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martes, 18 de febrero de 2025

Existencialismo y Bienestar

 


Ig: @psicoletrazaragoza

Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo. Zaragoza. Psicoterapeuta.



Si alguna vez te has preguntado cuál es el sentido de la vida o has sentido esa angustia existencial que aparece cuando te das cuenta de que no existen respuestas definitivas, entonces ya has tenido tu primer encuentro con el existencialismo.

Esta corriente filosófica sigue más vigente que nunca en esta era de incertidumbre, hiperconectividad y crisis de identidad. Buscamos propósito, autenticidad y dar un sentido a nuestras vidas, y el existencialismo nos ofrece las claves para conseguirlo.

¿Qué es el existencialismo y por qué sigue estando de plena actualidad? Esta es la respuesta de los filósofos

El existencialismo vuelve a estar de moda y su resurgimiento no pilla por sorpresa a los expertos. Este movimiento filosófico resuena con fuerza en el siglo XXI. En un mundo hiperconectado, la búsqueda de significado y la necesidad de autenticidad lo mantienen más vigente que nunca.

Crisis existencial

El existencialismo nos invita a desafiar las ideas tradicionales sobre la libertad y la identidad.

iStock

Si alguna vez te has preguntado cuál es el sentido de la vida o has sentido esa angustia existencial que aparece cuando te das cuenta de que no existen respuestas definitivas, entonces ya has tenido tu primer encuentro con el existencialismo.

Esta corriente filosófica sigue más vigente que nunca en esta era de incertidumbre, hiperconectividad y crisis de identidad. Buscamos propósito, autenticidad y dar un sentido a nuestras vidas, y el existencialismo nos ofrece las claves para conseguirlo.

Y es que, lejos de ser un conjunto de teorías abstractas, el existencialismo nos enfrenta a cuestiones profundamente humanas: ¿Qué nos define? ¿Somos libres realmente? ¿Cómo afrontamos la angustia de no tener respuestas absolutas?

Estos interrogantes atraviesan nuestras vidas, siguen inspirando y, lo más importante, hacen mella en nuestras propias crisis personales.

Primero, lo básico: ¿qué es el existencialismo?

Si vamos a unirnos a la corriente filosófica y literaria más relevante de finales del siglo XIX, tenemos que entender de qué estamos hablando. El existencialismo es una corriente filosófica y literaria que pone en el centro de su reflexión la existencia individual, la libertad y la responsabilidad personal.

Los pensadores existencialistas sostienen que no nacemos con un propósito predefinido: somos nosotros, a través de nuestras elecciones y acciones, quienes damos forma a nuestra identidad y destino.

Jean-Paul Sartre, una de las figuras más conocidas del existencialismo, decía que “La existencia precede a la esencia”, resumiendo a la perfección lo que viene a decirnos este movimiento filosófico. Primero existimos, y luego, nos definimos por medio de nuestras decisiones. En otras palabras, no hay un manual de instrucciones que pueda decirnos cómo vivir; somos responsables de construir nuestro propio camino.

Libertad, angustia y autenticidad

La trinidad del existencialismo, si es que podemos llamarla así, se configura con estos tres grandes conceptos: libertad, angustia y autenticidad. Si las comprendes, estarás un paso más cerca de poder vivir según los principios del existencialismo. Vamos a repasarlas.

  • La libertad y la responsabilidad. Somos completamente libres para elegir nuestro rumbo, pero con esa libertad viene también la responsabilidad de afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. No podemos echarle la culpa al destino o a la sociedad. Somos autores de nuestra historia.
  • La angustia y el absurdo. Esta libertad radical que defiende el existencialismo es, al mismo tiempo, la causa de la angustia.Porque por ella nos enfrentamos a un mundo sin respuestas definitivas. La vida no tiene un significado preestablecido, y a veces nos encontramos cara a cara con el absurdo: la sensación de que nada tiene sentido si no lo construimos nosotros mismos.
  • La autenticidad. Para los existencialistas, el gran reto es vivir de manera auténtica, sin dejarnos llevar por lo que otros esperan de nosotros.Esto implica asumir nuestra libertad y actuar conforme a nuestros valores, en lugar de seguir normas impuestas sin cuestionarlas.Y es que, lejos de ser un conjunto de teorías abstractas, el existencialismo nos enfrenta a cuestiones profundamente humanas: ¿Qué nos define? ¿Somos libres realmente? ¿Cómo afrontamos la angustia de no tener respuestas absolutas?
  • El existencialismo en auge

    Lo cierto es que el existencialismo nació en un mundo marcado por guerras y crisis, pero sus preguntas siguen siendo igual de válidas en pleno siglo XXI. En un mundo hiperconectado, donde las redes sociales dictan cómo debemos vivir y las opciones parecen infinitas, la angustia existencial no ha desaparecido. Al contrario, parece haberse intensificado.

