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Paz y Ciencia

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Amar como sueño

Se puede amar y dejar a un lado cualquier noción de adaptación a la realidad. El deseo, el anhelo y la necesidad se confabulan para ligarse a un objeto humano independientemente de lo que esa persona proporciona en la realidad empírica.
Se trata de relaciones asimétricas, donde una persona se entrega y la otra no, con dudas y con un afán de no compromiso. Se dice que los tres pivotes del amor son el compromiso, la intimidad y la lealtad. Es relevante ver como una vez más estos problemas de desamor se pueden entender desde el punto de vista del sujeto que ama y no se ve correspondido. En cómo sufre por no ver reciprocidad en sus actos de amor.
Es muy doloroso ya que hay una inversión en la relación de pareja que se vuelve tanto más grande cuanto más difícil es el objetivo de la conquista y el gozo por tener una relación estable.
Son personas, las desdichadas, que aman sin ser correspondidas. Esperando que su deseo se convierta en realidad, como una suerte de pensamiento mágico. Una vez, Javier Lacruz Navas dijo en uno de sus libros que recopila de artículos periodísticos: "El amor es una matemática lábil donde dos es igual a uno". El amor es más que la suma de los dos miembros de la pareja, se nutre de un espacio intersubjetivo, un "entre dos" que se construye a partir de las imagos que en esa relación depositan los miembros de la pareja.
Sufrir por no sentirse amado por alguien a quien amas es probablemente uno de los dolores más lacerantes que existen, esto convierte la autorrepresentación, probablemente algo difusa en cuanto la identidad, en un tormento que impulsa a la acción para revertir la situación que sitúa a la persona que ama en esa situación de no compromiso por la otra.
El sentido común, la familia, los amigos, invitan a disolver esa situación, pero hay un compromiso especial con esa misión, rescatar parte de lo que se ha perdido en el intento, la autoestima, parte del yo queda desprendido y fijado al objeto perdido en un duelo que cuesta reconocer. El resultado puede ser estar viviendo una relación de quimera, una relación imposible en el plano del ensueño, del sueño diurno, que distorsiona la realidad en beneficio de la propia identidad, inestable y con un autoconcepto dañino y punitivo.
El amor es cosa de dos y si uno se retira del compromiso el amor se muere, y con esta propuesta la persona que sigue amando también muere un poco, todas las ilusiones, proyectos y anhelos quedan rotos en una situación ambigua y no estructurada que le lleva a fantasear con situaciones más halagüeñas en un futuro, con la resolución del conflicto. Conflicto que en puridad no existe porque no hay relación, sólo en la imaginación de la persona que ama, que sueña con estar con esa persona y que finalmente le ame. Hay personas que no están capacitadas para amar o que no están preparadas en un determinado momento, hay otras que no pueden tolerar el no ser correspondidas, cuestionándose qué han hecho mal y entrando en un bucle obsesivo que evoca constantemente al objeto perdido o que está perdiéndose entre el ensoñamiento de tener una relación. Esto produce miedo ya que el despertar asusta y esto se intuye, por lo que es mejor mantener esa realidad desiderativa que mantiene a dos personas juntas aunque sea a un alto coste, el de la salud de una de ellas.

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