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Paz y Ciencia

martes, 12 de abril de 2016

Desamor

Es bien conocido que lo más importante en nuestras vidas de adultos es cómo hemos sido tratados en nuestra infancia. No veo nada más importante que el amor de unos padres. A menudo, y si tenemos en cuenta que muchos padres, más de los que pensamos, han vivido una infancia dura y triste. Esto se transmite de generación en generación.
Por tanto, las "torpezas" se acumulan. Desde la violencia hasta la plácida convivencia.
Somos hijos del pasado y hermanos de nuestro presente. Se trata de que podamos identificar el rol en el que nos han colocado nuestros padres. Desde la culpa de una persona agredida hasta la violencia  introyectada.
Este discurso, que evita la psiquiatría biológica y ciertas ramas de la psicología académica es inevitable.
Como alfareros somos moderados.
Luego, el reto de la vida es reiventarnos. Dar un nuevo comienzo para no proseguir con la transmisión de negligencias o errores.
Esto se ve claramente en personas con trastornos. En algunos casos la droga y en otros casos la violencia y el abandono... Generalmente es una combinación de varias variables. No existe discurso determinismo válido.
Atravesar dicho discurso del que hemos sido atravesados, si hemos tenido la suerte de no desarrollar una psicopatología podremos tener descendencia y dar lo que no recibimos y no ser lo pernicioso.
Hay que hacer una limpieza de chimenea, como decía la primera paciente de Freud tras ser tratado por éste.
La ilusión, la fe y el apoyo de un grupo nos impulsará a la salud.
Aquellos que han caído en las redes de la patología tendrán que buscar padres y madres en los p sicoterapeutas a modo de "padres buenos". Algunas técnicas son demasiado invasivas, tenemos qué hacer con los pacientes, cómo y cuándo.

Rodrigo Córdoba Sanz. Zaragoza.
A-1324 Psicólogo

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