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Paz y Ciencia

miércoles, 11 de marzo de 2009

Resistencia

A veces la persona que se explora, invitada a curarse en un espacio analítico no pone las cosas fáciles. Existen muchos motivos, la mayor parte inconscientes, para boicotear un tratamiento. Estos "motivos" inconscientes fueron llamados resistencias. Ahora cabe una resistencia que vía racionalización se torna poderosa, me refiero a "la crisis". La presión social hace que las personas miren sus monederos y demoren estas inversiones, la práctica, quienes conservan el trabajo ahorran dinero.
Más resistencias, las propias de una persona que se rinde ante las circunstancias que le rodean. Otras manifestaciones externas de resistencia es la persona que habla pero no dice nada relevante de su mismidad, quedándose en aspectos superficiales. Como dice el texto de abajo, cuando más cerca estamos del núcleo del conflicto mayor es la resistencia (Freud). La resistencia es un concepto que tiene vigencia y la seguirá teniendo, es parte fundamental para entender este trabajo y explica porqué hay personas que no se "quieren" curar.
Les presentaré brevemente un caso que recuerdo: una persona cuya situación ambiental era francamente penosa, rindiéndose ante los pedidos y ataques de su pareja decide cortar relaciones con sus amistades, abandonar sus hobbies y dejarlo todo, incluído el tratamiento. Aquí la propia enfermedad está levantando firmes defensas, resistencias que prefieren conservar lo malo conocido antes que lo bueno por conocer. En este caso la argumentación giraba en un plano manifiesto en relación al dinero y los gastos que conllevaría tomar otra decisión. Hay personas que no lo ponen fácil, que parecen no querer curarse, no pensaríamos nunca desde el rol de profesionales que se trata de una persona que exactamente no se quiere curar sino que tiene firmes resistencias, es decir que está enferma. Y este es otro drama, el confundir la maldad con la enfermedad. Pero esto último es harina de otro costal.

