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Paz y Ciencia

viernes, 14 de enero de 2011

El Rendimiento Escolar: Un asunto divisivo.

[...] Proceder así no sería tan difícil si pudiéramos ser racionales al tratar con nuestro hijo, toda vez que el principio más básico ebn la búsqueda de justicia es conceder a la otra parte el beneficio de la duda. Pero las emociones intensas que en nosotros despierta el niño hacen que nos sintamos desgraciados si el pequeño actúa en contra de nuestros deseos. Esto nos duele tanto, que nuestra reacción emotiva nos impide creer que alguien que nos hace daño podría tener buenos motivos para ello. Para que las cosas resulten todavía más difíciles, estas mismas emociones -después de todo, fuimos nosotros quienes trajimos el hijo al mundo, le enseñamos todo lo que sabe, lo cuidamos día y noche -nos inducen a creer que ya conocemos sus motivos. Por lo tanto, no sentimos la necesidad de buscarlos cuidadosamente. He aquí una extraña paradoja: la fuerza misma del amor que nos inspira el hijo es lo que nos hace ser menos justos con él. Sólo cuando acompañemos las emociones y la empatía con la objetividad suficiente para ver las cosas desde la perspectiva del niño podremos descubrir sus verdaderos motivos, o él nos los revelará. Para esto debemos salir de nuestro marco de referencia -momentáneamente, a efectos de examen y descubrimiento- y entrar en el de nuestro hijo.
págs. 90-91. "No hay padres perfectos". Bruno Bettelheim. Ed. Crítica. Barcelona.
Viñeta clinica:
Unos padres tienen una hija que no había dado problemas significativos y se había mostrado cariñosa y había pasado por los ciclos vitales sin mostrar ningún signo patológico.
Sus padres se separan y el marido abandona la casa. Son padres que gustan mucho de la "buena literatura" y procuran instruirle y transmitirle el gusto por ese arte, ella no parece mostrar ningún interés en la literatura. Tras la separación la madre sigue insistiendo con la literatura pero la cuestión se empeora. La adolescente empieza a suspender hasta presentar todo suspensos. La madre pide ayuda a los profesores y finalmente a un terapeuta. Su objetivo es que la hija apruebe todo y coja gusto por las lecturas que tanto gustan al anterior matrimonio.
La hija parece echar en falta a su padre e inconscientemente "urde una treta" para que éste vuelva con ella, por otro lado, la madre también le echa en falta en la casa. La adolescente que está atravesando la pérdida de su condición de niña, en ese interregno de no definición de la identidad necesita a su padre y a su madre juntos, se siente muy triste y fantasea con la posibilidad de que vuelvan. La madre no se muestra tajante ante la imposibilidad de ese reencuentro.
La niña deja de estudiar y prestar todavía menos atención a la literatura porque quiere que su padre vuelva con ellas, se siente en falta de su padre y siente que esa es la mejor manera de que su padre vuelva para ayudarla.
La madre, por otro lado, centrada en sus problemas y la superficie del problema académico, algo muy importante para los dos padres, debido a su alto nivel de estudios, no ve las motivaciones de la niña. No se le ocurre y se resiste a pensar en que tal vez esté relacionado con la separación de su marido.
Ahora dirían que la niña-adolescente lo hace para llamar la atención pero esos movimientos y esos resultados académicos se deben a circunstancias que estaban latentes y ocultas incluso antes de la separación.
Otra vertiente importante para entender más globalmente la situación es que la adolescente no mostraba interés en la literatura porque sus padres se lo habían exigido y ella lo vivía como que sólo era valorada por sus logros. La adolescente se rebela y el punto crítico se da con la salida de la casa del padre que provoca un cisma en la psique de la adolescente que se ve desposeída de alguien que amaba y necesitaba profundamente. Por lo tanto intenta reconquistar a su padre procurando que este detecte que ella le necesita y que sus estudios van mal por la falta de su papá. Su madre con el trabajo terapéutico descubre en sus emociones y en la identificación con la niña, tras un ejercicio de empatía que ella está probablemente haciendo estos movimientos para pedir auxilio de alguna manera. Ella y el padre se reúnen para mostrarle su amor incondicional. Un trabajo difícil y arduo.
Hay que decir que dentro de estas novelas hay un alto componente que está reprimido. En los términos teóricos de Freud empleó para explicar la neurosis compulsiva, el deseo hostil e inconsciente de desafiar a los padres ha suplantado la tendencia erótica original, que el niño cree frustrada y rechazada por lo que le parecía la obcecada insistencia de los padres en el rendimiento. Pero una vez el temor inconsciente a no ser amado por los padres ha desaparecido ante el cambio de actitud de éstos -lo que demuestra que aceptan al niño tal como es- ya no es necesario reprimir el impulso erótico y sustituirlo por lo contrario, sino que dicho impulso puede imponerse abiertamente.

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