    Muchas de las inquietudes actuales tienen un claro eco existencialista. ¿Cómo podemos encontrar sentido en un mundo sumido en el caos? ¿Cómo podemos vivir de forma auténtica en una sociedad que nos empuja a encajar en moldes predefinidos?

    Filósofos como Simone de Beauvoir también abrieron puertas a debates sobre identidad y autonomía personal a través del existencialismo, especialmente en la lucha por la igualdad de género, que siguen teniendo vigencia en nuestro contexto. Su obra, El segundo sexo sigue siendo una lectura obligatoria en el feminismo.

    Incluso en la cultura popular, podemos encontrar trazas de existencialismo. Películas como Mátrix, El show de Truman o Soul nos llevan al quid del existencialismo de forma directa, planteándonos preguntas sobre la libertad, la identidad y la búsqueda de sentido- Y si alguna vez te has identificado con los dilemas de personajes como BoJack Horsman o Rick, de Rick y Morty, has estado profundizando directamente en las diatribas existencialistas.

  • ¿Qué es el existencialismo y por qué sigue estando de plena actualidad? Esta es la respuesta de los filósofos

    El existencialismo vuelve a estar de moda y su resurgimiento no pilla por sorpresa a los expertos. Este movimiento filosófico resuena con fuerza en el siglo XXI. En un mundo hiperconectado, la búsqueda de significado y la necesidad de autenticidad lo mantienen más vigente que nunca.

    Crisis existencial

    El existencialismo nos invita a desafiar las ideas tradicionales sobre la libertad y la identidad.

    iStock

    Si alguna vez te has preguntado cuál es el sentido de la vida o has sentido esa angustia existencial que aparece cuando te das cuenta de que no existen respuestas definitivas, entonces ya has tenido tu primer encuentro con el existencialismo.

    Esta corriente filosófica sigue más vigente que nunca en esta era de incertidumbre, hiperconectividad y crisis de identidad. Buscamos propósito, autenticidad y dar un sentido a nuestras vidas, y el existencialismo nos ofrece las claves para conseguirlo.

    Y es que, lejos de ser un conjunto de teorías abstractas, el existencialismo nos enfrenta a cuestiones profundamente humanas: ¿Qué nos define? ¿Somos libres realmente? ¿Cómo afrontamos la angustia de no tener respuestas absolutas?

    Estos interrogantes atraviesan nuestras vidas, siguen inspirando y, lo más importante, hacen mella en nuestras propias crisis personales.

    Primero, lo básico: ¿qué es el existencialismo?

    Si vamos a unirnos a la corriente filosófica y literaria más relevante de finales del siglo XIX, tenemos que entender de qué estamos hablando. El existencialismo es una corriente filosófica y literaria que pone en el centro de su reflexión la existencia individual, la libertad y la responsabilidad personal.

    Los pensadores existencialistas sostienen que no nacemos con un propósito predefinido: somos nosotros, a través de nuestras elecciones y acciones, quienes damos forma a nuestra identidad y destino.

    Jean-Paul Sartre, una de las figuras más conocidas del existencialismo, decía que “La existencia precede a la esencia”, resumiendo a la perfección lo que viene a decirnos este movimiento filosófico. Primero existimos, y luego, nos definimos por medio de nuestras decisiones. En otras palabras, no hay un manual de instrucciones que pueda decirnos cómo vivir; somos responsables de construir nuestro propio camino.

    La trinidad del existencialismo, si es que podemos llamarla así, se configura con estos tres grandes conceptos: libertad, angustia y autenticidad. Si las comprendes, estarás un paso más cerca de poder vivir según los principios del existencialismo. Vamos a repasarlas.

    • La libertad y la responsabilidad. Somos completamente libres para elegir nuestro rumbo, pero con esa libertad viene también la responsabilidad de afrontar las consecuencias de nuestras decisiones. No podemos echarle la culpa al destino o a la sociedad. Somos autores de nuestra historia.
    • La angustia y el absurdo. Esta libertad radical que defiende el existencialismo es, al mismo tiempo, la causa de la angustia.Porque por ella nos enfrentamos a un mundo sin respuestas definitivas. La vida no tiene un significado preestablecido, y a veces nos encontramos cara a cara con el absurdo: la sensación de que nada tiene sentido si no lo construimos nosotros mismos.
    • La autenticidad. Para los existencialistas, el gran reto es vivir de manera auténtica, sin dejarnos llevar por lo que otros esperan de nosotros.Esto implica asumir nuestra libertad y actuar conforme a nuestros valores, en lugar de seguir normas impuestas sin cuestionarlas.

    El existencialismo en auge

    Lo cierto es que el existencialismo nació en un mundo marcado por guerras y crisis, pero sus preguntas siguen siendo igual de válidas en pleno siglo XXI. En un mundo hiperconectado, donde las redes sociales dictan cómo debemos vivir y las opciones parecen infinitas, la angustia existencial no ha desaparecido. Al contrario, parece haberse intensificado.

    Muchas de las inquietudes actuales tienen un claro eco existencialista. ¿Cómo podemos encontrar sentido en un mundo sumido en el caos? ¿Cómo podemos vivir de forma auténtica en una sociedad que nos empuja a encajar en moldes predefinidos?

    Filósofos como Simone de Beauvoir también abrieron puertas a debates sobre identidad y autonomía personal a través del existencialismo, especialmente en la lucha por la igualdad de género, que siguen teniendo vigencia en nuestro contexto. Su obra, El segundo sexo sigue siendo una lectura obligatoria en el feminismo.

    Incluso en la cultura popular, podemos encontrar trazas de existencialismo. Películas como Mátrix, El show de Truman o Soul nos llevan al quid del existencialismo de forma directa, planteándonos preguntas sobre la libertad, la identidad y la búsqueda de sentido- Y si alguna vez te has identificado con los dilemas de personajes como BoJack Horsman o Rick, de Rick y Morty, has estado profundizando directamente en las diatribas existencialistas.

    Pasemos a la práctica: ¿en qué puede ayudarnos el existencialismo?

    Si el existencialismo tiene algo que enseñarnos, es que la vida no trae un manual de instrucciones. Pero esto no significa que estemos condenados al caos. Al contrario, nos da la oportunidad de asumir nuestra libertad personal y de vivir con autenticidad.

    No hay respuestas fáciles en esta corriente filosóficas, pero quizá la clave esté en abrazar la incertidumbre en lugar de temerla. Como diría Albert Camus, otro gran pensador de esta rama de la filosofía, “la felicidad y el absurdo son hijos de la misma tierra”. Tal vez no podamos encontrar un sentido universal a la existencia, pero podemos crear el nuestro propio. Y eso, en sí mismo, es razón suficiente para seguir adelante.

Estos interrogantes atraviesan nuestras vidas, siguen inspirando y, lo más importante, hacen mella en nuestras propias crisis personales.


viernes, 17 de enero de 2025

Amor congelado

 



Ig: @psicoletrazaragoza

Rodrigo Córdoba. España. Zaragoza.


Todo el año es invierno junto a ti,

Rey Midas de la nieve.

Huyó la golondrina escondida

en el pelo.

La lengua no produjo más ríos

atravesando catedrales ni eucaliptos

en las torres.

Huyó por la rendija la ola azul

en cuyo centro se mecía la paloma.


El cielo blanco bajó para ahogar

a los árboles.

El lecho es el glaciar que devora

los sueños.

Surgió el puñal de hielo

para cercenar minuciosamente

la pequeña belleza que defiendo.


El sol se aleja cada día más

de mi órbita.

Sólo hay invierno junto a ti,

amigo.

-Elena Garro

miércoles, 15 de enero de 2025

Poema. Thich Nhat Hanh



Ig: @psicoletrazaragoza


Por favor disfruten de este poema de Thich Nhat Hanh, publicado en el libro 'Call Me By My True Names'

Las buenas noticias

Ellos no publican
Las buenas noticias.
Se publica la buena noticia
por nosotros.
Tenemos una edición especial cada momento,
y necesitamos que lo leas.
La buena noticia es que estás vivo,
y el árbol de tilo sigue ahí,
Mantenerse firmes en el duro invierno.
La buena noticia es que tienes unos ojos maravillosos
tocar el cielo azul.
La buena noticia es que tu hijo está ahí delante de ti,
y tus brazos están disponibles:
Abrazarse es posible.
Solo imprimen lo que está mal.
Mira cada una de nuestras ediciones especiales.
Siempre ofrecemos las cosas que no están mal.
Queremos que usted se beneficie de ellos
y ayudar a protegerlos.
El diente de león está allí, junto a la acera,
sonriendo su maravillosa sonrisa,
Cantando la canción de la eternidad.
¡Escucha! Tienes oídos que pueden oírlo.
Inclina la cabeza.
Escuchalo.
Dejar atrás el mundo de tristeza
y la preocupación
y ser libre.
Las últimas buenas noticias
es que puedes hacerlo. 

sábado, 20 de enero de 2024

Psiquiatras

 




Se va filtrando despacio en todo lo que vemos, 

en todo lo que hacemos. 

La vida adquiere, poco a poco, insidiosamente, un filtro.

Las nubes vienen hinchadas, con las tripas doloridas, 

y cuando cae la lluvia,

no conseguimos ver si va a parar algún día. 

 

Un sentimiento recorre nuestras vidas:

no es ansiedad, 

no es depresión, 

no es euforia ni inquietud. 

Es, simplemente, que estamos mal. 

 

La sociedad en la que vivimos habla, cada día, sobre salud mental; 

los conceptos son tantos que se entremezclan, 

surgen y desaparecen según se publican estudios o se desestiman investigaciones. 

Desesperanza, cansancio, estrés, preocupación, dificultad para vislumbrar el final de un sentimiento…

 

Todo este malestar tiene mucho que ver con la incapacidad de imaginar un futuro que sea realizable; 

el mundo está, casi literalmente, en llamas, 

y cada vez hay menos gente que tenga claro lo que va a ocurrir mañana. 

La esperanza para un futuro mejor se desvanece; 

lo que vendrá será siempre peor que lo que ya pasó. 

 

Ante esto, la primera respuesta de nuestra sociedad ha sido la psiquiatrización de este malestar, gracias a una miríada de técnicas terapéuticas, fármacos, disciplinas o maneras esotéricas de tratar. 

Otra opción muy difundida es la de la negación del sufrimiento individual, asociada a la llamada a la politización como respuesta única posible. 

 

Ahora. 

¿Son estas las dos únicas opciones que existen?

El problema es infinitamente complejo; ¿cuáles son sus raíces?

¿Salir de esta situación es posible? ¿Pasa por una atención individualizada o por intervenciones sociales a gran escala?

¿Qué papel juega la salud mental de cada uno, y, por tanto, de todos en general?


jueves, 12 de octubre de 2023

NO-COSAS BYUNG-CHUL

 22 citas de No-cosas, de Byung-Chul Han


Muy en su línea de filósofo-cenizo, Byung-Chul Han nos muestra el vaso casi vacío: la información lo ocupa todo y, al tiempo, desnaturaliza la vida. ¿No te queda claro? 

Los impulsos de información son todo menos polos de reposo de la vida. No es posible detenerse en la información.

El «Dasein» (el término ontológico para el hombre) accede al mundo circundante por medio de las manos. Su mundo es una esfera de cosas. Pero hoy se habla de una infoesfera. Hoy estamos en una infoesfera. No manejamos las cosas que, pasivas, tenemos delante, sino que nos comunicamos e interactuamos con infómatas, los cuales actúan y reaccionan como actores. El ser humano ya no es un «Dasein», sino un «inforg» que se comunica e intercambia información.

La cama inteligente con varios sensores lleva a cabo una monitorización continua aun durante el sueño. La monitorización se introduce cada vez más en la vida cotidiana en forma de «convenience». Los infómatas, que nos ahorran mucho trabajo, resultan ser eficientes informantes, que nos vigilan y controlan. De ese modo permanecemos confinados en la infoesfera.

El rápido aumento de la entropía informativa, es decir, del caos informativo, nos sumerge en una sociedad posfáctica. Se ha nivelado la distinción entre lo verdadero y lo falso. La información circula ahora, sin referencia alguna a la realidad, en un espacio hiperreal.

Hoy corremos detrás de la información sin alcanzar un saber.

La dominación perfecta es aquella en la que todos los humanos solamente jueguen. Juvenal caracterizó con la expresión «panem et circenses» aquella sociedad romana en la que ya no era posible la acción política. La gente se calla con comida gratis y juegos espectaculares. Renta básica y juegos de ordenador serían la versión moderna de «panem et circenses».

