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Paz y Ciencia

jueves, 22 de mayo de 2014

Un libro con la transcripción de un psicótico

GUILLERMO BORJA: "LA LOCURA LO CURA"

Guillermo Borja – como Ferenczi, como Reich, como Cooper – pertenece al lado ofusco de la esfera de conocimiento psicológico. Son hombres valientes que se han atrevido a resquebrajar los hilos fundamentales de la ética psicoterapéutica. Son los malditos, los rezagados, los eximidos de una ciencia que nunca terminará de cocerse, son los tachados de locos, los frikis de este saber humano tan apasionante: son los malos del cuento o, mejor dicho, los traidores de la madrepatria-psiquis. Bueno, lo concedo: la introducción está muy jalada, pero el punto es claro, ¿no?
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Borja, Guillermo: Psicoterapeuta mexicano. Controvertido discípulo de Claudio Naranjo. Opina de Reich como yo opino de la pareja Lacan-Freud (qué es hablar de lo mismo). Entre sus ondas raras encontramos: vivir y/o acostarse con sus pacientes (todo justificado, bajo una supuesta base teórica válida) y el tratamiento con alucinógenos (en esta última, mi posición está en debate). Pero este artículo no lo escribí para hablarles de mis digresiones con las ideas del Sr. Borja (fallecido de SIDA en 1995), sino de lo que le he aprendido, lo que me ha dejado y lo que, en mi práctica clínica y vida diaria, he podido encontrar, aplicar, desglosar.
Acabo de terminar ‘La Locura Lo Cura’, el último libro publicado por Borja (sí, de allí saqué el título que uso en este blog para asignar todo lo que publique sobre Psi). Es una obra pequeña, sencilla y concisa: apenas 143 páginas. Como en Freud y su ‘Esquema del Psicoanálisis’, aquí Borja hace un resumen de las complejas ideas y bases teóricas en las cuales basa su controvertida práctica clínica. El libro, por si mismo, tiene una historia peculiar: fue grabado directamente del discurso de Guillermo, transcripto por un preso psicótico que no utilizó ortografía ni puntuación y, finalmente, editado (y corregido) por Felipe Agudelo.
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Dejando anécdotas afuera, quiero concentrarme en el enfoque que le da Borja a ‘la persona’. Es evidente, para quien este medianamente familiarizado con los terminología de los distintos enfoques psicológicos, que las ideas borjianas provienen principalmente del Humanismo y el Psicoanálisis. La utilización del término ‘persona’, por ejemplo, es completamente humanista (en psicoanálisis se utiliza ‘sujeto’, y en la esfera cognición-conducta ‘individuo’). ‘La persona’, en Borja, es quién está frente a nosotros – terapeutas, analistas o escuchas – es quién lanza el discurso. La persona es alguien que padece, que desea, que transfiere, que recuerda. No es el cuerpo, ni la psique, ni la combinación de ambas, es la suma holística de todos los estratos: un ser completo. Bajo este encuadre de relación, el terapeuta no puede sino ‘ser completo’ ante el cliente, ser auténtico.
La idea de Borja sobre la autenticidad se asimila a aquella de otro compatriota humanista: Francisco Ugarte. Ambos hacen un excelente trabajo en resaltar la importancia de la autenticidad del individuo en una época donde el anonimato de las redes sociales, los resbalosos estándares de lo políticamente correcto – lo socialmente aceptado y la censura general que recae sobre temas que aún son objeto de tabú, ignorancia y miedo nos obligan a ser cuidadosos al momento de escoger las palabras y las ideas que comunicaremos.
Esperen más posts sobre Borja, es un tipo interesante, con ideas controvertidas que son dignas de ser discutidas. Ahora no tuve mucho tiempo de escribir sobre él, además que la información disponible es poca y pobre. En cuanto me caiga otro de libro de él en mis manos vomitaré opiniones más construidas.

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