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Paz y Ciencia

martes, 15 de diciembre de 2009

Navidad

En estas fechas hay un revuelo en las calles, compromisos, reuniones y festividades.
La gente que tiene familia puede disfrutar de ver a los suyos y compartir el espacio de aquellos que se fueron. Esto es una forma de aniversario que puede ser doloroso en función del apoyo social y de cómo articule el sujeto la supuesta y obligada felicidad de estas fechas.
Hay gente a la que no le interesan las navidades, hay otros que se agarran a ellas con intensa esperanza para colmar a los suyos de regalos y platos sabrosos, sustitutos del amor.
Los que detestan la navidad se quejan con ardiente pasión y recuerdan año tras año el calvario de las navidades como un desastroso momento donde todos están aparentemente felices menos ellos.
Los encantados por la navidad disfrutan de la programación de TV, de los villancicos, de los regalos y sobre todo la compañía de los suyos. No se puede amar la navidad si no están los que amas.
Puede ser un tiempo de encuentro, de dejar a un lado conflictos familiares y gozar de momentos inolvidables pero no es así. Sólo en el ciertos recodos de la imago colectivo está suturado esta imagen de la realidad idealizada. Lo cierto es que se producen más descompensaciones personales, lo cierto es que hay peleas, la verdad es que la gente recuerda a "sus muertos" y que estas fechas en las que "debemos" estar felices convierten en el peor de las casos a la sociedad en un producto de la mercadotecnia que designa cuándo regalar, cuándo ser felices y qué hacer en estas fechas.
Así pues, la masa social se dirige a centros comerciales y pequeños comercios, compra lo que anuncia la televisión y se reune con la familia con el propósito de que las rencillas desaparezcan mágicamente por los efluvios de la navidad.
La navidad es un momento también para la alegría, el gozo de amar puede ser envolvente y atraer la felicidad. También puede ser un caldo de cultivo para la reflexión, la nostalgia y la soledad.
El otro día una persona me hablaba de la soledad de un perro en una perrera, pensemos en aquellas personas que cenan solas, tal vez ellas se identifiquen también con el perro encarcelado.
Creo que hay que dejar a un lado los supuestos sobre los que se sustenta la navidad y hacer de ella un espacio creativo, natural y espontáneo donde sea el propio sujeto en comunión con su familia la que elija cómo hacer las cosas, cuándo y cómo cenar, regalar y todas esas convenciones sociales navideñas que restan espontaneidad al legítimo derecho a ser felices.
Por otra parte, las convenciones sirven de atajos comunicacionales para llegar a firmar acuerdos.
La propuesta es inventar y generar nuevas formas de reunión que flexibilicen los modelos antiguos para ir ajustándolo a cada situación particular, obviando los "deberes" con la televisión, la moda, la costumbre (pasiva) y el aburrimiento.
Otra persona me hablaba de "El Secreto", una película y un libro donde unas personas hablan de la "ley de la atracción", según la cual el pensar positivamente atrae buenas aventuras. Sin ser una profunda estupidez, peca de simplicidad y de pensamiento mágico ya que no es viable un esfuerzo consciente por ser feliz o pensar "positivamente". Aquí hemos dejado claro que las condiciones en las que vive una persona puede influenciar mucho cómo vive unas determinadas fiestas aunque se proponga con esmero el ser "positivo", la trayectoria de un individuo es el lugar desde donde se entiende su situación actual. El ambiente o entorno es importante para saber de qué recursos cuenta para vivir. No todo el mundo dispone de las mismas variables, por ello cualquier forma de vivir la navidad es respetable.
Feliz Navidad.

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