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Paz y Ciencia

viernes, 14 de julio de 2017

Cómo pueden hacerte creer que eres un estúpido



Hace 10 años aproximadamente escribí sobre Jorge ("el hombre de las cumbres).
Jorge vivía en lo que ahora llama un "agujero". Un lugar apartado del Pirineo, muy apartado...
Tan apartado que se marchó de la Vida y se centró en un negocio que él creo, un genial emprendedor, una estupenda persona, brillante, cálida y oscura, reservada e inaccesible en el plano físico y de los sentimientos. Eso es lo que parece.

No se trata de una cuestión "congénita", si me permiten la broma. Jorge, una de las personas más cercanas en mi vida, un apoyo constante, un "siempre estaré ahí". Es una de esas personas que sin hablar se siente, juntos, en un compás musical, a veces tan cercano que reverbera una intensidad sustentada en la confianza y la empatía que se llega a experimentar un intensidad emocional inexplicable.

Trataré de explicar el extraño caso de Jorge Samsa. Éramos vecinos, luego, tal vez no, en su ir y venir por las Tierras de nuestro amado Alto Aragón. Antes fuimos compañeros de Universidad, si me permiten el dato, tal vez negligente, aprobé un examen para un fantástico amigo, curioso funcionamiento el de la Universidad, tan lejano, mecánico y, precisamente, el gran contraste, el antagonismo a la comunidad de Jorge lo hubiera hecho por todos, él era un pegamento especial en el grupo de adolescentes alocados, volcados por músicas estridentes, de un género u otro, casi siempre reivindicativas, a Jorge eso le gustaba mucho, creo que una de las cosas que tenemos en común es que no nos gusta cómo es el mundo, tal vez alienante, con demasiado dolor como para que pase desapercibido. Por esto, supongo, elegí la profesión de psicólogo.

Jorge, de otro modo, también quería cambiar el mundo, lo que parece una "sintomatología" del adolescente, el joven o el Peter Pan. Se inclinó por ayudar a la gente de otro modo, desde los entresijos del sistema. (Disculpen, tengo que fumarme un cigarro en la terraza). Ya está, una agresión a mi salud... Quizá es un efecto de aquella época en la que somos tan ingenuos que no sabíamos que fumar 10 cigarros te conduce a una adicción fantástica para el Estado y la Industria Tabaquera, y te convierte en un estúpido...

Pensar en Jorge es difícil, entenderlo es más difícil que sentirlo, el intelecto siempre es más torpe que las emociones, por eso tenemos un hemisferio derecho más capaz y agudo que el de las matemáticas (el izquierdo, claro).

Hasta hace poco de no tener demasiado contacto físico ("a pesar de todo sigo siendo heterosexual", reza una estribillo de esos grupos "sinsentatos" de aquella época). Bien, la relación transcurría albergando momentos de gran valor, en donde apenas podía acceder a saber qué pensaba.
Se conjugaron dos factores, uno, su regreso a nuestra ciudad natal y, dos, quedar con más frecuencia para ver fútbol, mundano placer que también hemos compartido, incluso la inclinación por nuestro equipo.

Hubo un extremo punto de inflexión en nuestra vida, coincidió con el paso a la madurez, la crisis de identidad y un dolor reprimido durante años por las vivencias, el transcurrir de nuestras vidas interrumpió su flujo, su fluir. Sentimos un profundo dolor, agudo, punzante e imposible de manejar, de entender que, sea como fuere, de una manera u otra, estábamos verdaderamente jodidos, nuestros corazones se apagaban, la esperanza, la fuerza, la energía, el "sentido de la vida", el camino correcto (si es que lo hay, que lo dudo).

[Sé, ahora, por mi trabajo personal y profesional que sólo puedes entender a una persona desde dentro, desde su mundo interno, desde sus vivencias, desde su modo de ver el mundo, el cómo construye la realidad y su porqué, podría seguir enamorando, el Alma, la Psique, el Cerebro es algo inaccesible desde los manuales desde la Facultad de Medicina y la Facultad de Psicología, ser psicólogo y psicoterapeuta No es una escucha pasiva, para mí es un reverberar junto con el consultante, con el cliente, que dijo Carl Rogers, en español suena a Supermercado].

Después de la divagación voy a tratar de ordenar la dificultad, muy extrema, que supone ir exponer como entendiendo a Jorge, seguro que me equivoco. Por aportar un dato objetivo diré que, en este tiempo separados, en su "agujero", recóndito lugar que se convirtió en un refugio y luego en una prisión, tal y como me dijo muy recientemente, empezó a estudiar ciencias esotéricas, historia, religiones y todo aquello que se le pasaba por la cabeza, la máquina se convirtió en otra cosa, absorber y curiosear, no se quedó allí, le dio un valor a su vida, más allá de su trabajo, muy exigente y su aislamiento, él es solitario, obvio, pero llega un momento en el que la soledad es una prisión.

Siempre pienso en él, la verdad es que es un poco inaccesible por sus viajes constantes, se ha reinventado, está construyendo sobre las ruinas, esto me pasó a mí hace mucho mucho mucho tiempo. Por eso sé un poquito de qué se trata. Existe un espacio espiritual que nos mantiene ligados, nada esotérico especialmente, creo que es que nos amamos, sabemos que podemos contar el uno con el otro.
Lo que más me duele es que no se siente entendido, su armazón para inaccesible, su conducta bizarra y su verbo parco y muy fino y acertado.

Lo quiero, tener un amigo así es algo fantástico, algo más, diríamos. Cuando nos vemos nos damos un beso, cuando nos despedimos un abrazo cálido, estos gestos representan mucho más de lo aparente, hay que estar dentro de ese mundo compartido para sentir y saber de qué se trata.

Desde aquí, este espacio que para él supuso un sostén a la soledad del, finalmente,
"agujero". Quiero decires que, ojalá haya sido capaz de transmitir, de compartir quién es Jorge, al que la vida, las personas su carácter, la suerte, me parece, que le han hecho pensar que es un estúpido.
Le diría, no lo somos, pero sería una impostura. Salud.

Besos a tod@s.

Jorge, gracias por todo lo que me has dado.

Rodrigo Córdoba Sanz.
Psicólogo (y amigo de Jorge, que eso es otro grado)








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