Convivir con personas adictas a la queja es molesto y produce desgaste. Esa negatividad se expande en el entorno. Por eso Nietzsche se refiere a la queja en sí como una venganza, tanto para quien lo emite como los interlocutores.
Los que padecen este mal no suelen darse cuenta de esta adicción:
1. Nadie presta verdaderamente atención a las quejas de otros.
2. Los que dirigen los temas de conversación a la propuesta acaban siendo impopulares.
3. Expresar una situación negativa nos ayuda a enderezarla. La queja también resulta agotadora para quien la práctica.
Confucio: Los que se quejan de forma como rebota la pelota son aquellos que saben golpearla.
Nietzsche: Es imposible sufrir sin que nadie pague por ello: cada queja ya contiene en sí su venganza.
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