Kierkegaard: La puerta de la felicidad se abre hacia afuera, y a quien intenta "derribarla" se le cierra con llave.
Lo que penetra profundamente y en definitiva al hombre no es ni el deseo de poder ni el de placer, sino el deseo de sentido. Y precisamente a causa de este deseo, el hombre aspira a encontrar y realizar un sentido, pero también encontrarse con otro ser humano en la forma de un tú, y amarlo.
Ambos hechos, realización y encuentro, dan al hombre un fundamento de felicidad y placer.
Víctor Frankl
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