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lunes, 21 de febrero de 2022

KRISHNAMURTI. LIBERTAD


Primero reconocemos que no somos libres en el sentido de que estamos casi completamente condicionados en nuestra acción, pensamiento y sentimiento debido a las experiencias del pasado, a la autoridad, a los sistemas de creencias, al conocimiento acumulado, a las respuestas aprendidas, a los hábitos y patrones, a los instintos, etc. Siendo casi en su totalidad un producto de nuestro medio ambiente y su condicionamiento, quizás no somos más que este mismo condicionamiento. La pregunta que surge es: "¿Es posible estar libre de este condicionamiento, actuar pura y espontáneamente, pensar 'libremente' (es decir, tener 'pensamiento libre'), sentir verdaderamente y actuar en respuesta a lo que se percibe ― y es posible, además, percibir lo que realmente es? Esta pregunta es importante porque debe preceder tanto a la pregunta de lo que es verdad o lo que puede ser conocido y la llegada a cualquier posición moral o ética. (¿Cómo sabemos que esto o aquello es cierto? ¿Sabemos algo en absoluto? ¿Qué es lo correcto y lo incorrecto? ¿Por qué creemos que esto o aquello es correcto o incorrecto?)

Krishnamurti piensa que hay libertad del condicionamiento, del pasado, de lo conocido, y que esta libertad lo pone a uno en un "espacio" desde el cual se actúa e interactúa espontánea y creativamente con el mundo. Esta libertad también implica el fin del pensamiento, el despertar de la percepción clara y la comprensión de todas las cosas. ¿Exactamente, qué significan estas palabras? ¿Qué implica realmente la libertad, y cómo se puede alcanzar?

En primer lugar, Krishnamurti señala que preguntar "cómo" "implica que alguien le va a ofrecer un método, una receta que, si se pone en práctica, le traerá entendimiento". El "cómo", dice, "es el gran error. Es el factor que separa... si nunca usáramos esa palabra, estaríamos realmente investigando y no buscando un método para lograr un resultado determinado" (86). El error es que estamos creando un estado ideal (el de la libertad) y así nos definimos como estando casi desesperadamente lejos de esta idea. Además, "si uno es capaz de adivinar un resultado, es que ya lo conoce, y por lo tanto está condicionado y no es libre" (86). Pero lo que es más importante, una parte esencial del pensamiento de Krishnamurti es que uno debe pensar por sí mismo, indagar en uno mismo, observarse a sí mismo: no hay camino, ni método, ni práctica, ni gurú. veces importante es ser una luz para sí mismo, ser su propio Maestro y discípulo, ser tanto el profesor como el alumno", ya que obedecer a cualquier autoridad es un caso de condicionamiento.

Aun así, podemos preguntar, ¿qué es la libertad?

Preguntar "cómo" "implica que alguien le va a ofrecer un método, una receta que, si se pone en práctica, le traerá entendimiento". El "cómo", dice, "es el gran error. Es el factor que separa... si nunca usáramos esa palabra, estaríamos realmente investigando y no buscando un método para lograr un resultado determinado" (86). El error es que estamos creando un estado ideal (el de la libertad) y así nos definimos como estando casi desesperadamente lejos de esta idea. Además, "si uno es capaz de adivinar un resultado, es que ya lo conoce, y por lo tanto está condicionado y no es libre" (86). Pero lo que es más importante, una parte esencial del pensamiento de Krishnamurti es que uno debe pensar por sí mismo, indagar en uno mismo, observarse a sí mismo: no hay camino, ni método, ni práctica, ni gurú. "Lo importante es ser una luz para sí mismo, ser su propio Maestro y discípulo, ser tanto el profesor como el alumno", [2] ya que obedecer a cualquier autoridad es un caso de condicionamiento.

Aun así, podemos preguntar, ¿qué es la libertad?

En términos de resistencia, la libertad "es el estado mental en el que no hay ninguna forma de resistencia" (95). Esta resistencia es lo mismo que el apego y la posesividad, pues uno se resiste a la intrusión de otros en aquello que se posee, en aquello a lo que se está apegado. Por ejemplo, el apego a un tipo particular de mineral metálico podría llevar a alguien a luchar y/o matar para lograr y/o mantener la pasión por ese mineral. En esto radica el apego y la resistencia. Del apego surge la dependencia (se aprecia mejor en el ejemplo del apego a la atención de otro ser humano), y "estando apegados tratamos de cultivar un estado de independencia ― que es otra forma de resistencia" (94). Porque "la libertad no es un estado de no-dependencia, es un estado positivo en el que no hay dependencia", y por consiguiente ninguna resistencia (94). Del mismo modo, "la libertad no radica en el desapego. En el proceso de comprender el apego hay libertad, no en huir del apego" (95). Hablando más tarde de la libertad como positiva, Krishnamurti habla sobre la negación:

"La negación total es esa libertad del condicionamiento. Es negar todo lo que consideramos positivo, negar toda aceptación interna de autoridad, negar toda la moralidad social, negar todo lo que se ha dicho o concluido acerca de la realidad, negar toda tradición, toda enseñanza, todo conocimiento excepto el conocimiento técnico, negar toda experiencia, negar todos los compromisos de actuar de una manera en particular, negar todas las ideas, todos los principios, todas las teorías. Tal negación es la acción más positiva, por lo tanto es libertad" (116-7).

 no-dualidad.info

Artículos - J. Krishnamurti

La Libertad según Krishnamurti

Por Alan Gullette
J. Krishnamurti

Discutiré el problema de la libertad y su solución según el pensamiento de Jiddu Krishnamurti.