Esto es lo que podemos decir sobre el concepto RESISTENCIA
Al.: Widerstand. Fr.: résistance. Ing.: resistance. It.: resistenza. Por.: resistência.
Durante la cura psicoanalítica, se denomina resistencia todo aquello que, en los actos y palabras del analizado, se opone al acceso de éste a su inconsciente. Por extensión, Freud habló de resistencia al psicoanálisis para designar una actitud de oposición a sus descubrimientos, por cuanto éstos revelaban los deseos inconscientes e Infligían al hombre una «vejación psicológica(1)». El concepto de resistencia fue precozmente introducido por Freud; puede decirse que ejerció un papel decisivo en la aparición del psicoanálisis. En efecto, Freud renunció a la hipnosis y a la sugestión sobre todo porque la resistencia masiva que oponían a estas técnicas algunos pacientes le parecía por una parte, legítima(2) y, por otra, imposible de vencer y de interpretar(3), cosa que el método psicoanalítico hace posible en la medida en que permite evidenciar progresivamente las resistencias, que se traducirán especialmente por las diferentes formas en que el paciente infringe la regla fundamental; en los Estudios sobre la histeria (Studien Über Hysterie, 1895) se encuentra una primera enumeración de diversos fenómenos clínicos, evidentes o discretos, de resistencia. La resistencia se descubrió como un obstáculo al esclarecimiento de los síntomas y a la progresión de la cura. «La resistencia constituye, en fin de cuentas, lo que impide el trabajo [terapéutico(4)]». Al principio Freud intentará vencer este obstáculo mediante la insistencia (fuerza de sentido opuesto a la resistencia) y la persuasión, antes de reconocer en él un medio de acceso a lo reprimido y al secreto de la neurosis; en efecto, en la resistencia y la represión se ven actuar las mismas fuerzas. En este sentido, como insiste Freud en sus escritos técnicos, todo el avance de la técnica analítica ha consistido en una apreciación más justa de la resistencia, es decir, del hecho clínico de que no basta comunicar a los pacientes el sentido de sus síntomas para que desaparezca la represión. Es sabido que Freud consideró siempre como características específicas de su técnica la interpretación de la resistencia y la de la transferencia. Es más, la transferencia debe considerarse en parte cómo una resistencia, en la medida en que reemplaza el recuerdo verbalizado por la repetición actuada; a esto debe añadirse que la resistencia utiliza la transferencia, pero no la constituye. Más difícil resulta destacar los puntos de vista de Freud acerca de la explicación del fenómeno de la resistencia. En los Estudios sobre la histeria, formula la siguiente hipótesis: los recuerdos pueden considerarse agrupados, según su grado de resistencia, en forma de capas concéntricas alrededor de un núcleo central patógeno; durante el tratamiento, cada vez que se pasa de un círculo a otro más cercano al núcleo, aumentará proporcionalmente la resistencia.
A partir de esta época, Freud considera la resistencia como una manifestación, inherente al tratamiento y a la rememoración que él exige, de la misma fuerza ejercida por el yo contra las representaciones penosas. Sin embargo, parece ver el origen último de la resistencia en una repulsión proveniente de lo reprimido como tal, en su dificultad en volverse consciente y, sobre todo, en ser plenamente aceptado por el sujeto. Hallamos, pues, aquí dos elementos de explicación: la resistencia viene regulada por su distancia respecto a lo reprimido; por otra parte, corresponde a una función defensiva. Esta ambigüedad persiste en los escritos técnicos. Pero, con la segunda tópica, se hace recaer el acento en el aspecto defensivo: defensa, como subrayan varios textos, ejercida por el yo. «El inconsciente, es decir, lo "reprimido", no opone ningún tipo de resistencia a los esfuerzos de la cura; de hecho, sólo tiende a vencer la presión que actúa sobre él y abrirse camino hacia la conciencia o hacia la descarga mediante la acción real. La resistencia durante la cura proviene de los mismos estratos y sistemas superiores de la vida psíquica que en su tiempo produjeron la represión». Este papel primordial de la defensa del yo Freud lo mantendrá hasta en uno de sus últimos escritos: «Los mecanismos de defensa contra los antiguos peligros retornan en la cura en forma de resistencias a la curación, lo cual es debido a que la misma curación es considerada por el yo como un nuevo peligro». Desde este punto de vista, el análisis de las resistencias no se diferencia del análisis de las defensas permanentes del yo, tal como se ponen de manifiesto en la situación analítica (Anna Freud). Ahora bien, Freud afirma explícitamente que la resistencia evidente del yo no basta para explicar las dificultades halladas en la progresión y terminación del trabajo analítico; el analista, en su experiencia, encuentra resistencias que no puede atribuir a alteraciones del yo. Al final de Inhibición, síntoma y angustia (Hemmung, Symptom und Angst, 1926), Freud distingue cinco formas de resistencia; tres de ellas se atribuyen al yo: la represión, la resistencia de transferencia y el beneficio secundario de la enfermedad, «que se basa en la integración del síntoma en el yo». Además, hay que considerar la resistencia del inconsciente o del ello y la del superyó. La primera hace técnicamente necesario el trabajo elaborativo (Durcharbeiten): es «[...] la fuerza de la compulsión a la repetición, atracción de los prototipos inconscientes sobre el proceso pulsional reprimido».
Finalmente, la resistencia del superyó deriva de la culpabilidad inconsciente y de la necesidad de castigo (véase: Reacción terapéutica negativa). Se trata de un intento de clasificación metapsicológica que no satisfacía a Freud, pero que tiene, por lo menos, el mérito de subrayar que siempre rehusó asimilar el fenómeno inter- e intrapersonal de la resistencia a los mecanismos de defensa inherentes a la estructura del yo. La pregunta: ¿Qué resiste?, sigue siendo para él problemática y queda sin responder(5). Más allá del yo «[...] que se aferra a sus contracatexis», es preciso reconocer, como obstáculo último al trabajo analítico, una resistencia radical, acerca de cuya naturaleza las hipótesis freudianas variaron, pero que de todos modos es irreductible a las operaciones defensivas (véase: Compulsión a la repetición). (1) Idea que se expresa a partir de 1896: «La hostilidad que me manifiestan y mi aislamiento bien podrían indicar que he descubierto las mayores verdades». Acerca de la «vejación», véase Una dificultad del psicoanálisis (Eine Schwierigkeit der Psychoanalyse, 1917). (2) «Cuando se gritaba a un enfermo que se mostraba rebelde: "¿qué hace usted?, se está usted contra-sugestionando", yo pensaba que aquello era entregarse manifiestamente a una injusticia y a una violencia. El hombre tenía ciertamente derecho a contra-sugestionarse, cuando se intentaba dominarlo por medio de sugestiones». (3) La técnica de sugestión «[...]no nos permite, por ejemplo, reconocer la resistencia que hace que el enfermo se aferre a su dolencia y, por consiguiente, luche contra su curación». (4) Véase la definición de la resistencia en La interpretación de los sueños (Die Traunuleutung, 1900): «Todo aquello que perturba la continuación del trabajo es una resistencia». (5) Puede consultarse la obra de E. Glover, Técnica del psicoanálisis (The Technique of Psycho-Analysis, 1955). El autor, tras efectuar un relevamiento metódico de las resistencias como manifestaciones, despertadas por el análisis, de las defensas permanentes del aparato mental, reconoce la existencia de un residuo: «Después de agotar la lista posible de las resistencias que podrían provenir del yo o del superyó, nos queda el hecho desnudo de que ante nosotros el individuo se entrega a una repetición ininterrumpida del mismo conjunto de representaciones [...]. Esperábamos que, al apartar las resistencias del yo y del superyó, provocaríamos algo así como una liberación automática de presión y que otra manifestación de defensa se apresuraría a ligar esta energía liberada, como sucede en los síntomas transitorios. Pero, en lugar de ello, parece como si hubiéramos fustigado la compulsión a la repetición y el ello hubiera aprovechado la debilitación de las defensas del yo para ejercer una atracción creciente sobre las representaciones preconscientes».

2 comentarios:

Yasser Medina S. dijo...

Me parece una excelente forma, sobretodo práctica de exponer un tema de por sí complicado. Me ha servido de mucha ayuda.

Anónimo dijo...

Todo lo q dice esta publicaciòn se encuentra el diccionario de Psicoanalisis de laplanche-pontalis. Pàgina 384.......