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Paz y Ciencia

martes, 30 de septiembre de 2008

Racionalización e Intelectualización

Racionalización
Al.: Rationalisierung.
Fr.: rationalisation.
Ing.: rationalization.
It.: razionalizzazione.
Por.: racionalizaoção.

Procedimiento mediante el cual el sujeto intenta dar una explicación coherente, desde el punto de vista lógico, o aceptable desde el punto de vista moral, a una actitud, un acto, una idea, un sentimiento, etc., cuyos motivos verdaderos no percibe; especialmente se habla de la racionalización de un síntoma, de una compulsión defensiva, de una formación reactiva. La racionalización interviene también en el delirio, abocando a una sistematización más o menos marcada.
Este término fue introducido en el lenguaje psicoanalítico corriente por E. Jones, en su artículo La racionalización en la vida cotidiana (Rationalization in everyday life, 1908).
La racionalización constituye un procedimiento muy corriente, que abarca un amplio territorio que se extiende desde el delirio hasta e¡ pensamiento normal. Dado que toda conducta puede admitir una explicación racional, a menudo resulta difícil decidir si ésta es insuficiente. Especialmente en la cura psicoanalítica, se encuentran todos los grados intermedios entre dos extremos: en algunos casos, resulta fácil mostrarle al paciente el carácter artificial de las motivaciones
invocadas, incitándole así a no contentarse con ellas; en otros casos, los motivos racionales son particularmente sólidos (los analistas conocen las resistencias que pueden ocultarse, por ejemplo, bajo «el recurso a la realidad»), pero incluso entonces puede resultar útil ponerlos «entre paréntesis» para descubrir las satisfacciones o las defensas inconscientes que se sobreañaden.
Como ejemplo del primer caso, se encuentran racionalizaciones de síntomas, neuróticos o perversos (por ejemplo, conducta homosexual masculina que se intenta explicar por una superioridad intelectual y estética del hombre), de compulsiones defensivas (ceremonial alimentario que se explica, por ejemplo, por preocupaciones higiénicas).
En el caso de rasgos de carácter o de comportamientos muy integrados al yo, resulta más difícil hacer que el sujeto se dé cuenta del papel desempeñado por la racionalización.
Habitualmente la racionalización no se clasifica entre los mecanismos de defensa, a pesar de su función defensiva patente. Ello es debido a que no se dirige directamente contra la satisfacción pulsional, sino que viene más bien a disimular secundariamente los diversos elementos del conflicto defensivo. Así, pueden racionalizarse defensas, resistencias en el análisis, formaciones reactivas. La racionalización encuentra firmes apoyos en ideologías constituidas, moral común, religiones, convicciones políticas, etc., viniendo el superyó a reforzar aquí las
defensas del yo.
La racionalización es equiparable a la elaboración secundaria, que somete las imágenes del sueño a un guión coherente.
En este sentido limitado intervendría, según Freud, la racionalización en la explicación del delirio.
Freud, en efecto, le niega la función de crear temas delirantes, oponiéndose así a una concepción clásica que considera, por ejemplo, la megalomanía como una racionalización del delirio de persecución («debo ser un gran personaje para merecer ser perseguido por seres tan poderosos»).
Intelectualización es un término afín al de racionalización. Sin embargo, deben diferenciarse entre sí.
Racionalización
Racionalización

Cuando una sugestión hecha durante la hipnosis tiene efecto a posteriori y provoca un acto sorprendente en un sujeto, éste da a menudo como pretexto un motivo plausible, a fin de aparentar coherencia en su conducta. El mismo fenómeno se produce cada vez que una explicación de apariencia racional sirve para justificar un propósito o un acto cuya determinación inconsciente permanece desconocida. Esto es lo que se llama racionalización, desde que Jones utilizó este término en 1908, en su primer artículo psicoanalítico, «La racionalización en la vida cotidiana». Se trata por lo tanto de un procedimiento de camuflaje que, como la elaboración
secundaria del sueño, sería el resultado de una coacción tendiente a sostener la unificación del yo: el sujeto intenta en efecto establecer el dominio sobre sus pensamientos y sus síntomas, lo que enmascara la causa inconsciente de estos últimos, e instituye una lógica de apariencia.
Esta razón impuesta se opone entonces al reconocimiento de la racionalidad de los fenómenos ligados al saber inconsciente, que supera al sujeto o se le escapa. Y, desde luego, la construcción de una teoría es propicia a la racionalización: la racionalización no puede desbaratarse en la elaboración analítica mas que en cuanto esta elaboración es capaz de poner en cuestión lo que en ella misma hace huella de los efectos del inconsciente.