Primero reconocemos que no somos libres en el sentido de que estamos casi completamente condicionados en nuestra acción, pensamiento y sentimiento debido a las experiencias del pasado, a la autoridad, a los sistemas de creencias, al conocimiento acumulado, a las respuestas aprendidas, a los hábitos y patrones, a los instintos, etc. Siendo casi en su totalidad un producto de nuestro medio ambiente y su condicionamiento, quizás no somos más que este mismo condicionamiento. La pregunta que surge es: "¿Es posible estar libre de este condicionamiento, actuar pura y espontáneamente, pensar 'libremente' (es decir, tener 'pensamiento libre'), sentir verdaderamente y actuar en respuesta a lo que se percibe ― y es posible, además, percibir lo que realmente es? Esta pregunta es importante porque debe preceder tanto a la pregunta de lo que es verdad o lo que puede ser conocido y la llegada a cualquier posición moral o ética. (¿Cómo sabemos que esto o aquello es cierto? ¿Sabemos algo en absoluto? ¿Qué es lo correcto y lo incorrecto? ¿Por qué creemos que esto o aquello es correcto o incorrecto?)

Krishnamurti piensa que hay libertad del condicionamiento, del pasado, de lo conocido, y que esta libertad lo pone a uno en un "espacio" desde el cual se actúa e interactúa espontánea y creativamente con el mundo. Esta libertad también implica el fin del pensamiento, el despertar de la percepción clara y la comprensión de todas las cosas. ¿Exactamente, qué significan estas palabras? ¿Qué implica realmente la libertad, y cómo se puede alcanzar?

En primer lugar, Krishnamurti señala que preguntar "cómo" "implica que alguien le va a ofrecer un método, una receta que, si se pone en práctica, le traerá entendimiento" [1]. El "cómo", dice, "es el gran error. Es el factor que separa... si nunca usáramos esa palabra, estaríamos realmente investigando y no buscando un método para lograr un resultado determinado" (86). El error es que estamos creando un estado ideal (el de la libertad) y así nos definimos como estando casi desesperadamente lejos de esta idea. Además, "si uno es capaz de adivinar un resultado, es que ya lo conoce, y por lo tanto está condicionado y no es libre" (86). Pero lo que es más importante, una parte esencial del pensamiento de Krishnamurti es que uno debe pensar por sí mismo, indagar en uno mismo, observarse a sí mismo: no hay camino, ni método, ni práctica, ni gurú. "Lo importante es ser una luz para sí mismo, ser su propio Maestro y discípulo, ser tanto el profesor como el alumno", [2] ya que obedecer a cualquier autoridad es un caso de condicionamiento.

Aun así, podemos preguntar, ¿qué es la libertad?

En términos de resistencia, la libertad "es el estado mental en el que no hay ninguna forma de resistencia" (95). Esta resistencia es lo mismo que el apego y la posesividad, pues uno se resiste a la intrusión de otros en aquello que se posee, en aquello a lo que se está apegado. Por ejemplo, el apego a un tipo particular de mineral metálico podría llevar a alguien a luchar y/o matar para lograr y/o mantener la pasión por ese mineral. En esto radica el apego y la resistencia. Del apego surge la dependencia (se aprecia mejor en el ejemplo del apego a la atención de otro ser humano), y "estando apegados tratamos de cultivar un estado de independencia ― que es otra forma de resistencia" (94). Porque "la libertad no es un estado de no-dependencia, es un estado positivo en el que no hay dependencia", y por consiguiente ninguna resistencia (94). Del mismo modo, "la libertad no radica en el desapego. En el proceso de comprender el apego hay libertad, no en huir del apego" (95). Hablando más tarde de la libertad como positiva, Krishnamurti habla sobre la negación:

"La negación total es esa libertad del condicionamiento. Es negar todo lo que consideramos positivo, negar toda aceptación interna de autoridad, negar toda la moralidad social, negar todo lo que se ha dicho o concluido acerca de la realidad, negar toda tradición, toda enseñanza, todo conocimiento excepto el conocimiento técnico, negar toda experiencia, negar todos los compromisos de actuar de una manera en particular, negar todas las ideas, todos los principios, todas las teorías. Tal negación es la acción más positiva, por lo tanto es libertad" (116-7).

Esta negación es necesaria. Si la mente no puede "negar todo lo que ha conocido, el contenido total de su propio ser consciente e inconsciente, que es su esencia misma", entonces, "no hay libertad". Porque "la libertad no es liberarse de algo ― eso es solo una reacción; la libertad viene en la negación absoluta" (118).

Lo conocido ― ¿qué es eso? Es todo ― en la medida en que lo conocemos. Es el pasado. "El pasado es todos nuestros recuerdos acumulados. Estos recuerdos actúan en el presente y crean nuestras esperanzas y temores del futuro" (41). El pasado no es real, tampoco el futuro, solo el presente, que no somos libres de presenciar de manera genuina debido a la imposición de preconcepciones y creencias, la ilusión del reconocimiento, las respuestas involuntarias de la memoria. "Liberarse del pasado significa vivir en el ahora que no es del tiempo" y "en el que solo existe este movimiento de libertad, intacto por el pasado, por lo conocido" (41). Lo conocido, el pasado, no es más que el yo, el "mí" que es creado por el pensamiento. La libertad es (liberarse) "del yo" que depende del medio ambiente y es el producto del medio ambiente ― el "yo" que la sociedad y el pensamiento crean" (134). Sin embargo, es el "yo" el que quiere ser libre: "El factor mismo del condicionamiento en el pasado, en el presente y en el futuro, es el "yo" que piensa en términos de tiempo, el "yo" que se esfuerza; y ahora se esfuerza en la exigencia de ser libre; de modo que la raíz de todo condicionamiento es el pensamiento que es el "yo", y si no hay "yo" no estás condicionado, lo que significa que eres nada" (113-4). Entonces el deseo de ser libre, el deseo de negar y rechazar lo conocido, debe ser en sí negado. Cuando solo hay lo desconocido, cuando no hay reconocimiento, cuando  estás ausente, no hay nada. La libertad del condicionamiento y de lo condicionado es "claridad, la luz que no está iluminada por el pasado" (134). Con esta claridad, vemos lo que es y actuamos en una consonancia completamente armoniosa.

