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Paz y Ciencia

viernes, 4 de diciembre de 2009

Las madres y sus hijos

Winnicott plantea que el hecho de ser madre es entrar en un repliegue parecido a una enfermedad esquizoide. La madre está pensando en su hijo, las fantasías de cómo será, a quién se parecerá y todo lo relacionado con la representación imaginaria de ese infans contribuyen a que se geste a través de la memoria, de la imaginación, de la fantasía y de la dedicación. Es bien sabido que un hijo hace feliz a los padres pero si la madre es primeriza es la angustia el factor predominante, el desconcierto y la sorpresa.
Al nacer el infans, según Winnicott se da una fusión en la que la madre-medio-ambiente brinda la posibilidad de instalarse con el bebé en una única estructura, ya que "eso que llaman infans no existe". Primero se dará el primer sorbo de leche que le ayudará a entrar en las relaciones objetales, relaciones humanas, relaciones en ese momento con objetos parciales, con el pecho. En función de la salud de la madre esos momentos serán más o menos tranquilos para la pareja madre-hijo.
El proceso que muestra Winnicott es de la creatividad, el que la madre esté allí para ir desilusionando al bebé porque el no crea el mundo sino que la madre le tiene que ayudar a crear lo dado, facilitando lo que hay en el mundo la madre progresivamente debe mostrar la realidad externa a su hijo que se irá desilusionando porque ese pecho no es creación suya. En ese momento tendrá sentimientos de preocupación y culpa por haber atacado al pecho y en torno a los 4 meses empezará a ver a la madre como un objeto total donde se han proyectado sentimientos hostiles y amorosos, dice Winnicott siguiendo a Klein.
La madre se identificará con su hijo y ese grado de empatía y de replegamiento como enfermedad normal llevará meses después del parto. La madre tendrá la fantasía de estar completa y la belleza está en que sólo ella sabrá la mejor manera de atender a su bebé si está sana. La experiencia de la maternidad es transformadora y juntos aprenderán a descubrir universos, el bebé el mundo externo y la madre el mundo interno del bebé. En ese camino de transacciones recorrerá la madre la experiencia de ser una madre suficientemente buena, que no es más que una madre devota común y corriente.

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