraordinarias se aprecen entre sí; por ejemplo, el hecho de que los escritores tienen más probalidadades que otros creadores de contar dentro de su familia con personas maniaco-depresivas; y la forma en que una pesona concreta extraordinaria es única, como, por ejemplo, el grado de soledad y misticismo que impregnó la vida de Newton.
Varios investigadores han sido pioneros en esta línea de estudio. Por ejemplo, Howard Gruber se centra en individuos extraordinaraios aislados y Dean Keith Simonton intenta encontrar leyes generales sobre la excepcionalidad. Yo he sido fundamentalmente influido por la "visión sistémica" de la excepcionalidad de Michaly Csikszenmihalyi.
Según esta línea de análisis, en parte desarrollada en colaboración con David Feldman y yo mismo, es erróneo plantearse si determinados individuos son creativos o extraordinarios, como si la respuesta se hallara en la personalidad mente-cerebro del mismo individuo. Por el contrario, Csikszentmihalyi argumenta que debemos examinar siempre una interacción entre tres elementos: el individuo mismo, con sus talentos y metas; el ámbito particular o disciplina que ha escogido la persona para trabajar; y el campo: la serie de personas e instituciones que emiten juicios -al principio a modo de hipótesis y después más definitivos- sobre la cualidad de la obra. No deberíamos preguntar "Quién es extraordinario", sino más bien "dónde se halla lo extraordinario". La respuesta se encuentra en el juego dinámico de estos tres factores.
Señalemos unos pocos ejemplos. Durante gran parte de su breve vida, Emily Dickinson escribió poesía. Era una persona de talento que trabajaba en un ámbito literario reconocido. Sin embargo, el juicio de calidad de su obra tuvo que esperar la publicación póstuma de sus poemas por parte de Mabel Todd y Thomas Wentworth Higginson. Solo después que el "campo" ya informado de los expertos poéticos tuvo la oportunidad de examnar la obra de Dickinson, pudo expresar su verdadero positivo. Una historia semejante puede contarse del pintor Vincent van Gogh y del biólogo Gregor Mendel, ambos reconocidos solo después de haber muerto. Por el contrario, Sigmund Freud fue una persona de grandes capacidades y de una extraordinaria ambición. Sin embargo, durante la primera mitad de su carrera, estuvo probando diferentes ámbitos especializados de su campo sin obtener grandes logros. Solo cuando Freud se encaminó hacia la creación de un nuevo ámbito, el psicoanálisis, y más adelante alentó el desarrollo de un campo que pasó el examen práctico en dicho ámbito, su obra llegó a ser reconocida como algo meritorio.
Yo he modelado mi enfoque del estudio de la excepcionalidad a partir de estos hechos. Siguiendo la tradición de Howard Gruber, empiezo con el estudio detallado de casos concretos. A continuación, traspasando el enfoque de un solo individuo, intento recopilar estudios de casos dentro de determinados ámbitos y los cruzo entre sí. De esta forma, espero ser capaz de guiar el estudio de la personalidad -el llamado enfoque idiográfico- hacia el establecimiento de leyes en la tradición de Simonton -el llamado enfoque nomotético-. En esta línea de investigación, estoy fuertemente influenciado por el modelo de Csikszentmihalyi; este modelo nos recuerda que la excepcionalidad nucna es propiedad de una única persona u obra. Solo cuando consideramos la persona a la luz del ámbito de su obra, por una parte, y del campo de los jueces, por otro, somos capaces de hacer un juicio fiable de la excepcionaliad -o de la no excecionalidad- de las contribuciones de una persona.
Existen ciertas diferencias entre un método y una ciencia. Los estudiosos de la excepcionalidad carecen de modelos sólidos que puedan ser cerificados a fondo. Desde mi punto de observación, dicho trabajo presupone la descripción cuidadosa -y se construye sobre ella- de casos individuales y de la creación de taxonomías bsadas en dichos casos. Cuando los investigadores nos abrimos a un nuevo campo, nos vemos inmersos en la importante tarea de clasificación aristotélica o de Linneo; la disposición eficaz de esos datos aumenta la probabilidad de la síntesis darwiniana.