Permítanme citar una fuente bastante curiosa para avanzar hacia una mejor comprensión de lo conocido y lo desconocido, la claridad, la imposición del pasado de preconcepciones y creencias y, por lo tanto, de la libertad:

Hablábamos de creencias, creencias y condicionamiento. Toda creencia posiblemente podría decirse que es el resultado de algún condicionamiento. Así, el estudio de la historia es simplemente el estudio de un sistema de creencias que depone otro y así sucesivamente, sin parar.

Una creencia psicológicamente probada de nuestro tiempo es que el sistema nervioso central, que transmite sus impulsos directamente al cerebro (el consciente y el inconsciente), es incapaz de discernir entre la experiencia real y la vívidamente imaginada ― si es que hay una diferencia, y la mayoría de nosotros creemos que la hay.

¿Estoy siendo claro? Porque examinar estos conceptos requiere una tremenda energía y disciplina. Para experimentar el AHORA sin preconcepción o creencia, para que lo desconocido ocurra y ocurra requiere de claridad; porque donde hay claridad no hay elección, y donde hay elección, hay miseria. Pero, ¿por qué alguien me escucharía, o por qué hablo?, ¡si no sé nada! [3]

Experimentar nada, conocerla, es muy importante tanto en el budismo zen como en el misticismo occidental (el concepto das Nichts de Heidegger y le Néant de Sartre son algo diferentes) como lo es en Krishnamurti ― ver arriba, donde la ausencia de "yo" es ser nada. En otro sentido, no saber (saber nada) tiene igual significado en Krishnamurti. Él distingue entre el conocimiento y el aprendizaje, entre conocer y comprender. "Conocer está siempre relacionado con el pasado y por lo tanto le une a usted al pasado, a diferencia del conocer la comprensión no es una conclusión, no es acumulación" (101). Una vez más, "el conocimiento es acumulación, conclusiones, fórmulas, pero el aprendizaje es un movimiento constante, un movimiento sin centro, sin principio ni fin" (61). Aquí, el centro es el yo, "mí". La comprensión es "atención" y "cuando usted atiende completamente usted comprende" (101). Cuando no hay conocer, no hay ni lo conocido ni el conocedor, solo lo desconocido, lo real.

Krishnamurti introduce el amor en su terminología, aunque, por supuesto, lo que está diciendo es más que solo palabras. "Donde hay libertad, hay amor. Esta libertad y amor le muestran a usted cuándo cooperar y cuando no cooperar. Esto no es un acto de elección, porque la elección es el resultado de la confusión" (72). Recuerda que donde hay elección, hay miseria, y la elección no es cuando la claridad es. La libertad, el amor, la claridad permiten una acción sin elección ― una acción sin actor, sin un centro, que elige basado en el condicionamiento. Krishnamurti habla también de "sensibilidad, conciencia sin elección, inteligencia" (80), y del conocimiento de sí mismo que consiste en "conocerse a uno mismo sin acumulación, en la relación, momento a momento", lo que significa "que uno debe ser consciente, sin ninguna elección, de lo que realmente está ocurriendo". Continúa diciendo que esto es "vernos a nosotros mismos como somos, sin el opuesto, sin ideal, sin el conocimiento de lo que uno ha sido... El desprendimiento del pasado cada vez que uno se ve a sí mismo es la libertad del pasado". Este auto-conocimiento, estrictamente hablando, no es conocimiento sino auto-comprensión, y "esta comprensión se ilumina a sí misma todo el tiempo". (84). Actuar sin elección, actuar libremente, es la acción correcta. Actuar desde el estado de la "inteligencia, la inocencia, el amor", desde la comprensión, es "tener dentro de sí esa luz que no tiene principio ni fin, que no es iluminada por su deseo, que no es suya ni de nadie más... Cuando hay esta luz interior, cualquier cosa que haga siempre será correcta y verdadera" (136). Esta luz "es inteligencia y amor. Es la negación del desorden de la moralidad en el que hemos sido educados". La luz solo se puede tener "cuando usted realmente muere al pasado completamente" (136), y "cuando el 'yo' no está. El 'yo' llega a su fin cuando ve por sí mismo que debe terminar; el ver es la luz de la comprensión" (137).

