[...] Yo comía llorando. Cuando me obligaban a ello, la angustia me cerraba el estómago. Ya sabía que lo que me impulsaba a comer era el hambre, que aquello que nacía sobre la tripa y me oprimía no se saciaba con comida, pero pensaba que eran nervios. Cuando mi vida se serenara, cuando nos padres dejarán de gritarme, cuando adelgazara, cuando consiguiera amigos, entonces dejaría de sentirlos [...]
Espido Freire: "Cuando comer es un infierno". Aguilar. Cuarta Edición. 2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario