La mujer es para el hombre un objeto erótico. Es algo que se confiere merced a la calidad o categoría de objeto. Abiertamente, la mujer es un objeto para el hombre.
Si la mujer no ha podido hacer posible su emancipación, si desarrollo como persona, es, sin duda "utilizada" por el hombre explotando su cualidad de objeto erótico y cercenando su desarrollo como persona, cerrando las eventualidades al orden de su identidad con respecto al varón como persona, sólo si tiene la obligación de la reproducción como objetivo último de su existencia, si enajenación y su despersonalización.
Lo que es antinatural es que esa relación sea totalizadora, absorbente, exclusiva y excluyente, que no de paso ni permita, al propio tiempo, cualquiera otro tipo de relación como el que pueda llevarse a cabo entre hombre y hombre, es decir, de persona a persona [...]
La verdad, es que hoy por hoy, el ascenso social, lo que entre nosotros se denomina el "éxito" puede ser alcanzado por una mujer mucho más fácilmente, y desde luego no por sus propios méritos, a través del valor que ella misma sabe conferirse como objeto de atracción para el varón que como sujeto creador [...] Este ascenso social, sometido, es una forma prostituida de su propio ser.
Está explotación puede quedar disfrazada bajo las múltiples formas respetables e institucionalizadas, que nuestra sociedad pone en juego: una cortina de humo, tras la que se esconde el impulso del hombre para someterles.
Castilla del Pino: "La Mujer Alienada". 2a edición 1969. Cuadernos Ciencia Nueva
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