lunes, 7 de junio de 2010
Desde los afectos. Comentado por Rodrigo Córdoba.
Desde Los Afectos
¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo.
Que nadie establece normas salvo la vida.
Que la vida sin ciertas normas pierde forma.
Existe tiempo para todo, sólo hay que encontrar el momento preciso, nadie establece normas salvo las propias de un código ético que es la vida, para que el remanso de paz nos llegue a todos.
Que la forma no se pierde con abrirnos.
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.
Que no está prohibido amar.
Que también se puede odiar.
Que el odio y el amor son afectos.
Que la agresión porque sí, hiere mucho.
Que no nos diluimos por abrirnos, aunque se puede tener esa sensación subjetiva de perder el control o de diluirse entre la maraña de las palabras. Que abrirse no significa amar sin límites, que también se puede odiar y amar, son dos caras de una moneda que atesoramos y que nos lleva por el laberinto sentimental, ambos son afectos. La agresión duele necesariamente, siempre es injustificada, no hay agresión pertinente. Es mejor no hacer daño, aunque haya odio.
Que las heridas se cierran.
Que las puertas no deben cerrarse.
Que la mayor puerta es el afecto.
Que los afectos nos definen.
Que definirse no es remar contra la corriente.
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja.
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.
Que negar palabras implica abrir distancias.
Que encontrarse es muy hermoso.
Que lo que nos abre y conecta con la vida son los afectos, que ellos son un predicado del sujeto y por tanto nos definen, describen como somos, es nuestra carta de presentación y además nos ofrecen una imagen a través del otro de como somos. Definirse es un duro trayecto que dura gran parte de la vida, forma parte de una identidad sana y las dudas son problemas en el equilibrio. Negar la realidad supone abrir distancias, negar al otro implica abrir distancias.
Por otro lado, el conectar con el otro dejando que se acerque es hermoso.
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.
Que la vida parte del sexo.
Que el "por qué" de los niños tiene un por qué.
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad.
Que para saber todo de todos es curiosidad malsana.
Que nunca está de más agradecer.
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.
Que nadie quiere estar solo.
Que para no estar solo hay que dar.
Que para dar debimos recibir antes.
Que para que nos den también hay que saber como pedir.
Que saber pedir no es regalarse.
El sexo forma parte del amor y por tanto de la vida plena, que nacemos y vivimos por el sexo y el amor, que los niños preguntan por algo que desconocen, son exploradores de un mundo donde su curiosidad va más allá. Que no hace falta saber todo de todos. Hay puntos íntimos que se pueden conservar. Que la gratitud es una señal de salud que envuelve a un otro en un tejido de afecto compartido.
Que nadie quiere estar solo, el miedo a la soledad acecha aunque sea llevado con aplomo y aparente indolencia.
Que dar y recibir están yuxtapuestos, que pedir depende de algo que ofrecer, que saber pedir no es entregarse.
Que regalarse es en definitiva no quererse.
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos.
Que para que alguien sea hay que ayudarlo.
Que ayudar es poder alentar y apoyar.
Que adular no es ayudar.
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.
Que las cosas cara a cara son honestas.
Que nadie es honesto porque no roba.
Que el que roba no es ladrón por placer.
Que entregarse plenamente sin condiciones es no quererse, hay que conservar un amor propio, una intimidad y un cuidado prudente. Que para que nos quieran debemos abrirnos para que sepan quienes somos.
Que para que alguien pueda existir necesita de los otros. Que ayudar es poder sentirnos cerca, que adular es superficial, es grato pero no ayuda. Hay que entender y escuchar, ayudar a pensar. Adular es tan pernicioso como cerrar los ojos ante la realidad del otro. Que nadie es honesto porque no robe, es honesto por lo que representa para los otros y el que roba no lo es por placer, quizá sea una señal de esperanza, o un pedido de ayuda. No es por placer, tal vez también esté la necesidad material.
Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo.
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte.
Que se puede estar muerto en vida.
Que se siente con el cuerpo y la mente.
Que con los oídos se escucha.
Que cuesta ser sensible y no herirse.
Que herirse no es desangrarse.
Que para no ser heridos levantamos muros.
Que quien siembra muros no recoge nada.
Que casi todos somos albañiles de muros.
Que cuando no se realiza un acto con gusto y placer no se está viviendo, la creatividad nos permite transformarnos y hacer la vida más hermosa y apacible.
Que pensar en la vida supone pensar en su final.
Que se puede estar muerto en vida, sin felicidad, subjetivamente muerto, sin una ligazón con el mundo externo, con la realidad.
Que el psiquesoma forma parte del material sensible y espiritual con el que sentimos.
Que hay que escuchar con los oídos para poder entender.
Que cuesta ser sensible y no herirse por la forma de interpretar y acomodar los estímulos externos. Precisamente para no herirnos levantamos corazas, máscaras y falsas representaciones exteriores de nosotros mismos, que podemos llegar a creernos.
Todos construimos ciertas corazas, más o menos adaptativas.
Que sería mejor construir puentes.
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve.
Que volver no implica retroceder.
Que retroceder también puede ser avanzar.
Que no por mucho avanzar se amanece cerca del sol.
Sería mejor en lugar de las corazas, construir puentes de unión entre nosotros, conectar entre nosotros y tener espacios de intercambio plenos, ricos y auténticos. Allí se ve la orilla y permite la opción de regresar con paz. Volver no implica retroceder sino progresar, renunciar a los miedos y a los prejuicios propios o ajenos.
Que no por mucho avanzar estamos cerca del final, eso depende de todo lo que hayamos hecho antes y como lo hayamos realizado, el final siempre está lejos, como la felicidad, que es un proceso de búsqueda activo que dura toda la vida.
Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida.
(Mario Benedetti)
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