El fracaso de la mediación fantasmática desempeña un papel central en la formación de la potencialidad psicótica. M. Dayan (1991).
Pensando estaba en el efecto de trauma, que Piera Aulagnier menciona al hilo del télescopage [encaje] y Winnicott como miedo al derrumbe. Suele ser ese estado de perplejidad lo que acerca al sujeto a la psicosis, cuando no cabe un estado de “reverie” por parte de quien le presenta la realidad, de los representantes de ésta. El trauma aparece cuando sucede una ruptura biográfica, irrumpe el Otro en el discurso sin solución de continuidad. El sujeto de desestima, se desinviste, se desidentifica. Pensemos en el caso de los jóvenes reclutas que durante la mili, al perder el pelo, el nombre y convertir su vida en un número prestado al ejército expresaban por difusión de identidad un brote.
Cito: “Por ejemplo, en la carta 55 y en 1940 [1938] Freud señala que una de las condiciones para que haya psicosis sería que, antes de año y medio de vida, el niño padezca un abuso sexual o presencie “testimonios auditivos y visuales” que tendrían a los adultos por protagonistas y que exceden su capacidad receptiva. En la Conferencia 23 subraya que ciertas vivencias infantiles conllevan mayor efecto traumático si sobrevienen en períodos tempranos. En 1939 [1934-1938] señala que `las vivencias de los primeros cinco años cobran un influjo de comando sobre la vida a la que nada posterior contrariará´. ["El Sostén del Ser", Levin de Said]
Mucho se ha evolucionado desde entonces, el otro día hablando con una profesional me decía que al trabajar con un paciente de poquitos años de edad tenía que trabajar lo constitutivo del sujeto. He de decir que lo que constituye a un sujeto de 7 años, digamos, es todavía aquellos que le brindan cuidado y con quienes se identifica para forjar su personalidad. Por tanto existe una trama de fantasías que está mediando la maduración emocional del sujeto. Lo que el niño es, es genética. Y esto según la RAE es cromosomas, más ambiente. Bien es sabido que el componente definitivo es lo ambiental y de este modo el trabajo clásico con niños nos abre una nueva puerta, la de la profilaxis y la metabolización de esas dosis de realidad grosera. En esa faena, debemos convocar a la familia. Las maniobras que eludan la responsabilidad de atender a una criatura nos informarán del nivel de negación y no adaptación a la situación. Creo, como decía otro profesional, que esto pertenece más al mundo de la filosofía que de la praxis, en ese espacio intermedio entre lo técnico y lo filosófico está el psicoanálisis. Personalmente me inclino por este modelo del saber teórico-técnico desde una aproximación nada exclusiva. Y les animo a hacer lo propio porque como decía Winnicott en la dedicatoria de Realidad y Juego: “a mis pacientes que pagaron por enseñarme” y las más de las veces, lo que nos muestran difieren de las más sofisticadas palabras del psicoanalista de turno. Dejemos la poiesis científica como tal y acotémosla sabiendo el grado de utilidad. No obstante invito a tener un E.C.R.O. (esquema conceptual, referencial y operativo), aunque dicho cariñosamente en broma, los caminos del señor son inescrutables.
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