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Paz y Ciencia

jueves, 27 de enero de 2011

Superdotación o Trastorno Mental

La persona superdotada puede darse cuenta de que su infancia ha sido extraña, de que su presente es raro, puede haber sido tildada de alguno de esos "maravillosos" diagnósticos estigmatizantes a lo largo de ese proceso. Escribo esto desde la experiencia de una señora de la que he hablado aquí otras veces sucintamente.
Afortunadamente en Madrid tienen un sistema de atención en Psicoterapia mucho más preparado que en Zaragoza.
Son dos puntos los que quiero trabajar en este "post":
1. La superdotación como fuente de pesadumbre y todo el potencial que arrastra.
2. La conducción de la cura en función del paciente, sin técnicas ad hoc, esperando que sea el propio paciente el que demande.

Puesto que me interesa la naturaleza humana, sino que haría yo aquí, trabajando hasta las 10 (con este breve receso robado al café), el punto 1 remite a la vivencia de una mujer y su hija, la hija aprendió a leer sola y otras facetas que tienen que ver con la superdotación. Ahora no me gustaría explayarme en eso.
La madre, en un territorio difícil para apuntalar unos estudios realizó un trabajo académico encomiable que alternaba con el deporte de una manera armónica. Sin embargo desde chiquitita se siento "mala" y "rara". Ella comenta que fueron sus padres, fundamentalmente la madre, los que le transmitieron esa imagen de sí misma, cuestión sádica, tildada por una psicóloga de gran valor como "psicópata".

Se ha producido una experiencia emocional correctiva, donde antes había un diagnóstico que mermaba sus capacidades, y esto había sido internalizado por la mujer, nos encontramos con otra perspectiva. La de que su sufrimiento probablemente se debió a no ser reconocido en su identidad como una persona con superdotación. Es sabido que estas personas a veces no encajan en la vida común y corriente, les resultan aburridas las clases, la vida, la gente les parece extraña, tienen una aguda percepción y sensibilidad, etc.
Ella está esperanzada de este cambio de perspectiva. Esto le resignifica, le da su status de identidad y le le ayuda a entender una biografía dura y problemática.

2. Esta mujer, con una profunda herida narcisista, con micro y macrotraumas por las negligencias y abusos en su infancia y el no reconocimiento de su identidad fue desidentificada. Por lo que ella creció y ahora el vacío, la identidad difusa, la labilidad emocional, la sensibilidad y los correlatos sintomáticos que tanto atraen a los psiquiatras le dieron un nombre de un trastorno de personalidad por llevar una vida errática.
Ella siempre ha necesitado un grupo de pertenenencia y alguien que apuntale su identidad, cariño, amor... Vamos como todo el mundo, pero quizá con una cuota de necesidad que viene de la carencia la falla y el dolor.
Por estas cuestiones su tratamiento psicoterápico había sido más bien superficial, a nivel de conductas, de adaptarse al medio. Pero no se reparó en su propio hábitat interno y externo. Con el tiempo ha llegado a atraverse y sugerir al terapeuta la posibilidad de profundizar más en esos "recuerdos" que le atormentan y poder recuperar la memoria de lo que fue su infancia, cubierta por las lágrimas y el dolor. Esa amnesia disociativa, y aquí me gustaría citar el caso del célebre psicoanalista Guntrip que se analizó  con Winnicott por motivos parecidos, se puede resolver con una terapia más intensa y profunda. Esto nos enseña que quien marca los tiempos y lleva muchas veces el volante de la autocuración es el propio paciente, quien se abre cuando y como quiere para la "conducción" de la cura.

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