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Paz y Ciencia

lunes, 24 de enero de 2011

Vacío II

La sensación de vacío, tedio y futilidad la trabaja bien Donald Winnicott. Él considera que esa sensación de que algo terrible va a pasar, de que nada tiene significado, que no hay un propósito, que algo falta dentro del self es algo que se retrotrae a los primeros años de crianza, donde no hubo una facilidad para el desarrollo de la existencia, para la confianza en los cuidados maternos.
Se me ocurren varias cosas, una, la importancia del padre. Aunque generalmente es la madre la que resulta más importante en este tipo de patologías, la literatura, la observación y la experiencia lo transmiten así, aunque resulte engorroso decirlo.
Otra es la labor de Binswanger y Victor Frankl. El análisis existencial aportan algo más al trabajo terapéutico y al psicoanálisis. Victor Frankl dice que la responsabilidad mantenida de buscar un propósito en la vida es fundamental para seguir existiendo. Victor Frankl, o más bien sus cercanos desarrollaron test para valorar la falta de significado, en Estados Unidos el 60% los universitarios tienen esa sensación, mientras que en Europa, el 20% no encuentra sentido y consideran que es lo más importante para poder vivir. Otros consideran que es el poder y el dinero. Lo que le hizo pensar a Frankl que las premisas de  Alfred Adler eran dudosas.
Lo más importante de lo que quería decir es que el vacío, existencial, afectivo, etc. Es una experiencia íntima, una vivencia que se nota cuando se siente y que a veces se proyecta al terapeuta, sobre todo en encuadres analíticos donde "nada pasa". La sensación de vacío sólo se puede inferir por la dialéctica del dolor del paciente, por su biografía, por sus gestos y mímica, por sus ojos y lágrimas, por la sensación de falta y carencia, por el miedo y la inseguridad. Creo que ha sido un tema que se ha teorizado mucho y que sin embargo existen pocos relatos clínicos sobre el tema. El vacío es algo que debería trabajarse más en terapias de grupo, pero probablemente sería muy complicado porque cada sujeto tiene su propia percepción, interpretación y sensación íntima y vívida de vacío. Ese vacío acompaña la existencia anudándola y haciendo de la vida un lugar donde no merece la pena vivir. La creatividad, el amor, el trabajo, la amistad verdadera son pilares donde apoyarse para erigir una vida con sentido. Cuando el sentido se apaga se recurre a artificios que ensombrecen esa sensación y que anestesian el dolor, allí es donde los conductistas meten mano, con la moralidad de buenas y malas conductas.
El vacío es algo que debe ser trabajado con cuidado y sensibilidad, dejando que el paciente vaya pensando poco a poco y compartiendo esa vivencia casi inefable e indescriptible.

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