La acción adecuada, la acción correcta, es por supuesto un punto importante que abordar. El acto incondicionado es espontáneo, puro, y debe provenir de un estado o de un "espacio" de entendimiento o "claridad". Uno ve claramente que esto o aquello es la acción correcta, la única acción. De hecho, no hay ningún "yo" en este estado, tampoco hay ningún ver la acción como buena o mala, correcta o incorrecta ― no hay un ver la acción antes de que se lleve a cabo, porque no hay elección; solo hay la acción, y hay consciencia de la acción. Cuando el actor, el observador, cesa, solo el acto permanece, y el estado de conciencia en el que se encuentra es bastante diferente a los estados normales de consciencia. La mente que se ha vaciado del pasado, de "mí", que ha negado todas las "trampas" (como la respuesta condicionada), "esa mente tiene una cualidad diferente, una dimensión diferente de conciencia. Esta conciencia no es consciente de que es consciente". Esto es muy importante. "Esta nueva cualidad de conciencia es atención, y en esta atención no hay ninguna frontera construida por el 'mí'" (7). Sin un yo, no hay auto-consciencia. Solo hay la consciencia que existe aparentemente como una cualidad de lo que existe, de lo que es (aquí nos acercamos a Sartre). El paralelismo con el zen es más notable. "Tu mente es la mente del hombre; tu consciencia es la totalidad del hombre" (105). "La consciencia es la totalidad del hombre y no pertenece a ningún hombre en particular" (106). Esta mente superior está cerca de la idea de Mente o naturaleza de Buda en el zen. Wu-hsin es no-mente y wu-nien es no-pensamiento, y tanto la mente (en el sentido de la mente individual) como el pensamiento (como veremos) cesan en Krishnamurti. En otra parte, Krishnamurti habla acerca de la "percepción clara, de ver las cosas como son, no emocionalmente, no sentimentalmente" (21), y de "ver las cosas exactamente como son" (141), ver "el mundo realmente como es" (23), que no es nada más que el concepto zen de Prajna (sabiduría) como la habilidad de ver tathata (talidad), las cosas tal y como son. Recordemos también lo que mencionamos anteriormente acerca del vacío y la nada, aunque los roles de estos son algo diferentes en el zen. Y aunque mi tesis no es una demostración de paralelismo entre Krishnamurti y el zen, mi objetivo es llegar a la comprensión de la libertad en Krishnamurti, y esto implica, en parte, la comparación con otros sistemas de pensamiento.

Aclaremos lo que son la inteligencia y la atención, ya que esta conciencia atenta que no es auto-reflexiva es (obviamente) importante para cualquier comprensión de la naturaleza de la consciencia y, por lo tanto, es importante para la comprensión de la naturaleza de la realidad. ¿Qué es la mente atenta? Es no-mente, como lo indican estas líneas de Zenrin:

Los gansos salvajes no tienen intención de proyectar su reflejo; el agua no tiene mente para aceptar su imagen.

Krishnamurti habla de una mente "silenciosa". "La percepción solo es posible desde el silencio, no desde una mente parlanchina... es solo una mente silenciosa la que ve" (80). Cuando la mente está en silencio, "la percepción, que es inteligencia, está operando entonces, no la suposición de que uno debe estar en silencio para poder ver... Ver es atención" (80). Cuando la mente deja de tener un "centro" entonces su actividad no es egocéntrica (o centrada en absoluto) sino libre: "la mente funciona en libertad" (97). La mente debe cambiar, debe perder su centro, para poder ver. "Una mente nublada por el miedo o por la creencia es incapaz de tener ninguna comprensión, de captar nada que sea verdadero" (101). La creencia "proviene del miedo y es lo más destructivo que hay. Por eso uno debe estar libre de miedo y de la creencia" (100). "Comprender es atención", y "para comprender lo que es debe haber libertad, no solo de lo conocido sino también del miedo a lo conocido y del miedo a lo desconocido" (101). Puesto que el funcionamiento normal de la mente es desde el "yo", hay creencia y lo conocido y miedo de dejar de ser, de modo que la mente debe estar en silencio para que haya libertad y debe haber libertad para que haya comprensión. Porque la mente, como la entendemos normalmente, "es pensamiento" y "toda la actividad del pensamiento es separación, fragmentación" (87). "La mente es fragmentación" (31). Mientras usemos esta mente "vivimos en los símbolos" más que en el mundo real: "somos incapaces de una percepción directa e inmediata sin símbolos, palabras, prejuicios y conclusiones" pues esta percepción incompleta "es parte de la actividad centrada en el yo con sus defensas, resistencias, evasiones y temores" (103). El pensamiento es por naturaleza divisivo (74) en el sentido de que crea el "yo", el "mí", como un centro, como acumulación de conocimiento, desde el cual se actúa. Este "yo" es "la esencia misma del pasado y el pasado incide en el presente y también en el futuro", como hemos visto. Y es así que la división tiene lugar (144). Donde hay un centro hay un actor y un acto. El pensamiento crea al pensador. En esta división surge el conflicto, el cual desperdicia energía, de modo que cuando hay conciencia (no-reflexiva) no hay conflicto porque no hay división porque no hay ningún centro. (141), por lo tanto hay una energía que "puede eliminar el pasado" en un silencio que es "infinito" y pleno (111). La acción que se da desde el centro no es sin elección, porque hay voluntad", "que es violencia" (62). El centro, al ser fragmentario, no es inteligencia, y "la comprensión fragmentaria es lo más peligroso y destructivo que hay" debido a su actividad de fragmentación (78).

