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Paz y Ciencia

viernes, 4 de diciembre de 2009

El comienzo de una psicoterapia


El comienzo de una psicoterapia va más allá de los síntomas, el final también trasciende a la presencia o no de molestias. La fuente de atención reside en la transferencia. En cómo se vincula el consultante con el terapeuta. Qué punto de vista tiene del tratamiento, qué fantasías, qué objetivos. Tomadas las primeras notas se abre la perspectiva de facilitar confianza y constancia. Para ello hay que olvidar la psicopatología para tratar de entrar, con permiso de su dueño, al mundo interno del consultante. Éste se podrá resistir, ya que abre una herida narcisista el reconocer un problema personal, de la índole que sea. El terapeuta no debe asumir la posición superyoica o persecutoria que tiene que ver con “recordar” la patología asociada a la persona.
La psicoterapia psicoanalítica es un proceso vivencial, que se entiende mientras se está en las coordenadas del tratamiento, con una persona que trata de entender e ir desbrozando el camino que se dirige a conocer, explorar y aportar luz a los puntos ciegos y los potenciales de salud del consultante.
Por esta razón hay que olvidar mucho de lo que se recomienda oficialmente:
- Primero: los diagnósticos. En psicoterapia los rótulos no sirven porque la persona tiene una estructura dinámica, permítanme abrir la paradoja.
- Segundo: los consejos. La persona que consulta puede en un primer tiempo requerir de consejos que le saquen de la posición de indefensión, duda y angustia. Los consejos son fuegos de artificio que no sirven para fortalecer el yo de la persona consultante si no crecen de sus propios recursos, esto es, de su reflexión y trabajo personal en la psicoterapia. Se trata de conectar los módulos emocionales con los intelectuales. De explorar y darse cuenta, de “arribar a la consciencia”.
- Tercero: al principio las fuentes de conflicto son las referentes al encuadre, al “setting”, al marco terapéutico. También a los miedos asociados a iniciar un tratamiento, el terror a cambiar, el deseo de hacerlo o la necesidad pensada de que esto sirva para algo. Por tales motivos son punto de urgencia de las primeras sesiones. Bien distinto es el analizando conocedor del mundo psi que acude para una psicoterapia, en estas excepciones el trabajo previo está realizado en la formación de la persona y en su voluntad. Esto último no hace desaparecer las resistencias. “Durante la cura psicoanalítica, se denomina resistencia a todo aquello que, en los actos y palabras del analizado, se opone al acceso de éste a su inconsciente”. LAPLANCHE Y PONTALIS, Diccionario de Psicoanálisis, Editorial Labor, p. 384
- Cuarto: Al comienzo y durante todo el tratamiento el terapeuta debe proveer un medio ambiente suficientemente bueno para poder pensar sin ser juzgado, para poder reflexionar sin ser etiquetado y para poder aceptar y reconocer las fuentes de conflicto.
- Quinto: El terapeuta debe conocer el lenguaje del paciente y hablarle sin grandes artificios, sin refugiarse en la intelectualidad de la técnica o de la teoría, debe hablar claro y sencillo empleándose al nivel que pueda entender el paciente. Lo contrario responde a problemas contratransferenciales y a la adhesión a grupos herméticos de pensamiento.
- Sexto: El paciente es el único que sabe lo que le pasa pero no lo puede ver, el terapeuta es un asistente que trata de brindarle el pase para que haga el insight. Esta es la razón de las intervenciones como el señalamiento, el resumen, la clarificación o la interpretación.
- Séptimo: Intervenir en el momento y nivel que la temperatura de la sesión y el clima de la psicoterapia indica. Las interpretaciones inteligentes o a destiempo pueden ser vividas como violentas.
- Octavo: El terapeuta debe tener una vida rica y sana, formarse de manera continua y teniendo una red de apoyo para drenar las angustias que produce el trabajo. El terapeuta es un ser humano que tiene corazón y puede sufrir.
- Noveno: El objetivo del tratamiento va variando a medida que transcurre el tratamiento pero siempre debe estar acordado con el paciente de forma que se mantenga la reciprocidad, la mutualidad y haya un feedback necesario.
- Décimo: El objetivo de una primera consulta es que haya una segunda, para ello el terapeuta debe brindar un espacio propicio e informar en qué consistirán las variables fijas del tratamiento a la persona que solicita ayuda. La atmósfera debe transcurrir invitando a la curiosidad.

Por tanto confianza, constancia y curiosidad son las tres Cs que articulan un tratamiento en sus inicios. Cada sujeto es singular y no existen recetas psicológicas o librescas para ayudar a una persona, la ayuda se realiza en la relación ENTRE el terapeuta y el consultante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TOTALMENTE DE ACUERDO