Intelectualización
Al.: Intellektualisierung.
Fr.: intellectualisation.
Ing.: intellectualization.
It.: intellettualizzazione.
Por.: intelectualização.
fuente(119)
Proceso en virtud del cual el sujeto intenta dar una formulación discursiva a sus conflictos y a sus emociones, con el fin de controlarlos.
La mayoría de las veces, el término se toma en sentido peyorativo; designa, especialmente durante la cura, el predominio otorgado al pensamiento abstracto sobre la emergencia y el reconocimiento de los afectos y de los fantasmas.
El término «intelectualización» no se encuentra en Freud y, en el conjunto de la literatura psicoanalítica, hallamos pocos desarrollos teóricos acerca de este proceso. Uno de los textos más explícitos es el de Anna Freud, que describe la intelectualización en el adolescente como un mecanismo de defensa, pero considerándolo como la exacerbación de un proceso normal mediante el cual el «yo» intenta «controlar las pulsiones asociándolos a ideas que puede manejar
conscientemente [...] »: la intelectualización constituye, según esta autora, «[...] uno de los poderes adquiridos n. generales, más antiguos y más necesarios del yo humano». Este término se emplea sobre todo para designar una forma de resistencia hallada en la cura.
Puede ser más o menos patente, pero constituye siempre un medio para evitar las implicaciones de la regla fundamental.
Así, un determinado paciente sólo presenta sus problemas en términos racionales y generales (ante una elección amorosa, disertará sobre las ventajas relativas del matrimonio y del amor libre). Otro, aunque evoca bien su historia, su carácter, sus propios conflictos, los formula desde un principio en términos de una reconstrucción coherente que incluso puede tomar del lenguaje psicoanalítico (por ejemplo, hablando de su «oposición a la autoridad» en lugar de referirse a las relaciones con su padre). Un tipo más sutil de intelectualización debe relacionarse con lo que K. Abraham describió en 1919 en Una forma particular de resistencia neurótica al
método psicoanalítico (Über eine besondere Form des neurotischen Widerstandes gegen die psychoanalytische Methodik): algunos pacientes parecen efectuar un «buen trabajo» analítico y aplicar la regla, comunicando recuerdos, sueños, incluso experiencias afectivas. Pero todo sucede como si hablasen según un programa e intentasen comportarse como modelo de un analizado, dando ellos mismos sus interpretaciones y evitando así toda irrupción del inconsciente
o toda intervención del analista, que se perciben como intrusiones peligrosas.
El término «intelectualización» reclama algunas reservas:
1) como muestra nuestro último ejemplo, no siempre es fácil distinguir este modo de resistencia del tiempo necesario y fecundo en que el sujeto da forma y asimila los descubrimientos anteriores y las interpretaciones que se le han suministrado (véase: Trabajo elaborativo); 2) el término «intelectualización» se refiere a la oposición, heredada de la psicología de las «facultades», entre lo intelectual y lo afectivo. Ofrece el peligro, una vez denunciada la intelectualización, de conducir a una valoración excesiva de lo «vívido afectivo» en la cura analítica, la cual se confunde entonces con el método catártico. Fenichel contrapone estas dos
modalidades simétricas de la resistencia: «[...] el paciente se muestra siempre razonable y rehusa pactar con la lógica particular de las emociones; [...] el paciente se halla constantemente sumergido en un mundo oscuro de emociones, sin poder liberarse de él [...]» . La intelectualización debe relacionarse con otros mecanismos descritos en psicoanálisis,
principalmente con la racionalización. Una de las finalidades primordiales de la intelectualización consiste en mantener a distancia y neutralizar los afectos. A este respecto, la racionalización ocupa un lugar distinto: no implica una evitación sistemática de los afectos, pero atribuye a éstos motivaciones más plausibles que verdaderas, dándoles una justificación de tipo racional o ideal (por ejemplo, un comportamiento sádico, en tiempo de guerra, justificado por las necesidades de
la lucha, el amor a la patria, etc.).

Diccionario de Psicoanálisis. Laplanche y Pontalis. Dirigido por D. Lagache.

1 comentario:

Pixie dijo...

Este texto ha sido de mucha ayuda. Gracias!