El aprendizaje solo es posible sin el centro: "este aprendizaje es observación ― observar sin acumulación, observar en libertad" (124). Porque, recuerden, la acumulación es lo que produce el centro. El aprendizaje solo es posible cuando hay libertad ― completa y total libertad (146). Aprender "es ser sensible a uno mismo y al mundo que le rodea, porque uno es el mundo... Esta sensibilidad es la más alta forma de inteligencia" (62). Aprender es ser sensible, es inteligencia, y uno debe ser libre para aprender. La libertad es de lo conocido, del pasado, del centro que forma el pensamiento. El centro engendra división y es división, y la división es conflicto, y el conflicto es dolor, infelicidad y sufrimiento. "Una vida de conflicto no es una vida religiosa. Una vida religiosa solo es posible cuando entendemos profundamente el conflicto. Este entendimiento es inteligencia" (40). Poner fin al conflicto es perder el centro, tener libertad. Pero "poner fin al conflicto es una de las cosas más complejas, requiere auto-observación y la sensibilidad de ser consciente de lo exterior tanto como de lo interior. El conflicto solo puede terminar cuando se comprende la contradicción en uno mismo. Esta contradicción siempre existirá si no hay libertad de lo conocido, que es el pasado" (40-1). Para ser conscientes del "movimiento del pasado", la mente, tiene que estar libre de éste; pero la conciencia debe ser sin elección "porque la elección es, a su vez, parte del mismo movimiento del pasado" - "observar sin la imagen del pensamiento es una acción en la cual el pasado ha cesado" (41). Siendo sensibles, estando atentos, sin un yo, siendo inteligentes, libres de pensamientos, somos religiosos. "Ser religioso significa ser tan consciente sin elección alguna que lo conocido no interviene, aun cuando lo conocido actúe donde y cuando tenga que hacerlo" (41). Esto significa ir más allá del pensamiento y la mente y seguir siendo capaz de actuar de una manera sana, de vivir en el mundo que es creado por la mente. Esta es la comprensión del pensamiento y la mente: la verdadera religión es "reunir toda la energía para averiguar cuál es el lugar del pensamiento, cuáles son sus limitaciones, e ir más allá de él." [4] La mente es pensamiento, y el problema es, pues, con la mente. "Llegar a este punto no teóricamente, sino verlo en realidad es la forma más alta de inteligencia." Calmar la mente, el cerebro, es estar completamente despierto, y "cuando el cerebro está completamente despierto no hay fragmentación, ni separación, ni dualidad.... Esta quietud es la más alta forma de inteligencia " (87). Y la inteligencia no le pertenece a nadie, "es completa e inmaculada", "desafía la descripción" y "no tiene cualidades". "Esto es conciencia, esto es atención, esto es amor, esto es lo supremo" (88).

La inteligencia nos permite actuar correctamente. Ya que "nosotros" no somos, solo la inteligencia actúa (40). "Esta acción de ver sin elección es la acción del amor. La vida religiosa es esa acción, todo vivir es esa acción y la mente religiosa es esa acción. Por lo tanto la religión, la mente, la vida y el amor son uno" (42). Este tipo de ecuación en forma generalizada es inevitable en una visión no dualista de la vida. Todo, entonces, es acción, movimiento. El aprender, dice Krishnamurti "es su propia acción". "Puede haber un actuar en el mismo momento de aprender. Es decir, aprender es actuar" (144). Esta acción es acción pura, verdadera, correcta, es acción perfecta. La verdadera acción "no es una acción acorde a una idea "[5]. "Si es imaginaria, personal, de acuerdo con una idea o concepto, deja de ser una acción correcta"[6]. Esta es solo una acción del centro que, creada por el pensamiento fragmentario, es un fragmento, como todo lo creado por el pensamiento ― religión, creencia, ideología, incluso el "mundo". "Si esto es visto de inmediato, muy claramente, entonces seremos capaces de descubrir qué es la acción correcta y precisa en la que no hay imaginación, ni pretensión, nada más que lo real"[7]. La acción con idea es esfuerzo, lucha, devenir, lo que crea un actor y un resultado final. Cuando no hay final, no hay propósito ― solo acción, puramente actuar ― no hay actor, ningún centro al que se vincule la acción. Este nuevo estado de acción es un estado de experimentar "sin experiencia ni experimentador. Esto es acción atenta, sin auto-consciencia, sin yo. Es experiencia porque hay consciencia (aunque no es reflexiva) del movimiento de la vida, que es acción. La actividad sin centro es cuando el actor deja de ser y simplemente fluye con lo que es. Solo cuando hay amor cesan las ideas, y entonces hay acción verdadera.

¿Y qué es el amor? "El pensamiento no es amor" (75). "La libertad es amor", y la libertad "viene con la comprensión de toda la estructura y naturaleza del centro" (75). El amor solo viene cuando hay abandono ― "el sentido de no ser coartado, de no tener ninguna restricción, ni ninguna resistencia", que es meramente libertad. "Solo tiene amor quien se abandona a sí mismo, quien se olvida de sí mismo por completo y, por lo tanto, facilita el estado de belleza creativa". Sin embargo, la austeridad es necesaria para evitar que esta libertad sea caótica. La austeridad es ser simple, satisfacerse con poco, es "cuando la mente es capaz de experimentar infinitamente ― cuando tiene experiencia, y sin embargo permanece muy simple", cuando no deviene en nada sino simplemente es. Esta acción incausada es acción incondicionada. "El amor es lo único que es sin causa, que es libre; es belleza, es destreza, es arte, y sin amor no hay arte... El arte es la ausencia del 'yo'" así como "la destreza en acción es la ausencia del 'yo'". La ausencia del 'yo' en el vivir es amor y belleza, lo cual genera su propia destreza. Este es el arte supremo: vivir con destreza en todo el campo de la vida" (92).

