PEACE

PEACE
Paz y Ciencia

domingo, 4 de mayo de 2014

Donald Woods Winnicott: ¿Por qué?


Entre tantas ideas erróneas y malas comprensiones del psicoanálisis, quizás la más grave de todas es pensar que el psicoanálisis es un sistema teórico-terapéutico  coherente y homogéneo. No existe el psicoanálisis, existen los psicoanálisis, y es por eso que cuando alguien me dice una afirmación del tipo “El psicoanálisis dice que todos los sueños son realizaciones de deseos” yo pregunto: ¿Cuál psicoanálisis? ¿El de Freud? ¿El de Klein? ¿El de Lacan? ¿El de Hartmann? Sería maravilloso tener una integración de las teorías psicoanalíticas en un solo paradigma. Lamentablemente eso es imposible. No porque las teorías se contradigan entre sí, sino porque cada escuela se ha fundado a partir de las necesidades de pacientes en diferentes contextos y momentos históricos. Mis pacientes no son los pacientes de Freud y eso debo tenerlo en cuenta constantemente. Creo firmemente que nosotros no elegimos nuestro modelo terapéutico; lo eligen nuestros pacientes y sus necesidades afectivas.

     Sería imposible para mí exponer en estos escasos minutos incluso una mínima reseña de cada escuela psicoanalítica, es por eso que me limitaré a hablar únicamente de aquella que teóricamente me ha otorgado una mayor comprensión de mis pacientes y que terapéuticamente me ha ayudado a acompañarlos de manera más eficaz. Se trata de la escuela de relaciones objetales y más específicamente del psicoanálisis de Donald Winnicott.

     A diferencia del modelo de Freud, de Klein ó de Lacan, la teoría de Winnicott es una teoría de la salud y no de la enfermedad. Winnicott intentaba encontrar, incluso en los casos más graves, un punto luminoso dentro de los violentos cuadros patológicos de sus pacientes. Esto es, desde luego, mucho más difícil que enfocarse en los síntomas y formaciones de compromiso que saltan a la vista del clínico. Quizás me he identificado con el pensamiento de Winnicott porque  mis pacientes son más parecidos a los suyos que a los de cualquier otro teórico que haya estudiado; personas con fuertes carencias emocionales cuyo padecimiento no se funda en el conflicto sino en la falta. Y con esto me refiero a una falta muy temprana, a un fracaso en la adaptación de la madre a las necesidades del bebé cuando éste se encontraba en un estado de dependencia absoluta.

     Para Winnicott, todo ser humano trae consigo la semilla de la salud y la creatividad. ¿Y qué necesita una semilla para brotar en un fruto nutritivo? Necesita una buena provisión ambiental. Los padres no provocan la salud en sus hijos. Su labor es únicamente la de proveer un ambiente suficientemente bueno que permita al niño desarrollarse sanamente. Con respecto esto, Winnicott dijo: “Ni siquiera podemos enseñarles a caminar, pero su tendencia innata a caminar, nos necesita, a cierta edad, como figuras de apoyo”. Ninguna madre puede ser perfecta, eso es un hecho; la adaptación total a las necesidades del bebé resulta físicamente imposible. Por eso, Winnicott llamó “madre suficientemente buena” a aquella que logra hacer una adecuada conexión con los procesos, primero biológicos y luego emocionales de su hijo. Observen cómo existen madres que sin siquiera pensarlo le quitan el suetercito a su bebé y éste deja de llorar. En esta relación, la frase “el bebé tiene calor” no pasa por el pensamiento de la madre. Se trata de una devoción emocional.

     Pero esto no siempre ocurre así. Cuando los fracasos ambientales son abruptos y constantes, el bebé difícilmente podrá experimentar una continuidad en su existencia (continuidad dada por los cuidados maternos). Pienso en los casos en que una madre está deprimida, psicótica o es sumamente narcisista. Al experimentar estas fallas, el bebé se verá obligado a adaptarse a las necesidades de mamá, cuando debería ser al revés. Winnicott jamás definió la salud como ausencia de enfermedad, prefería definirla en términos positivos y no negativos. La salud implica sentirse vivo, sentirse real, experimentar los propios instintos y vivencias en el propio cuerpo. ¿Qué posibilidades de sentirse vivo tiene un niño que se experimenta a través de su madre? Noten como hay niños pequeños (y en ocasiones, adultos) que deben voltear a ver la reacción de su madre para saber cómo han de reaccionar ante una vivencia personal. Pienso en el niño que cae del árbol desconcertado y únicamente llora cuando su madre lo hace dramáticamente.

     Ya en psicoterapia, el modelo de Winnicott se basa en las herramientas que nos otorga el encuadre del psicoanálisis clásico y que fomentan la regresión del paciente. Cuando el paciente con fallas importantes en su desarrollo emocional, se siente en un ambiente de confianza en donde el analista está en contacto con sus necesidades y establece una relación vincular empática, tenderá a una regresión al estado primitivo de dependencia absoluta. Así como dependió de la madre, dependerá ahora del analista. Este movimiento es necesario; no puede haber una independencia relativa si antes no hubo una dependencia absoluta; no puede haber separación si antes no hubo unión. Ahora el analista habrá de adaptarse a las necesidades emocionales del paciente y esto implica salir algunas veces de los estándares del psicoanálisis clásico. Para esto me gusta tener en mente que el psicoanálisis es secundario; lo primero es la salud de mi paciente. Y así como una madre no puede ser perfecta, el analista tampoco; eventualmente fracasará en su tarea de adaptación y eso nos dará una herramienta invaluable. Ahora el paciente adulto podrá sentir y expresar la rabia de ese fracaso como no pudo hacerlo cuando era un bebé. La separación se dará paulatinamente.

     Ahora, el espacio del análisis es muy importante. Winnicott se preguntaba “¿En dónde está un niño cuando juega?”. Definitivamente no está en la realidad ya que en el juego del niño, una caja bien puede ser una casa o una nave espacial. Tampoco está sumergido en su mundo interno; esto implicaría que se trata de un niño autista ó esquizoide. Winnicott propone la idea del “espacio intermedio” ó “espacio transicional”; un espacio que es al mismo tiempo físico y psíquico en donde la realidad externa y la interna se contraponen. Es el lugar de la creatividad y de las actividades culturales, en donde las cosas son y al mismo tiempo no son. Es un lugar permeable puesto que un niño fácilmente puede entrar en el juego del otro y ampliar el espacio.

     Para Winnicott el análisis es un juego que se juega entre dos; el analista y el paciente que juegan a conocer a uno de ellos. En la transferencia el analista es y noes la madre y eso es lo que nos permite entender y contactarnos con las necesidades más primitivas de nuestros pacientes, sus fallas y sus conflictos. El análisis es un espacio transicional y creativo que funciona como lo hace un osito de peluche en la infancia; ayuda a pasar de una etapa a otra para después ser abandonado, habiendo introyectado sus funciones y lo que representa.


Bibliografía recomendada:

  • Winnicott, D.W. (1954) Meta-psychological aspectes of regression in the psycho-analytic setting. En Trough  Paediatrics to Psycho-analysis.
  • Winnicott, D.W. (1971) Transitional objects and transitional phenomena. En Playing and Reality
  • Winnicott, D.W. (1986) El gesto espontáneo. Paidós
  • Winnicott, D.W. (1956) Clinical variations of transference. En Trough  Paediatrics to Psycho-analysis.

No hay comentarios: