miércoles, 26 de diciembre de 2018
Nuestra inevitable oscuridad
Todos, y eso incluye a terapeutas y pacientes, están destinados a experimentar tanto las alegrías de la vida como su inevitable oscuridad: desilusiones, envejecimiento, enfermedad, aislamiento, pérdida, falta de sentido, elecciones dolorosas y muerte.
Nadie plantea las cosas con más crudeza y más sombríamente que el filósofo alemán Arthur Schopenhauer:
"En la temprana juventud, al contemplar la vida que tenemos por delante, somos como niños en un teatro antes de que el telón se levante, sentados allí en la oscuridad, entusiasmados y ansiosos, esperando que la obra comience. Es una bendición que no sepamos lo que va a suceder en realidad. De poder preverlo, habría veces en que los niños parecerían prisioneros condenados, no a la muerte, sino a la vida, y hasta ese momento totalmente inconscientes de lo que la sentencia significa".
O también:
"Todos somos como corderos en medio del campo, jugueteando bajo la mirada del carnicero, que escoge a uno y luego a otro como víctima. Así es como en nuestros buenos tiempos ignoramos el mal que el destino puede tenernos reservado para el futuro: enfermedades, pobreza, mutilaciones, pérdida de la vista o de la razón".
Rodrigo Córdoba Sanz. Psicólogo y Psicoterapeuta. Zaragoza. Zona Centro.
Página Web Rodrigo Córdoba Sanz
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