El amor es libertad, libertad de uno mismo o de "mí", y vivir libremente es una vida hermosa. Sin embargo, ¿cómo estar libres de nosotros mismos, de nuestro condicionamiento, de nuestro pasado, de nuestra memoria, de nuestro pensamiento ― dándonos cuenta de que "cómo" es el camino equivocado para formular esta pregunta? Esto es muy sencillo: comprender que el "yo" es "la acción del corazón y la mente humanos", es "tanto lo colectivo como lo individual" ― darse cuenta de de él es comprenderlo, y comprenderlo es eliminarlo" (139). "El 'yo' termina cuando él mismo se da cuenta de que debe terminar" (137). "Al ver la verdad de la naturaleza del pensamiento y sus actividades, el pensamiento se calma" (33). "Ir más allá del pensamiento es conocer lo que es el pensamiento" (150). La comprensión viene de la atención, y cuando uno atiende a su "uno", a su aparente uni-dad, a su "yo" o "mí", entonces este "yo" se esfuma. El "yo" es solo la creación del pensamiento: tú solo piensas que "tú" eres. Observar es aprender, un aprender que "exige inteligencia y sensibilidad", un aprender que es su propia acción y disciplina, que es libertad (61). La disciplina es necesaria, sin embargo no la disciplina de practicar el ejercicio formal, que solo asfixia y aburre. Observar la mente en silencio "exige realmente una tremenda vigilancia y disciplina, el tipo de observación que trae su propia disciplina" (149). Esta vigilancia, atención, sensibilidad es la inteligencia que nos libera de nuestros centros artificiales, trayendo amor, belleza y unidad, y permite que la acción sea pura y que la percepción y el ver sean directos.

Todo esto suena muy bien, ¿no? La pregunta, "¿Es esta libertad y el resto posible?" es una pregunta natural, y parece que la respuesta sería, "Usted tiene que experimentar esta libertad por sí mismo para conocer la respuesta". Pero, el "yo" y "usted mismo" no puede experimentar lo que hemos hablado. No existe tal experiencia, en la medida en que la experiencia tiene un experimentador ― en la medida en que la experiencia es "como la conocemos". Todo debe cesar, sin que quede nada por ser experimentado. Pues lo que pensamos que es "todo" no es nada en absoluto, y lo que creemos que es "nada" lo que queda es realmente todo. En la medida en que "nosotros" podamos conocer y en la medida en que "nosotros" conozcamos, no hay ninguna realidad. Es precisamente por eso que la experiencia de libertad completa ― esta negación de todo, incluyendo al experimentador ― es tan terriblemente difícil. Para citar al maestro zen Huang-po:

Los hombres temen olvidar sus propias mentes, por miedo de caer en el vacío sin nada de donde agarrarse. Ignoran que el vacío no es realmente el vacío sino el verdadero reino del Dharma".

El Dharma es la Verdad.


martes, 11 de enero de 2022

SPINOZA. Al Entender Somos Libres

 




EL PENSADOR LIBRE

Spinoza es un libre pensador nato

Gracias a su pensamiento libre Spinoza establece una serie de proposiciones que conducen a la conclusión de que Dios es la única sustancia. El argumento se basa en gran medida en la caracterización de "sustancia" y de "Dios".

«Una sustancia se define como aquello que tiene sus propias características, que definen justo lo que es».

Una sustancia puede tener "afectos", que son características no esenciales. Dios se define como la sustancia que tiene características infinitas, una de las cuales es la existencia.

Las proposiciones relevantes al monismo se pueden resumir en el siguiente argumento filosófico. Y para los lectores modernos, la noción de "conciencia" o "universo" puede ser sustituida por el "Dios" de Spinoza.

Por otros libre pensadores se han realizado argumentos similares en las enseñanzas orientales que dicen que dos sustancias no pueden compartir ninguna característica y que Dios es una sustancia con características infinitas y que todas expresan la esencia eterna e infinita. Con tales características, Dios existe, y no puede no existir. Por lo tanto, Dios es la única sustancia.

Veamos como Baruch Spinoza defendía al libre pensador...

LIBRE DE PENSAR Y DE DECIR

Cada cual es el garante de su libertad

Si fuese igualmente fácil mandar a los espíritus que a las lenguas, cada poder reinaría en absoluto y ningún imperio llegaría a ser violento. En efecto, cada uno viviría según el carácter de sus soberanos, y juzgaría por la sola voluntad de éstos lo verdadero y lo falso, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.

Cada uno, pues, cede su derecho de obrar con arreglo a la voluntad propia, pero no el de juzgar y razonar; por esto ninguno, salvo el derecho de los poderes soberanos, puede obrar contra sus decretos, pero cada uno puede sentir y pensar, y por consiguiente también decir sencillamente lo que diga o lo que enseñe por la sola razón y no por el engaño, la cólera o el odio, prohibiéndosele introducir, por autoridad suya, modificación alguna en el estado.

Por ejemplo, si algún libre pensador demuestra que cierta ley repugna a la sana razón, y piensa que debe ser por esta causa derogada, si somete esta su sentencia al juicio del soberano (en quien reside la potestad de establecer y derogar las leyes) y nada trabaja durante este tiempo contra lo prescrito en las leyes, merece bien de la república y es un excelente ciudadano. Pero si al contrario, hace acusar al magistrado de iniquidad y atrae contra él los odios del vulgo o intenta sediciosamente derogar él mismo aquella ley, en vez del magistrado, es seguramente un perturbador y un rebelde.

Vemos, pues, por qué razón cada uno, sin herir el poder y la autoridad de los poderes supremos, esto es, dejando a salvo la paz del estado, puede decir y enseñar aquello que piense; es decir, dejando a los soberanos el derecho de arreglar por decreto todas las cosas que deben ser ejecutadas y no haciendo nada contra sus disposiciones, , cosa que puede hacerse sin ultrajar la piedad, ni la justicia y aun debe hacerse si se quiere aparecer como ciudadano justo y piadoso.

En el gobierno democrático (que se aproxima más al estado natural) hemos visto que todos se obligan con su pacto a obrar según la voluntad común, pero no a juzgar y a pensar de ese modo; esto es, porque los hombres no pueden todos pensar del mismo modo, y pactan que tenga fuerza de ley aquella que reúna más sufragios, conservando, sin embargo, autoridad bastante para derogarlas si encontrasen otras disposiciones mejores. Por lo tanto, cuanto menos se concede a los hombres la libertad de pensar, más se les aparta de su natural estado, y por consecuencia, más violentamente se reina.

Además quiero que conste que de esta libertad no se origina inconveniente alguno que no pueda ser evitado por la autoridad del soberano, y que sólo con ella se contiene fácilmente a los hombres divididos por sus opiniones para que no se perjudiquen mutuamente; los ejemplos abundan y no necesito buscarlos muy lejos.

«Sirva de ejemplo la ciudad de Ámsterdam, en que se observa un crecimiento, admiración de todas las naciones y fruto únicamente de esta libertad».

En esta tan floreciente república y ciudad eminente viven en la mayor concordia todos los libre pensadores de cualquier secta y de cualquier opinión que sean, y para confiar a alguno sus bienes cuidan únicamente de saber si es pobre o rico, si está acostumbrado a vivir de buena o de mala fe. Por lo demás, nada les importa la religión o la secta, porque tampoco significa nada delante del juez para favorecer o perjudicar al acusado; y no hay secta alguna tan odiosa cuyos adeptos (mientras vivan honradamente sin hacer daño a nadie y dando a cada uno su derecho) no se encuentren protegidos por la vigilancia y la autoridad pública de los magistrados.

Al contrario, cuando comenzó la controversia de los representantes y de los contra representantes a penetrar la religión en la política y a agitar los estados, se vio la religión destrozada por los cismas y se dieron muchos ejemplos de que las leyes que intentan dirimir contiendas religiosas más bien irritan a los hombres que los corrigen; que a muchos sirven para un desenfreno sin límites, y que además los cismas no nacen de un gran estudio de la verdad (fuente de mansedumbre y de tolerancia) sino de un apetito inmoderado de gobierno.

De todo ello consta más claramente que la luz del mediodía que los verdaderos cismáticos son aquellos que condenan los escritos de los demás e instigan al vulgo presuntuoso contra los escritores; que estos escritores mismos, que las más de las veces sólo a los doctos se dirigen y sólo a la razón llaman en su auxilio; y por último, que aquellos son realmente perturbadores que en un estado libre pretenden destruir la libertad del pensamiento, que jamás puede ser disminuida.




Hemos demostrado:

  1. Que es imposible arrebatar a los hombres la libertad de decir aquello que piensan.
  2. Que esta libertad puede ser concedida a cada uno dejando a salvo el derecho y la autoridad de los poderes soberanos, y que puede, salvo este mismo derecho, conservarla cada uno si de ella no toma licencia alguna para introducir, como derecho, alguna novedad en la república o para ejecutar algo contra las leyes recibidas.
  3. Que cada uno puede gozar de esta misma libertad sin daño para la paz del estado, y que no nacen de ella inconvenientes, que no puedan ser fácilmente resueltos.
  4. Que puede también disfrutarse sin perjuicio alguno para la piedad.
  5. Que las leyes que se refieren a cosas especulativas son absolutamente inútiles.
  6. Hemos demostrado finalmente que esta libertad puede poseerse, no sólo manteniendo la paz del estado, la piedad y el derecho de los sumos poderes, sino que debe mantenerse para conservar estas mismas cosas.

En efecto, allí donde por el contrario se trabaja para arrebatar esta libertad a los hombres, y se llevan a juicio las opiniones de los disidentes, no sus almas, únicas que pueden pecar, allí se dan ejemplos en los hombres honrados, cuyos suplicios los hacen aparecer mártires, con lo cual los demás se irritan, y más que amedrentados se sienten movidos a misericordia y muchas veces a venganza.

Entonces se corrompen la fe y las buenas costumbres, se ensalza a los aduladores y a los pérfidos y triunfan los adversarios, por lo que se dispensa a su cólera, y porque los que poseen el imperio se hacen sectarios de aquellas doctrinas de que ellos se declararon intérpretes; de donde nace que se atrevan a usurpar el derecho y la autoridad de éstos y no enrojezcan, al vanagloriarse, de que ellos son inmediatamente elegidos por Dios y sus divinos decretos, y puramente humanas, al contrario, las potestades soberanas, a quienes, por lo tanto, quieren obligar con los decretos divinos, es decir, con sus decretos: nadie puede ignorar cuánto repugnan todas estas cosas a la felicidad del estado.

Por esto concluyo, como ya lo he afirmado, que nada hay más seguro para el estado que encerrar la religión y la piedad en el solo ejercicio de la caridad y la justicia, y limitar el derecho de los poderes soberanos, tanto en las cosas sagradas como en las profanas, a los actos únicamente; por lo demás concédase a cada uno, no sólo libertad de pensar como quiera, sino también de decir cómo piensa.