Hoy la identidad la determina principalmente la información. Nos producimos a nosotros mismos en los medios sociales. La expresión francesa «se produire» significa ponerse en escena. Nos escenificamos a nosotros mismos. Representamos nuestra identidad.

El smartphone refuerza así el egocentrismo. Al tocar su pantalla, someto el mundo a mis necesidades. El mundo parece estar digitalmente a mi entera disposición. […] El tacto del dedo índice hace que todo sea consumible.

Percibimos la realidad a través de la pantalla. La ventana digital diluye la realidad en información, que luego registramos. No hay contacto con cosas. Se las priva de su presencia. Ya no percibimos los latidos materiales de la realidad. La percepción se torna luz incorpórea. El smartphone irrealiza el mundo.

Plataformas como Facebook o Google son los nuevos señores feudales. Incansables, labramos sus tierras y producimos datos valiosos, de los que ellos luego sacan provecho.

La posibilidad del posterior procesamiento digital debilita el vínculo con el objeto. Hace imposible el fervor por la realidad. Separada del objeto, la fotografía se torna autorreferencial. La inteligencia artificial genera una nueva realidad ampliada que no existe, una hiperrealidad que ya no guarda ninguna correspondencia con la realidad, con el objeto real. La fotografía digital es hiperreal.

El big data sugiere un conocimiento absoluto. Las cosas revelan sus correlaciones secretas. Todo se vuelve calculable, predecible y controlable. Se anuncia toda una nueva era del saber. […] Según la lógica de Hegel, la correlación representa la forma más baja de saber.

La inteligencia artificial es incapaz de pensar, porque es incapaz de «faire l’idiot». Es demasiado inteligente para ser un idiota.

La consecuencia de la marea de objetos digitales, en particular, es una pérdida del mundo. La pantalla es muy pobre en mundo y realidad. Sin nada enfrente, sin un tú, solo damos vueltas alrededor de nosotros mismos.

La realidad como información pertenece al orden del «to like», no del «to love». El «me gusta» inunda el mundo. La negatividad de lo otro es inherente a toda experiencia intensa. La positividad del like transforma el mundo en un infierno de lo igual.

Heidegger diría: la inteligencia artificial no piensa, porque no tiene manos. [..] La mano de Heidegger defiende decididamente el orden terreno frente al digital. Digital deriva de digitus, que significa «dedo». Con los dedos contamos y calculamos. Son numéricos, es decir, digitales. Heidegger distingue explícitamente la mano de los dedos.

Nos encaminamos hacia una era trans y poshumana en la que la vida humana será un puro intercambio de información. El hombre se deshace de su ser condicionado, de su facticidad, que, sin embargo, lo hace ser precisamente lo que es. El hombre procede del humus, esto es, de la tierra. La digitalización es un paso consecuente en el camino hacia la anulación de lo humano. Es probable que el futuro humano se halle preestablecido: el hombre se anula para hacerse absoluto.

Nadie escucha. Cada individuo se produce a sí mismo. El silencio no produce nada. Por eso, el capitalismo no ama el silencio. El capitalismo de la información produce la compulsión de la comunicación.

El silencio es ajeno a la información. Contradice su naturaleza. La información silenciosa es un oxímoron. La información nos roba el silencio imponiéndosenos y reclamando nuestra atención. El silencio es un fenómeno de la atención. Una atención profunda solo produce silencio. Pero la información tritura la atención.

Es preciso distinguir dos formas de potencia. La potencia positiva consiste en hacer algo. La negativa es la disposición a no hacer nada. Pero no es idéntica a la incapacidad de hacer algo. No es una negación de la potencia positiva, sino una potencia independiente. Permite que el espíritu permanezca en calma contemplativa, es decir, preste una atención profunda. Sin esta potencia negativa, caemos en la hiperactividad destructiva. Nos hundimos en el ruido. El fortalecimiento de la potencia negativa por sí solo puede restablecer el silencio. Sin embargo, la compulsión imperante de comunicación, que resulta ser una compulsión de producir, destruye deliberadamente la potencia negativa.

Ahora las cosas están casi muertas. No se utilizan, sino que se consumen. Solo el uso prolongado da un alma a las cosas.

Como cazadores de información, nos volvemos ciegos ante las cosas silenciosas y discretas.