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Paz y Ciencia

martes, 17 de junio de 2008

Sobre el Perfume del Ser




Sobre el Perfume del Ser

Es delicado trabajar con adolescentes y sus familias. Millones de páginas no harían justicia a un sólo minuto de estos encuentros vinculares padres-hijo, ya sea en el imaginario de los padres o del adolescente, esto es, en entrevistas separadas o conjuntas, entrevistas, estas últimas marcadas por un clima de tensiones que aportan muchísimo material, intervenir aquí es difícil y el naciente psicoanálisis vincular promovido por René Kaes, Isidoro Berenstein, Janine Puget y Emilce Dio Bleichmar contribuye a dar una forma más al ilimitado arsenal terapéutico.
En este espacio hablamos de Winnicott, en un “curso lectivo” en el que hemos trabajado su obra y a su través el psicoanálisis y otras psicoterapias derivadas del psicoanálisis.
Para trabajar con adolescentes y sus padres se requiere una especial tolerancia a la paradoja, incluso al absurdo. El motivo de consulta acostumbra a ser un caballo de Troya donde se esconden los temores, las angustias, los deseos de los padres y cierta desconfianza hacia su rol de padres y el papel del terapeuta.
Winnicott teoriza sobre su trabajo como pediatra, después de su análisis con J. Strachey y con J. Riviere. Análisis con mucha enjundia que despertaron en sus analistas una viva contratransferencia canalizada hacia la rivalidad. La mediocridad es un rasgo del carácter independientemente de la brillantez intelectual. A partir de allí estudió y teorizó sobre el psicoanálisis, innovando en cuanto al origen de las patologías borderline y esquizoide. Margaret Little y Harry Guntrip fueron dos de sus analizandos más prolíficos y reconocidos en el mundo de la psiquiatría y la psicología.
Hasta ese momento la interpretación era el instrumento elemental del psicoanálisis, a partir de allí ya no sería este fundamento freudiano reformulado por Klein vía la fantasía. Desde el nacimiento de la obra de Winnicott el psicoanálisis y la psicoterapia renace. René Spitz y John Bowlby en sus trabajos: “El primer año de vida del niño” y “El Apego”, respectivamente trabajaron en esta línea.
Matizar que Winnicott practicaba la técnica psicoanalítica clásica para las neurosis, pero para todo lo demás se desempeñará según su experiencia con “los bebés y sus madres”, título de una de sus obras. Momento evolutivo en el que se enturbia el desarrollo emocional. Esto provocó un gran revuelo por la hegemonía política y la búsqueda de un líder, de un padre y una madre del psicoanálisis. Winnicott entonces resultó un contestatario, ahora empieza a ser reconocido globalmente.
Winnicott es hijo teórico de Freud y de Klein pero sin adscribirse de manera incondicional, dejando un lugar para su creatividad y su derecho a discrepar. Carl Gustav Jung y Alfred Adler fueron criticados ferozmente por Freud en su Autobiografía por no estar en la línea de la “causa psicoanalítica”. Winnicott no fue un disidente de esa magnitud, era un tipo que sabía moverse entre kleinianos y freudianos. Incluso Klein quiso que analizara a uno de sus hijos con la condición de hacerle una supervisión, Winnicott rehusó la propuesta.
En el trabajo del psicoanálisis no se puede hacer siempre lo mismo, tener siempre la misma actitud, defender siempre el mismo marco teórico y sobre todo emplear siempre la misma técnica. Si es imprescindible el crear junto con el paciente un marco de trabajo, un encuadre serio y riguroso para que se pueda jugar dentro de él con unos límites firmes y flexibles que contengan al paciente. Con otros pacientes, de naturaleza neurótica, las coordenadas pueden cambiar.
Dice Winnicott, citado en Winnicott Insólito: “Si el espejo de la madre no responde, el espejo pasa a ser una cosa que se puede mirar pero en la cual uno no tiene que mirarse.” De aquí deriva la técnica analítica puesta en ejercicio por Winnicott: “La psicoterapia y el psicoanálisis no consisten en dar interpretaciones astutas o sutiles. Es cuestión de dar, en reintegro, al paciente lo que el paciente aporta. Se trata de un derivado complejo del rostro que refleja lo que está allí para ser visto”. En un capítulo de Juego y Realidad elabora un concepto que se inspira en el “Estadío del Espejo” de Jacques Lacan.