He concluido lo que me había propuesto desenvolver en este Tratado. Fáltame advertir únicamente que nada hay escrito en él que de buen grado no someta al examen y al juicio de los soberanos de mi patria. Si juzgaran algunas de las cosas que he dicho contrarias a las leyes o al bien de todos, quiero que se dé por no dicha. Sé que soy hombre y que he podido equivocarme; he procurado, sin embargo, cuidadosamente no hacerlo, y sobre todo, que aquello que escribía fuese perfectamente conforme a las leyes de mi patria, a la piedad y a las buenas costumbres.

«Cuanto menos se concede a los hombres la libertad de pensar, más se les aparta de su natural estado, y por consecuencia, más violentamente se reina».

Baruch Spinoza

jueves, 23 de diciembre de 2021

Valores Humanos




Puede que hoy nos parezca algo normal, pero considerar que todos los seres humanos tienen una serie de derechos inviolables es algo relativamente nuevo. Hasta no hace tanto, la esclavitud aún estaba permitida y gozaba de buena aceptación social, y se utilizan teorías racistas como excusa para discriminar de manera flagrante y a la vista de todos.

La entrada en escena de los valores humanos ha sido uno de los factores que ha precipitado el cambio en las últimas décadas. La popularización de esta noción, que va de la mano de los derechos humanos, nos ha ayudado a crear un marco de referencia desde el cual juzgar si se trata con dignidad a las personas y si su integridad está en riesgo o no. Veamos cuáles son los principales y de qué manera nos afecta el hecho de tenerlos presentes y mantenerlos presentes en nuestro día a día.

¿Qué son los valores?

Para entender qué son los valores humanos, primero hay que entender qué son los valores en el contexto de la filosofía y la ética. Estos son el conjunto de ideas que guían nuestra manera de pensar y de fijarnos objetivos en relación al impacto que debemos tener en la sociedad y en el entorno en general (y, por extensión, en nosotros mismos, dado que estamos en ese entorno). Así pues, se trata de un conjunto de creencias que nos hablan acerca de cómo deberían ser las cosas. Sirven como referencia para saber lo que está bien y lo que está mal, y por ello tienen una gran importancia como elemento común por el cual una sociedad decide cuáles son los principios que la rigen.

Los valores humanos, en concreto, son aquellos que son una parte fundamental y necesaria de la existencia de sociedades en las que la mayor cantidad posible de personas se sienten cómodas y pueden vivir bien. Son las pautas que sirven como guía para comportarnos de un modo que beneficie a la máxima cantidad de seres humanos.

Los principales valores humanos

A pesar de que no hay una manera objetiva y rígida de categorizar los diferentes valores humanos, en general se entiende que los más importantes son los siguientes. En la siguiente lista puedes entender mejor a qué hace referencia cada uno de ellos.



1. Humildad

La humildad no es solo cuestión de mantener una imagen pública agradable para los demás, alejada de la arrogancia. Es, además, un valor que nos ayuda a promover la aparición de cambios a mejor tanto en nuestras vidas como en las de los demás.

En primer lugar, nos ayuda a nosotros porque su presencia hace que no nos durmamos en los laureles, es decir, que asumamos la fragilidad de nuestros éxitos y el modo en el que un cambio de contexto puede hacer que esos progresos desaparezcan. Dicho de otro modo, nos ayuda a ser previsores y a la vez a reforzar los proyectos que emprendemos, haciendo que los fallos y los contratiempos no nos cuesten tan caros.

Por el otro, este es uno de los valores humanos que favorecen a los demás proporcionándoles motivación. Mantener la humildad supone mostrarse humano en todo momento, de modo que el resto puede identificarse con nosotros con mayor facilidad y será menos probable que se sientan intimidados a la hora de emprender un camino similar.

2. Responsabilidad

La responsabilidad hace que asumamos las consecuencias de nuestros actos, y que entre estas consecuencias contemplemos el impacto que lo que hacemos puede tener en la vida de los demás. Dicho de otro modo, nos ayuda a no hacer cosas que tengan un coste elevado para el resto, lo cual obviamente beneficia a quienes nos rodean pero también a nosotros, ya que nos facilita crear vínculos sociales.


3. Honestidad

La honestidad nos lleva a crear lazos de empatía con el resto y, a la vez, a compartir con los demás información relevante que hemos obtenido a partir de nuestras experiencias. De esta manera, la información fluye a través de las relaciones personales, y eso sirve como pegamento de cohesión social, imprescindible para crear entornos en los que la cooperación nos ayuda a no dejar a nadie atrás.

4. Respeto

El respeto nos lleva a crear un clima de comunicación en el que nadie se sienta atacado. Esto parece un detalle menor, pero en realidad es relevante, sobre todo en las relaciones en las que no hay demasiada cercanía. Ante la incertidumbre, es muy fácil ponerse a la defensiva y crear conflictos de la nada, lo cual es especialmente arriesgado en sociedades en las que no hay mecanismos para prevenir la aparición de violencia.

5. Gratitud

Este es un valor humanos que nos lleva a querer compensar de alguna manera las formas de altruismo, de manera que esto último se promueva. Gran parte de lo que nos hace progresar se fundamenta en favores realizados de manera espontánea, por el simple reconocimiento del aprecio que sentimos por otra persona.

6. Prudencia

La prudencia nos lleva a no precipitarnos y a considerar los pros y los contras de una acción de consecuencias significativas, lo cual es importante si tenemos en cuenta que actuar sin prever lo que puede suceder puede afectar negativamente a varias personas y desestabilizar entornos.

7. Sensibilidad

Es lo que nos lleva a conectar con los demás teniendo en cuenta sus miedos, sus necesidades y sus creencias. Se trata de un valor de control de daños, que evita que dañemos de manera accidental a los demás, a partir de la adopción de su punto de vista.