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Paz y Ciencia

lunes, 21 de diciembre de 2009

Piera Aulagnier; Anhelo materno

Lo que llamamos sombra está constituido, pues, por una serie de enunciados testigos del anhelo materno referente al niño; conducen a una imagen identificatoria que se anticipa a lo que enunciará la voz de ese cuerpo, por el momento ausente. Para el Yo de la madre, esta sombra, este fragmento de su propio discurso, representa para su deseo inconsciente: lo que del objeto imposible y prohibido de ese deseo puede transformarse en decible y lícito...
El conjunto del discurso de la sombra puede situarse bajo la rúbrica de los anhelos [souhaits]; para el infans se anhela un ser, un tener, un devenir; es evidente que renunciar, lo que se ha perdido o lo que se ha olvidado haber anhelado...
El anhelo es formulado por un sujeto que ha sufrido el impacto de la represión, se dirige a un cuerpo cuyo poder erógeno que, de hecho, posee para los dos partenaires no se reconoce y también a un cuerpo que, en la realidad, no puede dar o tener un hijo. Esta imposibilidad ayuda a desconocer el pasado que el anhelo exorciza, para compatibilizarse con el propósito que defiende el Yo en su proyecto actual (el proyecto materno). Mediante la introducción de este anhelo se expresa un enunciado que organiza, con su sola formulación, al conjunto de los enunciados del discurso materno, hablando "de acuerdo con la ley" su amor por el niño: un mismo anhelo transmite al niño la mismidad de lo prohibido.

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