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Paz y Ciencia

domingo, 16 de enero de 2011

Lo bueno de lo "malo"

La distancia entre el yo real y el yo ideal es la fuerza que produce malestar en el ser humano, algunas personas con tintes obsesivas jamás están satisfechas con cómo o quiénes son, quieren proyectar una imagen de sí mismos más segura, más capaz, más creativa, distinta, no se aceptan y esto último es desgarrador para el bienestar emocional.
Toda psicoterapia tiene como fin que el paciente resuelva sus conflictos emocionales, vinculares, laborales, sociales y que diluya la manera estricta de verse y valorarse. Incluso los pacientes con tendencia antisocial sienten un profundo dolor debido a ese superyó que les hace distintos y que les provoca el maldecir a los que le rodean y aman.
Las personas son buenas por naturaleza, esto contrasta con la opinión de algunos criminólogos y expertos en psicología forense, con la opinión de algunos médicos y con la de algunos psiquiatras biológicos.
Cualquiera que se asome con humildad a la vida, en su sentido más amplio, de una persona, un niño, adolescente o joven rebelde, antisocial (por sus actos) puede descubrir que una trayectoria vital, una biografía le ha llevado hasta allí. También, en otro polo, está la anomia social, y la falta de normas y leyes por parte de los padres de tal manera que los chavales se erigen en emperadores que marcan las normas y hacen lo que les dan la gana. Encima suelen reirle las gracias. Conocí a una familia en el que el padre estaba absorbido, anulado y sin voz ni voto, cada vez que hablaba la madre y el hijo se reían, el padre no tenía ningún hándicap, quizá el no haberse metido tan de lleno en la educación de su hijo como su madre y no hacer un ejercicio de compadreo con el niño, estaba fagocitado y humillado, no existía la ley paterna. La madre le estaba haciendo un flaco favor al hijo que abusaba de las drogas y no estudiaba con 14 años. Hacía lo que le apetecía en el momento que quería y simplemente si no le daban dinero trapicheaba para obtener droga y dinero. El entorno en el que se desenvolvía este muchacho era de familias anómicas, de toxicómanos en muchos casos y de chavales mayores que él.
En el Centro de Educación e Internamiento por Medida Judicial de Juslibol, antes llamado "refor" y ubicado en un colegio de Valdefierro; ahora como un módulo de una cárcel se han logrado grandes cosas, por ejemplo aumentar la reinserción y dar una contención educativa, psicológica y psiquiátrica más especializada. Sin embargo los recortes educativos llegan a un lugar donde se trabaja con "material muy sensible" y esto dice mucho y muy poco bueno de los burócratas que han decidido realizar ese movimiento.
Decía y lo defiendo que el papel de un terapeuta o un educador es sacar el potencial de salud del niño, realizar una entrevista y observación, acompañamiento y trabajo de documentación para saber la situación de ese muchacho. Con frecuencia nos encontramos con problemas de relación, trastornos psiquiátricos en los padres, problemas socioeconómicos y otra suerte de impedimentos para un crecimiento armónico. Hay que decir por mi experiencia que estos educadores hacen un trabajo muy duro y muy valioso para levantar e informar la situación de desdicha de estos chavales, cuyos padres no siempre son lo colaboradores que desearíamos.
Pero si seguimos indagando encontramos en muchas personas con actos delictivos en sus carreras que tienen un profundo corazón, capacidades y recursos para salir de esa situación. Como decía Winnicott la tendencia antisocial es una señal de esperanza, ya que el niño aún cuenta con que le vayan a asistir por hacer algo malo, que alguien le vaya a tratar bien. De hecho durante la segunda guerra mundial Anna Freud, Winnicott, Bowlby y otros se encargaron de trabajar con estos desposeídos para entender las raíces de la delincuencia que situaron cercana a la negligencia familiar.
Un psicoterapeuta, un psiquiatra o un educador tienen que tratar de rescatar a la parte sana del joven y potenciar esos valores humanos, de forma que a pesar del sufrimiento que pase o haya pasado tenga un sostén emocional, una contención y un apoyo donde sentirse protegido y entendido. Estos son trabajos que desgastan sin lugar a dudas. Son luchas diarias, a veces contracorriente para rescatar a un niño de las raíces de la delincuencia. Garrido, un psicólogo valenciano ha escrito libros como "El síndrome del emperador", en el que viene a decir que hay un componente genético que es indiferente al trato con la madre y padre. En algún caso puede resultar más resistido el cambio, pero desde la Universidad y a través de la observación poco se puede saber de los cambios que un muchacho con tendencia antisocial puede realizar.

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