Howard Gardner: "Mentes Extraordinarias.  Cuatro retratos para descubrir nuestra propia excepcionalidad". Kairós.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Una psicología de la felicidad


... Tales experiencias no tienen que ser necesariamente en el momento en que ocurren. Los mçusculos del nadador pueden haber dolido durante su carrera memorable, sus pulmones puede que hayan estado a punto de explotar, y tal vez haya sufrido un poco de marea y fatiga; sin embargo, pueden haber sido los mejores momentos de su vida. Tener el control en la vida nunca es fácil, y a veces puede ser hasta doloroso, pero a largo plazo las experiencias óptimas añaden un sentimiento de maestría (o tal vez mejor sea decir, un sentimiento de participación al determinar el contenido de la vida) que está tan cerca de lo que queremos decir normalmente como que está tan cerca de lo que queremos decir normalmente como felicidad como cualquier otra cosa que podamos imaginarnos.
A lo largo de mis estudios he intentado comprender tan exactamente como me fuese posible cómo se sentían las personas cuanto más disfrutaban de sí mismas y por qué. Mis primeras investigaciones fueron hechas con unos cientos de expertos ( artistas, atletas, músicos, maestros del ajedrez y cirujanos), en otras palabras, gente que parecía dedicar su tiempo a hacer, precisamente, las actividadesque preferían. De sus relatos sobre cómo se sentían al hacer lo que estaban haciendo elaboré una teoría de la experiencia óptima basada en el concepto de flujo, el estado en el cual las personas se hallan tan involucradas en la actividad que nada más parece importarles; la experiencia, por sí misma, es tan placentera que las personas la realizarán incluso aunque tenga un gran coste, por el puro motivo de hacerla.
Con la ayuda de este modelo teórico mi equipo de investigación en la Universidad de Chicago y luego mis colegas de todo el mundo entrevistaron a miles de individuos de muchas y diferentes edades y maneras de vivir. Estos estudios sugerían que las experiencias óptimas eran descritas del mismo modo por hombres y mujeres, por jóvenes o viejos, sin importar las diferencias culturales. La experiencia del flujo no era únicamente una pecularidad de las élites ricas de los países industrializados. La explicaban esencialmente con las mismas palabras mujeres ancianas de Corea, adultos de Tailandia y la India, adolescentes de Tokio, pastores navajos, capensinos de los Alpes italianos o trabajadores de una cadena de montaje de Chicago.
Al principio nuestros datos consistían en entrevistas y cuestionarios. Para conseguir una mayor precisión desarrollamos con el tiempo un nuevo método para medir la calidad de la experiencia subjetiva. Esta técnica, llamada el Método de Muestreo de la Experiencia, pide a los sujetos que lleven un aparato electrónico de recepción de mensajes durante una semana y que escriban cómo se sienten cada vez que el buscapersonas suena. El buscapersonas se activa por radiotransmisor aproximadamente ocho veces al día, en intervalos al azar. Al final de la semana, cada sujeto nos ofrece un informe casi continuo, una película escrita de su vida, fabricada con una selección de momentos representativos. Hasta ahora hemos recogido cien mil de estos retazos de experiencias en diferentes lugares del mundo. Las conclusiones de este libro se basan en este conjunto de datos.
Fluir (Flow). Mihaly Csikszenmihaly. Ed. Kairós.

Este estudio y este libro han consagrado al autor que se ha convertido en el estudioso actual más conspicuo de la Psicología de la Felicidad, esto es, la motivación intínseca, la creatividad, el optimismo y otras virtudes del ser humano.
Sin lugar a dudas el movimiento humanista nos recuerda a Abraham Maslow, con sus libros "El hombre autorrealizado" y "La personalidad creadora". Era necesario que en psicología hubiera un potente movimiento de estas características y espero que se filtre a las consultas.
El libro está escrito en un lenguaje accesible para todo el mundo, quizá el principio, que es lo que les transmito, para fundamentar el estudio, es más farragoso. Sin embargo, el texto está escrito para cualquier persona que quiera aproximarse a la psicología de la felicidad no desde el punto de vista de un libro de autoayuda, pero sí que puede entresacar grandes lecciones y consejos de las lecciones que imparte este libro. Un libro muy recomendable.