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Paz y Ciencia

jueves, 2 de abril de 2015

El don de la sensibilidad


Ser sensible no es una patología. Eso de la hipersensibilidad no se puede medir. Parece que hay una parte importante de la población, cerca del 50%, que es poco sensible o nada. El mundo gira en relación a las prisas, el tener, el dólar o el euro, el aparentar, el "valer", el tener títulos, el aglutinar éxitos espúreos, etc. El planeta, quizá si descartamos a Oriente en parte es así.
Tener un modo perceptivo, cognitivo y emocional distinto parece suponer necesariamente en áreas de la salud mental el estar enfermo. Esto, me refiero a la alta sensibilidad, bien canalizado, puede ser una inmensa virtud. Grandes artistas y científicos han sido dotados de una sensibilidad aguda que les hace más finos y precisos a la hora de detectar, buscar y crear. Por tanto es un privilegio.
Carl Gustav Jung era una persona altamente sensible. Él consiguió crear otro modo de psicoterapia, la psicología analítica, derivando del dogma ferudiano. Un genio pero tal vez no demasiado sensible con las mujeres y lo que son en esencia. Esa mujer coronando un falo es una conquista posterior. Las propias psicoanalistas se vieron fiscalizadas por la mirada de la sociedad victoriana y de los posfreudianos
Sensible es aquella persona que en lo sensorial y en lo cognitivo está dotada de una capacidad para "sentir". Las emociones negativas también se amplifican, por tanto, es verdad que controlar esta superdotación de sensibilidad puede resultar complicado. Recomiendo "El don de la sensibilidad" de Elaine Aron.

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