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Paz y Ciencia

martes, 29 de julio de 2014

Winnicott y Arteterapia


La creatividad según Donald Winnicott

Winnicott planteaba a la creatividad como capacidad humana innata, como la condición de estar vivo.
Sitúa el primer acto de creación en el humano en una fase temprana, en los primeros meses de vida, cuando se va produciendo el distanciamiento entre la madre y el bebé, cuando se abre un espacio transicional.
En este espacio el bebé es llamado a crear un sustituto ante la falta del objeto de satisfacción, valga aclarar, la madre que satisface sus necesidades corporales. En la fantasía del bebé, ese objeto sustituto, objeto transicional, tiene la capacidad de calmar las necesidades del bebé, y las ansiedades y temores que pueden despertar la ausencia de la madre.
Este es un fenómeno transicional, que se desarrolla en una zona intermedia, entre el exterior y el interior de la realidad psíquica del bebé.
El objeto transicional constituye la primera posesión no-yo, responde a la sensación de omnipotencia del bebé, que se considera capaz de dotar de vida a los objetos que crea.
Winnicott desarrolló esta idea, y la amplió usando la expresión “experiencia cultural”.
Sin saber si iba a poder definir el concepto de cultural, puso  el acento sobre la experiencia.
Al usar el vocablo cultural, pensaba en la tradición heredada, en que hay algo que está contenido en el conjunto común de la humanidad, a lo cual pueden contribuir los individuos y los grupos de personas, y que todos podemos usar si tenemos algún lugar en que poner lo que encontremos.
Para él, el juego recíproco entre la originalidad y la aceptación de la tradición como base para la inventiva es un ejemplo más, del que se desarrolla entre la separación y la unión.
Afirmaba que los mismos fenómenos que representan la vida y la muerte para los pacientes esquizoides aparecen en las experiencias culturales.
Las experiencias culturales son las que aseguran la continuidad de la raza humana, que va mas allá de la existencia personal, constituyen una continuidad directa del juego.
La tesis principal de Winnicott sobre este tema, es que el lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente, que en los primeros meses del bebé es el objeto.
La utilización de ese espacio está determinada por las experiencias vitales que surgen en las primeras etapas de su vida, facilitadas por una “madre lo suficientemente buena” que sea capaz que llevar a cabo un adecuado sostén emocional y manipulación (holding y handling) del bebé.
Desde el principio, el bebé vive experiencias de máxima intensidad en el espacio potencial que existe entre el objeto subjetivo y el objeto percibido en forma objetiva, entre las extensiones del yo y el no-yo.
Ese espacio se encuentra el en juego recíproco entre el no existir otra cosa que yo y el existir de objetos y fenómenos fuera del control omnipotente.
Este espacio potencial se da sólo en relación con los sentimientos de confianza del bebé, de confianza vinculada con la confiabilidad materna o de los elementos ambientales, siendo la confianza la prueba de la confiabilidad que comienza a ser introyectada.
El espacio potencial puede llegar o no a destacarse como zona vital de la vida mental de la persona en el desarrollo.
Esto depende de que la madre haya sido capaz de generar las condiciones favorables, y de acercarle al bebé el objeto de creación.
Winnicott plantea que el “niño privado” es inquieto y posee una capacidad empobrecida para la experiencia cultural. La falta de confiabilidad o la perdida del objeto significan la perdida de la zona de creación, y la perdida del símbolo significativo.
En circunstancias favorables, el espacio potencial se llena de los productos de la imaginación creadora. La confianza esta basada en la experiencia, en el momento de total dependencia, y determina lo que va a llamar “tercera zona”: la capacidad de jugar, que se ensancha en el vivir creador, y en toda la vida cultural del hombre.

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