En la depresión definitiva desaparecen los impulsos dirigidos hacia una unión afectuosa, volviéndose la hostilidad resultante contra el propio enfermo. Por consiguiente, no hallamos aquí signos de derivados de impulsos orales. De hecho, el enfermo suele quejarse de una profunda anorexia, esto es, de repugnancia ante la comida. No se da situación de apoyo, sino más bien una retirada.
El paciente desdeña la conversación, evita las actividades dirigidas a comer por una profunda aversión de perder la frágil estabilidad del Yo.
El enemigo se vuelve contra el yo, siente también que el dolor psíquico que sufre es obra de un "enemigo" que es él mismo, aquél que le produjo dolor produjo frustración, y su influencia maligna persiste en el estado de depresión y viene representada por el dolor interno.
sábado, 2 de julio de 2016
Depresión Anorexia
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Anorexia,
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Psicólogo,
Psicólogo Rodrigo Córdoba Sanz
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