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Paz y Ciencia

sábado, 11 de junio de 2022

ALICE MILLER: AGRESIÓN

Maltratar a los niños produce una sociedad perversa: Entrevista a Alice Miller

 

Por medio de sus libros, artículos, folletos y entrevistas, Alice Miller, nos muestra que maltratar a los niños no sólo produce niños maltratados, desgraciados y perturbados, sino también una sociedad perturbada y perversa. Durante sus últimos años, Alice Miller desarrolló un concepto de terapia que propone a las personas que sufren, confrontarse con su pasado para encontrar la angustia del niño maltratado que fueron, sentirla, y así liberarse. Personalmente, pienso que para poder cambiar, transformar y finalmente sanarnos necesitamos saber qué nos pasó siendo niños y desde allí podremos comprender qué nos pasa hoy con nuestros hijos. En muchas ocasiones necesitaremos de un otro (terapeuta, libro, curso… ) que nos haga de testigo y nos dé voz. Mi trabajo, al igual que el de Alice Miller, es llevar al consultante (en mi caso a madres, padres, docentes, acompañantes…) a darse un paseo por su infancia, adolescencia y juventud para poder comprender quienes son en realidad y qué les imposibilita poder llegar a ser quienes ha venido a ser. A través de  mi curso online de Sanar la Herida Primaria he podido crear una forma de terapia individual que está ayudando a muchos padres, madres y docentes a sanarse para poder sentir y comprender más y mejor a los niños de su vida. Es el miedo infantil hacia los padres todopoderosos el que empuja al adulto a maltratar a los niños o a aceptar vivir con graves enfermedades, minimizando totalmente la crueldad de sus propios padres. Son numerosas las proposiciones esotéricas y espirituales que prometen la curación pero en realidad, su único objetivo es el de camuflar los terrores vividos durante la infancia. Su percepción de la vivencia real del niño ya no está ligada con la del psicoanálisis. A su manera de ver, éste permanece de acuerdo con la vieja tradición que acusa a los niños y protege a los padres, tanto en la teoría como en la práctica. Por esta razón, entre otras, Miller dejó de ser miembro de la Asociación Internacional de Psicoanálisis. Aquí teneis una entrevista que se le realizó y que personalmente he seleccionado y sintetizado. En ella, se pone al descubierto la responsabilidad que tienen los padres y madres en el crecimiento y desarrollo del niño. Sin pelos en la lengua, nos habla desde su experiencia psicoterapéutica como profesional e investigadora de la infancia.

¿Por qué muchos expertos rechazan lo que usted escribe? Mis afirmaciones provocan miedo a algunas personas que las encuentran peligrosas. ¿Qué es lo que les da tanto miedo? Mis advertencias sobre el maltrato infantil y sus consecuencias. La rabia del niño y otros sentimientos intensos, que debemos temer, son reacciones al daño que nos causaron en la infancia. Hoy sabemos que estas reacciones se producen con mucha frecuencia. El niño se ve obligado a reprimir el recuerdo del daño sufrido, niega el dolor y los hechos para poder sobrevivir, para no tener que morir por ello.

¿Cómo se enfrenta usted al dolor en el proceso terapéutico?
El dolor encierra el camino a la verdad. Si rehusamos aceptar que no nos quisieron siendo niños, nos ahorramos mucho dolor, pero bloqueamos el camino que nos lleva a la verdad. Como adultos, podemos aprender en el marco de una terapia a querer a ese niño que un día fuimos. Si nos liberamos de los sentimientos de culpa. El sentimiento de culpa nos protege de la dolorosa verdad de que el destino nos dio una madre o un padre incapaz de amar. Esto es más doloroso que pensar, bueno, era una buena madre, el problema es que yo era malo. Es importante que el paciente pueda experimentar sus sentimientos y expresarlos verbalmente en el marco de la terapia. Si el paciente sufrió maltrato en la infancia y el terapeuta no rehúsa a creerlo, se abrirán muchas posibilidad para el paciente, siempre que el terapeuta no trate de convencerlo de que debe perdonar. Si lo hace, la terapia será contraproducente. El cliente reprimirá e intentará expulsar su rabia y más adelante la descargará contra sus propios hijos u otros cabezas de turco.
¿Cree usted que cuando nacemos somos como una hoja de papel donde no hay nada escrito?
No, no lo creo. El niño llega al mundo con la historia que ha vivido en el vientre de su madre. Sin embargo, cuando nace es inocente y está dispuesto a amar. La capacidad de amar del niño es mucho mayor que la de los adultos. Esta convicción mía provoca tanto rechazo porque hemos aprendido a proteger a nuestros padres y a culparnos a nosotros mismos de todo cuanto ellos han hecho.
¿De qué manera refleja su forma de escribir estos pensamientos?
Yo intento siempre llegar al niño que existe en el lector y posibilitarle el camino a sus sentimientos. Le proporciono la llave. Quien quiera puede cogerla y abrir una puerta en su interior. O puede decir, no quiero abrir esa puerta; le devuelvo la llave. Cuando tenemos esta llave resulta más sencillo llegar a ese niño que fuimos y aprender de él. Con este niño, la persona aprenderá mucho más que conmigo, porque realmente sólo podemos aprender de las propias experiencias.
¿La terapia puede producir cambios?
Sí, pero sólo cuando nos permite comprender y sentir el dolor que ha sido bloqueado por los sentimientos de culpa [...]

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