[...] Cuando un juicio de valor se emite sin conciencia de tal, cuando se le confiere, pues, al juicio de valor -que siempre es subjetivo- el rango de un juicio de hecho, es decir, de la realidad, lo que verdaderamente expresamos es un prejuicio. La pugna contra el prejuicio, en nosotros mismos y en los demás, es quizá es la característica más decisiva en orden a la categorización de una actitud como intelectualmente correcta, o sea racional... Ahora bien, está claro que si aplicamos este criterio selectivo a un saber histórico, a la historia de lo que en términos generales podríamos llamar de las ideas y del conocimiento, tal criterio resulta de aplicación fácil. Así, por ejemplo, no tendríamos inconveniente alguno en llamar al saber de Darwin, no al de Lamarck, al de Galileo, no al ptolomeico, al de Engels, no al de Dühring, por sólo votar algunos casos. Aquí, repito, la utilización de este criterio, sancionado por la práctica, por la historia, es por lo demás fácil, puesto que podemos sin demasiado riesgo ajustarlo a este principio contenido en la II tesis de Marx sobre Feuerbach, que, sin mención explícita, luego han hecho suya los positivista lógicos y sus epígonos [...]
Hipótesis de Feuerbach: "El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva no es un problema teórico, sino práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. La discusión sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento aislado de la práctica es un problema puramente escolástico".
Castilla del Pino fue el creador de la Escuela más fértil de la psiquiatría vinculada a la sociología, psicología, antropología, sociología; en definitiva, además de la psiquiatría, fue un maestro de las Humanidades.
Rodrigo Córdoba Sanz
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