Y cito otro fragmento que a mi parecer representa en gran medida el método de Winnicott visto desde los ojos de Jean-François Rabian: “Estas descripciones resultantes de la observación directa coinciden con la experiencia clínica del propio Winnicott, marcada por su trabajo con pacientes fronterizos y por consultas terapéuticas madre-hijo. Winnicott describió los trastornos en el niño asociados a las disfunciones del humor materno (repliegue o intrusión). Mostró también que, cuando la madre es incapaz de responder de manera sensible al gesto espontáneo del bebé, éste se somete al humor materno y se vuelve un niño conformista y dócil. Este bebé podrá entonces adaptarse a las particularidades de la madre y desarrollar un falso self. No habrá podido vivir durante tiempo suficientemente largo la época de ilusión en la que él mismo era el creador del pecho, el creador de su madre”. Aquí se habla del falso self, un trastorno del carácter derivado de intrusiones maternas, de imposición y que promueve una sobreadaptación patológica y una renuncia al verdadero self, a lo esencial y distintivo del yo, a la parte genuina y auténtica. Por otro lado lo esquizoide consistiría en un repligue de esa membrana del self hacia el interior evitando el contacto externo por tempranas fallas ambientales. Esto se puede ver en pacientes con madres desvitalizadas o deprimidas, no pienso que sea la única forma y que sea determinante. Por otro lado, aquellos pacientes con padres agresivos desarrollan otra estructura de repliegue y esos microtraumas generan punzadas en la membrana del self dejando sin contencion a las angustias, al borde del “colapso”, expresión con que Winnicott se refería al brote psicótico.
Winnicott, dibuja en La Naturaleza Humana, unos diagramas en los que aparecen las membranas del self. Cuando estas membranas están muy cerca del núcleo del self o bien están invadidas se desarrolla una patología por intrusión. Pensemos, siguiendo el dibujo, en una infección y los movimientos dinámicos autoinmunes.
Sobre esto René Rousillon escribe en el texto de referencia: “En la mayoría de los casos, se trata del punto que Winnicott examina al comienzo de su artículo de 1965. Estos potenciales manifiestan entonces su presencia durante la infancia en forma de síntomas neuróticos polimorfos cuya fluctuación y variaciones hacen posible cierta integración relacional y psíquica. Cuando el polimorfismo de la sintomatología se ve impedido de desplegarse, por razones ligadas al grado de intolerancia del entorno, a sus puntos de dificultad y no integración, lo irracional de esa sintomatología, su “locura”, queda sin expresarse y contenerse, cobijada bajo el resguardo del marco familiar; permanece escindida, fuera del yo y de la subjetivación”.
Winnicott dejó huella y R. D. Laing trabajó sobre lo esquizoide y la esquizofrenia siguiendo el legado de Winnicott y llevándolo a la tendencia opuesta a Klein. Laing responsabiliza a los padres de la esquizofrenia siguiendo el “aforismo” de Winnicott: “la psicosis es una enfermedad por falla ambiental”. En el otro lado está Klein quien atribuye al niño un superyó temprano y por tanto envidia, agresión y pulsión de muerte. Estas fantasías serían analizadas con éxito en muchos pacientes de Melanie Klein. Sintetizando, Laing atribuye al mundo externo toda responsabilidad etiológica de la esquizofrenia, Klein parece apuntar hacia las fantasías singulares del paciente, una perspectiva más cercana a la psiquiatría fenomenológica y descriptiva, aunque centrándose en el mundo interno en lugar de los emergentes sintomáticos. La inferencia y la evidencia.
En definitiva, no existe una forma única para trabajar con el paciente y cada autor imaginario debe quedar asimilado por identificación introyectiva en función del analizando. Éste trabajo se hace en las primeras consultas, a veces basta unos minutos para escuchar y ver dónde se sitúa el origen de la neurosis, de la psicosis o de lo borderline.
Para finalizar este fragmento de una obra eternamente inconclusa, como le gustaría decir a DWW desde el árbol del jardín de su casa materna: “La psicoterapia y el psicoanálisis no consisten en dar interpretaciones astutas o sutiles. Es cuestión de dar, en reintegro, al paciente lo que el paciente aporta. Se trata de un derivado complejo del rostro que refleja lo que está allí para ser visto”. Nos vemos jugando.

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